Según George Lucas, existe un periodo histórico muy importante que no se desarrolla en ninguna de las seis películas de la saga de La guerra de las Galaxias y, aunque constantemente se habla de las guerras clones, es un pasaje que acaba de ser abordado. Dichas guerras se desarrollaron entre los Episodios II y III y ha sido la ausencia de esa parte de la narración la que justifica la realización del film que ahora se estrena. Sin embargo, la supuesta importancia que Lucas quiere otorgar a estas batallas queda en evidencia porque lo cierto es que las ha relegado a un segundo plano, no sólo por no haber sido desarrolladas plenamente a lo largo de los otros seis títulos originales sino porque, tomada la decisión, lo ha hecho a través de un producto de animación en el que realmente no ha participado –exceptuando una pequeña intervención como productor- y al que ha dedicado poco tiempo.
A pesar de todo, para los fans de la fascinante creación que constituye el conjunto de personajes que conforman Star Wars existen algunos alicientes. Aunque para estos seguidores cualquier oportunidad de acercarse al universo Jedi es un verdadero disfrute, la verdad es que hasta el más fiel de todos ellos estará de acuerdo en que nos hallamos ante una obra menor en todos los sentidos. Ni el guión, ni la acción, ni la presentación visual, ni el desarrollo de los personajes pueden competir con los largometrajes de imagen real. Ello no impide que algunas peleas con sable láser entretengan, algunos acordes de la partitura emocionen e, incluso, se alcance una plena identificación con la filosofía que subyace en el relato. Pero la conclusión es clara: todo lo bueno de Star Wars-The Clone Wars es una herencia de las cintas que le han precedido y la emoción que se siente se debe a que el público recuerda las imágenes que vio en su día. Nada hay de interés que se le pueda imputar directa y exclusivamente a esta película.
A su director, Dave Filoni, no se le conoce ningún trabajo anterior para la gran pantalla, si bien ha colaborado en una serie de televisión basada en estas famosas guerras. El resto del equipo técnico dista mucho de ser el que trabaja habitualmente a las órdenes de Lucas y, más allá de un verdadero interés por narrar estos hechos históricos, se encuentra una muy notable labor de merchandising. A quienes acudan a las salas de proyección les gustará saber que las voces originales de los personajes corresponden a meritorios actores de la saga como Samuel L. Jackson o Christopher Lee.
Por su parte, el incansable magnate prepara para el año próximo la producción de un proyecto sobre la Segunda Guerra Mundial que, a buen seguro, resultará más interesante que éste que nos ocupa y que, sea como fuere, tampoco ensombrece su extraordinaria aportación a la historia del séptimo arte.
A pesar de todo, para los fans de la fascinante creación que constituye el conjunto de personajes que conforman Star Wars existen algunos alicientes. Aunque para estos seguidores cualquier oportunidad de acercarse al universo Jedi es un verdadero disfrute, la verdad es que hasta el más fiel de todos ellos estará de acuerdo en que nos hallamos ante una obra menor en todos los sentidos. Ni el guión, ni la acción, ni la presentación visual, ni el desarrollo de los personajes pueden competir con los largometrajes de imagen real. Ello no impide que algunas peleas con sable láser entretengan, algunos acordes de la partitura emocionen e, incluso, se alcance una plena identificación con la filosofía que subyace en el relato. Pero la conclusión es clara: todo lo bueno de Star Wars-The Clone Wars es una herencia de las cintas que le han precedido y la emoción que se siente se debe a que el público recuerda las imágenes que vio en su día. Nada hay de interés que se le pueda imputar directa y exclusivamente a esta película.
A su director, Dave Filoni, no se le conoce ningún trabajo anterior para la gran pantalla, si bien ha colaborado en una serie de televisión basada en estas famosas guerras. El resto del equipo técnico dista mucho de ser el que trabaja habitualmente a las órdenes de Lucas y, más allá de un verdadero interés por narrar estos hechos históricos, se encuentra una muy notable labor de merchandising. A quienes acudan a las salas de proyección les gustará saber que las voces originales de los personajes corresponden a meritorios actores de la saga como Samuel L. Jackson o Christopher Lee.
Por su parte, el incansable magnate prepara para el año próximo la producción de un proyecto sobre la Segunda Guerra Mundial que, a buen seguro, resultará más interesante que éste que nos ocupa y que, sea como fuere, tampoco ensombrece su extraordinaria aportación a la historia del séptimo arte.
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