jueves, 27 de octubre de 2011

MARGIN CALL



En febrero del presente año Charles Ferguson ganó un Oscar con Inside Job, interesante y muy revelador documental sobre el origen de la crisis financiera que arrasó, como si de un tsunami se tratase, con las economías tanto de ciudadanos particulares como de pequeñas sociedades y hasta de los propios Estados. Narrada en su versión original por el actor Matt Damon, desvelaba no solo las atrocidades cometidas por los altos directivos de bancos y sociedades de inversión sino, además, la absoluta complicidad de las autoridades políticas y de las instituciones que supuestamente debían controlar esas prácticas. Porque el hecho cierto es que, o bien autorizaron o bien miraron a otro lado, ante lo que era una bomba de relojería que estallaría a buen seguro pero que nunca salpicaría a sus responsables.
Ahora, el joven y desconocido realizador J.C. Chandor debuta en la dirección con Margin Call para contar en clave de ficción los comportamientos de un grupo de directivos y empleados de una entidad financiera de inversiones en el inicio de la crisis de 2008. Comparte muchos de los méritos de otras cintas con las que guarda relación, como los diálogos brillantes y la recreación de las tensiones laborales expuestas en la siempre recomendable Glengarry Glen Ross –dirigida en 1922 por James Foley y subtitulada en nuestro país Éxito a cualquier precio- y el ritmo intenso y la plasmación del cínico mundo de las altas finanzas reflejado en Wall Street de Oliver Stone.
La trama transcurre a lo largo de veinticuatro fatídicas horas en las que se reflexiona sobre la codicia, los conflictos morales y la impunidad de las malas acciones. Desde el punto de vista cinematográfico, todas las cuestiones se abordan de modo profesional y sin prescindir del entretenimiento. Sorprende que un cineasta novel se desenvuelva con tanta soltura ante una temática tan compleja pero finalmente sella un notable largometraje que gustará a los aficionados a las intrigas contemporáneas y, sobre todo, a quienes disfruten con los enfrentamientos dialécticos de los personajes. Si, además, sirve para concienciar a los ciudadanos acerca de la completa ineficacia de las políticas de control sobre las grandes entidades financieras y sobre la indigna y manifiesta impunidad de los verdaderos causantes de esta crisis, mejor que mejor. Pero como mera experiencia cinematográfica, dejando a un lado las reflexiones morales, merece la pena su visionado ya que se trata de una propuesta bien elaborada.
Uno de sus principales atractivos reside en el casting, integrado por excelentes actores de la talla del siempre versátil y eficaz Kevin Spacey (doblemente galardonado con el Oscar por Sospechosos habituales y American Beauty), Jeremy Irons (poseedor también de una estatuilla por su interpretación en El misterio Von Bulow y que, pese a una carrera más errática, demuestra su incuestionable calidad), Simon Baker (conocido gracias a las series televisivas El Guardián y El mentalista) o Paul Bettany (Una mente maravillosa, Master and Commander). Todos ellos completan unas actuaciones muy destacadas.

viernes, 21 de octubre de 2011

CONTAGIO (Contagion)



Dentro de la industria del séptimo arte, el cineasta norteamericano Steven Soderbergh puede ser considerado un auténtico todoterreno. Realiza, produce, escribe e, incluso en ocasiones, y bajo el seudónimo de Peter Andrews, se atreve como director de fotografía. Referente indiscutible del denominado cine independiente, participa asimismo en destacados proyectos financiados por las grandes productoras hollywoodienses y aúna reconocimientos y galardones tanto por filmes más minoritarios como por sus largometrajes plagados de estrellas que se traducen en enormes éxitos de taquilla. Es tan capaz de rodar una cinta de claros tintes reivindicativos y políticos como otra de puro y simple entretenimiento. En su filmografía coexisten obras maestras como Traffic (ganadora de cuatro Oscar, incluido uno para el propio Soderbergh como mejor director), títulos muy notables como Sexo, mentiras y cintas de video (por la que logró otra nominación a los premios de la Academia de Hollywood y varios reconocimientos en el festival de Cannes) e interesantes producciones como Solaris o Un romance muy peligroso. Y aunque es igualmente responsable de otros proyectos inferiores cualitativamente hablando, ello no empaña su actitud de riesgo y sus patentes intentos de originalidad cuando se enfrenta a nuevas propuestas.
En esta ocasión, y valiéndose de una estética próxima al documental, nos presenta una historia agobiante que recrea la situación de caos que se genera por la propagación de un virus mortal que afecta a la población mundial. Prescindiendo de las reglas narrativas tradicionales propias de la ficción, desarrolla la trama como si de un programa de investigación se tratase. Es un modo de rodar que ya utilizó en Traffic, basado en constantes cambios en el color de las imágenes en función de los ambientes que se pretende recrear, pero que aquí lleva al extremo. Su realismo incontestable recuerda a otros ejemplos similares como United 93 de Paul Greengrass y, por ello, quizá no guste a quienes busquen un mero espectáculo o una muestra de evasión puramente comercial. En Contagio no prima la acción, ni la espectacularidad, ni los efectos especiales. Sin embargo, los sibaritas de la tensión vivida en las salas de proyección hallarán un compendio de calidad y de originalidad. Soderbergh sitúa al espectador frente a una situación caótica en la que los seres humanos, sobrepasados por los acontecimientos, regresan a su visión más primitiva e individualista de la vida. En definitiva, le muestra lo ridícula y endeble que es la sensación de seguridad, comodidad y orden que impregna nuestra sociedad. En ese sentido, se aleja del tradicional “cine de catástrofes” rodado hasta la fecha, puesto que no ofrece el entretenimiento propio de este subgénero. Simplemente, disfruta mostrando al público la escasa distancia que le separa del abismo.
El equipo artístico está formado por intérpretes de primerísima fila que van desde Matt Damon a Marion Cotillard, pasando por Gwyneth Paltrow y Kate Winslet, entre otros. Todos ellos han ganado algún Oscar y están desarrollando en los últimos tiempos unas carreras profesionales auténticamente de lujo.

viernes, 14 de octubre de 2011

CRAZY, STUPID, LOVE



Que la comedia norteamericana no pasa por un buen momento es una realidad innegable. Basta repasar los largometrajes de los últimos años nominados al Globo de Oro a la mejor comedia para percatarse de que algunos terminan por alzarse con la nominación debido a la necesidad de seleccionar a toda costa cinco títulos para completar la plancha. En general, las propuestas cinematográficas financiadas por los grandes estudios resultan superfluas y repetitivas y sus guiones carecen de originalidad e inteligencia. Sin embargo, eventualmente se encuentran pequeños oasis en este tremendo desierto. Sin alcanzar la cota de genialidad de Jason Reitman o de Alexander Payne (las verdaderas esperanzas de la comedia norteamericana moderna), la pareja formada por los directores Glenn Ficarra y John Requa tiende a desmarcarse de la mediocridad que reina en el género. Y no es que sus cintas sean especialmente notables pero, al menos, su tipo de comicidad reviste una mayor calidad. Ya se sabe que, en el país de los ciegos, el tuerto es rey.
En 2009 se estrenaron como realizadores con el film Phillip Morris ¡Te quiero!, de cuyo guión también eran responsables. Se trató de un proyecto llamativo y poco convencional que les sirvió para hacerse un hueco en la industria del séptimo arte. Dos años después presentan Crazy, Stupid Love, destacado éxito de taquilla que lleva recaudados por el momento más de ciento veinte millones de dólares en todo el mundo. Aunque recurren a fórmulas muy utilizadas y exprimen recursos bastante esquilmados, logran sobresalir de la calidad media a la que nos tienen acostumbrados otras comedias. La película cuenta con dos puntos fuertes, que son un guión ágil, a ratos divertido y con chispazos de creatividad y un reparto integrado por actores populares que desempeñan su labor con soltura. Por ello, esta historia de un hombre maduro que, después de divorciarse, se alía con un guaperas que le instruya en materia de trucos para ligar, aunque algo trillada, consigue entretener a los espectadores, sobre todo en la primera parte del metraje. Desgraciadamente, el interés se va diluyendo conforme avanza la proyección y termina pareciéndose demasiado a las comedias más habituales.
Los protagonistas principales son Steve Carell y Ryan Gosling que, aunque no son santos de mi devoción, reconozco que abordan sus papeles con corrección. Julianne Moore (Las horas, Lejos del cielo), Emma Stone (ahora en pantalla con Con derecho a roce y en breves fechas con Criadas y señoras), Marisa Tomei (El luchador, En la habitación) y Kevin Bacon (Algunos hombre buenos, Mystic River) completan el elenco dando vida a otros personajes más secundarios.


jueves, 13 de octubre de 2011

INTRUDERS



El director tinerfeño Juan Carlos Fresnadillo posee un interesante currículum dentro del complicado género del terror, que se caracteriza por sus innumerables riesgos y por la dificultad a la hora de realizar un film de calidad. Lo más habitual es caer en tópicos muy manidos, tratar de alcanzar el horror a base de sangre y vísceras e impresionar por medio de imágenes impactantes, pero olvidando a menudo la coherencia tanto de la historia como de sus personajes. Sin embargo, el cineasta canario ha evitado hasta ahora caer en los múltiples errores propios de las cintas de esta temática, salvando todos estos handicaps con soltura. Después de ser nominado al Oscar de Hollywood por su corto Esposados, fue el largometraje Intacto su vehículo para narrar una trama original, intensa y con un elevado nivel de intriga que, además, le sirvió para obtener un premio Goya. De ahí saltó a la escena internacional como responsable de la segunda parte de 28 días después, dirigida por el oscarizado Danny Boyle y que, en esta ocasión, se tituló 28 semanas después. En mi opinión, se trata del mejor trabajo de Fresnadillo hasta la fecha, siendo una de esas escasas excepciones en las que la secuela iguala o incluso supera a su predecesora. Su labor detrás de la cámara fue magistral, una verdadera lección de cómo afrontar un proyecto de estas características, marcado por la acción y por la angustia.
Con Intruders explora un universo de pesadillas y espectros habitado por unas familias cuyo miedo a lo irracional les sobrepasa. Cuenta con una correcta interpretación de los actores, una notable recreación del ambiente de tensión necesario para desarrollar la historia y un ritmo adecuado de la narración. Por lo tanto, estoy seguro de que será del agrado de los aficionados al género. Sin embargo, también es cierto que el guión flojea un poco si lo comparamos con las primeras obras del realizador y tanto los diálogos como la configuración de los personajes resultan algo pobres. En cualquier caso, esta apreciación surge al comparar el resultado final con las películas anteriores de este genial director pero, si nos basamos en la calidad media de las cintas de terror estrenadas en nuestras pantallas, debemos concluir que sobresale claramente entre todas ellas. Sea como fuere, y hasta confirmar si Fresnadillo se compromete a filmar el remake de Los inmortales, con Intruders – presentada en los festivales de San Sebastián y Toronto y obteniendo una buena acogida- sigue manteniendo muy alto el listón de la profesionalidad. A la espera del estreno de Eva de Kike Maíllo, es la apuesta cinematográfica nacional más interesante que ofrece nuestra cartelera.
Otro aliciente muy destacable es su reparto, encabezado por Clive Owen, cuya filmografía incluye las sobresalientes Closer, Plan oculto o El caso Bourne. Le acompañan la jovencísima Ella Purnell, que debutó en la gran pantalla con la reciente y muy recomendable Nunca me abandones y que aquí deja datos suficientes que le auguran un gran futuro en el mundo de la interpretación, y la actriz española Pilar López de Ayala, habitual en las ceremonias de entrega de los premios Goya - uno en su haber, unido a otras tres nominaciones- que también completa una correcta actuación.

viernes, 7 de octubre de 2011

LARRY CROWNE: NUNCA ES TARDE (Larry Crowne)



Larry Crowne: Nunca es tarde pertenece a ese grupo de películas construidas ya desde su guión como una loa a los relatos de superación que emocionan al género humano. Las buenas intenciones y la inevitable moraleja final quedan patentes casi desde el primer fotograma. El problema es que solamente con buenas intenciones no se logra que una película funcione. Hacen falta personajes interesantes, diálogos ingeniosos, escenas brillantes y un director que, en función del género cinematográfico al que pertenezca, sepa capaz de contar bien la historia. Y nada de eso aparece en esta cinta sostenida exclusivamente sobre dos pilares. El primero, una pareja de actores famosos con un gran tirón entre el público. El segundo, un espíritu de bondad más propio de esos manuales de autoayuda que también es del agrado de los espectadores. Por lo tanto, quienes pretendan disfrutar de sus dos estrellas preferidas y se emocionen observando a bellísimas personas superando sus dificultades, éste es su largometraje. Sin embargo, los que no soporten las historias blandas típicas de un telefilm de la sobremesa y, sobre todo, los que ansíen verse sorprendidos con una propuesta original, innovadora o creativa, saldrán profundamente decepcionados de este segundo trabajo como realizador de Tom Hanks.
Recordando la anterior ocasión en que la pareja Roberts-Hanks coincidió en la gran pantalla, la diferencia no puede ser más abismal. En La guerra de Charlie Wilson asistíamos a una comedia inteligente y divertida, con destacadas interpretaciones y que resultaba enormemente entretenida. Constituía una buena muestra de cómo sacar el máximo jugo a una trama que, en principio, no era propicia para provocar la carcajada, puesto que refleja la participación de los Estados Unidos en la guerra entre Afganistán y la antigua U.R.S.S. Pero logró cinco nominaciones a los Globos de Oro, además de otras a los Oscar y a los BAFTA, unos réditos que podrían considerarse escasos para los méritos alcanzados.
Con Larry Crowne el reencuentro del tándem artístico se ha desaprovechado por culpa de un guión pobre en recursos escrito conjuntamente por el director y por la actriz de origen canadiense Nia Vardalos, que en 2002 cosechó su mayor éxito con Mi gran boda griega. Posteriormente, todas sus incursiones profesionales, tanto escribiendo como interpretando, han sido sonoros fracasos, me aventuro a afirmar que por idénticos motivos: una historia descafeinada y unos personajes insulsos. En todo caso, sorprende que el propio Tom Hanks -responsable de notables series de televisión como The Pacific o De la tierra a la luna- sea el mismo cineasta que ha firmado este título. Es evidente que su cambio de registro detrás de la cámara hacia la comedia bienintencionada no ha obtenido los resultados esperados ni siquiera en la taquilla, cuyos parcos treinta y cinco millones de dólares recaudados en el mercado norteamericano no han cubierto las expectativas creadas.