viernes, 27 de octubre de 2023

LOS ASESINOS DE LA LUNA (Killers of the Flower Moon)



Cualquier estreno de Martin Scorsese supone siempre un acontecimiento cinematográfico de gran magnitud. El emblemático director se encuentra enraizado con la evolución permanente del Séptimo Arte desde hace más de cinco décadas, merced a títulos tan dispares y sobresalientes como “Taxi Driver”, “Toro salvaje”, “El color del dinero”, “Uno de los nuestros”, “La edad de la inocencia”, “El aviador” o “Infiltrados”, que le reportó el Oscar de la Academia de Hollywood. Se trata, pues, de un extraordinario cineasta, capaz de narrar historias y de moldear personajes gracias a unas señas de identidad muy personales. A punto de cumplir ochenta y un años, demuestra estar todavía en plena forma y con una intacta capacidad para abordar proyectos complejos y arriesgados.

“Los asesinos de la luna” se alza como una obra densa y valiente cuyo elevado metraje (superior a las tres horas y veinte minutos) puede asustar de entrada, pero que, en modo alguno, produce la desagradable sensación de eternizarse más de la cuenta ni de resultar pesada ni agónica en cuanto al ritmo. Más allá del debate suscitado sobre un deseable recorte en su duración, considero que, si le sobra alguna escena, sería mínima y puntual, ya que la correcta construcción de los protagonistas requiere el tiempo invertido.

Confieso que, en ocasiones, el tono narrativo me confunde y hasta me desconcierta, al querer plasmar unos hechos tan trágicos sumándolos a la intriga derivada de su investigación y valiéndose de unas pinceladas de burla hacia numerosos personajes que impulsan la trama. Cabe preguntarse si sus acciones se ven motivadas por la perversidad o por la debilidad de carácter, por la crueldad o por la incapacidad, dado que esa pizca de caricatura resalta más en ellos su simpleza y su total falta de inteligencia que la ausencia de ética y moralidad. Provoca la incertidumbre de hallarnos ante individuos malvados o ante hombres tontos y débiles, proclives a transitar por la fácil senda del crimen para prosperar. A veces, ese vaivén entre sujetos crueles o meros paletos desbarajusta el relato más que potenciarlo. En cualquier caso, refleja con precisión la mezquindad y la malicia del ser humano, en concreto las del hombre blanco invasor contra el pueblo aborigen y autóctono que le acoge.

Basada en unos acontecimientos que tuvieron lugar en la Oklahoma de los años 20 del siglo pasado,  la acción se desarrolla en una reserva de indígenas “Osage” que, por fortuna pero también por desgracia, descubren ingentes reservas de petróleo en sus tierras, lo que les permite amasar enormes fortunas al tiempo que atraen a toda clase de tipos interesados en ese botín, y que no dudarán en recurrir al asesinato de una raza que en aquella época no gozaba de plenitud de derechos ni de protección.

Scorsese maneja bien la cámara, el movimiento y los planos, y no se reprime a la hora de poner el dedo en las llagas más dolorosas. Si “Los asesinos de la luna” representa el epílogo para este excelente realizador, se trata de un punto final muy digno, aunque no sea mi película favorita dentro de su filmografía.

Formando parte de un elenco plagado de estrellas y de renombradas figuras de la interpretación, destaca por méritos propios Lily Gladstone, una actriz bastante desconocida pese a haber participado en la nominadísima cinta “First Cow” (2019) y que, a partir de ahora, alcanzará sin duda la fama con este magnífico papel, monopolizando todas las secuencias en las que interviene. Su interpretación se vislumbra como una de las más destacadas de la temporada.

Junto a ella completan el deslumbrante reparto una serie de nombres de altura, como Leonardo DiCaprio (estatuilla por “El renacido” y poseedor de un envidiable currículum artístico), Robert de Niro (dos Oscars por “El Padrino II” y “Toro salvaje”, y una de las más reputadas figuras dentro de la profesión, por fin más controlado aquí que en sus últimas comedias), Brendan Fraser (también premiado con la estatuilla dorada por “La ballena”), John Lithgow (uno de los secundarios de lujo de la cinematografía norteamericana), Jesse Plemons (que con cada nuevo proyecto consolida su carrera) y el propio Martin Scorsese (a cargo de un cameo final).



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