miércoles, 22 de julio de 2009

HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

En estos últimos años públicos de todas clases han asistido a una fructífera colaboración entre el cine y la literatura. A día de hoy permanece en cartel la adaptación de la primera entrega de la serie Millenium del escritor Stig Larsson. El liderazgo del fallecido novelista sueco en las librerías es indiscutible y se puede concluir que ha logrado trasladar ese éxito al ámbito de las salas de proyección europeas. El caso de Stephanie Meyer y su obra vampírica compuesta por Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer es muy similar ya que millones de libros vendidos se han traducido igualmente en ingentes recaudaciones mundiales por ingresos directos en taquilla obtenidos exclusivamente por la primera de sus novelas. Todos estos magníficos datos, por muy meritorios que resulten, palidecen ante el fenómeno de Harry Potter.
Baste mencionar que el séptimo libro de la saga, cuya adaptación aún no se ha estrenado en cines, vendió en su primer día en las librerías estadounidenses más de ocho millones de ejemplares y que las ventas de todas las historias del joven mago se elevan a los trescientos veinte millones, cifras que se tornan más asombrosas cuando se trasladan al campo de su rentabilidad cinematográfica. Las cinco películas que ya han concluido su carrera comercial figuran entre las veinticinco más taquilleras de todos los tiempos, habiendo obtenido más de cuatro mil cuatrocientos cincuenta millones de dólares en concepto de venta de entradas. Por supuesto, esta sexta entrega va por el mismo camino y en sus primeros cinco días de exhibición internacional ha superado los trescientos cincuenta millones de dólares. Es obvio que no existe ningún fenómeno cinematográfico que haya logrado semejante aceptación.
El film posee idénticos méritos que los anteriores largometrajes: realización impecable, dirección artística, decorados, fotografía y efectos especiales excepcionales y un mundo imaginario, atractivo y fantasioso cuyos personajes siguen manteniendo el interés inicial. De más está decir que es imprescindible ser un espectador mínimamente receptivo al género fantástico porque, de lo contrario, las casi dos horas y media de duración serían difícilmente soportables. Dicho esto, los fanáticos de la serie disfrutarán con estas nuevas aventuras. También El misterio del príncipe presenta algunos inconvenientes, inevitables a medida que se estrenan más cintas sobre el joven Potter, como la dificultad cada vez mayor para sorprender al espectador y para concluir las tramas de misterio con más rigor.
El realizador británico David Yates, que ya fue el responsable de Harry Potter y la Orden del Fénix y que también será quien dirija la adaptación del último libro titulado Harry Potter y las reliquias de la muerte, se hace cargo de la dirección. En estos momentos está rodando la última entrega que, por la envergadura de su contenido, se prevé dividir en dos filmes que se estrenarán presumiblemente en 2010 y 2011. Será la primera vez que la adaptación cinematográfica de una de las novelas se convierta en dos películas. Por su parte Steve Kloves, autor de la mayoría de los guiones de Potter, repite labor. En su filmografía destacan las notables Jóvenes prodigiosos y Los fabulosos Baker Boys.
El elenco artístico no varía. Daniel Radcliffe sigue siendo el protagonista y Emma Watson y Rupert Grint completan el trío juvenil. Les acompañan actores consagrados de la escena británica como Michael Gambon -que continúa sustituyendo al fallecido Richard Harris en el personaje de Dumbledore-, Julie Walters o Alan Rickman.

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