Que el
western se alza como una especialidad norteamericana muy enraizada en su
cultura e idiosincrasia resulta innegable, sin que ello signifique que los
demás espectadores a nivel mundial no puedan también disfrutar con esta
singularidad estadounidense. Aunque configurar una lista de sus mejores títulos
constituye una temeridad, sí es cierto que el citado género escasea desde hace
décadas, sobre todo en comparación con el porcentaje de películas de esta
temática rodadas en los tramos iniciales de la historia del Séptimo Arte. Ahora
se estrena de cuando en cuando alguna muestra de lo que se dio en llamar “la Conquista
del Oeste”. “Hasta el fin del mundo” (en el original, “The Dead Don't Hurt”)
nos retrotrae precisamente a aquella época de vaqueros, ranchos en mitad de la
nada y revólveres al cinto, si bien no se trata de un modelo de aventuras, ni
tampoco un entretenimiento sencillo.
Posee la
curiosa habilidad (o, para otros, el detestable defecto) de pretender compaginar
la visión de la crueldad humana con la hermosura y la ternura, acompasando todo
a un ritmo más bien lento, en ocasiones hasta demasiado pausado, que a la larga
se evidencia necesario para la cocción óptima de esta sabrosa degustación. Reconozco
que el resultado final me ha gustado por su valentía, honestidad e, incluso,
belleza, por mucho que la maldad humana y su naturaleza violenta se empeñen en
rehogarla con sabores desagradables. Un drama, pues, correctamente filmado,
estéticamente cuidado, a cargo de interesantes personajes y con una trama
trabajada.
Algunas escenas
recuerdan a cintas ya visionadas, como “Cold Mountain”, y determinadas partes
del guion presentan ciertas similitudes. Aun así, nos hallamos ante una obra de
autor con suficientes méritos propios para ser valorada por sí misma, una
propuesta ecléctica formalmente clásica, pero moderna en el fondo. En cualquier
caso, ni cualquier estómago podrá digerirla, ni responderá a expectativas de
acción ni enfrentamientos armados entre indios y cowboys.
Una joven
mujer de espíritu libre e independiente comienza una relación con un inmigrante
al que conoce en la ciudad de San Francisco. Abandonan el bullicio de la
creciente urbe y se instalan en una hacienda a las afueras de un pueblo. Allí
inician su vida en común, pero la fatalidad del destino les separa al
desencadenarse la Guerra Civil. De repente, ella se queda sola en un paraje
inhóspito controlado por una familia violenta y corrupta. Los deseos de
tranquilidad de la pareja darán paso a la crueldad y los sentimientos de
venganza.
Viggo
Mortensen produce, dirige, firma el guion y compone la banda sonora, lo que da
la medida de su grado de implicación personal con la historia. Debutó como
director en 2020 con el film “Falling”, que le reportó un premio en el Festival
de Cine de San Sebastián. Inició su faceta interpretativa en la pantalla grande
interviniendo junto a Harrison Ford en “Único testigo” (1985) y se ha
consolidado gracias a sus destacadas actuaciones en “Captain Fantastic”, “Green
Book”, “Promesas del Este”, “Un método peligroso” o “Una historia de
violencia”, aunque su mayor éxito comercial se produjo gracias a la saga de “El
señor de los anillos”, siendo considerado un buen intérprete que mantiene una
interesante carrera profesional. Con “Hasta el fin del mundo” continúa
apuntalando su meritoria y relevante trayectoria.
Le da la
réplica la actriz Vicky Krieps, quien ya destacó sobremanera en la magnética y
exasperante “El hilo invisible”, acompañando a Daniel Day-Lewis. Su fuerza expresiva
encandila a la cámara y la eleva en cada plano. Lleva a cabo una sensacional
interpretación. Completan el reparto Solly McLeod (de la serie televisiva “La
casa del dragón”) y Garret Dillahunt (“12 años de esclavitud”, “No es país para
viejos”).
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