Lo habitual a la hora de hacer la crítica de esta película hubiera sido comenzar hablando de su director, el inglés Paul Weiland, cuyos principales trabajos están ligados al popular personaje televisivo Mr. Bean. También hubiera sido normal continuar hablando de la pareja protagonista, Patrick Dempsey y Michelle Monaghan, conocidos respectivamente por sus apariciones en la serie televisiva Anatomía de Grey y por su papel de novia de Tom Cruise en la tercera entrega de Misión imposible. Sin embargo, la triste noticia del fallecimiento de Sydney Pollack el pasado veintiséis de mayo me obliga a iniciar este artículo con un sentido homenaje a este extraordinario cineasta norteamericano, cuya última aportación artística ha sido precisamente interpretar un pequeño papel en esta cinta cuyo título original es Made of Honor, aunque la distribuidora en España ha decidido estrenarla con el absurdo título de La boda de mi novia.
Pollack ha triunfado en todas y cada una de las facetas profesionales a las que se ha dedicado, y que van desde la dirección a la producción pasando por la interpretación. Como actor recordamos sus brillantes actuaciones en Maridos y mujeres de Woody Allen, Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick o, más recientemente, Michael Clayton de Tony Gilroy. Entre sus producciones más celebradas (sin contar aquéllas en las que también asumió la realización) se sitúan los últimos largometrajes del recientemente fallecido Anthony Minghella -El talento de Mr. Ripley y Cold mountain-, El americano impasible, Sentido y sensibilidad o Presunto inocente.
Pero fue indudablemente su labor detrás de la cámara la que más fama y reconocimiento le proporcionó. Filmes como Danzad, danzad malditos –por la que logró su primera nominación al Oscar al mejor director-, Tal como éramos, Los tres días del cóndor, Ausencia de malicia, Tootsie, La tapadera y, sobre todo, Memorias de África (con la que obtuvo dos estatuillas) le convierten en uno de los profesionales más completos de la historia del cine. Por ello, su prematura muerte ha supuesto un duro golpe tanto para los aficionados como para la industria a la que pertenecía.
Por lo que se refiere a la película, se trata de una comedia romántica que sigue paso a paso todas las reglas, pautas y principios de su género, por lo que resulta previsible, algo absurda y con un final bastante forzado. Ahora bien, cumple con creces los objetivos previstos, ya que cuenta con una pareja que engancha y con momentos cómicos que provocan la risa del espectador. Divertida a ratos, entretenida en ocasiones, es un producto poco creativo pero que cumple con lo que promete, una suerte de comida rápida por la que, a veces, sustituimos una gastronomía más selecta. Por desgracia, el personaje secundario al que da vida Sydney Pollack no ha sido el mejor colofón para una trayectoria tan destacada como la suya pero, en compensación, nos queda el resto de su filmografía para disfrutar de su gran talento.
Pollack ha triunfado en todas y cada una de las facetas profesionales a las que se ha dedicado, y que van desde la dirección a la producción pasando por la interpretación. Como actor recordamos sus brillantes actuaciones en Maridos y mujeres de Woody Allen, Eyes Wide Shut de Stanley Kubrick o, más recientemente, Michael Clayton de Tony Gilroy. Entre sus producciones más celebradas (sin contar aquéllas en las que también asumió la realización) se sitúan los últimos largometrajes del recientemente fallecido Anthony Minghella -El talento de Mr. Ripley y Cold mountain-, El americano impasible, Sentido y sensibilidad o Presunto inocente.
Pero fue indudablemente su labor detrás de la cámara la que más fama y reconocimiento le proporcionó. Filmes como Danzad, danzad malditos –por la que logró su primera nominación al Oscar al mejor director-, Tal como éramos, Los tres días del cóndor, Ausencia de malicia, Tootsie, La tapadera y, sobre todo, Memorias de África (con la que obtuvo dos estatuillas) le convierten en uno de los profesionales más completos de la historia del cine. Por ello, su prematura muerte ha supuesto un duro golpe tanto para los aficionados como para la industria a la que pertenecía.
Por lo que se refiere a la película, se trata de una comedia romántica que sigue paso a paso todas las reglas, pautas y principios de su género, por lo que resulta previsible, algo absurda y con un final bastante forzado. Ahora bien, cumple con creces los objetivos previstos, ya que cuenta con una pareja que engancha y con momentos cómicos que provocan la risa del espectador. Divertida a ratos, entretenida en ocasiones, es un producto poco creativo pero que cumple con lo que promete, una suerte de comida rápida por la que, a veces, sustituimos una gastronomía más selecta. Por desgracia, el personaje secundario al que da vida Sydney Pollack no ha sido el mejor colofón para una trayectoria tan destacada como la suya pero, en compensación, nos queda el resto de su filmografía para disfrutar de su gran talento.
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