viernes, 30 de septiembre de 2011

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS



El realizador vasco Enrique Urbizu comenzó hace dos décadas su carrera profesional rodando comedias. Desde finales de los años ochenta hasta mediados de los noventa estrenó varios títulos como Tu novia está loca, Cómo ser infeliz y disfrutarlo y Cuernos de mujer. Sin embargo, nunca llegó a destacar en este difícil género cinematográfico. Sus propuestas no se desmarcaban del resto de los largometrajes de humor españoles y, por ello, no pasaba de ser un director sin demasiada repercusión. Pero, posteriormente, cuando decidió pasarse al thriller, las cosas empezaron a cambiar. Con Cachito (1996) apostó por personajes más interesantes en manos de intérpretes de calidad y por unos niveles de intriga en la narración de las historias inusuales hasta aquel momento. 2002 fue el año en el que presentó su mejor película hasta la fecha, La caja 507, consiguiendo dos premios Goya de un total de cuatro nominaciones y cuatro galardones más en el Festival de Cine Policiaco que se celebra en la localidad francesa de Cognac. En mi opinión, esta cinta es la más destacada de la filmografía española dentro de su género en mucho tiempo así que no es de extrañar que el cineasta bilbaíno continúe por este camino y se olvide de sus prescindibles comienzos detrás de la cámara.
En No habrá paz para los malvados, y siempre con su sello personal, insiste en reflejar submundos concretos como los de la delincuencia, las mafias y las investigaciones policiales, poblados por algunos personajes normales a quienes acompañan otros muy estrambóticos. Su es narración directa, con escasas concesiones a los efectos especiales o a las grandes persecuciones, sin apenas banda sonora de fondo que aumente la tensión por vías ajenas a la trama y, sobre todo, con buenos actores que cumplen perfectamente con la misión que se les encomienda. No obstante, sin obviar todos esos méritos, hay que reconocer que este film es peor que La caja 507. Se detectan errores de bulto en el guión que tal vez escapen a la percepción de los espectadores que ignoren el procedimiento de una instrucción penal judicial pero, quienes posean unas nociones mínimas, se sorprenderán ante la ingenuidad de algunos de los planteamientos. Además, por más que cada escena contemplada individualmente resulte correcta, el conjunto de todas ellas no refleja una historia bien contada. Las conexiones entre los delincuentes se presuponen y, lo que empezaba siendo una investigación en burdeles regentados por ciudadanos colombianos sospechosos de tráfico de drogas, termina por convertirse en la preparación de un atentado terrorista por parte de una célula islamista radical, sin que esta transición quede perfectamente clara a los ojos del público. En definitiva, No habrá paz para los malvados es un thriller español de calidad superior a la media pero que, comparado con el nivel que Urbizu ha demostrado ser capaz de alcanzar, ha de considerarse inferior a lo esperado.
Lo mejor es, sin lugar a dudas, disfrutar del actor José Coronado firmando la mejor interpretación de su carrera. Su recreación de un malvado inspector de policía, deshonesto y borracho pero capaz también de sacrificarse por una buena causa, es magnífica. El resto de sus compañeros de reparto, pese a unas dignas actuaciones, permanecen a la sombra de Santos Trinidad, un personaje que perseguirá a Coronado por mucho tiempo. Por su parte, Enrique Urbizu se halla actualmente inmerso en el rodaje de Armas y conversaciones, basado en una novela del escritor Manuel Cerdán sobre el agente de los Servicios Secretos españoles Francisco Paesa pero habrá que esperar a 2012 para verla en las salas de cine.

viernes, 23 de septiembre de 2011

COLOMBIANA



El interesante cineasta francés Luc Besson tiene predilección por personajes femeninos con una fuerte personalidad que, soporten o no el protagonismo de un film, lo marcan puesto que permanecen en la retina del espectador por encima de cualquier otro. Suele regalarles frases brillantes en el guión, les concede innumerables escenas de acción y las convierte en el centro neurálgico de un buen puñado de importantes secuencias de sus películas. Quien haya visto la muy recomendable Leon: El profesional entenderá lo que me refiero. Natalie Portman centra toda la atención frente al principal papel masculino. Cintas como Juana de Arco, Nikita: dura de matar o, incluso, El quinto elemento muestran la preferencia del realizador parisino por las féminas duras y con carácter, logrando además aunar de forma sorprendente la comicidad grotesca con el drama sutil, la acción desmedida con una ternura que desarma, el desmadre con sus pretensiones más poéticas y místicas. Ese estilo peculiar e intransferible le ha supuesto notables éxitos de público y numerosos reconocimientos en su país natal, traducidos en un premio César y a múltiples nominaciones al máximo galardón de la cinematografía gala.
Pero cuando Besson se limita a escribir y producir, dejando la dirección en otras manos, buena parte de su sello personal se pierde por el camino. Colombiana, pese a salir de su puño y letra y estar producida por él, tiene detrás de la cámara a Olivier Megaton, responsable, por ejemplo, de la tercera parte de la saga Transporter. Y el cambio se nota. Colombiana es solamente un largometraje de acción, correctamente realizado, que plasma dignamente la tensión de la historia, pero que carece de la mínima pizca de ingenio o de brillantez que a buen seguro poseería si Besson hubiera tomado el timón de la filmación. Por alguna razón que se me escapa, ha decidido cambiar radicalmente esta faceta, encaminándola hacia proyectos de corte infantil como Adèle y el misterio de la momia o los cuatro títulos de animación de Arthur y los Minimoys. Los más pequeños han salido ganando con el cambio, ya que son productos de mejor calidad que los habituales pero, por el contrario, todos los demás hemos salido perdiendo, ya que llevamos más de una década sin ver un destello de aquel artista que comenzó a asombrarnos a finales de los ochenta con El gran azul.
En cualquier caso, la película promete acción y cumple su promesa. Situada en esa zona intermedia entre la buena y la mala calificación, es probable que su objetivo de ser un mero entretenimiento quede garantizado para los amantes del género. La actriz Zoe Saldana destaca indiscutiblemente al frente del reparto y toda la trama se construye en torno a ella. Sus acompañantes aparecen desdibujados en forma de personajes, no ya secundarios, sino perfectamente prescindibles. El español Jordi Mollá insiste en interpretar un papel casi calcado a los de Dos policías rebeldes II y Blow aunque, en esta ocasión, con peor fortuna.

viernes, 16 de septiembre de 2011

LA DEUDA (The Debt)



John Madden es un director británico cuyas películas se caracterizan por su corrección pero sin terminar de resultar brillantes. Dejando a un lado la claramente más fallida La mandolina del capitán Corelli, que desentona a todas luces en su filmografía, su cine se sitúa en ese nivel de calidad a medio camino entre el meramente aceptable y el que encandila. Incluso cuando se habla de Shakespeare enamorado (cinta que ganó en 1999 el Oscar a la mejor película) suele afirmarse que, pese a sus indiscutibles méritos, recibió una recompensa excesiva, probablemente porque aquel año el listón exhibido por sus otras competidoras no era el esperado. En todo caso, a pesar de tan emblemático galardón, se trata de un film inferior respecto a otros que también lo han obtenido. La verdad oculta o Su majestad Mrs. Brown son buenos ejemplos de trabajos con innegables virtudes y dignos de ser valorados pero no terminan de dar ese salto definitivo a la excelencia ni logran esa conexión especial con el público.
Continuando en la misma línea, el realizador estrena ahora La deuda, último proyecto que no provoca ni reproches ni alabanzas, puesto que ofrece el mínimo exigible a un film de intriga con un presupuesto medio y unos actores consagrados. Entretenida a ratos, todos sus intérpretes –pertenecientes a la escuela británica, con la excepción de Jessica Chastain- sobresalen de forma notable. Sin embargo, es inevitable sentir un cierto desencanto ante lo que, en principio, prometía, sobre todo si se compara con otros títulos de temática común como Munich de Steven Spielberg o Juego de lágrimas de Neil Jordan, que sí se desmarcaron de la mera corrección para alcanzar la consideración de cine con mayúsculas. Ya sé que las comparaciones son odiosas pero aquí Madden sale perdiendo.
Lo mejor del largometraje se halla en su reparto. La magnífica actriz Helen Mirren, ganadora del Oscar por La reina y nominada en tres ocasiones más, asegura un trabajo excelente en cualquier proyecto en el que interviene. Lo mismo ocurre con Tom Wilkinson, cuya participación como secundario de lujo en innumerables cintas garantiza la calidad de éstas. Destaca asimismo la joven californiana Jessica Chastain, a quien veremos con asiduidad en las próximas semanas, ya que este viernes estrena El árbol de la vida, lo último del siempre extraño cineasta Terrence Malick y el próximo 28 de octubre aparecerá en Criadas y señoras, auténtica película revelación de la temporada en Estados Unidos que, con un presupuesto de apenas veinticinco millones de dólares ya ha recaudado solo en el mercado norteamericano más de ciento treinta, manteniendo durante cuatro semanas consecutivas –por primera vez en 2011- el número uno de taquilla. Anoten este título porque a buen seguro dará mucho que hablar en el futuro.

domingo, 11 de septiembre de 2011

IN MEMORIAM CLIFF ROBERTSON



El actor Cliff Robertson ha fallecido hoy por causas naturales a los 88 años de edad. Nació en La Jolla, población cercana a Los Ángeles en 1923. Su primer trabajo fue como locutor de radio, pero pronto se decantó por el teatro, primero en una compañía ambulante y, posteriormente, en Broadway, donde debutó en 1952 en una obra dirigida por Joshua Logan. Al cabo de tres años, Logan le ofreció un papel secundario en Picnic, película protagonizada por William Holden y Kim Novak, que significó el comienzo de su carrera cinematográfica. En 1968 ganó un Oscar al mejor actor por su papel en Charly. Compaginó trabajos en la televisión y en la gran pantalla durante décadas. En los últimos años había participado como secundario en la gran saga de Spiderman dando vida al tío de Peter Parker. Participó también en films como Los tres días del cóndor o Star 80.
En un comunicado, su hija, Stephanie Saunders, fruto de su matrimonio con Cynthia Stone, indicó que su padre "fue un padre cariñoso, un amigo fiel, profesional concienzudo y un hombre de honor". "Marcó una diferencia en nuestras vidas e hizo del nuestro un mundo mejor. Le echaremos de menos terriblemente", afirmó Sanders.

viernes, 9 de septiembre de 2011

LA PIEL QUE HABITO



Una de las virtudes que se le deben reconocer a Pedro Almodóvar es la libertad con la que plasma exactamente lo que le da la gana, unas veces con mayor fortuna que otras, siempre dentro de ese universo particular de personajes, situaciones y escenarios singulares, propios y alejados de cualquier convencionalismo. No puede considerarse bajo ningún concepto que el realizador manchego sea uno de tantos que se limita a crear productos en función de las modas, las tendencias de la taquilla o la presión de los distribuidores. En este sentido, se trata de un cineasta original, creativo y, sobre todo, fiel a sí mismo. Y con esa filosofía de trabajo ha conseguido el éxito de público y el reconocimiento de las más altas instancias cinematográficas, sin perjuicio de que también haya sido objeto de críticas negativas y de fracasos más o menos sonoros. Siguiendo la máxima de Woody Allen de que “no se puede gustar a todo el mundo”, Almodóvar ha visto cómo sus experiencias fílmicas sumaban más o menos adeptos pero creo que en ningún caso ha intentado asegurarse el aplauso a costa de traicionarse a sí mismo.
No obstante, su visión creativa rara vez ha llegado a conectar conmigo, que pertenezco a un grupo de aficionados al séptimo arte cuyo peculiar estilo narrativo no les llega adentro, aunque le reconozca su valentía artística y le profese un respeto. Termino por observar su filmografía como quien ve un cuadro abstracto que todo el mundo tacha de maravilloso pero que yo ni entiendo ni quiero llevármelo a mi casa. Sí me gustó Hable con ella, a la que le reconozco un guión meritorio, unos personajes fascinantes y una interpretación destacada de los actores que integran el reparto. Pero el resto de su cine me es muy ajeno y títulos de su última etapa como La mala educación o Los abrazos rotos los califico de artificiales, vacíos y esperpénticos en exceso.
La piel que habito es el enésimo experimento que tal vez cobre algún sentido en el universo almodovariano pero, desde luego, en el mío no. Dejando a un lado las excentricidades propias de su artífice y que probablemente agradarán a sus incondicionales, el principal problema de la cinta es su pretensión de ser un thriller sin que en ningún momento de la proyección se logre el clima necesario para poder ser incluida en dicho género. Los personajes son poco creíbles, incluso desde el punto de vista de la ficción cinematográfica. Falta intensidad y denota carencia de habilidad narrativa para la intriga. La única conclusión posible es que Pedro Almodóvar ha querido renegar de la comicidad que siempre ha sido su santo y seña para apostar por el terror y el drama desgarrador pero ha naufragado en el intento. En este sentido, resulta muy reveladora esa última escena que pretende alcanzar el culmen del dramatismo y que sirve para que la tensión acumulada explote finalmente. Gran parte de la sala se reía al contemplar las lágrimas de sufrimiento de Elena Anaya. El resto de los espectadores –entre los que me incluyo- permanecía impasible sin que la trama le hubiese despertado sensación alguna. No existe mayor fracaso que ese.

viernes, 2 de septiembre de 2011

DESTINO FINAL 5 (Final Destination 5)



Suele decirse que en épocas de crisis económica florecen en mayor medida las manifestaciones artísticas. Sin embargo, y pese a la precaria coyuntura actual por la que atraviesa el mundo -fruto por otra parte de un sinfín de desmanes monetarios y políticos-, el cine no destaca por estar viviendo precisamente su mejor momento. Es más, parece que se ve arrastrado por una ola de mediocridad y falta de brillantez solo comparable a la de buena parte de esos mandatarios que han asumido las riendas del poder en estos últimos años. En 2011 hemos padecido en las salas de proyección una auténtica saturación de segundas, terceras, cuartas y quintas partes, de secuelas y precuelas, de “remakes” y nuevas versiones de títulos que se estrenaron en épocas pasadas. Desgraciadamente, todo parece indicar que el futuro que nos espera a los aficionados al séptimo arte no es demasiado alentador.
Ya circula por las pantallas el tráiler de un nuevo Footloose, cinta protagonizada por el actor Kevin Bacon en 1984. También es oficial el rodaje de otro Dirty Dancing, que repetirá la historia que encumbró a la fama en 1987 al prematuramente fallecido Patrick Swayze. Hace escasas fechas saltó a los medios de comunicación la noticia de que Leonardo Di Caprio dará a vida a El Gran Gatsby. Incluso para finales de este año está previsto el estreno de la versión norteamericana de la novela del escritor sueco Stieg Larsson Los hombres que no amaban a las mujeres. No hay duda de que las ideas brillantes, novedosas y arriesgadas que antaño se traducían en largometrajes dignos de ser recordados se hallan hoy en peligro de extinción. A estas alturas, no me sorprendería en absoluto asistir al anuncio de Memorias de África 2 o constatar que algún iluminado pretendiera emular a Alfred Hitchcock en la magistral Con la muerte en los talones.
Tal vez la explicación a esta falta de originalidad radique en que la crisis económica no ha afectado a la industria cinematográfica. Por el contrario, nunca las taquillas habían ingresado cantidades tan astronómicas como las del último trienio y, en consecuencia, no se ha producido esta etapa de esplendor creativo y artístico que suele estar ligada a los períodos de vacas flacas. El enésimo ejemplo lo constituye la quinta entrega de la saga de Destino Final, cuyos cuatro títulos anteriores obtuvieron una recaudación global cercana a los cien millones de dólares, si bien en esta ocasión los ingresos están muy por debajo de esa rentabilidad media esperada. Una vez más, la fórmula se repite de un modo tan recurrente que el film termina rozando el ridículo y bordea peligrosamente una comicidad no pretendida por su realizador. En todo caso, se sitúa a años luz de los mínimos niveles de terror y tensión exigibles a cualquier cinta de estas características.
Steven Quale debuta detrás de la cámara, aunque ejerció como ayudante de dirección de James Cameron en Titanic y Avatar. Destino final 5 no aporta nada ni a su saga ni al género de terror al que supuestamente pertenece. Dudo que ni siquiera entusiasme a los adolescentes a quienes tan descaradamente va dirigida. Solo nos queda aguardar a que la citada crisis económica finalmente afecte a los creadores para que sus proyectos recuperen la originalidad y la brillantez de antaño.