Si
a Alfred Hitchcock le apodaron “el maestro del suspense”, creo que a David
Fincher se le puede catalogar con justicia y merecimiento como “el maestro del
thriller”, por más que su capacidad y versatilidad le han llevado a destacar
también en otros géneros cinematográficos. Si en los años setenta un grupo de
cineastas formado por Martin Scorsese, Steven Spielberg, Francis Ford Coppola y
George Lucas revolucionó el Séptimo Arte, y su influencia y maestría se
prolongaron durante las siguientes décadas, en los noventa irrumpió otra
generación de realizadores que renovó el modo de hacer cine y ascendió a la
cumbre de la dirección, desplegando su creatividad y su visión personal hasta
nuestros días. Confiemos, pues, en su continuidad durante un largo periodo. Fincher
representa a uno de esos nuevos artistas que, junto a colegas como Christopher
Nolan, Quentin Tarantino o Michael Mann, encarnan la modernización de su
profesión.
Títulos
como “Seven”, “La habitación del pánico” y “Zodiac” demuestran su sapiencia y
autoridad dentro de su especialidad. Logra dotar a sus filmes de la intensidad,
intriga y entretenimiento necesarios y, además, los reviste de una estética
lúgubre que cautiva y atrapa, como ocurre con las mejores manifestaciones
artísticas. Desconozco su método, pero sin duda consigue que los ambientes
oscuros y las tonalidades sombrías terminen brillando y deslumbrando. Sus
puestas en escena constituyen una obra de arte y, si a ellas se suman el
elevado ritmo de su metraje, el interés del guion y el mimo a la hora de
construir los personajes, dan como resultado la mejor receta para saborear una
excelente película.
“El
asesino (The Killer)” supone el retorno del realizador a la perturbación
narrativa y a las lecciones magistrales sobre los asesinos en serie. No voy a
perderme en disquisiciones sobre si supera o no a “Seven” o “Zodiac”, dos obras
maestras imprescindibles. Tan sólo diré que añade otro capítulo al particular
manual de su autor sobre la intriga, que debe ser visionado por todo espectador
que desee disfrutar con el mundo de la imagen y aprender de un incuestionable
maestro del rodaje.
Un
solitario y anónimo asesino a sueldo lleva una larga trayectoria cumpliendo con
siniestros encargos para diferentes clientes. Su profesionalidad y efectividad
resultan apabullantes. Sin embargo, empieza a manifestar algunos signos de agotamiento
debido a su estilo de vida. Tal vez por ello, durante su último trabajo comete
un error y falla en el objetivo. Desde ese momento, se produce un giro en los
acontecimientos y pasa de perseguidor a perseguido, convirtiéndose en víctima
de una cacería que trata de asimilar con solvencia. Una dirección precisa,
meticulosa y artística, unida a una duración ajustada propiciaron en mí una
suerte de emoción y satisfacción por haber rescatado sensaciones que no había
percibido en la gran pantalla desde hacía tiempo. Sin duda, “The Killer” hará
las delicias de los aficionados al género, pero incluso los menos simpatizantes
reconocerán una trama bien armada, contada con destreza y a cargo de una
estética envolvente, que esconde una reflexión más allá de la historia que
cuenta y que refleja una solvente descripción sobre determinadas miserias de
nuestro mundo.
Al
frente del reparto se coloca Michael Fassbender, magnífico intérprete que ya ha
mostrado su valía en cintas como “Shame”, “Macbeth” de Justin Kurzel, “Jane
Eyre” de Cary Joji Fukunaga y “Un método peligroso”, entre otras. Se ajusta a
este papel como un guante, ofreciendo al público un verdadero regalo. Dándole
la réplica figuran los actores Tilda Swinton (ganadora de un Oscar por su
actuación en “Michael Clayton”), Charles Parnel (“Top Gun: Maverick”) y Arliss
Howard (“Moneyball: Rompiendo las reglas”).
No hay comentarios:
Publicar un comentario