viernes, 16 de septiembre de 2011

LA DEUDA (The Debt)



John Madden es un director británico cuyas películas se caracterizan por su corrección pero sin terminar de resultar brillantes. Dejando a un lado la claramente más fallida La mandolina del capitán Corelli, que desentona a todas luces en su filmografía, su cine se sitúa en ese nivel de calidad a medio camino entre el meramente aceptable y el que encandila. Incluso cuando se habla de Shakespeare enamorado (cinta que ganó en 1999 el Oscar a la mejor película) suele afirmarse que, pese a sus indiscutibles méritos, recibió una recompensa excesiva, probablemente porque aquel año el listón exhibido por sus otras competidoras no era el esperado. En todo caso, a pesar de tan emblemático galardón, se trata de un film inferior respecto a otros que también lo han obtenido. La verdad oculta o Su majestad Mrs. Brown son buenos ejemplos de trabajos con innegables virtudes y dignos de ser valorados pero no terminan de dar ese salto definitivo a la excelencia ni logran esa conexión especial con el público.
Continuando en la misma línea, el realizador estrena ahora La deuda, último proyecto que no provoca ni reproches ni alabanzas, puesto que ofrece el mínimo exigible a un film de intriga con un presupuesto medio y unos actores consagrados. Entretenida a ratos, todos sus intérpretes –pertenecientes a la escuela británica, con la excepción de Jessica Chastain- sobresalen de forma notable. Sin embargo, es inevitable sentir un cierto desencanto ante lo que, en principio, prometía, sobre todo si se compara con otros títulos de temática común como Munich de Steven Spielberg o Juego de lágrimas de Neil Jordan, que sí se desmarcaron de la mera corrección para alcanzar la consideración de cine con mayúsculas. Ya sé que las comparaciones son odiosas pero aquí Madden sale perdiendo.
Lo mejor del largometraje se halla en su reparto. La magnífica actriz Helen Mirren, ganadora del Oscar por La reina y nominada en tres ocasiones más, asegura un trabajo excelente en cualquier proyecto en el que interviene. Lo mismo ocurre con Tom Wilkinson, cuya participación como secundario de lujo en innumerables cintas garantiza la calidad de éstas. Destaca asimismo la joven californiana Jessica Chastain, a quien veremos con asiduidad en las próximas semanas, ya que este viernes estrena El árbol de la vida, lo último del siempre extraño cineasta Terrence Malick y el próximo 28 de octubre aparecerá en Criadas y señoras, auténtica película revelación de la temporada en Estados Unidos que, con un presupuesto de apenas veinticinco millones de dólares ya ha recaudado solo en el mercado norteamericano más de ciento treinta, manteniendo durante cuatro semanas consecutivas –por primera vez en 2011- el número uno de taquilla. Anoten este título porque a buen seguro dará mucho que hablar en el futuro.

2 comentarios:

Josh dijo...

Hola Gerardo.

No he visto La Deuda, la tengo en mi lista de futuribles. Solo quería saber si ya había visto 'El árbol de la vida' de T. Malick, si fuera así espero ansioso que publique su crítica.

Saludos

Gerardo Pérez Sánchez dijo...

Hola Josh:
La película de Malick, como toda su obra, es compleja. Es de ese tipo de directores que o te maravilla o te aburre sobremanera. Tiene un estilo narrativo lento, en tono poético y, además, sus pretensiones están a medio camino entre la filosofía y lo trascendental. Con todo eso pueden pasar dos cosas:
La primera, que lo que cuenta Malick te toque alguna fibra sensible en tu interior y te sientas identificado con su visión. En ese caso verás la obra como una gran película, te emocionará, le encontrarás sentido y lo encumbrarás como un gran director.
La segunda, que su peculiar visión poetica y mística no te llegue adentro, lo logre penetrarte y conectar contigo. En ese caso las más de dos horas y medio serán un tedio difícil de soportar.
Lo que sí se le debe reconocer a Malick (y esto sí es un halago hacia él personalmente) es que es un director fiel a sí mismo, que no se deja manipular por modas o productoras y que el original en sus planteamientos y en su tipo de cine. Va contra corriente. Y eso, en un mundo en el que casi todos los cineastas se limitan a intentar repetir las fórmulas del éxito, tiene mérito. Mucho mérito.
Un saludo.
Gerardo.