jueves, 29 de julio de 2010

TOY STORY 3


La entrada en escena de la productora Pixar hace ya algunos años supuso un claro punto de inflexión en la trayectoria del cine de animación. Hasta ese momento era la factoría Disney la que había alcanzado sus cotas profesionales más elevadas gracias a La bella y la bestia o El rey león, acertadísimas combinaciones de dibujos animados y género musical cuyas bandas sonoras resultaban tan sobresalientes como sus propios fotogramas. Pero, pese a esos méritos innegables, se había producido desde mediados de la década de los noventa un claro retroceso en su proceso creativo. Fue entonces cuando apareció Pixar y, sin previa adaptación ni evolución, directamente arrasó en el mercado cinematográfico. El innovador John Lasseter, artífice principal del proyecto, ganó en 1988 el Oscar al mejor cortometraje y en 1996 añadió a su palmarés una estatuilla honorífica fuera de competición por la magnífica Toy Story, cinta que además obtuvo otra nominación en la categoría de mejor guión original. Si fue la Disney la que logró los avances del género valiéndose de la potenciación de sus aspectos musicales, ha sido la Pixar la encargada de centrar su principal mérito en la brillantez y originalidad de los guiones. Podría concluirse que el secreto de su éxito radica en haber sabido transformar un género anclado en el mundo infantil en cine para todos los públicos. Son títulos que entusiasman no sólo a los niños sino también a los jóvenes y, particularmente, a los adultos, que saben apreciar la altísima calidad de los diálogos que conforman las historias y los relatos trasladados a la gran pantalla.
A nadie se le escapa la razón por la cual, desde el año 2002, se ha instaurado una nueva categoría en los premios de la Academia de Hollywood (el Oscar al mejor largometraje de animación). Esa razón es que los profesionales del séptimo arte dispusieran de una vía para poder premiar lo que, a todas luces, era digno de ser premiado. De forma aplastante, la productora ha ido acaparando galardones edición tras edición: Buscando a Nemo en 2004, Los increíbles en 2005, Ratatouille en 2008, Wall- E en 2009 y Up en 2010. Ninguna como Pixar ha dominado de igual modo el sector de la animación. Y, probablemente, ése fue el motivo por el que Disney, consciente de que su histórica hegemonía peligraba gravemente, optó por adquirir la compañía de Lasseter.
La tercera parte de Toy Story es una nueva muestra de la genialidad creativa que se erige como marca de la casa. No sólo es técnicamente impecable, resultado que se presupone si se valora su millonaria inversión económica, sino que alcanza unos niveles de intensidad y emoción que para sí quisieran la mayoría de los estrenos que cada temporada visitan la cartelera. Consigue conmover mucho más que buena parte de los dramas de imagen real que pululan por las pantallas de nuestras salas de proyección. En mi opinión es, sin ningún género de duda, el mejor estreno de los últimos meses y del verano, con permiso de Origen, el esperado film de Christopher Notan que llegará a los cines el próximo seis de agosto y que promete ser un soplo de aire fresco entre tanta mediocridad audiovisual. Toy Story 3 lleva recaudados más de setecientos treinta millones de dólares a nivel internacional hasta el día de hoy. Habida cuenta que todavía quedan varios países esperando su exhibición, es posible que se convierta en la película más taquillera de 2010, honor que ya ha conseguido en el mercado estadounidense, donde su carrera comercial prácticamente ha concluido.

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