viernes, 21 de noviembre de 2008

EL ÚLTIMO VOTO

A finales de los años ochenta Kevin Costner y su amigo Jim Wilson fundaron la compañía Tig Productions para poder llevar a cabo sus propios proyectos, algunos de los cuales serían dirigidos por el mismo actor. Poco tiempo después estrenaron su primera película, Bailando con lobos, que obtuvo la considerable cifra de siete Oscar de un total de doce nominaciones. El film logró una enorme repercusión que seguramente nadie esperaba con este debut y un rotundo éxito de taquilla a nivel mundial. Además volvió a situar en primer plano el género del western tras muchos años en el olvido. A partir de entonces la nueva productora se involucró en la mayoría de los éxitos de Costner como El guardaespaldas (que una vez más llevó al público a las salas de forma masiva), otros dos westerns -Wyatt Earp y Open Range- y diversas cintas entre las que se encuentran El mensajero del futuro, Trece días o Mr. Brooks. Observando detenidamente la trayectoria de Tig es obvio que, aún reconociendo su contribución al séptimo arte con alguna obra maestra y un puñado de buenas películas, su evolución ha sido claramente descendente en términos cualitativos.
Como muestra de esa decadencia, la pareja de productores presenta ahora El último voto, o la historia de cómo un solo hombre va a decidir la elección del futuro presidente de los Estados Unidos ya que, tras la campaña electoral y el posterior escrutinio de votos, el empate entre ambos candidatos terminará por decantarse gracias a la repetición del voto del protagonista, consecuencia de un fallo en el sistema de recuento. El largometraje se presenta bajo un formato de comedia e intenta extraer toda la comicidad posible de semejante situación por todos los medios, sobre todo mostrando el esfuerzo que derrochan los dos aspirantes al cargo por convencer a este concreto ciudadano. Sin embargo, todo es en vano porque en la mayor parte de las escenas lo ridículo prima frente a lo gracioso. Probablemente, al ser conscientes de la debilidad de la fórmula, intentan captar el interés del espectador en algunos fotogramas en los que se atisba cierta crítica con dosis de ironía hacia el sistema político norteamericano. Incluso se trata de potenciar el melodrama, pero la mezcla final no acaba de funcionar.
Evidentemente, el mayor atractivo del proyecto radica en la presencia de Kevin Costner quien, además de en los títulos mencionados anteriormente, ha intervenido en películas muy destacadas como J.F.K. Caso abierto, Los intocables o Un mundo perfecto. Su condición de gran actor, unida a una fuerza en pantalla al alcance de muy pocos de sus compañeros de profesión, hacen todavía más difícil digerir su intervención en trabajos como el que centra esta crítica. Para el próximo año tiene previsto un estreno que, con el título provisional de The new daughter, dirigirá el español Luis Berdejo donde estará acompañado por Ivana Baquero, la niña que protagonizó El laberinto del Fauno de Guillermo del Toro. Sólo cabe desearle mayor fortuna que en esta ocasión. El resto del reparto está plagado de caras conocidas. Los dos presidenciables son Kelsey Grammer, muy popular por las series televisivas Cheers y Fraiser y Dennis Hopper, veterano actor de larga trayectoria que comenzó su andadura profesional en los años cincuenta con Rebelde sin causa y que ha participado en filmes como Easy Ryder, Apocalypse Now y Speed. Curiosamente, quien menos desentona dentro del equipo artístico es la joven Madeline Carroll, vista en cintas de terror como Resident Evil: Extinción o Cuando llama un extraño.

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