miércoles, 30 de diciembre de 2009

NO ES TAN FÁCIL

La guionista, realizadora y productora estadounidense Nancy Meyers ha dedicado la práctica totalidad de su carrera profesional a la comedia. El guión de La recluta Benjamín constituyó, en el año 1980, su debut cinematográfico, logrando con este trabajo su, hasta el momento, única nominación al Oscar en la categoría de mejor guión original. El film obtuvo además otras dos candidaturas a mejor actriz principal -Goldie Hawn- y mejor actriz secundaria -Eileen Brennan-. Su éxito fue de tal magnitud que se reconvirtió en serie de televisión y colocó a la cineasta de Pennsylvania en una cómoda posición dentro de la industria de Hollywood. Con el paso del tiempo sus guiones mostraron una pérdida de brillantez y frescura que quedó patente en cintas tan prescindibles como Jumpin´Jack Flash, protagonizada por Whoopi Goldberg o el último remake de El padre de la novia y su consiguiente secuela, en ambos casos con el popular cómico Steve Martin al frente del reparto. El salto de Meyers a la dirección, sin perder nunca de vista su género de referencia, dio como resultado el rodaje de una lista de largometrajes como la nueva versión de Tú a Londres y yo a California, con Lindsay Lohan, En qué piensan las mujeres, con Mel Gibson o Cuando menos te lo esperas, con la pareja formada por Jack Nicholson y Diane Keaton. Más afortunada resultó su incursión en la romántica Vacaciones, cuyo trío estelar lo componían Jude Law, Cameron Díaz y Kate Winslet.
Ahora presenta su proyecto más reciente, No es tan fácil, insistiendo en la misma fórmula ya utilizada en el resto de su filmografía y que es indicativa de una cierta mediocridad de la actual comedia norteamericana. Quedan muy lejos aquellos días en los que Frank Capra, George Cukor, Billy Wilder o Woody Allen eran los reyes de un género que, hoy por hoy, mantiene parte de la dignidad gracias al cine de animación (muy particularmente el producido en la factoría Pixar) y a determinadas genialidades de realizadores como Alexander Payne. A pesar de todo, en la reciente proclamación de candidaturas a los Globos de Oro, No es tan fácil se ha hecho acreedora de tres nominaciones, en concreto a mejor film de comedia, a mejor actriz -Meryl Streep- y a mejor guión -para la propia Nancy Meyers-, lo que pone de manifiesto esa comentada falta de nivel.
El film muestra las desventuras de Jane, una mujer divorciada, madre de tres hijos mayores de edad y propietaria de una panadería. En la ceremonia de graduación universitaria de uno de esos hijos coincide con su ex marido quien, por cierto, mantiene una relación sentimental con otra mujer mucho más joven que él. Ese reencuentro provoca que retomen una historia en principio zanjada que hace que Jane pase de mujer abandonada a amante de su ex marido. Teniendo en cuenta que, a su vez, ella tiene como pretendiente a un arquitecto que está remodelando su vivienda, se forman varios triángulos amorosos que sirven de base a una sucesión de situaciones cómicas. Estrenada simultáneamente en Estados Unidos y en España, ha logrado en su primer fin de semana de exhibición en Norteamérica una recaudación que ronda los veinte millones de dólares, así como el cuarto puesto en el ranking de taquilla.
Junto a la siempre perfecta Meryl Streep –cuya mera presencia tendría que ser motivo suficiente para acudir a las salas de proyección- actúan el anteriormente citado Steve Martin, visto recientemente en las dos últimas entregas de La pantera rosa y en Doce en casa y su continuación (Doce fuera de casa) y Alec Baldwin, actor bastante irregular que, pese a esta consideración, puede presumir de meritorias interpretaciones en algunos títulos tan notables como La caza del Octubre rojo, Infiltrados o El buen pastor.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

AVATAR

El género de ciencia ficción y, con él, muchos subtipos con los que está relacionado (fantástico, acción…) necesita personajes y situaciones que conecten con el público de una forma especial para lograr traspasar la difícil barrera que delimita un mero producto comercial de un título de éxito que marca a generaciones de espectadores y se convierte en un referente clásico para la posteridad. Las razones por las que sagas como Star Wars o Star Treck alcanzan un status casi de religión para millones de seguidores sólo se comprende yendo más allá de los efectos especiales o de la cuidada producción. Hay algo, de explicación nada sencilla, que consigue impactar para siempre a quienes contemplan estos filmes. Ocurre lo mismo con los superhéroes de cómic. El que uno en particular sea nuestro favorito, sigamos sus aventuras desde la infancia y continúe cautivándonos cuando alcanzamos la edad adulta, tiene su explicación en esa especial conexión entre el personaje y su seguidor. Una correcta realización no es el elemento más relevante, aun siendo esencial en este tipo de largometrajes, y no basta por sí sola cuando se aspira a esa cota tan elevada de identificación.
El realizador canadiense James Cameron es indiscutiblemente el profesional por excelencia cuando se trata de acción y ciencia ficción. Responsable de las dos primeras entregas de Terminator, de la segunda parte de Alien, de Abyss y de la oscarizada -y sobrevalorada- Titanic (tres de las once estatuillas que obtuvo fueron a parar a manos del propio Cameron) representa al artífice que domina los efectos especiales, la digitalización y cualquiera de los aspectos relacionados con la técnica cinematográfica. Como era de esperar, Avatar es impecable desde el punto de vista de la realización. Además, el formato 3D ayuda al asombro del espectador con el espectáculo visual que ofrece y, con toda seguridad, será digna merecedora de infinidad de premios en las diversas categorías a las que opte gracias al buen hacer de sus técnicos, reflejado en cada detalle del proceso de elaboración de la cinta. La pasada semana se dieron a conocer las nominaciones a los Globos de Oro y es candidata a los galardones de mejor película dramática, mejor dirección, mejor canción y mejor banda sonora.
No obstante, la carencia de personajes emblemáticos y de diálogos inolvidables no invita a pensar que su influencia trascienda a las futuras generaciones como hicieran otros largometrajes similares en décadas anteriores. Desde luego, en mi caso particular no ha habido conexión alguna y a quien aspire a algo más que a un cúmulo de estímulos visuales de gran calidad puede resultarle incluso pesada, ya que más de dos horas y media con unas gafas para ver en tres dimensiones terminan por pasar factura. En todo caso el éxito de taquilla está asegurado, como se deduce de los doscientos treinta millones de dólares recaudados a nivel mundial en su primera semana de proyección. A este ritmo, la fuerte inversión superior a los doscientos sesenta millones terminará por recuperarse en un corto espacio de tiempo.
La historia está protagonizada por un marine condenado a vivir en una silla de ruedas que resulta seleccionado para participar en la expedición a un planeta lejano donde se extrae un mineral indispensable para el futuro energético de la Tierra. Como allí la atmósfera es irrespirable se crean unos híbridos entre los habitantes de ambos planetas. Los humanos podrán dirigir con sus mentes a esos seres de nueva creación y, por esta vía, el soldado lisiado podrá volver a caminar, a vivir nuevas aventuras e incluso a enamorarse. Ante semejantes premisas la fantasía está garantizada.

jueves, 17 de diciembre de 2009

EL ERIZO

El Festival Internacional de Valladolid, menos conocido y relevante que otros certámenes que se celebran en nuestro país es, sin embargo, el que año tras año proyecta el cine de mayor calidad. Gracias a él terminan por llegar a nuestras pantallas determinadas cintas que, de otro modo, tendrían muy difícil salida comercial, a pesar de contar con un nivel artístico meritorio. En la edición de 2007 se pudo visionar la película del director de Hong Kong Wong Kar-Wai My Blueberry Nights, que contaba con excelentes actores como Jude Law, Rachel Weisz, Natalie Portman o la cantante Norah Jones. Este año el largometraje El erizo ha obtenido tres premios: el del público, el de la juventud y el de la mejor banda sonora. Basado en la novela de Muriel Barbery “La elegancia del erizo”, un auténtico best-seller en Francia, está dirigido por la debutante Mona Achache, quien se ha encargado igualmente de la elaboración del guión.
En él se narra la historia de tres personajes. El primero es una niña de once años que vive en un hogar que no le gusta en absoluto y que, convencida de que le espera un futuro desolador, decide suicidarse el día de su duodécimo cumpleaños. Su familia, un arquetipo de la burguesía francesa producto de los turbulentos años sesenta en Europa, se ha aburguesado hasta tal punto que se limita exclusivamente a cuidar las apariencias, obsesionada por la imagen que proyecta. Un ocupado padre, político de profesión, y una madre depresiva adicta a los medicamentos, empujan a la menor a desarrollar una inteligencia y una madurez que apabullan a sus progenitores, quienes la tratan como a un ser extraño. El segundo es la portera del edificio familiar, uno de los más lujosos de París. Se trata de una viuda cercana a la vejez que sufre, entre la amargura y el desaliño, una existencia poco propicia. La situación comenzará a cambiar con la llegada del tercer personaje, un maduro japonés que se muda a uno de los apartamentos y que influirá en niña y adulta de forma definitiva. En El erizo se aprecia cierta fascinación por la cultura nipona, tendencia habitual en otras vertientes de la cultura en lengua francesa – como, por ejemplo, la muy recomendable obra literaria de la belga Amèlie Nothomb-.
Esta narración pausada combina con éxito una feroz crítica a la sociedad acomodada y elitista del actual mundo occidental y un relato intimista y conmovedor sobre el universo de tres seres aparentemente distintos pero que interconectan profundamente. Con constantes alusiones a la literatura y al cine, lo que en principio parecía un drama de personajes profundamente infelices termina derivando en un film salpicado por buenas dosis de emoción, aunque su impactante final les devuelva a la cruda realidad.
Los actores que conforman el reparto son poco conocidos para el gran público. Probablemente el más reconocible sea el japonés Togo Igawa, intérprete de algunos títulos relevantes de la industria norteamericana como Eyes Wide Shut, El último samurai o Memorias de una geisha. Por su parte, la polifacética Josiane Balasko goza de gran popularidad en el país vecino gracias a sus trabajos como actriz y realizadora (Felpudo maldito, No todo el mundo tiene la suerte de tener unos padres comunistas.). En definitiva, nos hallamos ante una muestra más del buen momento por el que atraviesa la cinematografía gala. Baste recordar que en los Premios del Cine Europeo que se acaban de entregar el pasado fin de semana la cinta más nominada ha sido Un profeta, cuyo cabeza de cartel Tahar Rahim se ha alzado con el premio al mejor actor en esta edición.

jueves, 10 de diciembre de 2009

SPANISH MOVIE

El subgénero cinematográfico denominado “spoof movies” está integrado por parodias en las que, normalmente, se caricaturiza tanto a películas como a personajes famosos. Este fenómeno procede de Estados Unidos, país en el que el género de comedia está en franca decadencia o, cuando menos, ya no posee la frescura ni la originalidad de antaño, resultando cada vez más difícil encontrar una cinta norteamericana de calidad. En los últimos años han sido varios los largometrajes que han triunfado en las taquillas ya que, verdaderamente, la parodia ha relegado a la comedia a un segundo plano. El actor Mike Myers colocó las entregas segunda y tercera de las aventuras del desternillante agente Austin Powers a los primeros puestos de recaudación, embolsándose unos trescientos millones de dólares en su carrera comercial. Pero probablemente sea Scary Movie, que encara ya su cuarta parte y que, sorprendentemente, obtiene notables ingresos cada vez que retorna a la pantalla grande, la saga más representativa de este tipo de cine.
Si existe un actor al que se identifica absolutamente con el humor más disparatado, ése es Leslie Nielsen, intérprete canadiense que ha protagonizado desde Atrápalo como puedas hasta Aterriza como puedas pasando por Espía como puedas y sus incalificables secuelas. Esta filmografía refleja a la perfección lo que es una “spoof movie”: parodiar de manera tan sencilla como absurda una serie de situaciones, personas o cosas que resulten conocidas en cualquier sociedad. Obviamente, la clase de público al que van dirigidas es muy concreto a juzgar por los beneficios que generan, y no precisamente reducido. Quienes acuden a ver estos productos saben de antemano que le van a gustar o que le van a horrorizar, en función de sus pretensiones. Por ello, lo mejor que se puede decir de estos filmes es que son previsibles y que no engañan a sus espectadores.
Se da la circunstancia de que, lo que en principio eran producciones exclusivas del mercado estadounidense, encuentran ahora su réplica en la cinematografía de nuestro país con esta Spanish Movie, un proyecto en el que también participa el ya citado Leslie Nielsen engrosando su extenso currículum en el género pero cuya realización técnica y artística es plenamente española. Su realizador, el barcelonés Javier Ruiz Caldera, debuta en la dirección con esta película encargada de presentar en tono jocoso títulos tan relevantes de nuestro cine como Los otros, Mar adentro, El orfanato, Volver o Alatriste, entre otros. Bordeando la difusa línea que separa la burla de la caricatura sana, lo cómico de lo absurdo, lo gracioso de lo grotesco, Spanish Movie puede recomendarse a quienes se saben partidarios de este particular sentido del humor.
Son muchas las caras conocidas que forman un extenso reparto proveniente en su mayor parte del medio televisivo. Destacan las interpretaciones de las actrices Michelle Jenner (Los hombres de Paco), Silvia Abril (La familia Mata, La que se avecina) y Alexandra Jiménez (Periodistas, Los Serrano) y, en el apartado masculino, de los componentes del hilarante grupo manchego Muchachada Nui, Joaquín Reyes (La hora chanante, Camera café) y Carlos Areces (Plutón B.R.B. Nero). Otros rostros populares como Chiquito de la Calzada, Andreu Buenafuente o Joselito ponen su granito de arena con sus propios cameos.

viernes, 4 de diciembre de 2009

PARAMORMAL ACTIVITY

En ocasiones resulta frecuente hablar de las recaudaciones de las películas pero no lo es tanto analizar esos datos desde el punto de vista de su rentabilidad, aunque lo normal es que las cintas que al finalizar cada año ocupan los primeros puestos en atención a sus ingresos en taquilla sean, a su vez, las que han recibido una mayor inversión por parte de los productores. En algunos casos se produce el milagro y con la mínima inversión se consigue la máxima recaudación. Un ejemplo muy conocido lo constituye Rocky (1976) que, con un gasto de apenas un millón de dólares, obtuvo más de cien sólo en el mercado norteamericano, logrando además el Oscar a la mejor película. Aún más significativo resultó el fenómeno de Star Wars un año después, ya que dio origen a una saga que, de once millones dólares iniciales, terminó recaudando ochocientos millones a nivel internacional por el concepto de ingresos directos en taquilla.
Cuando esa rentabilidad desorbitada se produce incluso fuera de la propia industria, es decir, cuando parte de personas amateurs que alcanzar gran éxito y repercusión mediática fuera de las productoras, todavía resulta más inusual. En el año 1999 El proyecto de la bruja de Blair recaudó doscientos cincuenta millones de dólares tras una inversión previa de apenas sesenta mil gracias a una realización poco convencional fruto del talento de uno jóvenes aficionados que se lanzaron a la aventura de hacer cine. Ahora se repite la misma historia con esta Paranormal Activity, acreedora del presupuesto posiblemente más bajo de un estreno mundial exhibido en miles de salas, concretamente quince mil dólares que se han transformado en más de cien millones tras su paso por las salas de proyección estadounidenses. Para entender esta situación resulta imprescindible valorar la tremenda influencia que tiene Internet hoy en día para la divulgación y promoción de cualquier creación artística. En realidad, el film se rodó hace dos años a lo largo de una semana y en un plató que era la propia casa de su director. El resultado comenzó a difundirse a través de la red y, sin ninguna explicación aparente, la página web de la película recibió más de un millón de visitas. A partir de ese momento, las grandes productoras comenzaron a barajar la posibilidad de trasladar a la gran pantalla un producto que, en circunstancias normales, ni siquiera hubiese tenido posibilidades de editarse directamente en formato DVD.
Paranormal Activity es terror en sentido estricto. Una pareja se muda a una casa habitada supuestamente por una presencia que les impide dormir por las noches, así que el protagonista compra una cámara de video para grabar lo que ocurre en la oscuridad. La evidente falta de calidad técnica y artística se solventa merced a la facilidad de cierto público para sugestionarse con el horror reflejado en las imágenes. Todo ello, unido a la repercusión mediática de un fenómeno incontrolado transmitido al margen de las grandes campañas de publicidad, es lo explica un resultado tan sorprendente. Indiscutiblemente, nos hallamos ante un fenómeno más sociológico que cinematográfico. Se trata del debut de su realizador Oren Peli quien, además, ejerce las funciones de productor, guionista, montador y director de casting y cuyo éxito le ha abierto de par en par las puertas de la industria del cine. Ya prepara para 2010 su segundo trabajo con el título provisional de Área 51. Habrá que esperar prudentemente para saber si su destino será el mismo que el de los responsables de El proyecto de la bruja de Blair que, tras su inesperado bombazo, cayeron en el olvido y desaparecieron de la escena profesional tan fugazmente como llegaron a ella.

lunes, 30 de noviembre de 2009

LUNA NUEVA

En el año 1996 se creó una pequeña productora denominada Summit Entertainment que, dada su dimensión reducida, comenzó a financiar películas en régimen de coproducción, algunos de cuyos títulos son American Pie, Vanilla Sky o Sr. y Sra. Smith. Su aportación en todas ellas era siempre minoritaria y buscaba el respaldo de otras productoras con un volumen de negocio superior y un mayor potencial. Diez años después, en 2006, el antiguo ejecutivo de Paramount Pictures Rob Friedman se incorporó a la empresa y se lanzó definitivamente a la aventura cinematográfica en solitario. Sus comienzos fueron modestos hasta que se cruzaron en su camino las novelas de la escritora norteamericana Stephenie Meyer, autora de una saga literaria compuesta por cuatro libros: Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer. La posterior adaptación para la gran pantalla de estas obras ha colocado a Summit en los primeros puestos de la recaudación, desde los que se codea con las grandes compañías históricamente más potentes del sector. Con Crepúsculo, tras una inversión de unos treinta y siete millones de dólares, obtuvo sólo en ingresos directos de taquilla casi cuatrocientos millones a nivel mundial, cerrando el año 2008 entre los diez filmes más taquilleros del año en Estados Unidos.
El éxito de estas películas se basa, además de en un fenómeno literario de proporciones descomunales, en una correctísima combinación entre el género romántico y el fantástico que ha conectado con un público muy numeroso repartido por todo el planeta. Y, aunque las cintas de acción (y más concretamente de vampiros –como es el caso-) suelen siempre incluir alguna trama sentimental o sexual secundaria respecto de la historia principal descansando en patrones que distan mucho del género romántico en sentido estricto, tanto Crepúsculo como Luna nueva son ante todo películas de amor. Cuando el maestro Francis Ford Coppola estrenó su Drácula hace casi dos décadas ocurrió algo similar en virtud de la enorme carga sentimental que marcaba todo el largometraje. Obviamente, ninguno de los dos títulos citados se acerca a la gran obra del director de El padrino, claramente instalada en un nivel superior. Pero, reconociendo una calidad inferior, no hay duda de que son las primeras producciones que tienen en el estilo de su adaptación literaria algunos puntos de conexión con la obra de Bram Stoker, al colocar al amor como su principal motor narrativo.
El envoltorio evidencia que nos hallamos ante una realización destinada a un perfil de espectador mayoritariamente adolescente y, por ese motivo, cuenta de entrada con el rechazo de buena parte de la crítica y el menosprecio de cierto sector del público pero, a pesar de esos obstáculos, el resultado que ofrece tiene papeletas más que suficientes para convertirse en una saga de culto, concepto bien diferente al de saga de éxito, ya que el matiz añade una influencia más profunda sobre toda una generación que se ha emocionado y ha disfrutado con las vivencias de sus protagonistas. Este relato de amor idílico ha encandilado tanto a adolescentes como a quienes no lo son tanto pero que tal vez rememoren una clase de sentimiento ya olvidado o, incluso, inexistente que, en su fuero interno, consideren propio exclusivamente de mentes juveniles. Sea como fuere, los doscientos sesenta millones de dólares recaudados en su primer fin de semana de exhibición reflejan un fenómeno que trasciende a una mera moda prefabricada.
Chris Weitz, realizador más experto en comedias (de hecho, recibió una nominación al Oscar en 2003 como guionista de la interesante Un niño grande con Hugh Grant y Rachel Weisz en el reparto) dirige este trabajo. Para el rodaje de Eclipse, tercera entrega cuyo estreno se prevé para finales de 2010, el encargado será David Slade, un habitual del thriller que saltó a la fama con la impactante Hard Candy. Repiten en los papeles protagonistas los mediáticos Robert Pattinson, Kristen Stewart y Taylor Lautner, marcados profesionalmente para siempre a causa del encasillamiento de sus personajes.

jueves, 19 de noviembre de 2009

2012

Ronald Emmerich, realizador alemán especializado en un subgénero cinematográfico denominado cine de catástrofes, se dio a conocer en el año 1992 con la cinta Soldado universal, protagonizada por el inefable Jean-Claude Van Damme, a la que siguieron una selección de títulos de temática militar, futurista y pseudocientífica como Stargate, Independence Day o Godzilla. En 2004 recreó en El día de mañana un planeta sometido a una nueva era glaciar para, cuatro años más tarde, mostrar su visión de la vida primitiva en la Tierra en el numérico film 10.000. Por lo tanto, su filmografía es eminentemente técnica y, en ese sentido, los productos que genera son de calidad. Es habitual que sus largometrajes sumen reconocimientos por los efectos especiales, la calidad del sonido y el montaje de efectos sonoros pero, aunque obtiene resultados muy loables en el aspecto visual contemplado como espectáculo, fracasa en el aspecto de la narración cinematográfica. En realidad, Emmerich está más cerca de un magnífico director de videoclips musicales que de un correcto cineasta. Basta con ver el tráiler de 2012 para entender este planteamiento, puesto que dicha superproducción se basa en una larga concatenación de imágenes muy impactantes que recrean la destrucción y juegan con la magnitud del desastre que muestran.
La idea central del largometraje nace de una supuesta predicción de la civilización maya, si bien son muchas las personas que afirman que se trata solamente de otra fiebre de implantación colectiva (una más) similar a la sucedida en el último cambio de milenio. Sea como fuere, lo cierto es que, según los antiguos pobladores de Centroamérica, el 21 de diciembre del año 2012 llegará el día del fin del mundo, posibilidad que ha servido a los avezados productores de la industria de Hollywood para poner en pie otra de sus superproducciones. De nuevo, los aspectos técnicos son impecables y la sensación de montaña rusa que provoca la proyección sin duda entretiene e, incluso, divierte, de modo que es justo reconocerle un elevado nivel de aceptación popular. Ahora bien, más les vale mantener el fervor de los espectadores porque, con un presupuesto estimado de doscientos sesenta millones de dólares, necesitará a muchos de ellos para rentabilizar un proyecto tan costoso. Los sesenta y cinco millones recaudados en su primer fin de semana en Estados Unidos no parecen suficientes para tranquilizar a unos inversores que todavía tendrán que esperar algún tiempo para comprobar si su apuesta se recupera según lo previsto. Está claro que en esta película todo resulta de dimensiones desproporcionadas, incluido un metraje que sobrepasa las dos horas y media.
Es frecuente en este género de cine de catástrofes confeccionar un reparto que mezcle tanto a actores con experiencia y veteranía como a jóvenes promesas de la interpretación. Títulos como Terremoto, El coloso en llamas, Aeropuerto o, más recientemente, Armageddon e Independence Day, avalan esa tesis. En esta ocasión, el actor norteamericano John Cusack (Los timadores, Balas sobre Broadway, Alta fidelidad, La pareja del año) es el protagonista principal de la historia. Completan el elenco artístico Danny Glover (Grand Canyon, Arma letal), Woody Harrelson (Una proposición indecente, Asesinos natos), Oliver Platt (Los tres mosqueteros, Frost/Nixon) y las actrices Amanda Peet (Syriana, Falsas apariencias) y Thandie Newton (Crash, Rocknrolla).

viernes, 13 de noviembre de 2009

JULIE & JULIA

La guionista, directora y productora norteamericana Nora Ephron se ha especializado en comedias románticas y cintas que mezclan el humor y el drama con acierto. El guión de la fabulosa Cuando Harry encontró a Sally (1989) constituye su mayor logro, avalado por una merecida nominación a los Oscar. Guionista y simultáneamente realizadora de Algo para recordar, triunfó notablemente con este sentimental film protagonizado por Tom Hanks y Meg Ryan. Ambos largometrajes definen a la perfección el estilo de esta neoyorkina que, desde su primera incursión en la gran pantalla con Silkwood, donde se encargó de escribir la historia que tradujo en imágenes el solvente director Mike Nichols, hasta este último proyecto en el que asume guión, dirección y producción, la filmografía de Ephron ha sido un tanto irregular puesto que, a los títulos ya mencionados, hay que añadir otros de inferior calidad. Michael (con John Travolta dando vida a un ángel caído del cielo) o Tienes un e-mail (reuniendo nuevamente a Ryan y Hanks) son claros ejemplos de no haber sabido mantener el listón alcanzado con sus mejores trabajos.
En Julie y Julia se cuentan dos historias desarrolladas en diferentes épocas y protagonizadas por personajes distintos pero unidos por el arte culinario. La trama ambientada en los años sesenta está encabezada por la siempre sensacional Meryl Streep que, con su habitual versatilidad, encarna a la popular chef Julia Child quien, tras la publicación de un libro sobre gastronomía francesa, se convirtió en un famoso rostro televisivo. De hecho, su fama la convirtió en objeto de varias parodias, una de las cuales se pudo contemplar en Always de Steven Spielberg. Un segundo relato tiene lugar en la época actual, donde una mujer tejana escribe un blog de gran aceptación sobre sus experiencias a la hora de elaborar las recetas de cocina de la propia Child. Basada tanto en hechos como en personajes reales, esta comedia termina por resultar de agradable visión. No obstante, presenta fallos apreciables, algunos de tipo técnico -como las numerosas escenas en las que se observa el micrófono dentro del encuadre de la imagen- y otros narrativos –como no mantener el mismo nivel rítmico durante la proyección-. Pese a ello, termina resultando aceptable en su conjunto, sobre todo gracias a las interpretaciones de la pareja protagonista, sin duda el punto fuerte de Julie y Julia. Con un presupuesto de unos cuarenta millones de dólares (elevado si se tiene en cuenta el género cinematográfico al que pertenece) lleva recaudados casi cien en el mercado estadounidense y, quedando pendiente su explotación en el resto de países, parece demostrada su buena acogida por parte del público.
El reparto está encabezado por la excepcional Meryl Streep, de quien poco más se puede decir que no sea reiterar loas pasadas, presentes y, a buen seguro, futuras. Ni siquiera sus, por el momento, quince nominaciones a los Oscar, son argumento suficiente para explicar su inmensa envergadura como actriz. A finales de año tiene previsto el estreno de otra comedia que, por ahora, lleva por título It´s complicated, a las órdenes de Nancy Meyers y con Alec Baldwin como compañero. Igualmente, merece una crítica sobresaliente la joven Amy Adams, italiana de nacimiento y que ya cuenta con sendas nominaciones a la estatuilla de Hollywood como mejor actriz secundaria por sus papeles en Junebug y La duda (curiosamente también en compañía de Streep).

lunes, 9 de noviembre de 2009

DESTINO FINAL 3D

En el año 2000 tuvo lugar el estreno de la película de terror Destino final, una cinta dirigida a un público mayoritariamente adolescente que obtuvo una más que notable aceptación si se tiene en cuenta que costó poco más de veinte millones de dólares pero recaudó más de cien. Su trama giraba alrededor de la visión de un accidente aéreo que, de forma premonitoria, asaltaba a un joven, de modo que podía salvarse junto a sus amigos de tan fatal desenlace. Lamentablemente, a pesar de esquivar la muerte en un primer momento, ésta les seguía persiguiendo y acababa uno por uno con todos los componentes del grupo. En los años 2003 y 2006 llegaron a la gran pantalla las partes segunda y tercera que, aunque cambiaban parcialmente sus comienzos, no dejaban de repetir la misma fórmula. Lo que, inicialmente, era un accidente de avión se transformaba en accidente de tráfico (Destino final 2) y en parque de atracciones (Destino final 3). La falta de originalidad era absoluta, limitándose a reiterar los elementos que les dieron éxito en las taquillas.
Pese a la ausencia de alicientes novedosos, dichas entregas gozaron de similar aceptación y resultaron en la práctica un calco de la primera, incluso en el aspecto económico. Es evidente que este público, a medio camino entre lo infantil y lo juvenil, se contenta con ver una y otra vez idéntico formato, largometrajes terroríficos cuyas propuestas resultan sumamente eficaces. Por lo tanto, no es de extrañar que el guión de la cuarta parte descanse sobre el mismo hilo argumental, ahora sobre las premonitorias visiones de unos accidentes en el ámbito de las carreras automovilísticas. En cuanto al resto, no cabe resaltar aportación alguna. De hecho, quienes hayan visto el tráiler que se ha proyectado en semanas precedentes reconocerán sin dificultad, no sólo la historia, sino determinadas escenas copiadas de las ya utilizadas en los anteriores títulos de la saga. Como atractivo se puede mencionar que está rodada en tres dimensiones, lo que ha supuesto una motivación adicional para los fans de este serial cinematográfico. En cuanto a sus cifras, ha doblado el presupuesto del rodaje (en torno a los cuarenta millones de dólares) y ya ha recaudado a nivel mundial más de ciento cincuenta, alzándose como la más taquillera de las estrenadas hasta la fecha. Ahora bien, si hablamos de películas rentables, es inevitable abordar el fenómeno de Paranormal Activity, film que encabeza el ranking de exhibición en Estados Unidos. Con un presupuesto de apenas quince mil euros se ha aupado al número uno de la taquilla norteamericana y lleva recaudados más de sesenta y seis millones de dólares tan sólo en el mercado estadounidense, teniendo previsto su estreno en España para el próximo día veintisiete. Indiscutiblemente, eso sí es rentabilidad.El director norteamericano David R. Ellis repite detrás de la cámara, puesto que ya asumió la realización de la segunda parte. También ha sido el responsable de las prescindibles Cellular y Serpientes en el avión. Actor ocasional (intervino como secundario en Rocky III o Furia ciega) posee una dilatada trayectoria como especialista de escenas peligrosas y como ayudante de dirección. De su primera faceta destacan las cintas Eternamente joven, Juego de patriotas, Días de trueno y Arma letal. En cuanto a la segunda, ha colaborado en los rodajes de Deep Blue Sea, La tormenta perfecta y Harry Potter y la piedra filosofal. Firma el guión Eric Bress, escritor también de la segunda entrega y productor de la serie de televisión Kyle XY

sábado, 31 de octubre de 2009

MILLENIUM 2

Hace pocos meses se estrenaba en España Los hombres que no amaban a las mujeres, adaptación cinematográfica de la primera entrega de la saga Millenium, fenómeno literario que, por lo inesperado y original de su propuesta, ha sorprendido y arrasado en las librerías. Los libros que componen la trilogía de Stieg Larsson han ocupado simultáneamente los números uno de ventas durante meses y sus versiones para la gran pantalla llegan también a las salas de proyección con breves espacios de tiempo entre estreno y estreno, si bien estas producciones se han podido ver exclusivamente en Europa. En Estados Unidos ni siquiera han iniciado su carrera comercial y tan sólo se ha exhibido el primer film en el Festival de Cine de los Hamptons. Sin embargo, en el viejo continente su repercusión ha sido muy elevada, llegando a recaudar más de setenta millones de dólares en su exhibición en las salas europeas. Se trata, por lo tanto, de un éxito de público motivado por el fervor que suscita la obra literaria del malogrado escritor sueco, cuyos réditos económicos son muy superiores a los cinematográficos -en este mes de octubre se estimaban en veintiún millones los libros vendidos, cifras estratosféricas cuando se trata de fenómenos literarios-, con independencia del resultado en taquilla que pueda obtenerse cuando se estrene en el resto del mundo.
La joven Lisbeth Salander se está convirtiendo en uno de esos personajes que triunfan debido a su especial magnetismo y a la contundencia de su carácter. En La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina pasa a ser una fugitiva buscada por la policía de Estocolmo, que la relaciona con el asesinato de dos colaboradores de la publicación Millenium inmersos en una investigación sobre el comercio sexual en el país nórdico. El editor jefe de la revista, coprotagonista de la historia, no cree en la culpabilidad de Salander y trata de encontrarla antes que los propios agentes. El gancho de esta joven es de tal magnitud que hace de ella la verdadera protagonista de la trama, incluso con una mayor presencia que en Millenium I. Asimismo, ahonda en su carácter violento y vengativo, fruto de una terrible infancia, y es obvio que los espectadores que disfrutaron con la primera entrega no se sentirán defraudados con este segundo trabajo, ya que comparte con su predecesora el mismo esquema y una puesta de escena muy similar. Pese a relatar determinados sucesos de plena actualidad sigue las reglas del thriller clásico.
En este caso, el director es sueco -Daniel Alfredson- y sustituye al danés Niels Arden Oplev detrás de la cámara. También se hará cargo del siguiente título La reina en el palacio de las corrientes de aire. No obstante, quien más destaca por méritos propios es la actriz Noomi Rapace, que da vida a Lisbeth Salander con gran soltura y solvencia. Repite personaje en la citada tercera parte, que se estrenará en Suecia, Dinamarca y Noruega el próximo veintisiete de noviembre y que llegará a las carteleras españolas previsiblemente en pocos meses. La asociación entre el cine y la literatura está dando excelentes resultados a las productoras y, en apenas un par de semanas, asistiremos al estreno mundial de la continuación de la otra gran saga literaria de los últimos años, la formada por las novelas a medio camino entre el vampirismo y el romanticismo salidas de la pluma de la escritora Stephanie Meyer, que se inició con Crepúsculo y que continuará con Luna nueva.

jueves, 22 de octubre de 2009

NEW YORK, I LOVE YOU

La idea de rodar un largometraje a base de unir pequeños cortometrajes con el trasfondo de un tema común no es nueva en la historia del cine contemporáneo. Sin ir más lejos, en el año 2006 se realizó la película Paris Je t´aime, una suma de dieciocho historias breves que analizaban el amor sobre el escenario de la ciudad de la luz. En aquella ocasión, realizadores tan dispares como los hermanos Coen, Isabel Coixet, Gus Van Sant o Alfonso Cuarón filmaban su particular visión de las relaciones interpersonales con la capital francesa como telón de fondo. A su vez, un buen número de actores de varias nacionalidades entre los que se encontraban Juliette Binoche, Willem Dafoe, Leonor Watling o Miranda Richardson apostaron por tan inusual proyecto, cuyo resultado fue un film notablemente interesante. Posteriormente, la posibilidad de repetir la experiencia en el marco de la metrópoli neoyorkina tuvo en Anthony Minghella a uno de sus principales artífices. Minghella, responsable de cintas tan relevantes como El paciente inglés, El talento de Mr Ripley o Cold Mountain, tan sólo pudo concluir el guión de una de las historias porque su repentino fallecimiento truncó una participación más extensa. A él está dedicada toda la película, diez relatos encargados a una serie de directores en su mayor parte desconocidos, excepción hecha de Shekhar Kapur –Elizabeth-, Brett Ratner –Dragón rojo (precuela de El silencio de los corderos), X-Men 3- o la actriz Natalie Portman en su debut tras las cámaras.
Una vez más se pretenden plasmar diferentes visiones del sentimiento amoroso y de las relaciones sentimentales y sexuales. Puesto que son diez historias independientes entre sí, algunas suscitan más interés que otras pero en todas ellas se pone de manifiesto la soledad y la incomunicación de quienes viven en la inmensa urbe de los rascacielos y cómo esas condiciones propician encuentros fortuitos y situaciones inesperadas. Un carterista que se prenda de una de sus víctimas, dos adolescentes que participan en su baile de graduación, un pintor obsesionado por pintar a una joven oriental, una chica judía que negocia la compra de unas joyas antes de contraer matrimonio, una pareja de ancianos que sale a pasear en su sexagésimo tercer aniversario de boda... Tramas inconexas pero que coinciden en un mismo hilo conductor que trasciende a esa Nueva York en la que tienen lugar, por más que sus enclaves sean muy determinantes, desde Chinatown al West Side, desde el Soho, al Central Park o a Greenwich Village. Por lo tanto, el espectador puede disfrutar también con las imágenes de una ciudad tan emblemática desde el punto de vista cinematográfico.Integran el destacable elenco de intérpretes, además de la polifacética Natalie Portman, los veteranos James Caan –El padrino, Ladrón-, Andy García -El padrino III, Ocean’s Eleven-, Chris Cooper –El caso Bourne, Seabiscuit- o Julie Christie – Doctor Zhivago, Darling (Oscar a la mejor actriz en 1965)-. Junto a ellos, algunos representantes de las jóvenes generaciones como Orlando Bloom –Piratas del Caribe-, Rachel Bilson –Jumper- o Hayden Christensen –Star Wars II y III-. New York, I love you es una película agradable y poco convencional que recoge el testigo de esta especie de saga de “cities of love” que va recorriendo las grandes capitales del mundo a la búsqueda de testimonios originales e intimistas sobre el amor

jueves, 15 de octubre de 2009

ÁGORA

Alejandro Amenábar cuenta con méritos más que suficientes para ser considerado el mejor realizador de cine español. Su ópera prima, Tesis, supuso una revitalización del género de terror que continúa sin ser superada a día de hoy. Pocas veces se puede decir que vale la pena ver un largometraje de dicho género (y no se trata de “thriller” sino de terror) una y otra vez sin perder frescura e interés en sus sucesivos visionados ya que los tópicos en los que normalmente se basan pierden efecto al repetirse. Los Goya a la mejor película y a la mejor dirección novel obtenidos por esa cinta ponen de manifiesto la inmensa calidad de un ejercicio cinematográfico que sólo puede provenir de quien, habiendo bebido durante años de las fuentes de los grandes maestros del Séptimo Arte, es acreedor de un talento equivalente que plasma en la gran pantalla. Y Amenábar tiene un gran talento y ha visto y aprendido enormemente de los mejores. Tal vez por esa razón se decidió a filmar producciones en lengua inglesa protagonizadas por actores igualmente extranjeros. Porque, sencillamente, el mercado exclusivamente nacional le quedaba pequeño. ¿Acaso algún otro director de nuestro país puede presumir de haber recaudado doscientos millones de dólares con una producción de apenas diecisiete? Ninguno, excepto él que, con Los otros, demostró un dominio absoluto de las fórmulas del suspense y del terror.
Pero si hay una característica que distingue a un profesional de la realización es su capacidad para abordar cualquier género sin correr el riesgo de encasillarse en ninguno de ellos. Así, su siguiente título, Mar adentro, no sólo se convirtió en la cinta más taquillera del cine español, arrasando en la entrega de los Goya y obteniendo el Oscar al mejor film de habla no inglesa, sino que constituyó una lección dramática e interpretativa que se consolidó por encima de polémicas éticas y políticas. Ahora, sin perder en lo más mínimo su capacidad de asombrar, se atreve con la más costosa superproducción española -cincuenta millones de euros- sobre la Alejandría del siglo IV y sobre la historia de la astrónoma Hipatia y de los últimos días del Imperio Romano en un territorio donde las revueltas religiosas amenazaban con destruir la mítica biblioteca de la ciudad. Rodada principalmente en la isla de Malta, Ágora destaca en todos los aspectos en los que la industria norteamericana se muestra tradicionalmente intratable - dirección artística, vestuario o sonido- pero tampoco descuida otras claves fundamentales -guión, interpretación o narración-. Para conseguir sus objetivos se ha rodeado de un equipo técnico de primera fila. Por citar algunos nombres, se ha puesto en manos de Dario Marianelli (Oscar por la partitura de Expiación) para componer la banda sonora, pese a que él mismo suele hacerse cargo de la música de sus películas y ha confiado el diseño de vestuario a otra ganadora de la estatuilla de Hollywood, Gabriella Pescucci -La edad de la inocencia-. Amenábar integra acertadamente una historia de desamor con una trama político-religiosa y una recreación histórica. Su emotivo e intenso final culmina una película que, sin renunciar al entretenimiento, se alza como un alegato contra la intransigencia y expresa una denuncia de las múltiples ocasiones en las que la razón ha tenido que claudicar ante el fanatismo.
Resulta imprescindible destacar la interpretación de Rachel Weisz, Oscar a la mejor actriz secundaria gracias a su papel en El jardinero fiel, en cuya filmografía se encuentran las interesantes Enemigo a las puertas, Un niño grande o Belleza robada. Muy pocas actrices son capaces de transmitir tanto con la mirada. Este año tiene pendiente de estreno The Lovely Bones a las órdenes del director neozelandés Peter Jackson y en compañía de la veterana Susan Sarandon.

miércoles, 7 de octubre de 2009

EL SECRETO DE SUS OJOS

El realizador argentino Juan José Campanella se ha convertido en la última década en el máximo representante de la cinematografía sudamericana. Sin embargo, comenzó su carrera con un interesantísimo film titulado El niño que gritó puta, rodado íntegramente en inglés con producción y actores anglosajones y que ganó un premio en el festival de Valladolid de 1991. En él se abordaba el tema, tan de actualidad hoy en día, de los niños violentos que terminan por torturar a sus propios padres. De hecho, tuvieron que pasar muchos años para que comenzase a rodar en su país natal. En 1999 dirigió El mismo amor, la misma lluvia, en 2001 El hijo de la novia y en 2004 Luna de Avellaneda, tres largometrajes que en cierto modo componen una trilogía no oficial cuyos elementos comunes vale la pena resaltar. El primero de ellos es su asociación con el magistral actor Ricardo Darín, protagonista absoluto de dichos títulos y perfecto representante de un perfil humano en el que es difícil no reconocerse en alguna medida, aunque sea en aspectos secundarios. El segundo es una habilidad extraordinaria para compaginar comedia y drama con exquisita sensibilidad, logrando la carcajada del público o, como mínimo, una sonrisa en el mismo momento en el que su corazón está encogido por una situación dramática. El tercero es su especial genialidad a la hora de retratar a una generación que, en realidad, son muchas generaciones de individuos que, atrapados en sus ideales, se dan de bruces a diario con la cruda realidad.
El hijo de la novia es, sin duda, su mejor trabajo, no sólo por los reconocimientos obtenidos -que van desde la nominación al Oscar a numerosos galardones en festivales internacionales- sino porque cuenta con uno de los mejores guiones escritos en los últimos diez años. Diálogos brillantísimos, personajes interpretados a la perfección, maestra combinación entre la comedia y el drama, la convierten en una joya de obligada visión.
Tras su trayectoria televisiva como realizador de varios capítulos en series como Ley y orden, El guardián o House, nos presenta ahora El secreto de sus ojos, la historia de un antiguo trabajador en un juzgado de instrucción que, al prejubilarse, decide escribir una novela sobre unos acontecimientos acaecidos en su pasado laboral y que le han perseguido durante años en la memoria. Además de reunir los tres elementos comunes definidos anteriormente, El secreto de sus ojos supone una excelente mezcla de cine policiaco y drama romántico donde, con el trasfondo de un crimen horrendo, Campanella teoriza sobre el amor, una de sus señas de identidad más reconocidas. Así, contrapone el ideal romántico de sus personajes secundarios con la cruda realidad sentimental de sus protagonistas, salpicada de matrimonios fallidos o relaciones menores y expresa el desasosiego que les supone saber que no han alcanzado sus metas afectivas. Pero es que, además, no descuida el suspense de la trama delictiva en ningún momento, dotándole de un final sorprendente e intenso. En definitiva, gran película que continúa con la línea ascendente de un cineasta honesto e imprescindible.
Junto al mencionado Ricardo Darín intervienen los actores Soledad Villamil (su compañera en El mismo amor, la misma lluvia, también a las órdenes de Campanella), Guillermo Francella, Pablo Rago y Javier Godino, abordando todos ellos sus papeles de forma sobresaliente.

jueves, 1 de octubre de 2009

EL SOPLÓN

El realizador norteamericano Steven Soderbergh ha logrado compaginar con éxito una doble trayectoria profesional. Considerado un referente dentro del denominado cine independiente, participa al mismo tiempo en destacados proyectos financiados por las grandes productoras de Hollywood como si de un director plenamente afincado en la industria se tratase. Aúna reconocimientos y galardones por sus intervenciones en filmes más minoritarios con la misma facilidad que grandes éxitos de taquillas gracias a otros largometrajes plagados de estrellas. Es capaz de rodar tanto una película de claros tintes reivindicativos y políticos como otra de puro y simple entretenimiento que obliga a soportar largas colas para adquirir las entradas y las correspondientes bolsas de palomitas. Para lograr objetivos tan diversos es imprescindible contar con una maestría especial a la hora de narrar historias y, junto a esa facultad, Soderbergh posee un conocimiento profundo de la profesión, que plasma posteriormente en la gran pantalla a través, no sólo de su faceta de realizador, sino también como productor e incluso director de fotografía, aunque sea bajo el seudónimo de Peter Andrews.
En su filmografía coexisten obras maestras como Traffic -ganadora de cuatro Oscar incluido uno para el propio Soderbergh como mejor director-, largometrajes muy notables como Sexo, mentiras y cintas de video -por la que logró otra nominación a los premios de la Academia de Hollywood y varios premios en el festival de Cannes, e interesantes producciones como Solaris o Un romance muy peligroso. Asimismo acumula éxitos de taquilla (Ocean´s Eleven, Twelve y Thirteen o Erin Brockovich) que le convierten en un profesional versátil. Otros títulos inferiores cualitativamente hablando no empañan esa actitud de riesgo en sus propuestas ni sus intentos de originalidad ni sus dotes de narrador gracias a un hábil lenguaje cinematográfico.
Ahora presenta en cartelera El soplón, una aparente comedia que en realidad coquetea sin disimulo con el drama y la intriga. La trama se centra en un trabajador de una multinacional agrícola que comienza a colaborar con el F.B.I. tras descubrirse que se están cometiendo en su empresa una serie de ilegalidades. El escritor y periodista de investigación del New York Times Kurt Eichenwald plasmó en un libro esta historia real que llegó a “best seller” en Norteamérica. El soplón se acerca estilísticamente a aquellas comedias clásicas protagonizadas por el mítico Jack Lemmon, sensación a la que ayuda la banda sonora del célebre compositor neoyorkino Marvin Hamlisch, ganador de una estatuilla por la música de la inolvidable Tal como éramos, uno de los legados fundamentales del recientemente fallecido maestro Sydney Pollack.
El peso interpretativo recae sobre un Matt Damon convertido ya en el mejor actor de su generación, no sólo por este papel realmente loable sino por una trayectoria que garantiza su pertenencia al grupo de los mejores. Protagonista de la trilogía de Jason Bourne, con diferencia la mejor saga de cine de acción cuya cuarta entrega ya se ha anunciado para el año 2011, ha intervenido igualmente en las muy recomendables Infiltrados, Syriana y El talento de Mr Ripley. A todo ello se añade un Oscar ex aequo con su gran amigo y colega Ben Affleck por el guión de El indomable Will Hunting. Por lo tanto, valdrá la pena seguir de cerca la evolución artística de Damon.

jueves, 24 de septiembre de 2009

MALDITOS BASTARDOS

Quentin Tarantino se convirtió a lo largo de la década de los noventa en el máximo exponente de un cine mordaz, moderno, original y transgresor. Era el cineasta total. Escribía los guiones, producía, actuaba, dirigía y, en ocasiones, ejercía como director de fotografía. Su opera prima, Reservoir Dogs, se paseó por los certámenes cinematográficos cosechando premios y críticas positivas por parte de unos entendidos en la materia que no dudaban en resaltar una frescura nunca vista hasta entonces. Su segundo largometraje fue ya una obra maestra, Pulp Fiction, con la que ganó el Oscar al mejor guión e infinidad de galardones en cuantos festivales concurrió, desde los Globos de Oro a los Bafta británicos, sin olvidar a las Asociaciones de Críticos tanto americanas como europeas. La importancia de esta cinta es difícil de calibrar a día de hoy pero indiscutiblemente su estética, estilo narrativo, diálogos, personajes y música influyeron en la historia del Séptimo Arte como pocas. Una parte de esos brillantes orígenes fue heredada en posteriores proyectos del realizador – por ejemplo Jackie Brown- pero el transcurso del tiempo dio paso a una cierta merma de originalidad y el cine del norteamericano comenzó a convertirse en una caricatura de aquél que lo lanzó a la fama internacional. Continuaba siendo visualmente llamativo y marcadamente irreverente pero perdía a borbotones el ingenio de los diálogos y las referencias de sus tradicionales estereotipos. Su gusto por el exceso y la desproporción le llevó a rodar títulos como Kill Bill I y II y, sobre todo, la altamente prescindible Death Proof. Pese a ello, conserva una legión de aficionados incondicionales que esperan ansiosamente tanto sus estrenos en la gran pantalla como sus incursiones televisivas dirigiendo episodios esporádicos de series tan populares como C.S.I. o Urgencias.
Con Malditos bastardos se afianza la tesis del abandono de la genialidad del artista y se constata que su carrera ha degenerado en una progresiva huida hacia adelante y en un descontrol que se traduce en la introducción de frases invadidas de tacos y prepotencia, la constante utilización de la desproporción como elemento narrativo y una sucesión de salidas de tono. Es verdad que sus inicios fueron similares pero con una mayor moderación, aunque la brillantez del conjunto hacía que el resultado fuese no solo aceptable, sino asombrosamente recomendable. Por el contrario, ahora se ancla exclusivamente en lo anecdótico, en lo vulgar, en lo que, por sí solo, no basta para sobresalir. La propia publicidad del cartel anunciador define la película como infame y violenta, un alarde de sinceridad que, sin duda, se ajusta a la realidad.
Lo de menos es la historia. El contexto de la II Guerra Mundial y la ocupación de Francia por parte del ejército nazi son una mera excusa para que Tarantino demuestre un particular estilo que ha evolucionado hacia el eclecticismo. Si no, es incomprensible que ruede una emboscada en el marco de ese conflicto bélico con un fondo musical propio de un western o que presente a alguno de los personajes como si saliera de un típico título de los años setenta. Pero ésa es la marca de la casa, lo que queda de su impronta.
El versátil y cada vez más completo Brad Pitt encabeza un reparto en el que también participa la bella Diane Kruger - La búsqueda, Troya- y el austriaco Christoph Waltz, quien obtuvo gracias a esta interpretación el premio al mejor actor en la última edición del Festival de Cannes.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

GORDOS

El joven realizador Daniel Sánchez Arévalo estrenó en el año 2006 su opera prima AzulOscuroCasiNegro, film muy interesante con el que obtuvo tres premios Goya de la Academia del Cine Español de un total de seis nominaciones, además de otros reconocimientos en festivales cinematográficos como los de Venecia y Málaga. La cinta narraba la historia de un joven que pretendía evitar un destino que parecía inevitable, marcado por un precario y desalentador futuro profesional y por un entorno marginal y poco esperanzador. De hecho, el color al que hace referencia el título representa el estado de ánimo y la percepción que el protagonista tiene de su vida. Han tenido que pasar tres años para que este prometedor director se haya vuelto a colocar detrás de la cámara con el rodaje de Gordos en el que, como en su anterior trabajo, asume tanto el guión como la realización. Por lo tanto, parece que con este nuevo largometraje se consolida en la pantalla grande, abandonando así su época de guionista ocasional de algunos episodios de series de televisión como Hospital central, Lobos o Farmacia de Guardia.
La trama de Gordos gira alrededor de un grupo de personas marcadas por el sobrepeso que acuden a una terapia de grupo cuyo objetivo no es tanto adelgazar sino analizar las causas de su aumento de peso y de la insatisfacción que les genera su propio cuerpo. En cierto modo, no estamos ante una película que hable sobre la gordura física sin sobre la gordura emocional. Es un vehículo que sirve para reflejar una idea de la obesidad más relacionada con todo lo que los individuos tienen que “tragar” a diario y que cuesta expresar y digerir que con el puro y simple hecho de comer compulsivamente. Y este planteamiento nos lleva a preguntarnos si estamos ante una comedia o ante un drama. En palabras de su responsable, la comedia sólo funciona si se fabrica desde una base dramática muy sólida y en esa contradicción cohabitan el problema y la solución. Sánchez Arévalo se limita a observar y no enjuiciar, manteniéndose al margen de los conflictos en los que sus personajes se ven inmersos. Todos ellos han desarrollado una coraza que les ayuda a sobrevivir (no a vivir) y que, por regla general, va en contra de su principios y de su libertad.
Conviene resaltar que este proyecto se ha rodado a lo largo de diez meses en los que la mayor parte de sus protagonistas se han visto sometidos a cambios físicos muy relevantes. En concreto, Antonio de la Torre engordó y adelgazó sucesivamente la nada despreciable cantidad de treinta y tres kilos para hacer más creíble su interpretación y varios de sus compañeros también sufrieron serias transformaciones físicas. Sin duda, lo más meritorio del resultado final estriba en la disección de cada personaje y sus circunstancias. Por el contrario, en ocasiones se aprecia una cierta debilidad de guión y una oscilación en el ritmo de la proyección, que a veces resulta lenta. Acompañan a De la Torre los actores Raúl Arévalo (ambos repiten con el director tras AzulOscuroCasiNegro), Roberto Enríquez (El alquimista impaciente), Verónica Sánchez (Las 13 rosas) y Pilar Castro (7 minutos), junto a otros secundarios que completan el reparto con corrección. Por último, señalar que Gordos competirá con Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet y El baile de la victoria de Fernando Trueba para representar a España en la próxima edición de los Oscar de Hollywood en la categoría de mejor película de habla no inglesa.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

QUÉ LES PASA A LOS HOMBRES

Ken Kwapis es un realizador norteamericano que ha centrado la mayor parte de su carrera profesional en el medio televisivo pero, a pesar de haber dirigido un par de episodios de la exitosa serie Urgencias y ser el responsable de una docena de capítulos del show del recientemente fallecido cómico Bernie Mac, su trabajo ha pasado completamente desapercibido en el continente europeo. En cuanto a su trayectoria cinematográfica, obtuvo un relativo éxito en el año 1991 con la película Él dice, ella dice, donde compartía labores de dirección con la realizadora Marisa Silver. Se trataba de una comedia romántica protagonizada por Kevin Bacon, Elizabeth Perkins y Sharon Stone que cumplía la misión de entretener a los incondicionales del género pero, desde entonces, nada ha destacado especialmente en su filmografía. De hecho, lo último que pasó por la gran pantalla fue una espantosa comedia que llevaba por título Hasta que el cura nos separe, con un desafortunado Robin Williams en pleno desenfreno interpretativo. Ahora presenta su último proyecto, que ha sido traducido en España como Qué les pasa a los hombres pese a que su título original es He´s just not that into you.
Aunque resulte inverosímil, existen diversas conexiones entre el mundo de las finanzas y de las teorías económicas y el mundo del amor y de las relaciones sentimentales. Es conocida la teoría de Xiang Lin Li (David Li cuando se trasladó a Wall Street y cambió su nombre), quien aplicó el “síndrome del corazón roto” a las altas esferas financieras. Dicha teoría se basa en la idea de que, cuando en una pareja de enamorados uno de ellos fallece, el otro tiene una elevada probabilidad de morir en los meses siguientes. Esta regla, que se explica con casos como el del cantante Johnny Cash, muerto pocas semanas después que su adorada esposa June Carter a causa del dolor que le produjo su pérdida, se aplicó en el corazón económico de la Gran Manzana con gran éxito durante muchos años.
Otra teoría muy popular en Economía es la del “second best” que, trasladada al ámbito sentimental, significa básicamente que cualquier persona, ante la posibilidad de no poder alcanzar el amor verdadero, opta por soluciones más mediocres del estilo: “si no consigo a quien realmente quiero, me conformo con alguien que, al menos, sí me quiere a mí” o “si no logro triunfar en mis expectativas sentimentales, me uno a una persona que se quiera casar conmigo y, como mínimo, garantizo el enlace”.
Qué les pasa a los hombres es un tratado cinematográfico sobre el “second best” aplicado al amor, un amor que nunca será realmente amor. Por desgracia, el principal problema del film estriba en una sobredosis de estereotipos que le restan credibilidad. Todas y cada una de las mujeres del reparto cambian de compañero, no en función de sus sentimientos, sino de su objetivo final: casarse y lograr una estabilidad emocional. Por el contrario, los hombres de esta historia son enemigos del compromiso que se casan sólo ante un ultimátum y que desean acumular conquistas como los cazadores que coleccionan las piezas que abaten con el único propósito de presumir. Ante tan manido cliché, la sensación que se produce es la de enfrentarse a un guión bastante deficiente.
No obstante, se le deben reconocer algunos momentos muy divertidos y más de un diálogo brillante que, con seguridad, harán las delicias de los aficionados a este tipo de cine. Por lo que al casting se refiere, sobresalen la siempre versátil Jennifer Connelly y la cada vez más mediática Scarlett Johansson, acompañadas de rostros tan populares como los de Ben Affleck, Kris Kristofferson o Drew Barrymore.

jueves, 3 de septiembre de 2009

ENEMIGOS PÚBLICOS

Michael Mann es uno de los realizadores norteamericanos más interesantes del panorama actual. Comenzó su carrera en el mundo de la televisión, como guionista de series como Starsky & Hutch y más tarde como productor de la popular Corrupción en Miami. En su salto al cine y al terreno de la dirección, cabe mencionar que responsabilidad suya fue la primera aparición en la gran pantalla del personaje de Hannibal Lecter cinco años antes de la mítica El silencio de los corderos, la recreación de Daniel Day-Lewis del personaje de El último mohicano o el duelo que protagonizaron Al Pacino y Robert de Niro en Heat. Sin embargo, el salto cualitativo de calidad se ha producido en la última década.
En el año 1999 estrenó El dilema, auténtica obra maestra del cine contemporáneo que, además de excelentes interpretaciones nuevamente de Al Pacino y de Russell Crowe, supone una lección de dirección, puesta en escena, ritmo e intensidad de narración que la hacen de visión imprescindible para los amantes al buen cine, dando una vuelta de tuerca más a los largometrajes sobre el periodismo, y la lucha contra el poder. Mann presenta al personaje de Jeffrey Wigand (el caracterizado por Crowe) ante un difícil dilema moral y en la tesitura de enfrentarse a las grandes industrias tabacaleras, luchar en definitiva contra una entidad manifiestamente superior, creando un largometraje que se equipara en temática y calidad al J.F.K. Caso abierto de Oliver Stone, en donde el fiscal Jim Garrison se enfrentaba, en aquella ocasión a toda la administración norteamericana. Esta facilidad para recrear problemas éticos lo repitió con algo menos de acierto pero aún así con notable interés en el film de acción Callateral. Si a lo anterior añadimos, su labor como realizador de películas como Alí, la versión cinematográfica de Corrupción en Miami o su función como productor en cintas como El aviador de Martin Scorsese es inevitable concluir que nos encontramos ante un cineasta brillante y que siempre hay que tenerle en cuenta.
Ahora nos llega su último trabajo. La recreación de la historia real del delincuente John Dellinger en el Chicago de los años treinta. Aunque no es su mejor obra contiene algunas de sus señas de identidad. Realización impecable, intensidad narrativa, ritmo y maestría en el uso de la cámara. Méritos suficientes para recomendar el film. Cierto que quizás en esta ocasión el metraje sea excesivo, incluso que al espectador le cueste creerse como parte de la historia real algunas de las escenas en las que el delincuente arriesga y se sale con la suya ante la policía. Sin embargo la conclusión es que estamos ante un buen largometraje que enaltece la cartelera en estos meses en los que, lo normal, es ver títulos mediocres. Aunque no pueda compararse con otros títulos que han logrado grandes recaudaciones, el público ha respondido, habiendo recaudado ya en todo el mundo casi doscientos millones de dólares, amortizando los cien que supuso su alto presupuesto.El reparto está encabezado por Johnny Depp y Marion Cotillard (ganadora del Oscar hace un par de años por su recreación de Edith Piaf en el film La vida en rosa) en el bando de los fugitivos y por Christian Bale (el último y exitoso Batman) y Billy Crudup (Casi famosos, El buen pastor) en el de los policías. De todas formas, pese a ser estos los protagonistas en casting contiene muchos rostros habituales que, en general, hacen todos un buen papel.

miércoles, 29 de julio de 2009

ASALTO AL TREN PELHAM 123

El realizador norteamericano Joseph Sargent dedicó la práctica totalidad de su carrera profesional al medio televisivo. Dirigió numerosos episodios de series tan populares como Bonanza y Lassie y fue el responsable de decenas de telefilmes rodados a lo largo de cuatro décadas. De hecho, y pese a sus ochenta y cuatro años de edad, todavía sigue en activo. En el año 1974 realizó una incursión en la pantalla grande con una cinta titulada originalmente «The Taking of Pelham One Two Three». Este largometraje, protagonizado por los excelentes Walter Matthau y Robert Shaw, se basaba en una novela del escritor Morton Freedgood que narraba la historia de un malvado delincuente que se apodera de un vagón de metro y solicita un rescate a cambio de la liberación del pasaje. Si no acceden a sus peticiones irá asesinando pasajero a pasajero al grupo de rehenes a medida que el tiempo avance. Frente a él, un astuto trabajador de la línea subterránea de transportes que conoce a la perfección todo el sistema de túneles tratará de impedir el éxito de tan descabellado plan. En 1998 Félix Enriquez Alcalá, otro realizador norteamericano de origen hispano, trasladó idéntica trama con el mismo título a otro telefilm protagonizado por el actor Edward James Olmos, famoso por su interpretación del teniente Castillo en Corrupción en Miami.
Ahora se estrena una tercera versión de la misma historia en lo que podría considerarse una prueba más de la falta de ideas originales del Hollywood actual. En esta ocasión es el realizador británico Tony Scott, un auténtico especialista en el género de acción, el que asume la dirección. En su filmografía figuran títulos tan conocidos como Top Gun, Superdetective en Hollywood II, Enemigo público o Domino y, aunque ha logrado éxitos de taquilla muy notables, nunca ha podido firmar una película recomendable al cien por cien, estando siempre a la sombra de los reconocimientos de su hermano Ridley.
En este caso, a pesar de repetir argumento, existen razones que invitan a acudir a las salas de proyección y el primero de ellos es, sin duda, la pareja protagonista que forman John Travolta y Denzel Washington, dos pesos pesados de la industria del séptimo arte. Ambos poseen un gancho especial y aportan una singular presencia de modo que, cuando están en estado de gracia, justifican por sí solos el precio de una entrada. Los dos cumplen su misión dignamente y harán disfrutar a sus incondicionales con toda seguridad. Otro motivo es que, efectivamente, las dosis de tensión e intriga de Asalto al tren Pelham 1 2 3 son más que suficientes para que destaque en una cartelera veraniega que tan pocos alicientes ofrece a los aficionados al cine.
Pero también se detectan carencias, como su evidente falta de originalidad y el particular estilo narrativo del director. Como dijo el propio Travolta en una de las entrevistas de promoción del largometraje “esta versión es como la de 1974 pero con esteroides: intensa y exagerada”. La citada frase expresa con acierto la tendencia del menor de los Scott, a quien le puede más el espectáculo visual que el rigor narrativo, la voracidad de la acción que el perfil de los personajes, la exageración que la mesura. Y esa preferencia por la desproporción y por las grandes magnitudes la lleva a todos los ámbitos, incluido el de la producción. Con un presupuesto de cien millones de dólares ha recaudado en Estados Unidos menos de setenta, por lo que aguarda al mercado mundial para, al menos, recuperar la inversión.

miércoles, 22 de julio de 2009

HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

En estos últimos años públicos de todas clases han asistido a una fructífera colaboración entre el cine y la literatura. A día de hoy permanece en cartel la adaptación de la primera entrega de la serie Millenium del escritor Stig Larsson. El liderazgo del fallecido novelista sueco en las librerías es indiscutible y se puede concluir que ha logrado trasladar ese éxito al ámbito de las salas de proyección europeas. El caso de Stephanie Meyer y su obra vampírica compuesta por Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer es muy similar ya que millones de libros vendidos se han traducido igualmente en ingentes recaudaciones mundiales por ingresos directos en taquilla obtenidos exclusivamente por la primera de sus novelas. Todos estos magníficos datos, por muy meritorios que resulten, palidecen ante el fenómeno de Harry Potter.
Baste mencionar que el séptimo libro de la saga, cuya adaptación aún no se ha estrenado en cines, vendió en su primer día en las librerías estadounidenses más de ocho millones de ejemplares y que las ventas de todas las historias del joven mago se elevan a los trescientos veinte millones, cifras que se tornan más asombrosas cuando se trasladan al campo de su rentabilidad cinematográfica. Las cinco películas que ya han concluido su carrera comercial figuran entre las veinticinco más taquilleras de todos los tiempos, habiendo obtenido más de cuatro mil cuatrocientos cincuenta millones de dólares en concepto de venta de entradas. Por supuesto, esta sexta entrega va por el mismo camino y en sus primeros cinco días de exhibición internacional ha superado los trescientos cincuenta millones de dólares. Es obvio que no existe ningún fenómeno cinematográfico que haya logrado semejante aceptación.
El film posee idénticos méritos que los anteriores largometrajes: realización impecable, dirección artística, decorados, fotografía y efectos especiales excepcionales y un mundo imaginario, atractivo y fantasioso cuyos personajes siguen manteniendo el interés inicial. De más está decir que es imprescindible ser un espectador mínimamente receptivo al género fantástico porque, de lo contrario, las casi dos horas y media de duración serían difícilmente soportables. Dicho esto, los fanáticos de la serie disfrutarán con estas nuevas aventuras. También El misterio del príncipe presenta algunos inconvenientes, inevitables a medida que se estrenan más cintas sobre el joven Potter, como la dificultad cada vez mayor para sorprender al espectador y para concluir las tramas de misterio con más rigor.
El realizador británico David Yates, que ya fue el responsable de Harry Potter y la Orden del Fénix y que también será quien dirija la adaptación del último libro titulado Harry Potter y las reliquias de la muerte, se hace cargo de la dirección. En estos momentos está rodando la última entrega que, por la envergadura de su contenido, se prevé dividir en dos filmes que se estrenarán presumiblemente en 2010 y 2011. Será la primera vez que la adaptación cinematográfica de una de las novelas se convierta en dos películas. Por su parte Steve Kloves, autor de la mayoría de los guiones de Potter, repite labor. En su filmografía destacan las notables Jóvenes prodigiosos y Los fabulosos Baker Boys.
El elenco artístico no varía. Daniel Radcliffe sigue siendo el protagonista y Emma Watson y Rupert Grint completan el trío juvenil. Les acompañan actores consagrados de la escena británica como Michael Gambon -que continúa sustituyendo al fallecido Richard Harris en el personaje de Dumbledore-, Julie Walters o Alan Rickman.

miércoles, 15 de julio de 2009

LA PROPOSICIÓN

El abrumador dominio de la industria cinematográfica norteamericana en comparación con otras no admite discusión, tanto desde el punto de vista de la recaudación como del de la calidad de muchas de sus obras. Si se realizara un listado de las mejores películas de la historia del cine, la inmensa mayoría provendría de Estados Unidos, en ocasiones por ostentar el monopolio de la producción de géneros tan típicamente americanos como el western o el musical y en ocasiones porque las obras maestras del resto de estilos tienen a menudo referencias de ese país. No obstante, la indudable supremacía ostentada hasta hace poco tiempo en la comedia empieza a tornarse cada vez más cuestionable. Lejos quedan ya aquellas maravillosas cintas de Woody Allen y habría que remontarse varias décadas para hallar los ingeniosos y divertidos guiones de Nora Ephron - Cuando Harry encontró a Sally Algo para recordar-. La última comedia verdaderamente sobresaliente que se estrenó fue Entre copas (2004), sin duda la excepción que confirma la regla. En el polo opuesto se alzan recientes ejemplos en las cinematografías europeas o sudamericanas que ganan terreno a base de frescura y originalidad. La proposición es otra muestra más de un declive que puede ser calificado como preocupante.
Sandra Bullock, actriz que saltó a la fama al encadenar un par de éxitos muy destacados en la década de los noventa pero, pese a todo, con una irregular carrera profesional, protagoniza el film. En 1994 participó en Speed, interesante largometraje de acción a las órdenes del gran director de fotografía aunque discreto realizador Jan de Bont y un año después le siguió otro éxito de taquilla, la comedia romántica Mientras dormías, lo que le supuso saltar a la primera plana de la actualidad hollywoodiense. Paradójicamente, su trayectoria a partir de ese momento ha sido bastante errática.
La directora de La proposición es Anne Fletcher, quien realizó hace pocos meses la recomendable 27 vestidos pero que, en esta ocasión, poco puede hacer con un pobre guión más centrado en buscar la complicidad del público con los protagonistas que en proponer una trama de cierto fundamento. Sirva como ejemplo la intervención de la veterana Betty White (famosa por la serie televisiva Las chicas de oro), que puede compararse claramente con la incursión que su compañera de serie Estelle Getty hizo en compañía del inexpresivo Sylvester Stallone en la espantosa ¡Alto o mi madre dispara!
Si hubiera que apuntar algún mérito, el primero es que se trata de una propuesta que gusta a un buen número de espectadores. De hecho, el fin de semana de su estreno se aupó a la cima de las recaudaciones USA, habiendo alcanzado ya la cifra de cien millones de dólares, sin contar los ingresos en el resto de países donde se exhibe. Para una producción con un presupuesto de cuarenta millones el triunfo económico obtenido es evidente. Igualmente, hay que reconocer que cuenta con alguna escena muy graciosa, exigencia mínima para una comedia, pero el número de gags realmente divertidos es reducido para las dos horas de proyección.
Cabe destacar la labor de su actor principal, el canadiense Ryan Reynolds, que literalmente roba el protagonismo en buena parte de las escenas a Sandra Bullock gracias a su vis cómica. Algunos secundarios muy eficientes completan el reparto, como Craig T. Nelson (Poltergeist, Silkwood), Mary Steenburgen (Philadelphia, Regreso al futuro III) y Malin Akerman (Watchmen, 27 vestidos).

jueves, 9 de julio de 2009

LA ÚLTIMA CASA DE LA IZQUIERDA

El terror (denominado Horror por los anglosajones para diferenciarlo del Thriller) es, de todos los géneros cinematográficos, uno de los más agotados en lo que a sus fórmulas se refiere. Por regla general los títulos que consiguen exhibirse suelen ser remakes de viejas películas que dejan un espacio mínimo a la originalidad o pretendidas nuevas propuestas que se inspiran en filmes clásicos de este tipo de cine. La última casa de la izquierda nos sitúa ante la primera opción. El cineasta norteamericano Wes Craven, especialista en esta clase de cintas, asume la dirección. Pesadilla en Elm Street (con su mítico personaje de Freddy Krueger), la saga de Scream, Las colinas tienen ojos o El sótano del miedo avalan su trayectoria profesional. Curiosamente, su debut tuvo lugar con la versión de La última casa de la izquierda rodada en el año 1972, como responsable del guión y la realización. Largometraje muy modesto con un presupuesto que no alcanzaba los cien mil dólares y cuya recaudación, aunque terminó dando beneficios, fue limitada, sirvió a Craven para abrirse camino en el controvertido mundillo del terror. Y, aunque el éxito comercial sí llegó con proyectos posteriores, lo cierto es que su cine ha derivado en inspiración de sagas de humor más bien discutible como Scary Movie donde no sólo se ríen abiertamente del realizador de Cleveland sino que, además, logran unos triunfos en la taquilla muy superiores al del trabajo objeto de parodia.
Esta última revisión del producto que, en esta ocasión, está producida por Wes Craven, tiene al desconocido Dannis Iliadis detrás de la cámara. Intenta aportar novedades pero sin lograrlo y tal fracaso no se le puede imputar a este joven director griego sino a la imposibilidad del fin pretendido. A los espectadores que vieron la original hace casi cuarenta años no les sorprenderá en absoluto mientras que al público joven que parte de cero tampoco le provocará entusiasmo alguno, saturado ya de títulos inquietantes y sangrientos en la misma línea. En todo caso, interesará a los auténticos fanáticos del terror que disfrutan una y otra vez con una fórmula manida hasta la saciedad.
Entonces y ahora la trama se centra en dos chicas que llegan a una casa lejana y solitaria a las orillas de un lago y que son secuestradas por un preso psicópata que se ha fugado de la cárcel y los demás componentes de su banda, argumento recurrente de cualquier telefilm de fin de semana. Los escasos treinta millones de dólares de recaudación obtenidos en el mercado estadounidense constituyen un severo toque de atención para unos productores que deberían apresurarse a sanear un género en crisis. No obstante, no parece que las cifras les muevan a meditar. De hecho, Craven ha anunciado para el próximo año la cuarta entrega de Scream con algunos de sus actores fetiche e incluso tiene pendiente de estreno para este 2009 la cinta 25/8.
Como caras más conocidas dentro del reparto figuran los actores Monica Potter (Saw, Patch Adams) y Tony Goldwyn (Ghost, El último samurai) interpretando a los padres de una de las jóvenes secuestradas y cuya intervención resultará muy determinante en el desarrollo de la narración.

jueves, 2 de julio de 2009

TRANSFORMERS: LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS

Michael Bay es el más claro ejemplo de director especializado en grandes superproducciones de acción. Cintas como Armageddon, La roca, Pearl Harbor o Dos policías rebeldes dan fe de ello. Cuando en 2007 presentó la primera entrega de Transformers el largometraje recaudó setecientos millones de dólares a nivel mundial sólo en concepto de ingresos directos de taquilla. Semejante éxito económico auguraba una pronta segunda parte que ha tardado apenas dos años en desembarcar en la gran pantalla. Sin embargo, las supuestas nuevas aventuras que promete no son tan nuevas, básicamente porque, en el peor de los sentidos, es más de lo mismo. Ya no es que los personajes y la estructura cinematográfica sean similares sino que reproducen literalmente y sin disimulo la fórmula de su predecesora. En consecuencia, quienes disfrutaron en su momento con la proyección del anterior film (un elevado número si atendemos a la rentabilidad obtenida) volverán a hacerlo. Ahora bien, aquellos espectadores que entonces salieron decepcionados reincidirán en otra mala experiencia si insisten en dar una segunda oportunidad a esta historia.
Hechas estas matizaciones, es innegable que a Transformers: La venganza de los caídos se le deben reconocer determinados méritos. La realización es impecable y tanto el sonido como los efectos especiales son brillantes. No hay duda de que hasta el último dólar invertido (y han sido muchos millones) tiene su reflejo en las imágenes. No obstante, la lista de deméritos es netamente superior. Para empezar, Bay persiste en el error de mezclar de forma ineficaz la comedia y la acción. Así, la primera parte de la proyección está salpicada por un cúmulo de gags más propios de las mentes responsables de la gran mayoría de títulos basados en desmadres universitarios que con excesiva frecuencia inundan las salas de cine. Pretender a renglón seguido que el público asimile otras escenas de corte dramático se convierte en una misión imposible abocada al fracaso más estrepitoso. Y esta tendencia del realizador californiano a mezclar lo cómico y lo dramático (su “marca de la casa”) funciona ocasionalmente y si, además, cuenta con instrumentos adicionales como, por ejemplo, la presencia Will Smith (cuyas cualidades para la comedia y la acción nadie discute) en el reparto. De lo contrario, se obtiene un resultado final que raya en la mediocridad. En definitiva, esta película no deja de ser un episodio de los Power Rangers pero más caro y más extenso (cerca de dos horas y media).
En cuanto al equipo artístico, el joven Shia LaBeouf - Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal- repite en el papel protagonista en compañía de Megan Fox, actriz que, pese a contar con una escasa filmografía, se ha encaramado al Olimpo de las estrellas mediáticas merced a su gran belleza.
Circula estos últimos días por la red el rumor de que, debido a su prometedor arranque recaudatorio (más de trescientos millones de dólares en su primera semana) los productores ya contemplan el rodaje de una tercera parte de la historia en la que, sin lugar a dudas, los técnicos de sonido y de efectos especiales tendrán muchísimo más trabajo que sus compañeros guionistas.

miércoles, 24 de junio de 2009

CORAZÓN DE TINTA

Siguiendo con la moda de adaptar para la gran pantalla los éxitos editoriales más relevantes, la industria cinematográfica norteamericana se ha fijado en esta ocasión en Cornelia Funke, escritora especializada en literatura infantil y juvenil nacida en Alemania en 1958. En el año 2004 publicó la obra Corazón de tinta, cuya historia prosiguió en otras dos entregas tituladas Sangre de tinta y Muerte de tinta, en 2005 y 2008 respectivamente. Pero la creación literaria de esta germana afincada en Los Ángeles no se detuvo en esta saga sino que se extendió a otros personajes que, aunque no han alcanzado la repercusión de ventas de la trilogía de Mundo de tinta, sí le han aupado a una destacada posición dentro del sector bibliográfico dedicado a los menores y, en consecuencia, a obtener una reconocimiento profesional más que notable. Son ya cuatro los libros editados sobre el personaje de Hugo el fantasma y cinco los que narran las aventuras de Las gallinas locas. Parece lógico que su traducción al lenguaje cinematográfico dependa en buena medida del éxito que obtenga en la taquilla esta primera adaptación.
El peculiar director londinense Iain Softley se ha hecho cargo de la realización. Debutó detrás de la cámara con una cinta musical titulada Backbeat, en la que se reflejaban los inicios de la legendaria banda The Beatles. Posteriormente dirigió el thriller Hackers (Piratas informáticos) protagonizado por Angelina Jolie y también ha sido el responsable de otros largometrajes de difícil clasificación como K-Pax, donde la pareja formada por Kevin Spacey –dando vida a un extraterrestre- y Jeff Bridges –en la piel de un psiquiatra que convierte al alien en objeto de estudio- trataron de salvar un proyecto que terminó resultando muy fallido. Pero fue en 1997 cuando rodó el que, indiscutiblemente, es su mejor trabajo, Las alas de la paloma, drama romántico de época en el que su actriz protagonista, la excéntrica Helena Bonham-Carter, firma su mejor interpretación hasta la fecha. La película recibió cuatro nominaciones a los Oscar, incluyendo las de mejor actriz y mejor guión y es una buena muestra de cómo combinar con acierto la descripción de los personajes con una trama muy interesante que, sumadas a su destacada ambientación y a una excelente banda sonora, la convierten en visión imprescindible para los amantes del género.
Ahora Softley cambia nuevamente de registro y aborda un tradicional film de aventuras fantásticas que tiene su origen en un mundo imaginario proveniente de un libro, en la línea de Harry Potter o Las Crónicas de Narnia. Conviene advertir que sólo los verdaderos entusiastas de este tipo de cine valorarán el producto en su justa medida ya que, de no ser así, puede resultar cansina y carente de alicientes. Corazón de tinta presenta la relación de un padre y una hija, grandes devotos de la lectura y, más concretamente, de leer en voz alta. Poseen un don especial, de tal manera que, cuando recitan, logran que uno de los personajes de su libro se traslade al mundo real y que una persona de ese mundo real se introduzca en el mundo imaginario del libro. Estos extraños poderes son los que finalmente terminan por desencadenar la intensa acción que desprende la propia narración.
El actor Brendan Fraser, un habitual del cine destinado a todos los públicos (George de la Jungla, La momia) es el protagonista principal. Le acompañan la siempre impecable Helen Mirren (Oscar a la mejor actriz por su recreación de la soberana británica Isabel II en La reina) y Paul Bettany (El Código Da Vinci, Una mente maravillosa). Como curiosidad, cabe mencionar que la excelente actriz Jennifer Connelly, esposa de Bettany, aparece en un breve cameo.

jueves, 18 de junio de 2009

7 MINUTOS

Los inicios profesionales de la directora y guionista argentina Daniela Fejerman están estrechamente ligados a los de su colega española Inés París, con la que ha colaborado en sus primeros proyectos cinematográficos. Han participado de forma conjunta en los filmes Sé quién eres, Semen: una historia de amor y A mi madre le gustan las mujeres, cinta que les supuso la nominación al Goya a la mejor dirección novel. Exceptuando el primer título citado anteriormente (donde únicamente se hizo cargo del guión), el resto son comedias disparatadas que se amoldan a la perfección a los estereotipos del humor patrio. Siguiendo la misma línea de sus antecesoras presenta ahora 7 minutos, su debut en la dirección en solitario.
El largometraje es un vehículo diseñado para reflejar las dificultades que en la sociedad actual encuentran una serie de personas aparentemente diferentes entre sí pero que comparten un nexo común: la soledad. Son individuos que están solos y quieren dejar de estarlo y, para lograr ese fin, acuden a sesiones de citas rápidas que se conciertan en internet a través de agencias de contactos. Cada uno de ellos dispondrá en cada nuevo encuentro de siete escasos minutos para convencer a su futurible pareja de haber encontrado lo que está buscando. Este reciente sistema de relaciones interpersonales está cobrando últimamente mucha fuerza en un mundo donde los contextos que favorecen los encuentros afectivos para encontrar el amor en el menor tiempo posible son cada vez más reducidos. Y la mejor manera de tratar un asunto tan serio, según la propia directora y su coguionista y actual ministra de Cultura Ángeles González Sinde, era hacerlo en tono de comedia.
Para ello, han contado con un reparto de tipo coral integrado por experimentados actores de la escena española que encajan muy acertadamente en sus personajes. Cada uno de ellos aborda la recreación de una identidad muy reconocible socialmente hablando y que va desde el macarra guapo o el separado en busca de una segunda oportunidad hasta la mujer exigente que no encuentra a nadie que esté a su altura o el joven que duda sobre su identidad sexual. Destaca la tinerfeña Toni Acosta quien, tras licenciarse en Derecho en la Universidad de La Laguna, se trasladó a Madrid para perseguir su sueño de ser actriz. Sus inicios tuvieron lugar en la pequeña pantalla en series tan populares como Policías y Un paso adelante. Sin embargo, donde ha logrado mayor reconocimiento ha sido en el medio teatral, participando en obras como 5 mujeres.com, La tentación vive arriba, El método Grönholm y Ana en el trópico, por cuya interpretación optó al premio Max a la mejor actriz de reparto. También ha trabajado a las órdenes de José Luis Garci en Luz de domingo. En 7 minutos vuelve a hacer gala de su intensa comicidad, lo que le ha valido el premio a la mejor actriz secundaria en el reciente Festival de Cine de Málaga. La acompañan las actrices Marta Etura (Azuloscurocasinegro, Las trece rosas) en su primer papel cien por cien cómico y Pilar Castro (Días de fútbol, Los dos lados de la cama). Les dan una réplica meritoria Antonio Garrido (Camarón, El camino de los ingleses), Asier Etxeandia (El próximo Oriente, Mentiras y gordas) y Luis Callejo (El penalti más largo del mundo, Princesas).

miércoles, 10 de junio de 2009

LOS MUNDOS DE CORALINE

Pese a que Henry Selick no es un realizador muy conocido a nivel popular, es justo considerarlo uno de los más grandes cineastas del género de animación de la historia del séptimo arte y no porque cuente con un número considerable de cintas. Su filmografía es más bien reducida pero en ella se pueden encontrar auténticas joyas cinematográficas, cuando no obras maestras. En el año 1993 dirigió la magnífica Pesadilla antes de Navidad, film que se vincula directamente a Tim Burton, de cuya mente brillante y atormentada nacieron la historia y sus personajes, pero que se realizó bajo la batuta del competente Selick. Esta obra, que desprende fantasía y originalidad en cada uno de sus fotogramas, cuenta además de con una trama y unos tipos interesantísimos, con una de las mejores bandas sonoras de la década de los noventa, por lo que funciona perfectamente tanto en su vertiente visual como musical gracias a unas canciones memorables cantadas en versión original por su propio compositor, el magistral Danny Elfman. De hecho, los reconocimientos de esta producción trascienden el ámbito cinematográfico, como lo demuestra el hecho de que fue nominada al Grammy, premio musical por excelencia. Su éxito fue espectacular y recaudó más de setenta millones de dólares sólo en Estados Unidos, una cifra muy respetable para un proyecto de sus características. Tres años después asumió la dirección de James y el melocotón gigante que, aunque no alcanzó el nivel de su predecesora, también merece los calificativos de original e imaginativa. Ahora presenta su última propuesta bajo el título de Los mundos de Coraline.
La obra literaria en la que está basada fue escrita por el inglés Neil Gaiman, quien ha demostrado su dominio tanto del cómic y la novela gráfica (es el autor del personaje de Sandman) como el de la literatura en general. Ha obtenido los más relevantes galardones de las publicaciones de terror y ciencia-ficción, como el Bram Stoker (otorgado por la Asociación de Escritores de Horror) y el Hugo (elegido por los autores especialistas en el género fantástico). Y fue precisamente en 2003 cuando se hizo acreedor de ambas distinciones por su novela Coraline. No estamos, pues, ante un cuento infantil en sentido estricto aunque, indudablemente, es un sector del público al que también va dirigida, máxime por su condición de cine de animación.
La trama gira en torno a una niña con unos padres excesivamente ocupados que, tras un cambio de residencia, se siente presa de un aburrimiento insoportable. La situación cambia radicalmente cuando descubre en una habitación de su nueva casa una puerta que la transporta a una realidad paralela, una especie de segunda dimensión donde, aparentemente, todo aquello que forma parte de su mundo se repite en una copia mejorada, así que la protagonista decide optar por ese universo ideal y prescindir del real. Sin embargo, en poco tiempo comprobará que no es oro todo lo que reluce y, al pretender volver sobre sus pasos, lo tendrá sumamente difícil.
Los mundos de Coraline no alcanza la maestría de aquella Pesadilla antes de Navidad protagonizada por el inquietante personaje de Jack Skellington pero hereda buena parte de su espíritu y de su estética, de modo que encandilará a los amantes del género. Además, constituye un inteligente y recomendable entretenimiento para los más pequeños de la casa. Su moraleja final no es otra que la que ya saliera de boca del personaje de Meryl Streep en Memorias de África: “Cuando los dioses quieren castigarnos atienden nuestras plegarias”.

lunes, 8 de junio de 2009

LOS HOMBRES QUE NO AMABAN A LAS MUJERES

Históricamente, la trayectoria de la cinematografía sueca se había limitado a la fama de su figura más emblemática, el realizador Ingmar Bergman, quien obtuvo el Oscar al mejor film de habla no inglesa por Fanny y Alexander, el premio honorífico Irving Thalberg y nueve nominaciones más a los preciados galardones de la Academia de Hollywood, y al éxito de sus dos actrices más consagradas, Greta Garbo e Ingrid Bergman. Resulta, pues, evidente que nos encontramos ante una industria minoritaria y poco conocida. Ha tenido que surgir un fenómeno literario de enorme repercusión mundial para revitalizar el séptimo arte del país nórdico.
El periodista y escritor Stieg Larsson ejercía como redactor en una revista de investigación de línea izquierdista (igual que el protagonista de Los hombre que no amaban a las mujeres) que en el año 2004 entregó a una editorial los manuscritos de tres novelas. Junto a la que ahora se estrena en su adaptación para el cine figuraban La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire (ésta última pendiente de publicación). Las dos primeras han conseguido una espectacular aceptación por parte del público de medio mundo pero, por desgracia, Larsson no ha podido disfrutar de su triunfo en vida ya que murió precisamente en 2004 sin llegar a conocer las millonarias cifras de ventas de sus obras.
La pantalla grande no podía dar la espalda a un producto que había conectado con millones de lectores de forma tan repentina como inesperada y, en un escaso período de tiempo, la adaptación cinematográfica de la primera novela era una realidad. En breve, llegará a las salas de proyección el segundo título de la saga Millennium. Este thriller de producción sueca cuenta la historia de una familia muy poderosa, uno de cuyos miembros decide contratar a un periodista caído en desgracia y a una muy peculiar “hacker” informática para investigar un supuesto crimen ocurrido cuatro décadas atrás, en concreto la desaparición de una joven integrante del clan que, al parecer, pudo terminar en asesinato. En el proceso de investigación van descubriendo que ese caso concreto está interrelacionado con otros crímenes rituales de mujeres.
La película está rodada con una estética sobria muy alejada del habitual estilo de las grandes producciones norteamericanas y su principal acierto reside en la creación de una trama muy interesante basada en un misterio que, efectivamente, engancha al espectador para, desde ese punto de partida, entretener a través de la vía del suspense. Sus protagonistas, originarios también de Suecia, pueden calificarse de atípicos, de modo que esa mezcla de originalidad y realismo engrandece el resultado final. Paradójicamente, las cualidades que garantizan a los amantes del suspense un film de visión intensa son las mismas que le impiden dar el salto cualitativo de los grandes títulos que han encumbrado al thriller como uno de los más grandes géneros cinematográficos. En conclusión, la sordidez tanto de la historia como de sus personajes, unida a unos avances en el relato un tanto inexplicables, limitan las posibilidades de la cinta, si bien el producto obtenido no es, ni mucho menos, desdeñable.

miércoles, 27 de mayo de 2009

NOCHE EN EL MUSEO 2

Chris Columbus, guionista, productor y director norteamericano, representa al cineasta especializado por excelencia en cine infantil y juvenil. Firmó los guiones de Gremlins, Los Goonies y El secreto de la pirámide. Realizó grandes éxitos de taquilla como Solo en casa o la primera y segunda partes de la saga de Harry Potter, junto a varias cintas que sirvieron de vehículo para explotar la vis más cómica del actor Robin Williams -Sra. Doubtfire y El hombre bicentenario-. En labores de producción, además de encargarse de las películas dirigidas por él mismo, es el responsable tanto de Noche en el museo como de su secuela. Su filmografía se centra en productos de gran aceptación por parte de un público muy joven y se encuadran en el apartado de entretenimiento menor, excepción hecha de los largometrajes del joven mago británico creado por la escritora J.K. Rowling, cuya calidad es netamente superior. En todo caso, Columbus ha logrado encandilar a una generación muy concreta que disfrutó de sus filmes a una edad en la que no se es demasiado exigente a la hora de soltar la carcajada. Por su parte, Shawn Levy, que ya tenía experiencia previa en las comedias (Recién casados, Doce en casa, las dos últimas Panteras Rosas de Steve Martin) ha asumido la dirección de ambas Noches en el museo.
La primera de ellas se estrenó en el año 2006 y mostraba las desventuras del vigilante nocturno de un museo que veía cómo cada noche las figuras exhibidas en las salas de exposición cobraban vida y le colocaban ante situaciones muy delirantes. Teniendo en cuenta que, con un presupuesto de apenas cien millones de dólares se recaudaron quinientos setenta y cinco, el éxito puede considerarse muy relevante, razón más que suficiente para repetir la fórmula al cabo de tres años. Con una trama similar en la que únicamente varía la ubicación del museo que, en esta ocasión se sitúa en Washington, tanto los personajes como el hilo conductor de la historia son una reiteración de su antecesora, de modo que se malogra su principal baza: la originalidad de la propuesta. Por lo tanto, Noche en el museo 2 no deja de ser un producto agotado cuya pretensión es que los espectadores que ya disfrutaron antes acudan a ver más de lo mismo. Y no parece una pretensión tan descabellada si se tiene en cuenta que, en el fin de semana de su estreno en Estados Unidos, alcanzó el puesto de honor de la taquilla –cincuenta y tres millones de dólares en tres días-, con el mérito añadido de haber coincidido con la llegada a las salas anglosajonas del último proyecto que integra la saga de Terminator.
Ben Stiller, famosísimo cómico norteamericano forjado en el medio televisivo, repite como protagonista. Su trayectoria como intérprete se ha desarrollado preferentemente en el humor - Dúplex, Los padres de ella y su continuación, Cuestión de pelotas, Matrimonio compulsivo- aunque haya intervenido con pequeños cameos en algún drama como El imperio del sol de Steven Spielberg. De sus incursiones en el terreno de la realización merece destacarse la muy interesante Reality Bites (1994). Le acompaña en el reparto la joven Amy Adams, recientemente nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria por su papel de La duda.

viernes, 22 de mayo de 2009

ÁNGELES Y DEMONIOS

El cineasta norteamericano Ron Howard comenzó su carrera profesional en el campo de la interpretación, pasión heredada de sus padres, actores ambos tanto de cine como de televisión. Participó en algunas series muy populares como Bonanza, M.A.S.H. y Saturday Night Live y en la gran pantalla también intervino en pequeños papeles - American Graffiti-. Sin embargo, la fama le llegó al dar el salto a la dirección. En esta faceta ha demostrado saber evitar los encasillamientos y probar la práctica mayoría de los géneros cinematográficos. Ha rodado comedias (Un, dos, tres… Splash, Dulce hogar… a veces), aventuras (Willow), thriller (Llamaradas) y hasta cine infantil (El Grinch). Coqueteó incluso con el western (Un horizonte muy lejano) pero ha sido el drama el género que le ha reportado mayores reconocimientos. Años después de rodar Apolo 13, obtuvo los Oscar a mejor director y productor por Una mente maravillosa y, en la última edición de los premios de la Academia de Hollywood, fue nominado en idénticas categorías por la cinta Frost/Nixon. Por lo tanto, aunque no toda su filmografía mantiene el mismo nivel de calidad, puede enorgullecerse de contar con muy buenos títulos entre sus largometrajes.
Howard, en su afán de huir de las etiquetas, siempre había presumido de no repetir con ningún personaje y de no filmar ninguna secuela, fiel a esa pretensión de no encasillarse y buscando siempre proyectos originales y diferentes. Sin embargo, ahora presenta la segunda parte de El código Da Vinci y, para justificar la incoherencia con su anterior discurso, ha afirmado que este film no comparte similitudes con su precuela debido al mayor ritmo de su metraje. No obstante, los más de setecientos cincuenta millones de dólares que recaudó la adaptación de la novela de Dan Brown parecen alzarse como la verdadera motivación de ese cambio en sus normas de actuación.
Ciertamente, Ángeles y Demonios posee una dosis superior de acción y un ritmo más frenético que su antecesora y, quienes prefieran un tipo de cine basado en un ritmo visual sin descanso, saldrán razonablemente satisfechos tras la proyección. La trama se centra en cómo evitar cuatro asesinatos y la explosión de una bomba que se producirán consecutivamente entre las ocho de la tarde y la medianoche e inyecta a la narración una rapidez agotadora, aunque no por ello meritoria. Los numerosos admiradores de la ciudad de Roma, un escenario de auténtico lujo, también disfrutarán con el recorrido por buena parte de sus monumentos más emblemáticos.
Desafortunadamente la historia, amén de poco creíble (característica no imprescindible en determinados géneros cinematográficos pero sí en otros, como es este caso) está salpicada de diálogos pobres y discursos absurdos. El dado por el personaje interpretado por Ewan McGregor al interrumpir el cónclave de elección del futuro Papa en el Colegio Cardenalicio es una buena prueba de ello. Quien no haya leído previamente la obra ignorará si todos esos defectos son una herencia del propio best-seller o son producto de una adaptación discutible pero, en todo caso, Ángeles y Demonios no deja de resultar un thriller menor.
El protagonista principal es nuevamente el solvente actor norteamericano Tom Hanks, ganador de dos estatuillas doradas por sus papeles en Philadelphia y Forrest Gump y que recientemente encabezó el reparto de la muy recomendable La guerra de Charlie Wilson. Su innegable tirón popular constituye una de las claves del éxito de este film. La desconocida actriz israelí Ayelet Zurer, que participó en Munich de Steven Spielberg, da vida al personaje femenino.