lunes, 21 de julio de 2008

INDIANA JONES Y EL REINO DE LA CALAVERA DE CRISTAL

Steven Spielberg es el realizador más popular de la historia del cine y el éxito logrado con sus películas es de tal magnitud que cualquier referencia a él resulta una obviedad. Además de sus innumerables triunfos como productor y director es el principal artífice de la rehabilitación del séptimo arte como industria, estando directamente relacionado en la salvación de algunas productoras que estaban al borde de la quiebra. También es el impulsor de un nuevo lenguaje cinematográfico que define toda su filmografía, sin la cual resulta imposible entender el cine actual.
Por su parte, George Lucas ocupa de igual modo un puesto relevante ganado a pulso por su buen hacer como guionista, productor y, en cierta medida, director, de la saga fílmica de mayor repercusión mediática: los seis episodios de Star Wars. Este tándem de amigos coincidió a principios de los años ochenta con la puesta en marcha de un proyecto titulado En busca del arca perdida. El respaldo unánime del público a dicha cinta hizo que un film de aventuras en sentido estricto consiguiese ocho nominaciones a los Oscar, incluidos los de mejor película y mejor director, obteniendo finalmente cuatro estatuillas.
Las últimas aventuras del arqueólogo se remontaban a 1989, en otra lección magistral demostrativa de cómo el cine de entretenimiento puede codearse sin complejos con el resto de géneros cinematográficos que pretenden atribuirse en exclusiva el monopolio de la calidad. Han tenido que pasar casi dos décadas para que Indiana Jones retorne a la gran pantalla y, como era de esperar, lo hace con el apoyo masivo de los espectadores, que se han apresurado a llenar las salas en su primer fin de semana de proyección, alcanzando ya recaudaciones vertiginosas -más de ciento veinte millones de dólares en Estados Unidos y el doble en el resto del mundo- que le convierten en uno de los diez estrenos más rentables de todos los tiempos.
Y, aunque no supera el listón de sus predecesores, el largometraje mantiene la misma línea y es una garantía de satisfacción para los aficionados al cine de aventuras. Determinadas críticas menosprecian esta cuarta entrega argumentando que es “más de lo mismo” pero, en mi opinión, ahí radica su gran virtud. Puede que, después de tres historias, no sorprenda tanto como las anteriores y hasta es posible que no la contemplemos con los mismos ojos que años atrás. Pero mucho me temo que ese cambio de actitud se debe simplemente a que hoy tenemos un cuarto de siglo más y somos unas personas distintas.
El reparto aparece encabezado nuevamente por Harrison Ford, actor interesante pese a quienes se niegan a concederle la categoría interpretativa que le corresponde y que ha demostrado su talento en Blade Runner, Único testigo, La costa de los mosquitos, Armas de mujer o El fugitivo, por citar algunos ejemplos. Le acompañan en esta ocasión la impecable Cate Blanchett y el joven Shia LaBeouf.
Para terminar, resulta imprescindible destacar la enésima partitura del maestro de maestros, John Williams, el compositor de bandas sonoras que, desde La guerra de las galaxias a Harry Potter, desde Superman a Parque Jurásico, desde Tiburón a Solo en casa, ostenta el récord de ser el profesional vivo con más nominaciones a los premios de la Academia de Hollywood (nada menos que cuarenta y cuatro). Un auténtico lujo para los oídos.

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