miércoles, 15 de julio de 2009

LA PROPOSICIÓN

El abrumador dominio de la industria cinematográfica norteamericana en comparación con otras no admite discusión, tanto desde el punto de vista de la recaudación como del de la calidad de muchas de sus obras. Si se realizara un listado de las mejores películas de la historia del cine, la inmensa mayoría provendría de Estados Unidos, en ocasiones por ostentar el monopolio de la producción de géneros tan típicamente americanos como el western o el musical y en ocasiones porque las obras maestras del resto de estilos tienen a menudo referencias de ese país. No obstante, la indudable supremacía ostentada hasta hace poco tiempo en la comedia empieza a tornarse cada vez más cuestionable. Lejos quedan ya aquellas maravillosas cintas de Woody Allen y habría que remontarse varias décadas para hallar los ingeniosos y divertidos guiones de Nora Ephron - Cuando Harry encontró a Sally Algo para recordar-. La última comedia verdaderamente sobresaliente que se estrenó fue Entre copas (2004), sin duda la excepción que confirma la regla. En el polo opuesto se alzan recientes ejemplos en las cinematografías europeas o sudamericanas que ganan terreno a base de frescura y originalidad. La proposición es otra muestra más de un declive que puede ser calificado como preocupante.
Sandra Bullock, actriz que saltó a la fama al encadenar un par de éxitos muy destacados en la década de los noventa pero, pese a todo, con una irregular carrera profesional, protagoniza el film. En 1994 participó en Speed, interesante largometraje de acción a las órdenes del gran director de fotografía aunque discreto realizador Jan de Bont y un año después le siguió otro éxito de taquilla, la comedia romántica Mientras dormías, lo que le supuso saltar a la primera plana de la actualidad hollywoodiense. Paradójicamente, su trayectoria a partir de ese momento ha sido bastante errática.
La directora de La proposición es Anne Fletcher, quien realizó hace pocos meses la recomendable 27 vestidos pero que, en esta ocasión, poco puede hacer con un pobre guión más centrado en buscar la complicidad del público con los protagonistas que en proponer una trama de cierto fundamento. Sirva como ejemplo la intervención de la veterana Betty White (famosa por la serie televisiva Las chicas de oro), que puede compararse claramente con la incursión que su compañera de serie Estelle Getty hizo en compañía del inexpresivo Sylvester Stallone en la espantosa ¡Alto o mi madre dispara!
Si hubiera que apuntar algún mérito, el primero es que se trata de una propuesta que gusta a un buen número de espectadores. De hecho, el fin de semana de su estreno se aupó a la cima de las recaudaciones USA, habiendo alcanzado ya la cifra de cien millones de dólares, sin contar los ingresos en el resto de países donde se exhibe. Para una producción con un presupuesto de cuarenta millones el triunfo económico obtenido es evidente. Igualmente, hay que reconocer que cuenta con alguna escena muy graciosa, exigencia mínima para una comedia, pero el número de gags realmente divertidos es reducido para las dos horas de proyección.
Cabe destacar la labor de su actor principal, el canadiense Ryan Reynolds, que literalmente roba el protagonismo en buena parte de las escenas a Sandra Bullock gracias a su vis cómica. Algunos secundarios muy eficientes completan el reparto, como Craig T. Nelson (Poltergeist, Silkwood), Mary Steenburgen (Philadelphia, Regreso al futuro III) y Malin Akerman (Watchmen, 27 vestidos).

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