No
obstante, con “Damsel” cambia parcialmente de registro. Nos sitúa ante una revisión
cinematográfica de los cuentos de hadas, por lo que el filme posee un
inevitable regusto infantil o, al menos, un tono menos duro que el de sus
proyectos precedentes. Dicho comentario no debe entenderse como un reproche
sino, más bien, como una reflexión acerca de este giro de estilo. Los feudos
con príncipes y cenicientas, dragones y reinas malvadas, castillos y vergeles
de ensueño remiten irremediablemente a las fábulas asociadas a la niñez. Y, aunque
se pretenda actualizar estas aventuras, pervive una esencia entre lo fantástico
y lo irreal que modula la manera de contar la historia.
Conviene,
pues, prepararse bien para asumir esta propuesta ya que, ni se le puede exigir
el nivel de intensidad y tensión de “28 semanas después”, ni el rigor
interpretativo de “Intacto”. Alejada de grandes pretensiones, apuesta por un
entretenimiento sobre la base de unos relatos de aventuras, mágicos, irreales y
con moraleja, cumpliendo así el propósito de su desafío. A ello contribuye
también una dirección correcta, un metraje ajustado y un ritmo adecuado.
Tal vez,
por aquello de que las comparaciones son odiosas, “Damsel” salga perdiendo en
este aspecto. La memoria nos lleva inevitablemente al recuerdo de “La princesa
prometida”, amparada por la aparición en pantalla de la popular actriz Robin
Wright. Y, como quiera que existen infinidad de ejemplos de cintas pobladas de
fieras, caballeros con espadas, matrimonios concertados, peripecias
desenfadadas y mensajes educativos, “Damsel” acusa un cierto desangelamiento. Desarrolla
algunas ideas interesantes y da en el clavo con la puesta en escena, si bien no
termina de ofrecer secuencias memorables o diálogos que dejen huella.
Para
cumplir el deseo de su padre con el fin de zanjar las penurias económicas que
padece su familia, una dócil damisela acepta casarse con un apuesto heredero a
quien no conoce. No tardará en descubrir los planes del novio y sus allegados para
sacrificarla y saldar así una antigua deuda contraída con un dragón, a cambio
de que el monstruo no destruya su reino. Arrojada a una intrincada cueva
formada por numerosas grutas, la joven se niega a asumir tan cruel destino y,
sirviéndose de su valentía y perspicacia, se enfrenta primero al terrible
animal y después, a la despiadada estirpe de su prometido.
Al forzarse
la interacción entre la peculiar bella y su bestia, hasta el extremo de
comunicarse ambas en el idioma de los humanos, se incurre en cierta
infantilización, de modo que cuesta remontar el vuelo cuando se centra en la
parte más terrorífica e intensa. En todo caso, el resultado final supera con
creces el aprobado y demuestra iniciativa e inventiva a la hora de abordar una
temática nada sencilla.
Millie
Bobby Brown, muy conocida por su intervención en la serie televisiva “Stranger
Things”, y que en la gran pantalla ha participado en las últimas entregas de
Godzilla, interpreta con acierto el papel protagonista, apuntando a una
prometedora carrera de cara al futuro. Le acompañan a cargo de papeles
secundarios la mencionada Robin Wright (“La princesa prometida”, “Forrest
Gump”, “El protegido”), Angela Bassett (“Contact”, “Días extraños”, “Black
Panther”) o Ray Winstone (“Infiltrados”, “Cold Mountain”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario