El veterano Robert Wise es uno de los directores más reconocidos de la industria anglosajona gracias a cintas excelentes como Sonrisas y lágrimas, West Side Story o ¡Quiero vivir! También ha realizado –aunque con menor repercusión- varias incursiones en el género de ciencia ficción, siendo el responsable de dos largometrajes de la saga de Star Trek. Ya en el año 1951 estrenó la primera versión cinematográfica de Ultimátum a la tierra con gran éxito mediático. Aunque los espectadores analizaron aquella producción conectándola con la situación política mundial del momento concreto - marcada por la Guerra Fría - la verdad es que contenía un innegable mensaje pacifista. De hecho, logró una nominación a los Globos de Oro para la banda sonora del maestro Bernard Herrmann – habitual colaborador de Sir Alfred Hitchcock - y obtuvo uno honorífico fuera de competición “por promover el entendimiento internacional”.
Más de medio siglo después, se ha procedido a revisar este clásico a través de una nueva adaptación. El encargado del proyecto ha sido Scott Derrickson, de cuya filmografía sobresalen El exorcismo de Emily Rose y Hellraiser: Inferno. El planteamiento del film es prácticamente idéntico al original. Comienzan a llegar naves extraterrestres a la Tierra y de una de ellas desciende un ser que, de entrada, solicita conversar con los líderes políticos internacionales. Como consecuencia de ser tratado de forma hostil, comienza a preparar la exterminación del planeta, mientras una científica y su hijastro intentan convencerle paralelamente de las bondades de la raza humana. El mensaje pacifista de los años cincuenta se transforma ahora en una loa ecologista que sigue una línea argumental muy similar.
Aparte de ser muy cuestionable versionar nuevamente un clásico de éxito que, por supuesto, no ha sido superado, lo cierto es que este largometraje no va a cautivar a las masas. Para empezar, no se trata de una película de acción, de modo que los seguidores de este tipo de cine no van a encontrar el entretenimiento al que aspiran. Algunas escenas poseen cierta intensidad pero, en general, el estilo narrativo es pausado y, a ratos, hasta lento, en una pretensión de encajar la cinta en un género más dramático. Tampoco entusiasmará a los amantes de la ciencia ficción, en primer lugar porque en la comparación con el título original no sale bien parada y, después, porque tampoco constituye una propuesta basada en un planteamiento serio. Admitiendo que su moraleja sea más o menos defendible, cinematográficamente no aporta nada ni original ni atractivo. Y, a pesar de estrenarse en todo el mundo el pasado fin de semana con una potente campaña de marketing a sus espaldas, sus resultados en taquilla no han sido los esperados, pese a ocupar el número uno de la recaudación en varios países.
Su protagonista es Keanu Reeves, actor muy conocido por su participación en la saga Matrix y que cuenta en su haber con las interesantes Speed y Drácula de Bram Stoker. Destaca, como es habitual en ella, la magnífica Jennifer Connelly, ganadora de un Oscar a la mejor actriz secundaria por Una mente maravillosa y en cuyo currículum figuran excelentes trabajos como los de Casa de arena y niebla o Diamante de sangre. Señalar como curiosidad que el niño que aparece en el reparto es Jaden Smith Pinkett, hijo de Will Smith y Jada Pinkett, que ya debutó en la pantalla grande junto a su padre en En busca de la felicidad.
Más de medio siglo después, se ha procedido a revisar este clásico a través de una nueva adaptación. El encargado del proyecto ha sido Scott Derrickson, de cuya filmografía sobresalen El exorcismo de Emily Rose y Hellraiser: Inferno. El planteamiento del film es prácticamente idéntico al original. Comienzan a llegar naves extraterrestres a la Tierra y de una de ellas desciende un ser que, de entrada, solicita conversar con los líderes políticos internacionales. Como consecuencia de ser tratado de forma hostil, comienza a preparar la exterminación del planeta, mientras una científica y su hijastro intentan convencerle paralelamente de las bondades de la raza humana. El mensaje pacifista de los años cincuenta se transforma ahora en una loa ecologista que sigue una línea argumental muy similar.
Aparte de ser muy cuestionable versionar nuevamente un clásico de éxito que, por supuesto, no ha sido superado, lo cierto es que este largometraje no va a cautivar a las masas. Para empezar, no se trata de una película de acción, de modo que los seguidores de este tipo de cine no van a encontrar el entretenimiento al que aspiran. Algunas escenas poseen cierta intensidad pero, en general, el estilo narrativo es pausado y, a ratos, hasta lento, en una pretensión de encajar la cinta en un género más dramático. Tampoco entusiasmará a los amantes de la ciencia ficción, en primer lugar porque en la comparación con el título original no sale bien parada y, después, porque tampoco constituye una propuesta basada en un planteamiento serio. Admitiendo que su moraleja sea más o menos defendible, cinematográficamente no aporta nada ni original ni atractivo. Y, a pesar de estrenarse en todo el mundo el pasado fin de semana con una potente campaña de marketing a sus espaldas, sus resultados en taquilla no han sido los esperados, pese a ocupar el número uno de la recaudación en varios países.
Su protagonista es Keanu Reeves, actor muy conocido por su participación en la saga Matrix y que cuenta en su haber con las interesantes Speed y Drácula de Bram Stoker. Destaca, como es habitual en ella, la magnífica Jennifer Connelly, ganadora de un Oscar a la mejor actriz secundaria por Una mente maravillosa y en cuyo currículum figuran excelentes trabajos como los de Casa de arena y niebla o Diamante de sangre. Señalar como curiosidad que el niño que aparece en el reparto es Jaden Smith Pinkett, hijo de Will Smith y Jada Pinkett, que ya debutó en la pantalla grande junto a su padre en En busca de la felicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario