El joven realizador Daniel Sánchez Arévalo estrenó en el año 2006 su opera prima AzulOscuroCasiNegro, film muy interesante con el que obtuvo tres premios Goya de la Academia del Cine Español de un total de seis nominaciones, además de otros reconocimientos en festivales cinematográficos como los de Venecia y Málaga. La cinta narraba la historia de un joven que pretendía evitar un destino que parecía inevitable, marcado por un precario y desalentador futuro profesional y por un entorno marginal y poco esperanzador. De hecho, el color al que hace referencia el título representa el estado de ánimo y la percepción que el protagonista tiene de su vida. Han tenido que pasar tres años para que este prometedor director se haya vuelto a colocar detrás de la cámara con el rodaje de Gordos en el que, como en su anterior trabajo, asume tanto el guión como la realización. Por lo tanto, parece que con este nuevo largometraje se consolida en la pantalla grande, abandonando así su época de guionista ocasional de algunos episodios de series de televisión como Hospital central, Lobos o Farmacia de Guardia.
La trama de Gordos gira alrededor de un grupo de personas marcadas por el sobrepeso que acuden a una terapia de grupo cuyo objetivo no es tanto adelgazar sino analizar las causas de su aumento de peso y de la insatisfacción que les genera su propio cuerpo. En cierto modo, no estamos ante una película que hable sobre la gordura física sin sobre la gordura emocional. Es un vehículo que sirve para reflejar una idea de la obesidad más relacionada con todo lo que los individuos tienen que “tragar” a diario y que cuesta expresar y digerir que con el puro y simple hecho de comer compulsivamente. Y este planteamiento nos lleva a preguntarnos si estamos ante una comedia o ante un drama. En palabras de su responsable, la comedia sólo funciona si se fabrica desde una base dramática muy sólida y en esa contradicción cohabitan el problema y la solución. Sánchez Arévalo se limita a observar y no enjuiciar, manteniéndose al margen de los conflictos en los que sus personajes se ven inmersos. Todos ellos han desarrollado una coraza que les ayuda a sobrevivir (no a vivir) y que, por regla general, va en contra de su principios y de su libertad.
Conviene resaltar que este proyecto se ha rodado a lo largo de diez meses en los que la mayor parte de sus protagonistas se han visto sometidos a cambios físicos muy relevantes. En concreto, Antonio de la Torre engordó y adelgazó sucesivamente la nada despreciable cantidad de treinta y tres kilos para hacer más creíble su interpretación y varios de sus compañeros también sufrieron serias transformaciones físicas. Sin duda, lo más meritorio del resultado final estriba en la disección de cada personaje y sus circunstancias. Por el contrario, en ocasiones se aprecia una cierta debilidad de guión y una oscilación en el ritmo de la proyección, que a veces resulta lenta. Acompañan a De la Torre los actores Raúl Arévalo (ambos repiten con el director tras AzulOscuroCasiNegro), Roberto Enríquez (El alquimista impaciente), Verónica Sánchez (Las 13 rosas) y Pilar Castro (7 minutos), junto a otros secundarios que completan el reparto con corrección. Por último, señalar que Gordos competirá con Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet y El baile de la victoria de Fernando Trueba para representar a España en la próxima edición de los Oscar de Hollywood en la categoría de mejor película de habla no inglesa.
La trama de Gordos gira alrededor de un grupo de personas marcadas por el sobrepeso que acuden a una terapia de grupo cuyo objetivo no es tanto adelgazar sino analizar las causas de su aumento de peso y de la insatisfacción que les genera su propio cuerpo. En cierto modo, no estamos ante una película que hable sobre la gordura física sin sobre la gordura emocional. Es un vehículo que sirve para reflejar una idea de la obesidad más relacionada con todo lo que los individuos tienen que “tragar” a diario y que cuesta expresar y digerir que con el puro y simple hecho de comer compulsivamente. Y este planteamiento nos lleva a preguntarnos si estamos ante una comedia o ante un drama. En palabras de su responsable, la comedia sólo funciona si se fabrica desde una base dramática muy sólida y en esa contradicción cohabitan el problema y la solución. Sánchez Arévalo se limita a observar y no enjuiciar, manteniéndose al margen de los conflictos en los que sus personajes se ven inmersos. Todos ellos han desarrollado una coraza que les ayuda a sobrevivir (no a vivir) y que, por regla general, va en contra de su principios y de su libertad.
Conviene resaltar que este proyecto se ha rodado a lo largo de diez meses en los que la mayor parte de sus protagonistas se han visto sometidos a cambios físicos muy relevantes. En concreto, Antonio de la Torre engordó y adelgazó sucesivamente la nada despreciable cantidad de treinta y tres kilos para hacer más creíble su interpretación y varios de sus compañeros también sufrieron serias transformaciones físicas. Sin duda, lo más meritorio del resultado final estriba en la disección de cada personaje y sus circunstancias. Por el contrario, en ocasiones se aprecia una cierta debilidad de guión y una oscilación en el ritmo de la proyección, que a veces resulta lenta. Acompañan a De la Torre los actores Raúl Arévalo (ambos repiten con el director tras AzulOscuroCasiNegro), Roberto Enríquez (El alquimista impaciente), Verónica Sánchez (Las 13 rosas) y Pilar Castro (7 minutos), junto a otros secundarios que completan el reparto con corrección. Por último, señalar que Gordos competirá con Mapa de los sonidos de Tokio de Isabel Coixet y El baile de la victoria de Fernando Trueba para representar a España en la próxima edición de los Oscar de Hollywood en la categoría de mejor película de habla no inglesa.
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