sábado, 27 de diciembre de 2008

EL INTERCAMBIO

Clint Eastwood, a sus setenta y ocho años y tras más de medio siglo dedicado al séptimo arte en sus múltiples facetas, ha logrado convertirse en indiscutible referente de la historia del cine. Aunque durante mucho tiempo se le consideró un mediocre actor de filmes de acción, su paso a la dirección llevó aparejada una sorprendente evolución artística. Lucen ya en sus vitrinas cuatro Oscar –dos por Sin perdón y otros dos por Million Dollar Baby- y ha estado nominado en seis ocasiones más, que se unen a una larga lista de prestigiosos galardones internacionales, desde los Globos de Oro a la Palma de Oro de Cannes, pasando por el León de Venecia y por los premios de todas las Asociaciones de Críticos de Norteamérica. Posee una creatividad muy acusada que manifiesta no sólo como realizador, actor y productor – es el fundador de una productora propia llamada “Malpaso” – sino también como compositor de bandas sonoras, lo que le convierte en uno de los cineastas más completos y polifacéticos de la cinematografía reciente. De hecho, su partitura de El intercambio opta a un Globo de Oro. Es verdad que el elevado número de sus producciones impide que todas mantengan el mismo nivel de calidad pero la conclusión es invariable: es uno de los grandes y a él se le deben varias películas sobresalientes y alguna obra maestra.
Si analizamos su exitosa filmografía llegaremos a la conclusión de que a Eastwood no le gusta la comedia. Todos sus largometrajes están enraizados en dramas profundos y, a medida que va cumpliendo años, insiste cada vez más en retratar miserias humanas en contextos muy trágicos. Siguiendo esa tendencia estrena ahora El intercambio, una historia centrada en las vicisitudes de una madre que, tras la desaparición de su hijo, soporta las mayores penurias al no reconocer como suyo al niño que el departamento de policía pretende atribuirle como propio.
Película brutal y desgarradora en exceso, es recomendable exclusivamente para aficionados a las tragedias con mayúsculas que no teman enfrentarse a escenas desagradables y que sean capaces de tolerar el plus de desolación que provocan los dramas con trasfondo infantil. Por lo demás, y como era de esperar, tanto la realización como las interpretaciones son impecables, con una Angelina Jolie que consolida su carrera profesional tras sus participaciones en El buen pastor y, sobre todo, en Un corazón invencible. Ganadora de un Oscar a la mejor actriz secundaria en 1999 por Inocencia interrumpida, su nombre vuelve a sonar con fuerza como firme candidata a otra estatuilla de Hollywood, máxime al haber sido ya nominada al Globo de Oro por este papel. El brillante actor John Malkovich la acompaña en un rol secundario pero muy efectivo.
Por lo que respecta a Clint Eastwood, tiene pendiente de estreno para el próximo mes de febrero otra cinta dramática titulada Gran Torino, con la que ha ganado el premio al mejor actor otorgado por la Nacional Board of Review dando vida a un veterano de guerra. Además, ha recibido una nominación como compositor de una de sus canciones. En la actualidad prepara el rodaje de su próximo proyecto, The Human Factor, basado en la figura del líder sudafricano Nelson Mandela. A este californiano parece que la edad no le resta ni un ápice de vitalidad. Envidiable.

sábado, 20 de diciembre de 2008

ULTIMÁTUM A LA TIERRA

El veterano Robert Wise es uno de los directores más reconocidos de la industria anglosajona gracias a cintas excelentes como Sonrisas y lágrimas, West Side Story o ¡Quiero vivir! También ha realizado –aunque con menor repercusión- varias incursiones en el género de ciencia ficción, siendo el responsable de dos largometrajes de la saga de Star Trek. Ya en el año 1951 estrenó la primera versión cinematográfica de Ultimátum a la tierra con gran éxito mediático. Aunque los espectadores analizaron aquella producción conectándola con la situación política mundial del momento concreto - marcada por la Guerra Fría - la verdad es que contenía un innegable mensaje pacifista. De hecho, logró una nominación a los Globos de Oro para la banda sonora del maestro Bernard Herrmann – habitual colaborador de Sir Alfred Hitchcock - y obtuvo uno honorífico fuera de competición “por promover el entendimiento internacional”.
Más de medio siglo después, se ha procedido a revisar este clásico a través de una nueva adaptación. El encargado del proyecto ha sido Scott Derrickson, de cuya filmografía sobresalen El exorcismo de Emily Rose y Hellraiser: Inferno. El planteamiento del film es prácticamente idéntico al original. Comienzan a llegar naves extraterrestres a la Tierra y de una de ellas desciende un ser que, de entrada, solicita conversar con los líderes políticos internacionales. Como consecuencia de ser tratado de forma hostil, comienza a preparar la exterminación del planeta, mientras una científica y su hijastro intentan convencerle paralelamente de las bondades de la raza humana. El mensaje pacifista de los años cincuenta se transforma ahora en una loa ecologista que sigue una línea argumental muy similar.
Aparte de ser muy cuestionable versionar nuevamente un clásico de éxito que, por supuesto, no ha sido superado, lo cierto es que este largometraje no va a cautivar a las masas. Para empezar, no se trata de una película de acción, de modo que los seguidores de este tipo de cine no van a encontrar el entretenimiento al que aspiran. Algunas escenas poseen cierta intensidad pero, en general, el estilo narrativo es pausado y, a ratos, hasta lento, en una pretensión de encajar la cinta en un género más dramático. Tampoco entusiasmará a los amantes de la ciencia ficción, en primer lugar porque en la comparación con el título original no sale bien parada y, después, porque tampoco constituye una propuesta basada en un planteamiento serio. Admitiendo que su moraleja sea más o menos defendible, cinematográficamente no aporta nada ni original ni atractivo. Y, a pesar de estrenarse en todo el mundo el pasado fin de semana con una potente campaña de marketing a sus espaldas, sus resultados en taquilla no han sido los esperados, pese a ocupar el número uno de la recaudación en varios países.
Su protagonista es Keanu Reeves, actor muy conocido por su participación en la saga Matrix y que cuenta en su haber con las interesantes Speed y Drácula de Bram Stoker. Destaca, como es habitual en ella, la magnífica Jennifer Connelly, ganadora de un Oscar a la mejor actriz secundaria por Una mente maravillosa y en cuyo currículum figuran excelentes trabajos como los de Casa de arena y niebla o Diamante de sangre. Señalar como curiosidad que el niño que aparece en el reparto es Jaden Smith Pinkett, hijo de Will Smith y Jada Pinkett, que ya debutó en la pantalla grande junto a su padre en En busca de la felicidad.

domingo, 14 de diciembre de 2008

CREPÚSCULO

Catherine Hardwicke desempeñó durante un largo período de tiempo el cargo de diseñadora de producción en largometrajes como el western Tombstone, la comedia de acción Tres reyes o la adaptación que la industria norteamericana hizo del film español Abre los ojos, rebautizado Vanilla Sky. Después de quince años en esta función decidió pasarse a la dirección y en el año 2003 estrenó Thirteen, un thriller dramático sobre la tormentosa relación de unas adolescentes con las drogas, el sexo y el crimen por el que recibió no pocas alabanzas. La cinta, protagonizada por su también coguionista Nikki Reed, Evan Rachel Wood y Vanessa Hudgens –muy popular en la actualidad por su papel protagonista en la saga de High School Musical- obtuvo numerosos reconocimientos, siendo los más destacados dos nominaciones a los Globos de Oro para sus protagonistas y otra más a los Oscar de Hollywood como mejor actriz de reparto de nuevo para la interesante Holly Hunter. Hace dos años la directora tejana cambió completamente de registro para realizar una adaptación del nacimiento de Jesucristo en Natividad, llegando incluso a estrenarla a nivel mundial en el Vaticano, pese a generar una gran polémica en determinados sectores de la Iglesia Católica. Ahora, Hardwicke cambia nuevamente de forma radical para rodar una cinta que combina el romance, la fantasía y la acción.
Crepúsculo es la adaptación para la pantalla grande de una novela de la escritora Stephenie Meyer basada en una historia que se asemeja a la de Romeo y Julieta pero en versión vampírica. Cuenta la historia de amor entre Bella Swan y un joven vampiro y cómo la pareja debe luchar intensamente por mantener esa relación sentimental. Hacía mucho tiempo que este tipo de cine no llegaba a las salas de proyección y lo ha hecho con una fuerza notable, alzándose al primer puesto de la taquilla en Estados Unidos en su primer fin de semana de exhibición. Apenas diez días después de su estreno lleva recaudados más de ciento veinte millones de dólares y se espera que en Europa la aceptación sea similar. Sin embargo, no estamos ante el proyecto de una gran productora, ya que Summit Entertainment es una empresa pequeña que obtiene con Crepúsculo su primer éxito de taquilla propio, aunque ya había coparticipado en otros exitosos títulos Sr. y Sra. Smith o American Pie, financiados mayoritariamente por grandes compañías de la industria del cine. Semejante repercusión se debe a que se trata de un producto que supone un auténtico fenómeno mediático entre el público adolescente y, si bien fuera de este ámbito el interés pueda ser menor, lo cierto es que constituye una apuesta segura para los jóvenes por su trama intensa y original. De hecho, ya se anuncia para 2010 el estreno de una segunda parte protagonizada por los mismos actores y basada en otra novela de la misma autora, cuyo título provisional es New Moon.
Junto a la ya mencionada Nikki Reed figuran Kristen Stewart, dirigida recientemente por el actor Sean Penn en Hacia rutas salvajes y que formó parte del reparto de Jumper y Robert Pattinson, que ha participado en dos entregas de la saga de Harry Potter, El cáliz de fuego y La Orden del Fénix.

viernes, 5 de diciembre de 2008

MADAGASCAR 2

En el año 2005 la productora Dreamworks se consolidó definitivamente dentro del género de animación con el estreno de Madagascar. Algunos años antes ya puso de manifiesto que había destruido el monopolio de Walt Disney Productions en el sector gracias a las dos partes que componen las aventuras del ogro verde Shrek. Y así, esa nueva película demostraba que el éxito no había sido ocasional y dicha productora prometía cintas muy notables y sobresalientes rendimientos económicos. No obstante, las expectativas iniciales de los últimos años han dejado paso a la duda. Otras apuestas posteriores tampoco se han situado al mismo nivel. Ni Bee Movie, ni Kung Fu Panda, ni Shrek son filmes comparables a aquellos proyectos de una Dreamworks recién puesta en marcha.
Con este panorama de fondo se estrena ahora la segunda parte de Madagascar con la sana intención de retomar la senda del cine de animación de calidad. La primera impresión es que los creadores de la secuela han centrado el peso del largometraje en la reiteración de los aciertos de su primera entrega sin añadir ninguna novedad y esa decisión pasa factura. Buena parte de la banda sonora es idéntica, varios de los gags se repiten y el espíritu cómico de la cinta se asienta sobre unos personajes sin duda graciosos pero que no aportan ni originalidad ni interés a una trama que ya tenemos vista. Detrás de un mediocre guión se adivina nuevamente la irresistible tentación de todo productor avispado ante un gran éxito de taquilla: exprimir la fórmula hasta agotarla. A pesar de lo dicho, algunas escenas provocan sonrisas y hasta risas y los niños la verán con cierto agrado de modo que probablemente se convertirá en una opción cinematográfica familiar para este mes de diciembre pleno de festividades.
Repiten los mismos realizadores de Madagascar y los actores que prestan sus voces a los personajes en la versión original. Se trata de Ben Stiller, Jada Pinkett-Smith, Chris Rock y David Schwimmer. En España han escogido a los populares Paco León, Belén Rueda y Manel Fuentes para llevar a cabo el doblaje. En cuanto a los resultados en taquilla, no pierde el respaldo popular. En apenas tres semanas las cifras norteamericanas ascienden a ciento cincuenta millones de dólares, ingresos suficientes para recuperar la inversión realizada, así que en cuanto añadan otras recaudaciones a nivel internacional, los beneficios terminarán por aparecer.
Por último, el espectador interesado en los títulos de crédito comprobará que esta película está dedicada al cómico estadounidense Bernie Mac, fallecido hace escasos meses como consecuencia de una neumonía a la temprana edad de cincuenta años y que participó en el proyecto doblando al personaje de Zuba. Mac formó parte de los elencos de la saga de Ocean´s Eleven, Los ángeles de Charlie 2 o Transformers, por citar algunos ejemplos. No obstante, su fama era mayor en Estados Unidos debido a su programa de televisión El Show de Bernie Mac, por el que resultó nominado a los premios Emmy en la categoría de mejor actor de serie cómica.

sábado, 29 de noviembre de 2008

QUANTUM OF SOLACE

El realizador alemán Marc Forster saltó a la fama en el año 2001 gracias al drama Monster´s Ball, film que pasará a la historia del cine por haber sido el vehículo de la bella Halle Berry para alzarse con el primer Oscar a una actriz principal de raza negra. Años después rodó la cinta Descubriendo nunca jamás, otro delicioso drama romántico sobre el creador del popular personaje Peter Pan protagonizado por los eficaces Johnny Depp y Kate Winslet. En esta ocasión optó a siete estatuillas (entre ellas la de mejor película), obteniendo una a la mejor banda sonora. Después, con menor fortuna, probó con el género de la comedia dirigiendo Más extraño que la ficción, con Will Ferrer y Emma Thompson, de modo que retornó al drama más crudo asumiendo el proyecto de Cometas en el cielo. Con semejante trayectoria resulta sorprendente que haya sido el elegido para encargarse de la nueva entrega de acción desenfrenada del Agente 007.
Quantum of Solace continúa el hilo argumental de su predecesora, Casino Royale, y James Bond pretende desenmascarar a la asociación criminal que se situaba detrás de Vesper, personaje a quien daba vida la actriz francesa Eva Green en la primera parte de la historia. Esta misión le lleva a descubrir un complot para monopolizar determinados recursos naturales a nivel mundial y, paralelamente, a buscar venganza por lo sucedido a su último amor y a cumplir con su deber como profesional de la alta seguridad británica.
El punto fuerte de la película se sostiene sobre varias escenas de acción trepidante, unidas a un montaje y a un sonido más que notables. Por lo tanto, el nivel de entretenimiento es muy aceptable y no defraudará ni a los amantes de la saga ni a los demás aficionados al género. De hecho, el público ha respaldado una vez más esta propuesta y el pasado fin de semana la alzó al número uno de la taquilla norteamericana. Aunque su presupuesto es muy elevado –aproximadamente doscientos millones de dólares- los más de setenta y seis millones recaudados en los tres primeros días de proyección en Estados Unidos y los ya más de trescientos millones a nivel mundial demuestran unos beneficios más que evidentes.
No obstante, el incremento cualitativo que supuso Casino Royale en comparación con anteriores aventuras de 007 no se aprecia en esta entrega. La trama es excesivamente compleja, avanza en ocasiones de modo irregular y carece de la sorpresa que produjo el cambio de estilo de su antecesora. A pesar de ello, es justo mencionar que uno de sus guionistas, Paul Haggis, forma parte de la élite de Hollywood y es el responsable de los guiones de Million Dollar Baby, Cartas desde Iwo Jima, Crash y En el valle de Elah, estos dos últimos títulos dirigidos también por él.
El interesante actor inglés Daniel Craig continúa encarnando a un buen Bond. En su filmografía destacan las excelentes Munich de Steven Spielberg y Camino a la perdición de Sam Mendes y para el próximo año tiene previstos los estrenos de un drama bélico dirigido por Edward Zwick –realizador de Diamante de sangre y El último samurai- y de una comedia de corte fantástico en la que encarnará al mismísimo Lucifer. Conviene, pues, no perder la pista de este intérprete. El papel de chica Bond es desempeñado a la perfección por la bellísima ucraniana Olga Kurylenko quien, tras esta interpretación, comienza a disfrutar de papeles protagonistas con los que demostrar su verdadero potencial como actriz. Por último, hacer referencia al actor español Fernando Guillén Cuervo, que figura en un pequeño papel como corrupto jefe de policía boliviano.

viernes, 21 de noviembre de 2008

EL ÚLTIMO VOTO

A finales de los años ochenta Kevin Costner y su amigo Jim Wilson fundaron la compañía Tig Productions para poder llevar a cabo sus propios proyectos, algunos de los cuales serían dirigidos por el mismo actor. Poco tiempo después estrenaron su primera película, Bailando con lobos, que obtuvo la considerable cifra de siete Oscar de un total de doce nominaciones. El film logró una enorme repercusión que seguramente nadie esperaba con este debut y un rotundo éxito de taquilla a nivel mundial. Además volvió a situar en primer plano el género del western tras muchos años en el olvido. A partir de entonces la nueva productora se involucró en la mayoría de los éxitos de Costner como El guardaespaldas (que una vez más llevó al público a las salas de forma masiva), otros dos westerns -Wyatt Earp y Open Range- y diversas cintas entre las que se encuentran El mensajero del futuro, Trece días o Mr. Brooks. Observando detenidamente la trayectoria de Tig es obvio que, aún reconociendo su contribución al séptimo arte con alguna obra maestra y un puñado de buenas películas, su evolución ha sido claramente descendente en términos cualitativos.
Como muestra de esa decadencia, la pareja de productores presenta ahora El último voto, o la historia de cómo un solo hombre va a decidir la elección del futuro presidente de los Estados Unidos ya que, tras la campaña electoral y el posterior escrutinio de votos, el empate entre ambos candidatos terminará por decantarse gracias a la repetición del voto del protagonista, consecuencia de un fallo en el sistema de recuento. El largometraje se presenta bajo un formato de comedia e intenta extraer toda la comicidad posible de semejante situación por todos los medios, sobre todo mostrando el esfuerzo que derrochan los dos aspirantes al cargo por convencer a este concreto ciudadano. Sin embargo, todo es en vano porque en la mayor parte de las escenas lo ridículo prima frente a lo gracioso. Probablemente, al ser conscientes de la debilidad de la fórmula, intentan captar el interés del espectador en algunos fotogramas en los que se atisba cierta crítica con dosis de ironía hacia el sistema político norteamericano. Incluso se trata de potenciar el melodrama, pero la mezcla final no acaba de funcionar.
Evidentemente, el mayor atractivo del proyecto radica en la presencia de Kevin Costner quien, además de en los títulos mencionados anteriormente, ha intervenido en películas muy destacadas como J.F.K. Caso abierto, Los intocables o Un mundo perfecto. Su condición de gran actor, unida a una fuerza en pantalla al alcance de muy pocos de sus compañeros de profesión, hacen todavía más difícil digerir su intervención en trabajos como el que centra esta crítica. Para el próximo año tiene previsto un estreno que, con el título provisional de The new daughter, dirigirá el español Luis Berdejo donde estará acompañado por Ivana Baquero, la niña que protagonizó El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro. Sólo cabe desearle mayor fortuna que en esta ocasión. El resto del reparto está plagado de caras conocidas. Los dos presidenciables son Kelsey Grammer, muy popular por las series televisivas Cheers y Fraiser y Dennis Hopper, veterano actor de larga trayectoria que comenzó su andadura profesional en los años cincuenta con Rebelde sin causa y que ha participado en filmes como Easy Ryder, Apocalypse Now y Speed. Curiosamente, quien menos desentona dentro del equipo artístico es la joven Madeline Carroll, vista en cintas de terror como Resident Evil: Extinción o Cuando llama un extraño.

viernes, 14 de noviembre de 2008

RED DE MENTIRAS

El director y productor británico Ridley Scott ha rodado a lo largo de su carrera profesional obras maestras -Alien, Blade Runner, Telma & Louise, Gladiador- y películas notables- American Gangster, Los duelistas, Black Hawk derribado-. También figuran en su filmografía algunas cintas prescindibles que se compensan con las sobresalientes contribuciones ya citadas, de modo que cada vez que estrena un largometraje es conveniente prestarle la atención que merece. Si a todo lo anterior añadimos que el resto del equipo artístico está compuesto por nombres de primera fila, la conclusión anterior cobra fuerza. El guionista es William Monahan, ganador del Oscar por su guión de Infiltrados de Martin Scorsese y el editor es Pietro Scalia, que obtuvo igualmente dos estatuillas de la Academia de Hollywood por Black Hawk derribado y por J.F.K. Caso abierto. Por lo tanto, estamos ante uno de esos proyectos en los que la concurrencia de grandes profesionales invita a su visión.
Red de mentiras es un thriller de contraespionaje ambientado en el difícil escenario de la guerra de Irak y de los conflictos de Oriente Próximo. Narra las aventuras de un espía que trabaja directamente sobre ese controvertido terreno y de la relación que entabla con su superior inmediato, que desempeña su labor en la sede de la C.I.A. en Virginia. Ambos poseen visiones y métodos distintos que desarrollarán a través de tramas cada vez más complejas y peligrosas, dando lugar a situaciones en las que es imposible confiar en nadie y adivinar qué es verdad y qué es mentira en el exigente mundo de los Servicios de Inteligencia de los estados.
El principal objetivo de la cinta no es otro que el entretenimiento y se consigue sin dificultad. Sin duda agradará a los amantes del género gracias a una trama interesante y bien rodada y a un aceptable nivel de tensión. De todos modos, aunque Scott no alcanza la excelencia de otros de sus títulos ni los resultados obtenidos en la taquilla norteamericana han sido los esperados, no deja de ser una producción correcta y una apuesta segura para disfrutar de ciento veinte minutos de cine de acción.
Sus protagonistas son dos figuras de primera fila. Russell Crowe, habitual del realizador, a cuyas órdenes ya trabajó en Gladiador, American Gangster y Un buen año, posee un brillante currículo del que resaltan sus excelentes interpretaciones en L.A. Confidential, El dilema y Una mente maravillosa. Su brillante carrera le ha convertido en un actor de referencia en el cine de la última década. Para el año 2009 tiene pendientes dos estrenos: otro thriller del director de El último rey de Escocia Kevin McDonald titulado provisionalmente State of Play y Nottingham, nuevamente con Ridley Scott.
Leonardo DiCaprio también ha demostrado que se sabe mover con soltura y brillantez tanto en la comedia -Atrápame si puedes- como en el drama -El aviador- y en la acción -Infiltrados, Diamante de sangre-. Le queda por estrenar este mismo año Revolutionary Road, que lo unirá nuevamente a Kate Winslet tras Titanic y, ya el próximo año, coincidirá una vez más con el gran Scorsese en Shutter Island.

domingo, 9 de noviembre de 2008

LA BODA DE RACHEL

El realizador norteamericano Jonathan Demme revolucionó el panorama cinematográfico a principios de los años noventa con la excelente cinta El silencio de los corderos y no sólo porque obtuviese por tercera vez en la historia del cine los cinco premios más importantes de la Academia de Hollywood - película, actor, actriz, director y guión- e innumerables galardones en cuantos certámenes compitió. La explicación se encuentra en su particular redefinición del thriller, al elevarlo de mero entretenimiento en la mayoría de producciones del género a obra maestra. De hecho, Demme nunca ha vuelto a tener un proyecto mejor ni un triunfo semejante. Aunque en su filmografía figuran buenas películas como Philadelphia y largometrajes interesantes como El eslabón del Niágara, Algo salvaje o El mensajero del miedo, ninguna ha podido superar el listón conseguido con el personaje de Hannibal Lecter. Tal vez por ello haya optado en los últimos años por refugiarse en un cine más alternativo y en el rodaje de documentales como los realizados sobre las figuras de Jimmy Carter y Neil Young.
La boda de Rachel es la culminación de su viaje por la senda del cine independiente. El guión de Jenny Lumet, hija del célebre director Sidney Lumet (cinco veces nominado al Oscar y que obtuvo una estatuilla honorífica en el año 2005) narra las desventuras de una familia diseccionada entre un feliz acontecimiento –la boda de una hija- y una situación conflictiva –la compleja existencia de su hermana, ex toxicómana en periodo de rehabilitación que arrastra numerosos traumas de épocas pasadas sin superar-. Nos encontramos ante un drama en el sentido más literal del término pero rodado con una técnica muy similar a la del movimiento Dogma, cámara en mano y con un estilo realista cercano al documental. En palabras de propio director, su intención era rodar una buena y hermosa película casera.
La intensidad dramática, unida a un formato poco convencional, una serie de relaciones familiares y un metraje algo excesivo convierten a La historia de Rachel en un film de difícil digestión. Sin embargo, hará las delicias de los amantes de los dramas familiares y de las buenas interpretaciones. En realidad, el punto fuerte de este título reside en los actores y en sus evoluciones ante la cámara. Todos ellos dan vida a sus personajes de manera eficaz pero sobresale por méritos propios su protagonista Anne Hathaway. Esta joven actriz ya destacó en Brokeback Mountain y El diablo viste de Prada, pero despuntó definitivamente en la comedia El Superagente 86. En esta ocasión vuelve a demostrar un talento innegable y, si sabe elegir sus próximos proyectos, dará grandes satisfacciones en el futuro.
Por último, merece la pena resaltar la buena noticia del retorno a la gran pantalla de la recordada Debra Winger, actriz que alcanzó gran repercusión en la década de los ochenta gracias a sus interpretaciones de Oficial y caballero y La fuerza del cariño. Posteriormente, tras su sobresaliente actuación en Tierra de penumbras, desapareció de las salas de proyección. Su abandono resultó tan rotundo y sorprendente que en 2002 su compañera de profesión Rosanna Arquette realizó un documental titulado Buscando a Debra Winger en el que participaban numerosas actrices debatiendo sobre los motivos que la impulsaron a dejar su carrera en el punto más alto y, en general, sobre el papel de las mujeres en la industria cinematográfica cuando llegan a una edad que ronda los cuarenta años.

viernes, 31 de octubre de 2008

HIGH SCHOOL MUSCIAL 3

El canal temático de televisión Disney Channel inició sus emisiones en el año 1983. En un principio, la programación se ceñía a los dibujos animados de los personajes clásicos de Walt Disney pero en pocos años fue incrementando los programas de producción propia, convirtiéndose en gran medida en un canal dedicado a promoción musical. De él han surgido estrellas de la canción como Britney Spears, Christina Aguilera o Justin Timberlake, quienes han gozado de un gran éxito profesional en sus respectivas carreras discográficas. Posteriormente, el testigo ha pasado a manos de la cantante Hilary Duff, protagonista de la popular serie Lizzie McGuire (que también ha tenido su versión cinematográfica) y que ya ha lanzado tres discos con gran repercusión mediática, y de la joven actriz Miley Cyrus que, gracias al personaje de Hannah Montana ha iniciado su carrera en el mundo de la música. Pero, para recuperar de nuevo el interés de los más pequeños de la casa, tuvieron que lanzar otras ofertas a través de una nueva vía: Playhouse Disney,
En el año 2006 Disney Channel estrenó un telefilm de género musical con el título de High School Musical cuya enorme repercusión sorprendió a todo el mundo. Recibió dos premios Emmy (uno de ellos por sus coreografías) y su banda sonora fue la más vendida a nivel internacional. La aceptación popular fue tal que un año después tuvo lugar el estreno de la segunda parte. El día de su emisión se sentaron frente al televisor más de diecisiete millones de espectadores en Norteamérica, algo absolutamente inusual en el ámbito de los canales temáticos. El fenómeno era ya imparable y a la infinidad de productos de merchandising se sumó la idea de rodar una tercera parte pero, en esta ocasión, para la gran pantalla. Por primera vez, un telefilm derivaba en película de cine y no al contrario.
Lo cierto es que, viendo la sala abarrotada de niños y adolescentes tan involucrados con esos personajes y sus andanzas estudiantiles, se pone de manifiesto el extraordinario poder mediático de la factoría de Mickey Mouse. La duda que se plantea es si ha sido la empresa del famoso ratón la que se ha adaptado a los nuevos tiempos o si ha sido el público infantil el que se ha plegado a los deseos de la productora. En cualquier caso, el triunfo alcanzado es un hecho y en su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos el film ha recaudado cuarenta y dos millones de dólares y ha sido número uno de taquilla en todos los países donde se ha estrenado, espectacular resultado para una producción que apenas ha invertido once millones en su realización.
La cinta encantará a los innumerables aficionados de la saga, ya que continúa por la misma senda de sus predecesoras y, aunque resulten criticables la previsibilidad de la trama y la simplicidad de los personajes, hay que reconocer que los números musicales rayan a gran altura y despiertan el entusiasmo de los espectadores. El público de una cierta edad se acordará inevitablemente de Grease, musical que marcó a una generación que ahora ronda la cuarentena. Quizá, cuando se reedite la banda sonora de High School Musical con ocasión del veinticinco aniversario de su estreno, los niños de hoy, adultos del futuro, la comprarán para añorar aquel largometraje que tanto les gustó, como ocurrió con la reedición del film de John Travolta y Olivia Newton-John.

domingo, 26 de octubre de 2008

THE WOMEN

La guionista y productora norteamericana Diane English logró su mayor reconocimiento profesional como responsable de la serie televisiva Murphy Brown, emitida entre los años 1988 y 1998. Su labor al frente de esta producción le reportó tres premios Emmy (los galardones por excelencia en el ámbito de la pequeña pantalla). Igualmente, la actriz Candice Bergen obtuvo dos Globos de Oro y otros cinco Emmy por su interpretación de la famosa periodista. Pero, a pesar de ese éxito, English no había decidido probar fortuna en la pantalla grande hasta que cayó en sus manos la obra de Clare Boothe Luce, una escritora neoyorkina nacida a principios del siglo pasado y que, ya por entonces, escribía sátiras sobre el universo femenino. De hecho, su obra ya fue llevada al cine hace siete décadas (1939) por un maestro de la realización, George Cukor, Oscar al mejor director por My Fair Lady y nominado en cuatro ocasiones más -Nacida ayer, Mujercitas, Doble vida e Historias de Philadelphia-. En aquella primera adaptación participaron actrices del prestigio de Joan Crawford, Rosalind Russell o Joan Fontaine.
Setenta años después, la realizadora ha tratado de adaptar la historia al nuevo siglo pero el resultado final merece ser calificado de mediocre. Nos traslada a un capítulo sin demasiada gracia de Sexo en Nueva York, puesto que algunos de sus personajes se asemejan bastante a los de la popular serie de televisión llevada recientemente a la gran pantalla, e intenta con escasa fortuna combinar lo cómico y lo dramático sin conseguir dicho objetivo. En ningún momento se muestran personajes con credibilidad ni situaciones de interés. No sería erróneo afirmar que estamos ante un producto televisivo más, que ha terminado por estrenarse en las salas de cine debido a la envergadura de las actrices que participan en el proyecto.
Todo lo dicho anteriormente se entiende aún mejor si comparamos The Women con los grandes éxitos que figuran en la filmografía de su protagonista, Meg Ryan. Esta actriz disfrutó hace casi dos décadas de sus mayores cuotas de popularidad gracias a sus actuaciones en notables comedias románticas que revitalizaron el género, elevándolo a su mayor nivel de calidad. Así, en 1989 protagonizó Cuando Harry encontró a Sally, auténtica joya cinematográfica que a punto estuvo de alzarse con el Oscar al mejor guión original –circunstancia extraordinariamente inusual en este tipo de cine-. La estatuilla recayó finalmente en El club de los poetas muertos. Pocos años después se estrenó Algo para recordar, film que sigue encandilando a día de hoy y cuyos resultados en taquilla fueron sobresalientes. Ambos títulos ofrecen brillantes guiones y personajes cautivadores, precisamente todo lo que le falta a esta readaptación y, en general, a la mayoría de comedias románticas rodadas en los últimos tiempos.
Junto a Meg Ryan completan el reparto otras actrices de renombre como Annette Bening, tres veces nominada al Oscar y con largometrajes tan relevantes en su haber como Los timadores, American Beauty o Bugsy y, en pequeños papeles, Bette Midler, Eva Mendes y Carrie Fisher. Para consuelo de los aficionados, siempre se puede recurrir a la revisión de otros trabajos más destacados de las citadas intérpretes que el que ahora llega a nuestras pantallas.

lunes, 20 de octubre de 2008

QUEMAR DESPUÉS DE LEER

Los hermanos Joel y Ethan Coen constituyen el máximo exponente del cine independiente norteamericano en la actualidad, habiendo alcanzado gracias a sus obras el éxito comercial, el aplauso de la crítica y el respeto de la industria cinematográfica. Hace ya más de una década lograron el Oscar al mejor guión por la magnífica Fargo y, en la última edición de los premios de la Academia de Hollywood, obtuvieron tres más como productores, directores y guionistas de No es país para viejos, cinta por la que nuestro compatriota Javier Bardem también se alzó con la estatuilla al mejor actor secundario. Esta pareja oriunda de Minnesota siempre ha trabajado conjuntamente y toda su filmografía está marcada por una clase de humor negro muy característico. A lo largo de una carrera profesional de más de veinte años han sabido combinar con acierto cintas de corte dramático como Muerte entre las flores, Barton Fink o las ya mencionadas Fargo y No es país para viejos con comedias alocadas como El gran Lebowski, O brother!, o Crueldad intolerable. Pero, reconociendo que en ambos géneros han rodado títulos muy destacados, lo cierto es que han sido sus trabajos más “serios” los que les han encumbrado a la cima del cine contemporáneo.
Con Quemar después de leer se lanzan una vez más al humor más puro y desenfrenado merced a una historia protagonizada por unos personajes hilarantes que se desenvuelven en unas situaciones tan divertidas como absurdas. El guión se sostiene sobre la conexión de dichos personajes: un ex agente de la C.I.A. despedido que decide escribir sus memorias; otro agente federal que mantiene una relación sentimental con la mujer del anterior; y dos empleados de un gimnasio que, por casualidad, encuentran el borrador de las citadas memorias en un archivo informático y quieren obtener provecho económico de esta circunstancia. Con todo este material los Coen consiguen arrancar las carcajadas con facilidad. Algunas escenas como la del chantaje al agente secreto son antológicas, lo mismo que determinadas interpretaciones destinadas al lucimiento cómico del reparto. Por lo tanto, el largometraje es muy recomendable tanto para los fans incondicionales de estos realizadores como para los amantes de la comedia en general, que no se sentirán defraudados en lo más mínimo. De hecho, los espectadores ya han respaldado este proyecto, que ha recaudado en cuatro semanas más de cincuenta millones de dólares exclusivamente en las taquillas norteamericanas.
El espectacular elenco de intérpretes está integrado, entre otros, por George Clooney –Oscar al mejor actor secundario por Syriana-, Tilda Swinton –Oscar a la mejor actriz secundaria por Michael Clayton- o Frances McDormand –Oscar a la mejor actriz por Fargo-. Todos ellos brillan a un gran nivel pero merecen mención especial un sensacional Brad Pitt y, de modo especial, el extraordinario actor John Malkovich - Los gritos del silencio, Las amistades peligrosas, El imperio del sol, En la línea de fuego- quien, tras sufrir una profunda crisis profesional, por fin retoma el mejor camino que emprendiera en los años ochenta. De hecho, tiene pendiente de estreno el último film del imprescindible Clint Eastwood, Changeling, que protagoniza junto a la actriz Angelina Jolie.
Por su parte, los incansables hermanos Coen están en pleno rodaje de su próxima comedia que, con el título provisional de A serious man, atraerá a buen seguro a sus numerosos fieles.

viernes, 10 de octubre de 2008

ASESINATO JUSTO

El director y productor norteamericano Jon Avnet cosechó sus mayores éxitos en la década de los noventa y, después de rodar algunos títulos notables como Íntimo y personal (con Robert Redford y Michelle Pfeiffer) y, sobre todo, Tomates verdes fritos (con Kathy Bates y Jessica Tandy), abrió un largo paréntesis en su faceta de realizador de casi diez años y se dedicó a la producción y al medio televisivo. Hasta el año pasado no volvió a colocarse detrás de la cámara para filmar la cinta 88 minutos que, a pesar de estar protagonizada por Al Pacino, fue vapuleada por la crítica y pasó desapercibida para el público. Ahora estrena Asesinato justo, largometraje cuya promoción se centra exclusivamente en el reclamo de ver juntos en la gran pantalla a dos monstruos de la interpretación como son Robert de Niro y el ya citado Pacino. Ambos actores, pese a integrar el reparto de la obra maestra El padrino II de Francis Ford Coppola, no coincidieron en ninguna de sus escenas y tuvieron que esperar veinte años para que el brillante Michael Mann les reuniera en la interesante Heat, donde sí compartieron plano.
Viendo este film se comprende el intento de publicitarlo sobre la base de sus dos protagonistas, ya que es el único aliciente que reviste un mínimo de interés para el espectador. Su problema principal estriba en que una de las temáticas más tratadas en la historia del séptimo arte es la policiaca y, por lo tanto, películas sobre policías y asesinos en serie hay centenares. Para que un proyecto de estas características interese de verdad debe añadir un toque de originalidad merced a personajes intensos, diálogos brillantes y puestas en escena alternativas. En definitiva, algo que le diferencie del resto. Sin embargo, Asesinato justo nos ofrece más de lo mismo: personas y situaciones que ya hemos visto en infinidad de ocasiones y una reiteración de tópicos y estereotipos que lastran el resultado final. Por todo ello, lo único que salva a la historia es la mera presencia del dúo Pacino-De Niro.
Es indudable que estamos ante los mejores. Entre ambos suman la nada despreciable cifra de catorce nominaciones a los Oscar y en sus respectivas filmografías sobresalen títulos inolvidables que van desde El padrino, Tarde de perros, El precio del poder o El dilema hasta Taxi Driver, El cazador o La misión. A esta interminable lista también se añaden unas notabilísimas aportaciones al oficio de realizadores. Tanto la meritoria Looking for Richard –hasta ahora la única cinta dirigida por Al Pacino- como las excelentes Una historia del Bronx y El buen pastor –las dos realizadas por Robert De Niro- demuestran su valía a ambos lados de la cámara. Lástima que, cada vez con mayor frecuencia, acepten trabajos que no están a la altura de su categoría y que perjudican en cierta medida a sus trayectorias profesionales.
En papeles más secundarios figuran John Leguizamo –Romeo y Julieta, Moulin Rouge, El incidente- y Brian Dennehy -Acorralado, Cocoon, Presunto inocente-.

domingo, 5 de octubre de 2008

EL NIÑO CON EL PIJAMA DE RAYAS

El escritor irlandés John Boyne ha alcanzado fama mundial gracias a su libro “El niño con el pijama de rayas”, vendiendo más de un millón de ejemplares tan sólo en España y convirtiéndose en una de esas plumas que tienen asegurado el éxito futuro, logro muy difícil en el actual panorama literario.
En dicha novela se narra la historia de un niño, hijo de un alto mando del ejército nazi durante la Segunda Guerra Mundial, que tiene que trasladarse con el resto de su familia al ser su padre ascendido y destinado a dirigir un campo de exterminio. En ese nuevo hogar, y ante la ausencia de sus amigos, termina por trabar amistad con un pequeño judío que se encuentra preso en uno de los barracones.
El éxito literario de Boyne se tradujo desde un principio en un gran interés por su adaptación cinematográfica. Pero lo más sorprendente es que haya sido Mark Herman, un realizador británico prácticamente desconocido y cuya filmografía se reduce a comedias como Échale la culpa al botones -desapercibido film protagonizado por Dudley Moore y Patsy Kensit- el responsable del guión y de la dirección de este drama, en colaboración con David Heyman, productor de la saga de Harry Potter y de cintas de acción como Soy leyenda.
El intento de analizar el tema del Holocausto desde un prisma infantil convierte a la primera parte de la película en una conmovedora realización destinada a reflejar la perplejidad de un menor que no acierta a comprender lo que sucede a su alrededor. A partir de ese momento, lo que pudiera ser un largometraje educativo perfectamente recomendable para un público infantil, deriva en una tragedia intensa y desoladora, aunque desprovista de brillantez.
La inocencia infantil y el horror de la guerra son dos elementos de muy difícil combinación que, al mezclarse, multiplican los efectos desagradables que provocan determinados episodios lamentables de la Historia de la humanidad. Cada escena que refleja la injusticia termina por hacerse más insoportable por el mero hecho de estar protagonizada por un niño. Posiblemente estemos ante uno de los desenlaces más desgarradores vistos en una gran pantalla, apto bien para estómagos fuertes, bien para corazones desprovistos de piedad que no se conmuevan ante el sufrimiento ajeno.
El reparto lo integran intérpretes desconocidos, a excepción de los actores Vera Farmiga - Infiltrados, Otoño en Nueva York, El mensajero del miedo- y David Thewlis - el profesor Lupin de la saga de Harry Potter -, quienes asumen papeles de carácter secundario.
Merece la pena destacar la banda sonora del excelente compositor James Horner, ganador de dos Oscar por su música para la premiadísima Titanic y nominado hasta en siete ocasiones por sus composiciones para Casa de arena y niebla, Apolo 13, Braveheart o Una mente maravillosa. De hecho, la melodía de esta película recuerda en gran medida a las del film que contaba la historia del Premio Nobel de Economía John Nash, magistralmente interpretado por el australiano Russell Crowe en el año 2001.

sábado, 27 de septiembre de 2008

VICKY CRISTINA BARCELONA

Woody Allen es el cómico norteamericano más conocido y respetado en Europa. Este judío nacido en el barrio neoyorkino de Brooklyn en 1935 se inició profesionalmente como guionista de parodias para otros humoristas en programas de televisión. Cuenta hasta la fecha con veintiuna nominaciones a los Oscar que se han traducido en tres estatuillas (mejores director y guionista por Annie Hall y mejor guión original por Hannah y sus hermanas). Pero su palmarés abarca todos los certámenes cinematográficos de prestigio que se celebran a ambos lados del océano Atlántico. Títulos tan recomendables como Annie Hall, Manhattan, Hannah y sus hermanas, Delitos y faltas, Maridos y mujeres, Misterioso asesinato en Manhattan, Balas sobre Broadway, Poderosa Afrodita o Match Point constituyen una carta de presentación que convierte a Allen en sinónimo de humor inteligente y sarcástico.
Toda su filmografía está marcada por una serie de tópicos personales como la ciudad de Nueva York, el psicoanálisis, las relaciones de pareja o la religión, dotando a sus personajes y a sus guiones de unas señas de identidad perfectamente reconocibles. Y, aunque existe una parte del público al que no agrada el universo particular que plasma en sus filmes, es innegable que cuenta con un elevado número de fieles seguidores que esperan ansiosamente su película de cada año.
Por desgracia, esta exigencia de rodar una cinta anual ha influido negativamente en la calidad de sus obras y, a las joyas antes citadas, se añaden títulos cada vez más mediocres y prescindibles que, si bien siguen atrayendo a sus incondicionales, pierden frescura ante semejante ritmo de producción. En un intento por cambiar esa tendencia, el director ha modificado alguna de sus constantes cinematográficas: ya no siempre rueda en Nueva York, ya no siempre hace comedias, ya no siempre aparece en todos sus largometrajes… Pero lo cierto es que su cine, lejos de recuperarse, ha seguido resintiéndose y decayendo - a excepción de la muy destacable Match Point-. Naturalmente, si la comparación se realiza, no con sus obras maestras sino con buena parte del actual género pseudo-cómico, sigue estando en plena forma.
En Vicky Cristina Barcelona, el director abandona la comedia y la ciudad de los rascacielos. Tampoco hay personajes divertidos ni situaciones hilarantes. Se pierde en una sucesión de hechos más o menos dramáticos que no sabe explicar y que no terminan de enganchar al público. Tal vez por ello abusa de la voz en off para guiar al espectador a través de un relato que no despierta demasiado interés y en el que no se reconoce la “marca de la casa”.
Su última musa, la ascendente actriz Scarlett Johansson, encabeza un reparto en el que le acompañan la joven Rebecca Hall y la pareja formada por los españoles Javier Bardem y Penélope Cruz. Sin dudar de su talento, es obvio que ninguno de ellos incluirá este trabajo entre los mejores de sus respectivas carreras. La oportunidad de colaborar en el proyecto de un mito como Woody Allen ha pesado más a la hora de aceptar sus papeles que el perfil de los personajes que se han encargado de interpretar.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

WANTED

El guionista de cómics británico Mark Miller ha logrado alcanzar un gran reconocimiento dentro del particular mundo de las historias de superhéroes. Comenzó a trabajar para la compañía DC Cómics a mediados de los años noventa colaborando en las, por aquel entonces, nuevas aventuras de Superman, Flash y La Liga de la Justicia. Su éxito fue tal que finalmente fue contratado por la competencia, la productora Marvel, y participó en la creación de las aventuras más recientes de Spiderman, X-Men o Los Cuatro Fantásticos. La proximidad que Miller ha mantenido con la industria del cine a través de todos estos personajes, unida a su popularidad en los últimos años, hacía casi inevitable que terminara embarcándose en un proyecto cinematográfico. Así que, cuando ideó Wanted sobre el papel, la decisión de adaptarla a la gran pantalla estaba tomada.
El director ruso Timur Bakmambetov, con diez años de experiencia en la cinematografía de su país aunque novato en el mercado norteamericano, fue el elegido para realizar la cinta. El film narra las peripecias de un contable aburrido de carácter débil y vida depresiva que termina convirtiéndose en el más hábil asesino a sueldo de una organización secreta cuyo objetivo es eliminar a las personas más peligrosas del mundo. Pero el resultado final es difícil calificarlo como “cine”. Con una estética a medio camino entre el videoclip y los juegos de videoconsolas, gustará exclusivamente a quienes se desgastan los dedos en la tarea de apretar las teclas de la play station o a quienes gustan de repetir a cámara lenta las escenas de esos juegos macabros con el único fin de apreciar hasta dónde salpica la última gota de sangre producto de sus disparos. Fuera de ambos grupos –que, sospecho, numerosos- es dudoso que pueda despertar interés, a pesar de que la fama mediática de su protagonista consiga que un considerable número de espectadores acuda a las salas de proyección. Por lo tanto, resulta innegable que no es una película para niños ya que el modo de recrearse en la violencia, sobre todo en su tramo final, la hace muy desaconsejable para los más pequeños.
El resultado final se puede tachar de decepcionante, no tanto porque la historia sea poco creíble (cuestión perdonable en este tipo de género) como porque el guión resulta ridículo. No es la imagen la que se sitúa al servicio de la trama sino al revés, con lo que el director se esfuerza sin éxito en mostrar imágenes espectaculares pero carentes de sentido, de modo que peca del peor defecto de una cinta de acción: el aburrimiento.
Angelina Jolie, Oscar a la mejor actriz secundaria por Inocencia interrumpida e intérprete de títulos destacables como El buen pastor o Un corazón invencible, encabeza el reparto. Le acompañan el joven James McAvoy, muy reconocido por sus trabajos en Expiación y El último rey de Escocia y el veterano Morgan Freeman –Paseando a Miss Daisy, Sin perdón-, cuya amplísima trayectoria profesional es de sobra conocida. Cabe concluir que ninguno de ellos debiera embarcarse en este tipo de filmes para adornar su curriculum.
Ahora que se comenta que Mark Miller baraja la posibilidad de llevar de nuevo a las salas a Superman, el superhéroe por excelencia, confiemos en que cambie de estilo. De lo contrario, es más que probable que la fama ganada con los cómics la pierda con el séptimo arte.

viernes, 12 de septiembre de 2008

CHE: EL ARGENTINO

Durante el rodaje de su excelente film Traffic, Benicio del Toro le propuso al director Steven Soderbergh la realización de una película sobre Ernesto “Che” Guevara, una de las figuras más controvertidas del siglo XX. El interés del actor puertorriqueño por sacar adelante ese proyecto era tal que él mismo asumió las labores de producción y, tras varios años de trabajo, se han obtenido cuatro horas largas de metraje en torno a la vida de este singular guerrillero argentino. La imposibilidad de estrenar un film de tal duración desde el punto de vista comercial ha obligado a fraccionar el material para convertirlo en dos cintas, la primera de las cuales es la que llega ahora a las pantallas. Este bloque discurre desde el día en que el protagonista conoce a Fidel Castro hasta el momento de la entrada triunfal en La Habana en 1959. El segundo, con el título original de Guerrilla, cuenta el resto de la historia y todavía no tiene fecha prevista de estreno.
Soderbergh, realizador norteamericano de enorme solvencia, consiguió con la citada Traffic (2000) el Oscar al mejor director y en su filmografía destacan las interesantes Solaris o Sexo, mentiras y cintas de video, con la que ya ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes en 1989. Además, bajo el seudónimo de Peter Andrews, ejerce como notable director de fotografía y, gracias a su faceta de productor, se han rodado algunos largometrajes como Michael Clayton, Syriana o Buenas noches y buena suerte. Por lo tanto, sus aptitudes para hacerse cargo de un desafío tan complejo como el que nos ocupa están fuera de toda duda.
No obstante, y puesto que la idea original parte de la admiración personal que Del Toro le profesa al icono revolucionario y que el guión se basa en anotaciones que dejó escritas el propio Guevara, la imagen que proyecta el film está completamente desprovista de crítica alguna y resulta claramente idealizada, de modo que posiblemente desagrade a los detractores del comandante. Pero, dejando a un lado las polémicas históricas, es tan obvio que estamos ante una buena película como que no lo estamos ante un documental –formato al que se debe exigir un nivel de aproximación a la realidad mucho más elevado que a la pura ficción cinematográfica-.
Una realización correcta, unida a una magnífica interpretación y a una inteligente presentación visual a través de la hábil utilización del blanco y negro y del color logran mantener un grado de intensidad que no se alcanzaría de otro modo, reconociendo que sus más de dos horas y cuarto de continuas luchas guerrilleras en la selva se antojan un tanto pesadas.
Dentro del extenso equipo artístico destaca sobremanera Benicio del Toro, que ya ha ganado con esta interpretación la Palma de Oro del último Festival de Cannes. Este galardón se añade a la estatuilla de Hollywood al mejor actor secundario por Traffic junto a otra nominación por su extraordinario papel en 21 gramos. Igualmente meritorias son sus participaciones en Sospechosos habituales y Sin City, dado que su extraordinaria presencia y la fuerza especial con la que dota a todos sus personajes le convierten en referente interpretativo de las dos últimas décadas.

viernes, 5 de septiembre de 2008

STAR WARS: THE CLONE WARS

Según George Lucas, existe un periodo histórico muy importante que no se desarrolla en ninguna de las seis películas de la saga de La guerra de las Galaxias y, aunque constantemente se habla de las guerras clones, es un pasaje que acaba de ser abordado. Dichas guerras se desarrollaron entre los Episodios II y III y ha sido la ausencia de esa parte de la narración la que justifica la realización del film que ahora se estrena. Sin embargo, la supuesta importancia que Lucas quiere otorgar a estas batallas queda en evidencia porque lo cierto es que las ha relegado a un segundo plano, no sólo por no haber sido desarrolladas plenamente a lo largo de los otros seis títulos originales sino porque, tomada la decisión, lo ha hecho a través de un producto de animación en el que realmente no ha participado –exceptuando una pequeña intervención como productor- y al que ha dedicado poco tiempo.
A pesar de todo, para los fans de la fascinante creación que constituye el conjunto de personajes que conforman Star Wars existen algunos alicientes. Aunque para estos seguidores cualquier oportunidad de acercarse al universo Jedi es un verdadero disfrute, la verdad es que hasta el más fiel de todos ellos estará de acuerdo en que nos hallamos ante una obra menor en todos los sentidos. Ni el guión, ni la acción, ni la presentación visual, ni el desarrollo de los personajes pueden competir con los largometrajes de imagen real. Ello no impide que algunas peleas con sable láser entretengan, algunos acordes de la partitura emocionen e, incluso, se alcance una plena identificación con la filosofía que subyace en el relato. Pero la conclusión es clara: todo lo bueno de Star Wars-The Clone Wars es una herencia de las cintas que le han precedido y la emoción que se siente se debe a que el público recuerda las imágenes que vio en su día. Nada hay de interés que se le pueda imputar directa y exclusivamente a esta película.
A su director, Dave Filoni, no se le conoce ningún trabajo anterior para la gran pantalla, si bien ha colaborado en una serie de televisión basada en estas famosas guerras. El resto del equipo técnico dista mucho de ser el que trabaja habitualmente a las órdenes de Lucas y, más allá de un verdadero interés por narrar estos hechos históricos, se encuentra una muy notable labor de merchandising. A quienes acudan a las salas de proyección les gustará saber que las voces originales de los personajes corresponden a meritorios actores de la saga como Samuel L. Jackson o Christopher Lee.
Por su parte, el incansable magnate prepara para el año próximo la producción de un proyecto sobre la Segunda Guerra Mundial que, a buen seguro, resultará más interesante que éste que nos ocupa y que, sea como fuere, tampoco ensombrece su extraordinaria aportación a la historia del séptimo arte.

jueves, 28 de agosto de 2008

EL CABALLERO OSCURO

En el año 1989 el imaginativo realizador norteamericano Tim Burton estrenó la película Batman, cosechando un notable éxito de público y abriendo las puertas de la industria del séptimo arte a las grandes producciones basadas en superhéroes de cómic, en unos tiempos en los que ni Spiderman ni los demás personajes de la Marvel habían comenzado su proceso de adaptación a la pantalla grande. La cinta poseía numerosos atractivos, en especial una gran fuerza visual –de hecho, ganó el Oscar a la mejor dirección artística- y un reparto muy interesante, donde destacaba el siempre estimulante Jack Nicholson. Durante la década de los noventa, los títulos posteriores de la saga rozaron la mediocridad y actores como Val Kilmer o George Clooney protagonizaron decadentes largometrajes sobre el hombre murciélago. Los productores, instalados en la esperanza vana de repetir los resultados de taquilla, se limitaban a presentar a los famosos personajes enzarzados en aventuras cada vez más ridículas y los espectadores fueron paulatinamente dando la espalda a aquellos proyectos hasta que, gracias al enorme éxito internacional de Spiderman, la figura de Bruce Wayne cayó prácticamente en el olvido.
Por fortuna, todo cambió en el año 2005. El interesantísimo director británico Christopher Nolan, que pocos años antes había sido nominado a la estatuilla de Hollywood por el guión de la inquietante Memento, retomó la imagen del murciélago en el que, sin duda, es el mejor film que sobre él se ha rodado hasta la fecha. Eliminando cualquier reminiscencia infantil tanto de Wayne como del ambiente en el que se desenvuelve, ideó una historia más dura e intensa y esa contundencia la repite en esta nueva producción que, desde luego, no es recomendable para aficionados menores de trece años. A partir de esa edad, los amantes del género disfrutarán a buen seguro de un gran espectáculo efectista e interpretativo que convierte a El caballero oscuro en una apuesta segura para este verano. Por lo tanto, es justo reconocer que, aunque el guión anterior de Nolan era más sólido, el nuevo cambio de rumbo ha obtenido un respaldo asombroso por parte de público y, si Batman Begins retomó la senda del éxito económico, El caballero oscuro ha ido todavía más lejos –es la segunda cinta más taquillera de todos los tiempos en Estados Unidos, sólo por detrás de Titanic- y, aunque a nivel mundial las recaudaciones no han sido tan espectaculares, los números totales la sitúan en el primer puesto en 2008.
Es cierto que el prematuro fallecimiento del actor australiano Heath Ledger ha provocado un efecto similar a la muerte también temprana de James Dean en 1955 y parece ser la explicación de una reacción popular tan desmesurada. En todo caso, Ledger realiza una sensacional recreación del Jocker en la que, desgraciadamente, es la última interpretación de una carrera muy prometedora en la que destaca su alabado papel protagonista de la conmovedora Brokeback Mountain. Igualmente meritorio es el trabajo Christian Bale asumiendo la tarea de encarnar a Bruce Wayne por partida doble. Tras debutar de la mano de Steven Spielberg en El imperio del sol siendo aún un niño, ha logrado hacerse un hueco en el difícil mercado anglosajón, demostrando ser un actor muy completo y versátil.

viernes, 1 de agosto de 2008

EL SUPERAGENTE 86

El famoso cómico norteamericano Mel Brooks ha dedicado más de medio siglo de actividad profesional al humor y en esa trayectoria ha sido extraordinariamente versátil, ya que ha actuado, dirigido, producido, escrito guiones y hasta compuesto canciones para películas. Ganador de un Oscar por su guión de Los productores a finales de la década de los sesenta, cuenta con otras dos nominaciones como compositor y, de nuevo, como guionista. Suyos son los largometrajes Sillas de montar calientes, El jovencito Frankenstein, La loca historia de las galaxias y Máxima ansiedad. Pero también se dedicó al medio televisivo ideando la popular serie El Superagente 86, una sátira de los filmes de espías - en especial del personaje de James Bond - que se emitió con gran éxito internacional entre los años 1965 y 1970. Dicha serie fue galardonada con siete premios Emmy, tres de los cuales fueron a parar a su protagonista Don Adams e, incluso, estuvo nominada a los prestigiosos Globos de Oro. En estos momentos en los que las adaptaciones cinematográficas de antiguas series de televisión son una constante –de hecho, los aficionados a la popular Expediente X han podido disfrutar la pasada semana de una nueva entrega protagonizada por los famosos agentes del F.B.I. Mulder y Scully- no es de extrañar que, finalmente, el recordado dueño del zapatófono haya llegado a las salas de proyección.
El realizador Peter Segal es quien ha asumido el riesgo de rescatar a este peculiar agente secreto para trasladarlo a la pantalla grande. Segal es un habitual de la comedia, que ya dirigió anteriormente títulos como 50 primeras citas con Adam Sandler y El profesor chiflado 2 con Eddie Murphy pero es ahora cuando ha rodado sin duda su mejor trabajo. El Superagente 86 consigue sin dificultad provocar la risa y rememorar momentos felices para todos aquellos que, años atrás, disfrutaron con su versión para la pequeña pantalla. Tal vez la trama resulte un poco ridícula y la duración peque de excesivamente larga pero es evidente que el objetivo pretendido no era filmar una obra maestra del séptimo arte sino, simplemente, lograr un producto apto para el entretenimiento y la diversión y, en ese sentido, dicho objetivo se ha logrado. Especialmente acertada es la parte del metraje que explota la vertiente más cómica de sus protagonistas, donde el Superagente 86 y la Agente 99 asumen con soltura todo el peso interpretativo, puesto que el resto de elementos humorísticos que rodean a los personajes secundarios y al desarrollo de la historia son más bien mediocres.
La elección de la pareja protagonista también puede considerarse muy adecuada. El actor Steve Carell, que había tenido mala suerte con sus papeles principales de Sigo como Dios y Virgen a los cuarenta, aunque demostró su categoría en la imprescindible Pequeña Miss Sunshine, hace una magnífica recreación de Maxwell Smart, lo cual supondrá un importante revulsivo en su irregular filmografía. Por su parte, la actriz Anne Hathaway está excepcional en su caracterización de heroína cómica. Esta joven neoyorkina, que ya destacó en Brokeback Mountain y El diablo viste de Prada, se revela aquí como una intérprete muy a tener en cuenta de cara al futuro.

viernes, 25 de julio de 2008

HANCOCK

Peter Berg es uno de esos artistas polifacéticos que lo mismo se dedican a la actuación, como a la producción, a la dirección e incluso, a la elaboración de guiones cinematográficos. Como realizador, estrenó el año pasado La sombra del reino con resultados notables, demostrando que sabía manejar con corrección las reglas básicas del género de acción. Su asociación con otro cineasta como Michael Mann, uno de los directores más interesantes de las últimas décadas - El dilema, Alí, Collateral- marcó definitivamente su carrera. El propio Mann produjo la anterior película de Berg y ahora también se encarga de la producción de Hancock junto a Akiva Goldsman, productor de cintas de acción como Soy leyenda, Poseidón o Señor y Señora Smith y, en sus inicios, gran guionista de largometrajes como Cinderella Man, El cliente y, sobre todo, Una mente maravillosa, que le valió el Oscar al mejor guión en el año 2002. Ambos interpretan además sendos cameos en Hancock.
No obstante, quien espere encontrar en esta película el nivel de intriga y acción que conseguía La sombra del reino se llevará una desilusión. Pese a narrar la historia de un superhéroe que se enfrenta a numerosos delincuentes dista mucho de ser un film que destaque por su acción trepidante e intensa. Una trama demasiado inverosímil –aun dando por hecho que nos encontramos en un género donde la ficción se lleva al extremo- y unos giros de guión muy radicales, unidos a algunas escenas finales de la proyección, lastran irremediablemente la cinta. Ahora bien, quienes simplemente busquen una comedia alocada con chistes fáciles –algunos, lo reconozco, con gracia- y situaciones hilarantes, podrán disfrutar en cierta medida a lo largo de sus noventa minutos de duración, porque la única forma que tiene de prosperar es tomársela a broma con la convicción de estar ante una comedia.
Es obvio que el público respalda la propuesta si nos fijamos en la recaudación de más de cien millones de dólares en Estados Unidos en su primer fin de semana. Sin embargo, y pese a la sonrisa que pueda arrancar al espectador alguno de sus fotogramas, es incuestionable que se abandona la sala con sensación de decepción, ya que prometía en un principio más de lo que finalmente ofrece.
Su actor protagonista Will Smith destaca en el equipo artístico. Él ha sabido como nadie y en varias ocasiones dar vida a esos personajes graciosos y con un punto marginal como el que le brindó la fama en la serie televisiva El Príncipe de Bel Air. Pero, al mismo tiempo, ha dado sobradas muestras de su buen hacer como intérprete en otros proyectos como el biopic del boxeador Muhammad Alí que rodó a las órdenes del citado Michael Mann o la cinta En busca de la felicidad, trabajos por los que fue nominado como mejor actor principal a la estatuilla de Hollywood. Este año tiene pendiente de estreno un esperado film dirigido por el italiano Gabriele Muccino. También merece una mención la bellísima Charlize Theron, también Oscar a la mejor actriz por su interpretación en Monster y que ya compartió rodaje con Smith en la película de Robert Redford La leyenda de Bagger Vance.

lunes, 21 de julio de 2008

IRON MAN

Stan Lee es, probablemente, el autor de cómics más famoso del mundo. Este octogenario neoyorkino es el creador de personajes tan populares como El increíble Hulk, Los cuatro fantásticos, X-men, Ironman y, por encima de todos ellos, Spiderman. Uno tras otro han sido llevados a la pantalla grande, convirtiendo a la sencilla editorial de tebeos Marvel en una productora cinematográfica de gran éxito. De hecho, Lee figura como productor en la mayor parte de las cintas e, incluso, interpreta pequeños cameos en algunas de sus escenas. Obviamente, es la saga del hombre araña la de mayor importancia en comparación con los demás héroes provinientes del dibujo animado. Los dos mil quinientos millones de dólares obtenidos en taquilla por sus tres entregas (merchandising aparte) no admiten rival y se convierte, no sólo en la más popular, sino en la de una calidad notablemente superior a los demás intentos de adaptaciones de superhéroes al celuloide.
Por su parte, el director del film -Jon Favreau- cuenta con un pasado profesional como actor televisivo. Interpretó algunos papeles secundarios en series como Seinfeld y, sobre todo, la exitosa Friends, dando vida al novio de una de las protagonistas -Monica Geller-. Posteriormente, participó en otros proyectos como Deep impact, Daredevil, Elf o Separados, donde volvió a coincidir con su antigua compañera de trabajo Jennifer Aniston. Ha sido a partir del año 2000 cuando ha comenzado a probar la faceta de realizador, siendo el responsable de la ya citada Elf y de Zathura. Ahora presenta Ironman, donde también se encarga de las labores de producción.
La película ha tenido una excelente acogida en Norteamérica, recaudando más de cien millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición y doscientos a nivel mundial, cifras únicamente al alcance de unos pocos proyectos privilegiados, lo que ha supuesto el anuncio por parte de la productora de una secuela para el próximo año 2010. Por lo tanto, no hay duda de que los héroes Marvel son los dominadores absolutos dentro de las editoriales de cómics que dan el paso a la sala grande.
Ironman es una muestra del género que, aunque no está al mismo nivel del gran referente que es Spiderman, se revela como una opción válida si se aspira a pasar un rato de evasión. Los aficionados al mundo de los superhéroes tienen otra ocasión más de entretenerse con las aventuras de este personaje que hace del hierro su gran coraza.
El casting reúne a multitud de caras conocidas. El papel principal recae en Robert Downey Jr., actor norteamericano que alcanzó su máximo esplendor profesional a principios de la década de los noventa cuando fue nominado al Oscar de Hollywood como mejor actor principal por su genial recreación de Charlot en Chaplin. A partir de entonces, han sido sus escándalos relacionados con las drogas y el alcohol los que le han proporcionado una imagen muy negativa, teniendo que pasar más de diez años para que la crítica elogiase nuevamente sus cualidades artísticas gracias a su participación en la que, a mi juicio, fue la mejor cinta del pasado año: Zodiac. Le secundan el afroamericano Terrence Howard –Crash, Ray- y el siempre eficiente Jeff Bridges –Seabiscuit, El rey pescador, Los fabulosos Baker boys-.

SPEED RACER

Los hermanos Andy y Larry Wachowski saltaron a la fama mundial en el año 1999 con el estreno de su primera película correspondiente a la saga Matrix. Ambos fueron responsables posteriormente tanto de los guiones como de la dirección de la trilogía. La entrega inicial fue todo un acontecimiento por su originalidad, sus atractivos efectos visuales y la consecución de un tipo de acción bastante lograda. El éxito fue tan rotundo que logró cuatro premios de la Academia de Hollywood, además de dar origen a un importante número de subproductos como series en DVD o juegos diversos y a otras dos cintas que se estrenaron en las salas de proyección el mismo año, práctica sumamente inusual en la industria cinematográfica. La segunda parte aún conservaba en ciertos aspectos el nivel de su predecesora pero la tercera y última supuso un deshonroso cierre a este macroproyecto gozó de tanta relevancia hace casi una década. En su siguiente trabajo, V de Vendetta, los Wachowski se limitaron a la labor de guionistas y productores. Como ya ocurriera con Matrix, se partía de una idea interesante y original que, aunque no logró el triunfo económico de los títulos anteriores, cosechó buenas críticas y un aceptable respaldo por parte del público.
Ahora presentan Speed Racer asumiendo una vez más las funciones asociadas a guión, dirección y producción. En esta ocasión, la trama se desarrolla en el mundo de las carreras de coches, con un protagonista talentoso pero muy temerario, a medio camino entre un genio virtuoso del volante y un tipo atormentado incapaz de superar la muerte de su hermano en plena competición. En realidad, la idea nace de una serie japonesa de dibujos animados emitida hace varias décadas y con cuyos mimbres se pretende construir un film sobre la corrupción en el marco del automovilismo. Pero, y como ya ocurriera con Matrix revolutions, el resultado final se puede calificar de mediocre y decepcionante. Desaparecida la originalidad, tan sólo queda un intento vano de agotar al espectador merced a multitud de carreras, planos sorprendentes y excesivos recursos demasiado manidos como para sorprendernos a estas alturas. Además, se exceden en la estética del videoclip y alteran la imagen a través de una colección de colores desproporcionados más propios de las cintas de animación, de modo que terminan resultando cansinos. Es más; se dice que John Mathieson, el primer director de fotografía contratado para el rodaje y responsable de títulos como Gladiator o El Fantasma de la Ópera, decidió abandonar el proyecto por su total desacuerdo con la particular visión de los realizadores acerca de la película.
Pese a gozar de un estreno mundial a imagen y semejanza del que tuvo hace siete días Ironman, su recaudación dista mucho de aquélla, con apenas dieciocho millones de dólares en su primer fin de semana de exhibición en Estados Unidos. Confiemos en que Speed Racer sea una excepción en la, hasta la fecha, interesante trayectoria de estos jóvenes hermanos.
El protagonista es Emile Hirsch, un joven californiano de apenas veinte años y sin experiencia profesional destacable pero que es secundado por los siempre interesantes Susan Sarandon –Thelma & Louise, Pena de muerte, El cliente-, Christina Ricci –Sleepy Hollow, La tormenta de hielo, Monster- y John Goodman –El gran Lebowski, Barton Fink, Always, Melodía de seducción-.

UNA CHICA CORTADA EN DOS

El cineasta francés Claude Chabrol, a pesar de iniciar los estudios de farmacia siguiendo la tradición familiar, terminó finalmente (y por fortuna) dedicándose al séptimo arte. Comenzó como crítico de cine en la famosa revista “Cahiers du cinéma” gracias a la cual entró en contacto con algunos realizadores célebres como sus compatriotas François Truffaut, Jean-Luc Godard y Eric Rohmer, junto al que escribió un libro sobre el maestro del suspense Alfred Hitchcock publicado en los años cincuenta. Su salto a la dirección se remonta a la década de los cuarenta para, más tarde, gozar de cierto prestigio a través de títulos como El bello Sergio, Los primos o, más recientemente, Gracias por el chocolate, Borrachera de poder, Asunto de mujeres, No va más y Días tranquilos en Clichy. Este parisino, miembro destacado de la denominada “nouvelle vague”, siempre se ha caracterizado por su estilo dramático y oscuro. De hecho, hay quien ha definido su obra con la siguiente metáfora: “Es chocolate negro, sin leche”.
Ahora presenta su última película titulada Una chica cortada en dos sobre la base de una historia ambientada en la ciudad de Lyon protagonizada por una atractiva joven que trabaja en el mundo de la televisión como chica del tiempo y a la que promocionan en la cadena encargándole un nuevo programa de mayor relevancia. Simultáneamente, se ve situada entre dos hombres que se han enamorado de ella; un joven millonario y un cincuentón escritor de éxito. Como primera reflexión, cabe resaltar que, con independencia de los rasgos diferenciadores de este estreno respecto de su anterior trayectoria, una de las constantes en toda la filmografía de Chabrol es la crítica acerada a la burguesía francesa.
El film, aunque con un estilo narrativo algo excéntrico y poco imaginativo, expone una interesante visión sobre el egoísmo humano ya que la mayoría de los personajes pecan de este defecto, por otra parte tan habitual. Y en un cierto momento de la proyección se alcanza un grado de intensidad que, unido a alguna sorpresa en el desenlace, nos obliga a reconocer en justicia el acierto final de la propuesta, aunque sin llegar al entusiasmo.
En el apartado interpretativo destaca la joven Ludivine Sagnier, quien ya ha estrenado en nuestro país cintas como 8 mujeres o la más interesante La piscina, ambas dirigidas por François Ozon. Incluso ha probado suerte en la industria anglosajona con algunos papeles secundarios como el de la versión que de Peter Pan rodó en 2003 el australiano P.J. Hogan. Actualmente, rueda dos largometrajes de próximo estreno a las órdenes de Jean François Richet acompañada de Vincent Cassel –Promesas del Este, Ocean’s Twelve & Thirteen- y Gérard Depardieu – Cyrano de Bergerac, Matrimonio de conveniencia- . Estamos, pues, ante una promesa que, con toda seguridad, terminará triunfando profesionalmente a nivel internacional.
Destacan también François Berléand - Los chicos del coro, la ya citada Borrachera de poder- y, en menor medida, Benoît Magimel, algo sobreactuado en su papel, y a quien hemos podido ver en La pianista o La flor del mal.

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Steven Spielberg es el realizador más popular de la historia del cine y el éxito logrado con sus películas es de tal magnitud que cualquier referencia a él resulta una obviedad. Además de sus innumerables triunfos como productor y director es el principal artífice de la rehabilitación del séptimo arte como industria, estando directamente relacionado en la salvación de algunas productoras que estaban al borde de la quiebra. También es el impulsor de un nuevo lenguaje cinematográfico que define toda su filmografía, sin la cual resulta imposible entender el cine actual.
Por su parte, George Lucas ocupa de igual modo un puesto relevante ganado a pulso por su buen hacer como guionista, productor y, en cierta medida, director, de la saga fílmica de mayor repercusión mediática: los seis episodios de Star Wars. Este tándem de amigos coincidió a principios de los años ochenta con la puesta en marcha de un proyecto titulado En busca del arca perdida. El respaldo unánime del público a dicha cinta hizo que un film de aventuras en sentido estricto consiguiese ocho nominaciones a los Oscar, incluidos los de mejor película y mejor director, obteniendo finalmente cuatro estatuillas.
Las últimas aventuras del arqueólogo se remontaban a 1989, en otra lección magistral demostrativa de cómo el cine de entretenimiento puede codearse sin complejos con el resto de géneros cinematográficos que pretenden atribuirse en exclusiva el monopolio de la calidad. Han tenido que pasar casi dos décadas para que Indiana Jones retorne a la gran pantalla y, como era de esperar, lo hace con el apoyo masivo de los espectadores, que se han apresurado a llenar las salas en su primer fin de semana de proyección, alcanzando ya recaudaciones vertiginosas -más de ciento veinte millones de dólares en Estados Unidos y el doble en el resto del mundo- que le convierten en uno de los diez estrenos más rentables de todos los tiempos.
Y, aunque no supera el listón de sus predecesores, el largometraje mantiene la misma línea y es una garantía de satisfacción para los aficionados al cine de aventuras. Determinadas críticas menosprecian esta cuarta entrega argumentando que es “más de lo mismo” pero, en mi opinión, ahí radica su gran virtud. Puede que, después de tres historias, no sorprenda tanto como las anteriores y hasta es posible que no la contemplemos con los mismos ojos que años atrás. Pero mucho me temo que ese cambio de actitud se debe simplemente a que hoy tenemos un cuarto de siglo más y somos unas personas distintas.
El reparto aparece encabezado nuevamente por Harrison Ford, actor interesante pese a quienes se niegan a concederle la categoría interpretativa que le corresponde y que ha demostrado su talento en Blade Runner, Único testigo, La costa de los mosquitos, Armas de mujer o El fugitivo, por citar algunos ejemplos. Le acompañan en esta ocasión la impecable Cate Blanchett y el joven Shia LaBeouf.
Para terminar, resulta imprescindible destacar la enésima partitura del maestro de maestros, John Williams, el compositor de bandas sonoras que, desde La guerra de las galaxias a Harry Potter, desde Superman a Parque Jurásico, desde Tiburón a Solo en casa, ostenta el récord de ser el profesional vivo con más nominaciones a los premios de la Academia de Hollywood (nada menos que cuarenta y cuatro). Un auténtico lujo para los oídos.

LA BODA DE MI NOVIA

Lo habitual a la hora de hacer la crítica de esta película hubiera sido comenzar hablando de su director, el inglés Paul Weiland, cuyos principales trabajos están ligados al popular personaje televisivo Mr. Bean. También hubiera sido normal continuar hablando de la pareja protagonista, Patrick Dempsey y Michelle Monaghan, conocidos respectivamente por sus apariciones en la serie televisiva Anatomía de Grey y por su papel de novia de Tom Cruise en la tercera entrega de Misión imposible. Sin embargo, la triste noticia del fallecimiento de Sydney Pollack el pasado veintiséis de mayo me obliga a iniciar este artículo con un sentido homenaje a este extraordinario cineasta norteamericano, cuya última aportación artística ha sido precisamente interpretar un pequeño papel en esta cinta cuyo título original es Made of Honor, aunque la distribuidora en España ha decidido estrenarla con el absurdo título de La boda de mi novia.
Pollack ha triunfado en todas y cada una de las facetas profesionales a las que se ha dedicado, y que van desde la dirección a la producción pasando por la interpretación. Como actor recordamos sus brillantes actuaciones en Maridos y mujeres de Woody Allen, Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick o, más recientemente, Michael Clayton de Tony Gilroy. Entre sus producciones más celebradas (sin contar aquéllas en las que también asumió la realización) se sitúan los últimos largometrajes del recientemente fallecido Anthony Minghella -El talento de Mr. Ripley y Cold mountain-, El americano impasible, Sentido y sensibilidad o Presunto inocente.
Pero fue indudablemente su labor detrás de la cámara la que más fama y reconocimiento le proporcionó. Filmes como Danzad, danzad malditos –por la que logró su primera nominación al Oscar al mejor director-, Tal como éramos, Los tres días del cóndor, Ausencia de malicia, Tootsie, La tapadera y, sobre todo, Memorias de África (con la que obtuvo dos estatuillas) le convierten en uno de los profesionales más completos de la historia del cine. Por ello, su prematura muerte ha supuesto un duro golpe tanto para los aficionados como para la industria a la que pertenecía.
Por lo que se refiere a la película, se trata de una comedia romántica que sigue paso a paso todas las reglas, pautas y principios de su género, por lo que resulta previsible, algo absurda y con un final bastante forzado. Ahora bien, cumple con creces los objetivos previstos, ya que cuenta con una pareja que engancha y con momentos cómicos que provocan la risa del espectador. Divertida a ratos, entretenida en ocasiones, es un producto poco creativo pero que cumple con lo que promete, una suerte de comida rápida por la que, a veces, sustituimos una gastronomía más selecta. Por desgracia, el personaje secundario al que da vida Sydney Pollack no ha sido el mejor colofón para una trayectoria tan destacada como la suya pero, en compensación, nos queda el resto de su filmografía para disfrutar de su gran talento.

ELLA ES EL PARTIDO

George Clooney puede presumir de haber compaginado con éxito sus incursiones en los medios de la televisión, la publicidad y el cine e, incluso, de liderar las absurdas listas que, cada poco tiempo, publican determinadas revistas eligiendo a las personas supuestamente más deseadas del planeta. Tras su paso por la famosa serie Urgencias, donde interpretó a uno de sus personajes protagonistas desde el año 1994 hasta el 2000, y después de algunos cameos en otros programas de gran aceptación popular como Friends, las probabilidades de que un salto a la pantalla grande basado en el reclamo de su atractivo físico fuese más bien discreto eran considerables. De hecho, tal parecía ser el sendero que tomaba su carrera cuando intervino en la decepcionante Batman & Robin. Sin embargo, a una década vista desde aquella decidida apuesta profesional por el cine, la conclusión final contradice las primeras impresiones. Estamos ante una estrella que ha sabido, no sólo participar en grandes películas, sino crearlas.
Interpretativamente hablando, su participación en cintas como La tormenta perfecta, Un romance muy peligroso, Solaris, Syriana –por la que ganó un Oscar al mejor actor de reparto- o la más reciente Michael Clayton demuestran que estamos ante algo más que una cara bonita. Y, cuando en 2002 dirigió su primer largometraje con el título Confesiones de una mente peligrosa, ya apuntó su buen hacer detrás la cámara, a pesar de que el film pasase desapercibido para el gran público. No obstante, cuando en el año 2005 estrenó su segundo proyecto como realizador - Buenas noches y buena suerte – consiguió que los espectadores lo respaldasen en la taquilla y que la crítica alabase al unísono su triple faceta de director, guionista e intérprete, obteniendo como muestra de dicho reconocimiento seis nominaciones a los premios de la Academia de Hollywood y cuatro a los Globos de Oro.
La comedia romántica Ella es el partido, una historia ambientada en los años veinte del pasado siglo, con el amor y el fútbol americano como pilares de la historia, es su tercera realización. Clooney ha reiterado la pretensión de rendir su personal homenaje a las comedias de Howard Hawks o George Kukor de los años treinta y cuarenta pero, en esta ocasión, hay que reconocer que el resultado final no responde a las ambiciosas expectativas pretendidas. Es verdad que puede enganchar a cierta parte del público con su excelente ambientación de época y, sobre todo, con el atractivo de su pareja protagonista pero, por desgracia, un flojo guión y una comicidad más que discutible terminan por decepcionar a quienes esperábamos algo más de la trayectoria de Clooney.
Junto a él aparece la actriz Renée Zellweger, cuyos prometedores comienzos en el séptimo arte con una sucesión de excelentes actuaciones como las de El diario de Bridget Jones, Chicago o Cold Mountain – Oscar a la mejor actriz de reparto – se están viendo frenados a la hora de escoger sus papeles de los últimos años. También forma parte del reparto el actor galés Jonathan Pryce, recordado por sus meritorias interpretaciones en la saga de Piratas del Caribe o en la aventura de James Bond El mañana nunca muere.

EL INCIDENTE

M. Night Shyamalan nació en la India hace treinta y siete años pero a muy temprana edad se trasladó a Philadelphia, donde surgió su vocación por el séptimo arte y la devoción por su ídolo confesado, el realizador Steven Spielberg, a quien trataba de emular con una pequeña cámara de ocho milímetros que le habían regalado. Muy pronto se decantó por un género cinematográfico a medio camino entre la intriga, la aventura, la acción y el terror. De hecho, de las paredes de su despacho cuelgan los tres carteles de sus películas preferidas: En busca del arca perdida, El exorcista y Jungla de cristal.
En el año 1999 saltó a la fama de manera espectacular tras dirigir la inquietante El sexto sentido, que le proporcionó dos nominaciones a los premios Oscar como guionista y director, logrando un éxito mundial sin precedentes. Un año después repitió con el actor Bruce Willis en El protegido, sensacional cinta que, al igual que su predecesora, alcanzaba unos niveles de tensión muy elevados y un considerable grado de intensidad gracias a un estilo dramático y pausado que rozaba la lentitud narrativa y, en consecuencia, completamente alejado de los thrillers convencionales estrenados en la última década, sometidos en su totalidad a grandes dosis de acción desenfrenada.
Shyamalan siguió utilizando sus señas de identidad en posteriores proyectos, aunque con menos acierto. Señales, El bosque y La joven del agua completan su particular filmografía y le convierten en un original creador que arrastra a un numeroso grupo de fieles seguidores que valoran ese toque personal que le diferencia del resto de sus colegas. Salvando las distancias, es lo mismo que sucedía con el otro gran ídolo del realizador indio, el británico maestro del suspense Sir Alfred Hitchcock, cuya “marca de la casa” resulta más que reconocible y con quien también comparte la manía de reservarse siempre una pequeña aparición en todos sus títulos.
Ahora, con el estreno de El incidente, continúa por la senda de sus anteriores trabajos. La historia cuenta las penurias de una familia que intenta escapar de una especie de epidemia que se extiende a través de varias ciudades provocando una serie de muertes inexplicables. Superado el punto de partida, dos son los problemas que se originan. El primero es que parte de una hipótesis bastante inverosímil que nunca termina de aclararse, con lo que se llega al final de la proyección sin saber exactamente qué ha ocurrido a lo largo del metraje, debido a un guión entre increíble y surrealista. Y el segundo es que los inicios del joven director fueron tan sobresalientes que, cuando rueda un proyecto simplemente correcto, decepciona (y Shyamalan suma ya varios de ellos por debajo de sus posibilidades).
El irregular actor norteamericano Mark Wahlberg encabeza el reparto. Sus mejores actuaciones en Infiltrados –por la que recibió una nominación a la estatuilla de Hollywood al mejor actor de reparto-, La tormenta perfecta o Boogie Nights, se equilibran, por desgracia, con otras menos destacadas como las de The Italian Job o El planeta de los simios versión Tim Burton. El colombiano John Leguizamo le da una réplica correcta, como suele ser habitual en él. En este sentido, cabe recordar su talento interpretativo en papeles como los de El amor en los tiempos del cólera, Moulin Rouge o Atrapado por su pasado.

RIVALES

Fernando Colomo comenzó su carrera como director hace ya tres décadas con títulos como Tigres de papel o ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste? Pero fue en los años ochenta cuando se consagró como especialista en el género de comedia. Salvo la pintoresca excepción que supuso la realización de El caballero del dragón, cinta a medio camino entre la fantasía y la ciencia-ficción protagonizada por Harvey Keitel, Klaus Kinski y Miguel Bosé, y que sólo sirvió para concluir que Colomo no es apto para este tipo de cine, ha sido la comedia el verdadero motor de su filmografía. Estoy en crisis, La vida alegre, Bajarse al moro, Rosa rosae, El efecto mariposa o El cuarteto de La Habana así lo avalan, lo mismo que sus trabajos televisivos en series como Chicas de hoy en día o ¡Ay Señor, señor!, con Andrés Pajares y Javier Cámara.
Estamos, por tanto, ante un cineasta que ha basado su carrera en un tipo de cine muy específico, que normalmente ha sido fiel a un estilo consagrado durante muchos años y que, a estas alturas, sigue conservando un público relativamente escaso pero muy fiel. Rivales es, una vez más, un largometraje humorístico que cuenta la historia de dos equipos de fútbol de categoría juvenil, uno de Madrid y otro de Barcelona, que se desplazan a Sevilla para jugar una final. Con el deporte como telón de fondo se entrecruzan un sinfín de situaciones cómicas apoyadas en el tirón interpretativo de un elenco de actores muy conocidos y se intenta conseguir por fin ese gran éxito de público que todavía se le resiste al director madrileño, en la línea de Días de fútbol o Los dos lados de la cama, que sí recibieron el respaldo de los espectadores de forma masiva.
La película agradará a los amantes de la comedia española gracias a sus numerosas escenas divertidas y a todas esas personas que disfrutan con las series de producción propia que abundan en las cadenas televisivas de nuestro país. Al tratarse de una película coral basada en múltiples historias paralelas, unas tienen mayor gracia que otras y se aprecia una marcada tendencia a la exageración de tópicos y a la presentación de situaciones extremas, característica, por otra parte, consustancial al género. No obstante, quienes piensan que el público, por el mero hecho de desplazarse a las salas de proyección y pagar una entrada, merece algo más de lo que puede ver sin moverse de su casa y sin coste alguno, probablemente puedan sentirse un tanto defraudados.
En el equipo artístico destaca Ernesto Alterio, hijo del también actor argentino Héctor Alterio que, además de protagonizar las ya citadas Días de fútbol y Los dos lados de la cama también ha participado en la interesante El método. Junto a él participan un grupo de actores que han cosechado gran popularidad a través de la pequeña pantalla como Santi Millán -7 vidas- o María Pujalte –Periodistas-. También tienen pequeños papeles las canarias Kira Miró -Oscar, una pasión surrealista, El próximo oriente (igualmente a las órdenes de Fernando Colomo) y Goya Toledo –Amores perros, La caja 507-.

LAS CRÓNICAS DE NARNIA: EL PRÍNCIPE CASPIAN

C. S. Lewis, escritor anglosajón nacido a finales del siglo XIX, es un autor de género fantástico muy conocido en el ámbito literario. Ya en la década de los años veinte del siglo pasado entabló amistad con otro de los grandes autores de este particular estilo, J.R. Tolkien, responsable de la saga de El señor de los anillos, junto al que fundó el club de los Inklings, reunión de escritores y académicos con sede en la ciudad inglesa de Oxford. Lewis escribió siete libros sobre las Crónicas de Narnia, un mundo poblado por animales parlantes y criaturas mágicas y plagado de mitos y hechizos. Tras el éxito de la adaptación cinematográfica de la trilogía El señor de los anillos se planteó la idea de trasladar también a la gran pantalla estas narraciones. Así, en el año 2005 se estrenó la primera de ellas, El león, la bruja y el armario que, con un presupuesto inicial de ciento ochenta millones de dólares, recaudó en todo el mundo más de setecientos. Con semejantes cifras, la segunda parte no debía tardar en llegar y, a buen seguro, el resto de ellas terminarán por tener su versión para el cine.
El director Andrew Adamson, artífice de Shrek y Shrek 2, ha sido el encargado de producir, realizar y elaborar el guión de ambos proyectos. Curiosamente, comparte la nacionalidad neozelandesa con su colega Peter Jackson, realizador de los tres largometrajes sobre la obra de Tolkien, y ha conseguido en ambos casos una adaptación especialmente indicada para el público infantil y juvenil. Es evidente que este género responde a un concreto tipo de aficionado para quien constituye una apuesta casi segura de pasar un buen rato.
No obstante, algunos aspectos de El príncipe Caspian juegan en su contra. La duración excesiva –dos horas y media- es uno de ellos. Pero, sobre todo, y como ocurre con otras sagas que parecen interminables, el hecho de que cada poco tiempo se estrene una cinta que ofrece al espectador más de lo mismo termina por resultar cansino y hace imposible lograr la sorpresa conseguida con sus predecesoras. El hecho de que esta segunda parte haya recaudado en Estados Unidos la mitad de dinero que la primera avala esta tesis. Sin embargo, no parece que estas evidencias desanimen a los productores. Por el contrario, ya está previsto el estreno de la tercera entrega para 2010. Cuenta a su favor con una impecable realización que se disfruta plenamente cuando se proyecta en cines, en comparación a su visionado en la pequeña pantalla. En su momento, El león, la bruja y el armario recibió un Oscar al mejor maquillaje y dos nominaciones más en las categorías de efectos especiales y sonido y es justo valorar el importante número de seguidores fieles a estos relatos.
En el apartado interpretativo repiten como protagonistas los cuatro niños de la primera aventura. La actriz española Alicia Borrachero, popular gracias a las series televisivas Periodistas y Hospital Central, también tiene un pequeño papel, así como la ganadora de la estatuilla de Hollywood a la mejor actriz secundaria en su última edición por su interpretación en Michael Clayton, Tilda Swinton.

KUNG FU PANDA

En el año 1994, Steven Spielberg, el magnate de la industria musical David Geffen, y el antiguo directivo de la Walt Disney Jeffrey Katzenberg fundaron una nueva productora cinematográfica que se denominó Dreamworks. Con poco más de una década de existencia se codea con las productoras más veteranas y consolidadas de la potente industria norteamericana. Suyas son películas tan alabadas y galardonadas como American beauty, Gladiator o Salvar al soldado Ryan. Desde un inicio, decidieron crear dentro de la compañía una sección especializada en el cine de animación, con el objetivo de quitarle a la Walt Disney el monopolio que, de hecho, que tenía en este tipo de largometrajes. Suyas son películas como La ruta hacia el dorado, El espantatiburones, Madagascar, Vecinos invasores, la reciente Bee movie y, sobre todo, la saga de Shrek.
Es evidente que la Dreamworks le ganó la batalla a las películas de dibujos realizadas directamente por la Disney, tanto en lo referente a los resultados en taquilla como en la calidad del producto final, dado que los films de esta última como Zafarrancho en el rancho o Hermano Oso, no dieron el resultado esperado. Sin embargo, lo cierto es que no han podido con las que salen de la factoría Pixar, responsable sin discusión de los mejores títulos de animación, como Toy story, Buscando a Nemo, Monstruos S.A. o Ratatouille. Tanto fue así que la empresa del ratón Mickey no dudó en convertir lo que era una mera asociación con la Pixar en una absorción en toda regla, comprando la productora y asegurándose el liderazgo en este género nuevamente. Pero la productora de Spielberg no se resigna, y hace pocos días anunció que se asocia con el fabricante de microprocesadores Intel para revolucionar el cine de animación mediante la producción de películas en tres dimensiones y mejorar, aún más si cabe, la calidad de la imagen. Así en el año 2009 se anuncia el estreno de un largometraje que tiene el título provisional de Monsters vs Aliens que ya promocionan insistentemente en la red y con el que aspiran a seguir batallando por la hegemonía a nivel mundial en el género de animación.
Kung fu panda es una batalla más en esta particular guerra entre productoras. Dirigida por dos debutantes, cuenta la historia de un oso panda que trabaja en un restaurante pero que sueña con ser un maestro de las artes marciales. Aún reconociéndole algunas escenas cómicas logradas y el acierto de la inversión tras llevar recaudados trescientos cincuenta millones de dólares en todo el mundo, nuevamente a apuesta queda muy lejos de los grandes títulos de animación. Ni el guión, ni los personajes, ni la música resiste comparación con los largometrajes que elevaron el cine de animación de mero subproducto infantil al nivel de arte cinematográfico. Por todo ello solo es recomendable como solución de urgencia ante el dilema de qué hacer con lo niños durante hora y media.
Las voces las ponen en la versión original actores tan conocidos como Dustin Hoffman o Angelina Jolie. En España el personaje principal lo dobla Florentino Fernandez.

EL INCREIBLE HULK

En el año 2003 el director taiwanés Ang Lee asumió la realización de Hulk, demostrando una vez más que no estaba dispuesto a encasillarse en ningún género cinematográfico. El responsable de títulos tan dispares como Sentido y sensibilidad, Tigre y dragón o Brokeback Mountain, se encargó de llevar a la gran pantalla a este famoso personaje de cómic de la factoría Marvel con un presupuesto de casi ciento cuarenta millones de dólares, de los que se lograron recuperar ciento treinta en Estados Unidos, obteniéndose un pequeño beneficio gracias a la recaudación a nivel mundial. En realidad, ninguno de sus responsables quedó contento con el resultado final, ni la productora, ni su creador Stan Lee ni tampoco el director. Y no sólo porque los ingresos en taquilla no fueran los esperados sino porque la cinta, pese a contar con numerosos alicientes, no terminó de sacar todo el jugo a la historia ni alcanzó los niveles de intensidad y acción que cabían esperar de ella.
Por dichos motivos, sus productores empezaron muy pronto a valorar la posibilidad de rodar un nuevo largometraje, aunque no han querido presentar este proyecto como una segunda parte sino como un trabajo completamente nuevo y alejado de su predecesor. En esta ocasión, la dirección corre a cargo del joven director francés Louis Leterrier, quien ha dirigido únicamente dos filmes con anterioridad - Transporter 2 y Danny the Dog -. Por lo tanto, la apuesta es clara: recaudar más y quedar satisfechos por fin con esta nueva adaptación.
La historia comienza con el personaje de Bruce Banner en busca de una cura definitiva para el mal que le aqueja. En su permanente huída del ejército que pretende capturarlo para utilizar su potencial ilimitado decide enfrentarse a un segundo ente creado también por medio de una mutación genética. Pese a las pretensiones iniciales, no se aprecian grandes mejoras comparativas en esta nueva versión. Agradará a los fanáticos del gigante verde y, quizás, a los aficionados a los héroes de cómic pero no creo que encuentre simpatizantes más allá de esas fronteras, porque no está a la altura de otras muestras del género ni como cine de acción, ni como cine de aventuras ni como cine de superhéroes. La pelea final entre los dos monstruos, supuesto punto fuerte de la proyección, convencerá exclusivamente a quienes se sorprendan con grandes escenas de destrucción o, en su caso, a quienes les fascinen los combates al estilo de pressing catch, pero nada más. Mucho me temo que, tras este segundo intento, el viejo Stan Lee seguirá descontento con el resultado de la adaptación a la pantalla grande de su gigantesco personaje.
El magnífico actor Edward Norton, nominado al Oscar en dos ocasiones por Las dos caras de la verdad y American History X y que cuenta en su filmografía con numerosos títulos interesantes como El velo pintado, El ilusionista, El club de la lucha o El escándalo de Larry Flynt da vida al doble personaje Banner/Hulk. Le secundan de modo correcto la irregular Liv Tyler –Belleza robada, Armageddon, El señor de los anillos-, el cada vez más asiduo a pequeños papeles secundarios (En el punto de mira, Mr Brooks, Syriana) William Hurt y, en un divertido cameo, el televisivo Lou Ferrigno, inolvidable Hulk en la serie del mismo nombre.