El cine
de Todd Haynes me resulta muy sugestivo y valoro su elegante manera de contar
historias sórdidas. Sin duda, este cineasta californiano no elude los temas
escabrosos ni se arruga frente a asuntos espinosos. Antes al contrario, los
acoge y reinventa de tal modo que ofrece una coreografía visual y estética
distinguida y afable y, para cuando uno se da cuenta, está abordando miserias y
dramas allí donde, aparentemente, todo era extrañamente perfecto y refinado. Su
mejor largometraje hasta la fecha, “Carol”, presenta una exquisitez visual
indiscutible. Recuerdo el trabajo de su director de fotografía, Edward Lachman,
como uno de los que más me han llamado la atención. Nominado al Oscar por su labor,
la estatuilla recayó aquel año finalmente en Emmanuel Lubezki por “El
renacido”. Otros desempeños suyos, como “Lejos del cielo”, siguen la misma
dinámica.
Ahora
estrena “Secretos de un escándalo”, otro título inteligente y de narración
insinuante que muestra toda una variedad de hipocresías sociales valiéndose de
matices muy sugerentes. Haynes se divierte jugando con el espectador, a quien
sitúa ante tentadoras disyuntivas para envolverle después en un halo de dudas.
Y es que el estilo narrativo del realizador se aleja notablemente del cine convencional
y moderno, pero aun así le funciona bastante bien. Prefiere recrearse en un
detalle que apabullar con grandes aspavientos. Su propuesta conlleva
complejidad, lo que le convierte en un profesional valiente y honesto
entendiendo el Séptimo Arte. Sólo por eso merece todo mi respeto.
Una
pareja entregada a la familia se afana en la preparación de la graduación de
sus gemelos en el instituto. Mucho tiempo atrás, el inicio de su relación
amorosa acaparó la atención de la prensa sensacionalista, ya que él era (es) veintitrés
años más joven que ella, pero dicha circunstancia parece haber caído en el
olvido. Sin embargo, justo antes la celebración escolar, una famosa y popular
actriz de Hollywood decide visitarles y conocerles con mayor profundidad, dado
que su próximo proyecto se basa en sus vidas y desea preparar a conciencia su
personaje. Su llegada sacude la aparente tranquilidad que reina en el seno
familiar.
Si bien
la trama recuerda en ocasiones al típico telefilme de sobremesa, se alza como
un drama que, aunque no lo parezca, coquetea con el thriller. Con un ajustado
metraje inferior a dos horas, cuida hasta el extremo cada perfil y los secretos
que esconden. Nominada al Oscar al mejor guión adaptado, ha sido incluida por
el American Film Institute en su listado de las diez mejores cintas del año.
Caso aparte suponen los Globos de Oro, donde logró cuatro candidaturas, entre
ellas las de mejor película y mejor actriz, ambas en la categoría de “comedia o
musical” y no en la de drama. Algún día se debería escribir largo y tendido
sobre cómo la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood, que entrega
dichos premios, cataloga a las candidatas como dramas o comedias. Al respecto
existen numerosos ejemplos, cuando menos, desconcertantes.
Natalie
Portman y Julianne Moore encabezan el interesante reparto. La primera, ganadora
de una estatuilla dorada por “Cisne negro”, posee una brillante carrera como
intérprete. Desde su celebrado debut en “León (El profesional)”, ha destacado
en “Beautiful Girls”, “Closer”, “V de Vendetta” o “Jackie”. La segunda,
habitual actriz en la filmografía de Todd Haynes, también cuenta con el máximo
galardón de la Academia de Hollywood por su actuación en “Siempre Alice”. Ha
participado, asimismo, en “Las horas”, “Vidas cruzadas” o “Boogie Nights”. Las
dos desempeñan sus respectivos papeles con efectividad.
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