Las Navidades son la época más propicia para esos cinematográficos que tienden a exprimir al máximo unas dosis de benevolencia que no se dan en otros momentos del año. En estas fiestas somos capaces de ver algunas películas cuyas cuotas de sensiblería serían insoportables, por ejemplo, en verano, máxime cuando sus propias tramas se basan en los clásicos encuentros familiares asociados a la Navidad. Sólo en este contexto cabe entender el éxito de la saga que Ben Stiller inició hace ya una década y que se compone de Los padres de ella, Los padres de él y Ahora los padres son ellos, conjunto de títulos que recuerdan a otros no menos horrorosos en lo que a secuelas se refiere, comoMira quién habla también y Mira quién habla ahora de John Travoltao, en el género de terror, el muy parodiado Sé lo que hicisteis el último verano.
Es innegable que la cinta que dio origen a esta trilogía tenía escenas graciosas que hacían que, en general, se viera con cierto agrado, pero tampoco se puede negar que las dos películas que la siguieron han supuesto una nueva prueba de como el empeño por estirar un éxito más allá de lo razonable deriva, en un alto porcentaje de las veces, en unos resultados que terminan en la caricatura más chusca o en la mediocridad de la reiteración de gags manidos. En Ahora los padres son ellos nuevamente destaca la capacidad cómica de Ben Stiller y, como ocurriera con las anteriores, existen determinados momentos que sí logran buenos sketches humorísticos. El problema es que, pese a que cada vez el metraje es menor (hemos pasado de las casi dos horas de las dos primeras a apenas hora y media en esta última) es más evidente que lo digno de mencionar y visionar escasea.
Para evitar estos defectos los productores pensaron, ya desde la segunda parte, el introducir lo que se suele denominar como “secundarios de lujo”, para fomentar el reclamo de los espectadores con indudable efectividad. Como ocurriera en la década de los setenta con muchas películas de las que se llamaron “del género de catástrofes” en las que el reparto estaba repleto de nombres con una larga y meritoria carrera que,ya en el ocaso, se dedicaban a adornar los títulos de crédito de las producciones más ambiciosas. Solo así se puede explicar qué hace BarbraStreisand, con notabilísimas aportaciones como directora y actriz en el musical y en el drama, en esta comedia.
Pero lo cierto es que la fórmula, al final, parece agradar el público y, en el primer fin de semana, ya se ha aupado al primer puesto de la taquilla norteamericana y de buena parte del mundo. Por todo ello, dentro de algunas navidades es posible que estrenen Ahora los abuelos son ellos, y nos continúen llegando las aventuras de esta pintoresca familia, pese a que la historia quedó agotada ya con la primera entrega. Y es que, aunque se haya cambiado de director (Paul Weitz toma el testigo a JayRoach) y se continuen añadiendo nombres de estrellas al cartel (ahora se ha unido, por ejemplo, la joven Jessica Alba) siempre será mejor recuperar los pases televisivos de la primera película que acudir al cine a ver la tercera parte
Es innegable que la cinta que dio origen a esta trilogía tenía escenas graciosas que hacían que, en general, se viera con cierto agrado, pero tampoco se puede negar que las dos películas que la siguieron han supuesto una nueva prueba de como el empeño por estirar un éxito más allá de lo razonable deriva, en un alto porcentaje de las veces, en unos resultados que terminan en la caricatura más chusca o en la mediocridad de la reiteración de gags manidos. En Ahora los padres son ellos nuevamente destaca la capacidad cómica de Ben Stiller y, como ocurriera con las anteriores, existen determinados momentos que sí logran buenos sketches humorísticos. El problema es que, pese a que cada vez el metraje es menor (hemos pasado de las casi dos horas de las dos primeras a apenas hora y media en esta última) es más evidente que lo digno de mencionar y visionar escasea.
Para evitar estos defectos los productores pensaron, ya desde la segunda parte, el introducir lo que se suele denominar como “secundarios de lujo”, para fomentar el reclamo de los espectadores con indudable efectividad. Como ocurriera en la década de los setenta con muchas películas de las que se llamaron “del género de catástrofes” en las que el reparto estaba repleto de nombres con una larga y meritoria carrera que,ya en el ocaso, se dedicaban a adornar los títulos de crédito de las producciones más ambiciosas. Solo así se puede explicar qué hace BarbraStreisand, con notabilísimas aportaciones como directora y actriz en el musical y en el drama, en esta comedia.
Pero lo cierto es que la fórmula, al final, parece agradar el público y, en el primer fin de semana, ya se ha aupado al primer puesto de la taquilla norteamericana y de buena parte del mundo. Por todo ello, dentro de algunas navidades es posible que estrenen Ahora los abuelos son ellos, y nos continúen llegando las aventuras de esta pintoresca familia, pese a que la historia quedó agotada ya con la primera entrega. Y es que, aunque se haya cambiado de director (Paul Weitz toma el testigo a JayRoach) y se continuen añadiendo nombres de estrellas al cartel (ahora se ha unido, por ejemplo, la joven Jessica Alba) siempre será mejor recuperar los pases televisivos de la primera película que acudir al cine a ver la tercera parte