viernes, 1 de agosto de 2008

EL SUPERAGENTE 86

El famoso cómico norteamericano Mel Brooks ha dedicado más de medio siglo de actividad profesional al humor y en esa trayectoria ha sido extraordinariamente versátil, ya que ha actuado, dirigido, producido, escrito guiones y hasta compuesto canciones para películas. Ganador de un Oscar por su guión de Los productores a finales de la década de los sesenta, cuenta con otras dos nominaciones como compositor y, de nuevo, como guionista. Suyos son los largometrajes Sillas de montar calientes, El jovencito Frankenstein, La loca historia de las galaxias y Máxima ansiedad. Pero también se dedicó al medio televisivo ideando la popular serie El Superagente 86, una sátira de los filmes de espías - en especial del personaje de James Bond - que se emitió con gran éxito internacional entre los años 1965 y 1970. Dicha serie fue galardonada con siete premios Emmy, tres de los cuales fueron a parar a su protagonista Don Adams e, incluso, estuvo nominada a los prestigiosos Globos de Oro. En estos momentos en los que las adaptaciones cinematográficas de antiguas series de televisión son una constante –de hecho, los aficionados a la popular Expediente X han podido disfrutar la pasada semana de una nueva entrega protagonizada por los famosos agentes del F.B.I. Mulder y Scully- no es de extrañar que, finalmente, el recordado dueño del zapatófono haya llegado a las salas de proyección.
El realizador Peter Segal es quien ha asumido el riesgo de rescatar a este peculiar agente secreto para trasladarlo a la pantalla grande. Segal es un habitual de la comedia, que ya dirigió anteriormente títulos como 50 primeras citas con Adam Sandler y El profesor chiflado 2 con Eddie Murphy pero es ahora cuando ha rodado sin duda su mejor trabajo. El Superagente 86 consigue sin dificultad provocar la risa y rememorar momentos felices para todos aquellos que, años atrás, disfrutaron con su versión para la pequeña pantalla. Tal vez la trama resulte un poco ridícula y la duración peque de excesivamente larga pero es evidente que el objetivo pretendido no era filmar una obra maestra del séptimo arte sino, simplemente, lograr un producto apto para el entretenimiento y la diversión y, en ese sentido, dicho objetivo se ha logrado. Especialmente acertada es la parte del metraje que explota la vertiente más cómica de sus protagonistas, donde el Superagente 86 y la Agente 99 asumen con soltura todo el peso interpretativo, puesto que el resto de elementos humorísticos que rodean a los personajes secundarios y al desarrollo de la historia son más bien mediocres.
La elección de la pareja protagonista también puede considerarse muy adecuada. El actor Steve Carell, que había tenido mala suerte con sus papeles principales de Sigo como Dios y Virgen a los cuarenta, aunque demostró su categoría en la imprescindible Pequeña Miss Sunshine, hace una magnífica recreación de Maxwell Smart, lo cual supondrá un importante revulsivo en su irregular filmografía. Por su parte, la actriz Anne Hathaway está excepcional en su caracterización de heroína cómica. Esta joven neoyorkina, que ya destacó en Brokeback Mountain y El diablo viste de Prada, se revela aquí como una intérprete muy a tener en cuenta de cara al futuro.

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