Cualquier
estreno de Martin Scorsese supone siempre un acontecimiento cinematográfico de
gran magnitud. El emblemático director se encuentra enraizado con la evolución
permanente del Séptimo Arte desde hace más de cinco décadas, merced a títulos
tan dispares y sobresalientes como “Taxi Driver”, “Toro salvaje”, “El color del
dinero”, “Uno de los nuestros”, “La edad de la inocencia”, “El aviador” o
“Infiltrados”, que le reportó el Oscar de la Academia de Hollywood. Se trata,
pues, de un extraordinario cineasta, capaz de narrar historias y de moldear
personajes gracias a unas señas de identidad muy personales. A punto de cumplir
ochenta y un años, demuestra estar todavía en plena forma y con una intacta capacidad
para abordar proyectos complejos y arriesgados.
“Los
asesinos de la luna” se alza como una obra densa y valiente cuyo elevado
metraje (superior a las tres horas y veinte minutos) puede asustar de entrada,
pero que, en modo alguno, produce la desagradable sensación de eternizarse más
de la cuenta ni de resultar pesada ni agónica en cuanto al ritmo. Más allá del
debate suscitado sobre un deseable recorte en su duración, considero que, si le
sobra alguna escena, sería mínima y puntual, ya que la correcta construcción de
los protagonistas requiere el tiempo invertido.
Confieso
que, en ocasiones, el tono narrativo me confunde y hasta me desconcierta, al
querer plasmar unos hechos tan trágicos sumándolos a la intriga derivada de su
investigación y valiéndose de unas pinceladas de burla hacia numerosos personajes
que impulsan la trama. Cabe preguntarse si sus acciones se ven motivadas por la
perversidad o por la debilidad de carácter, por la crueldad o por la
incapacidad, dado que esa pizca de caricatura resalta más en ellos su simpleza
y su total falta de inteligencia que la ausencia de ética y moralidad. Provoca
la incertidumbre de hallarnos ante individuos malvados o ante hombres tontos y
débiles, proclives a transitar por la fácil senda del crimen para prosperar. A
veces, ese vaivén entre sujetos crueles o meros paletos desbarajusta el relato
más que potenciarlo. En cualquier caso, refleja con precisión la mezquindad y
la malicia del ser humano, en concreto las del hombre blanco invasor contra el
pueblo aborigen y autóctono que le acoge.
Basada
en unos acontecimientos que tuvieron lugar en la Oklahoma de los años 20 del
siglo pasado, la acción se desarrolla en
una reserva de indígenas “Osage” que, por fortuna pero también por desgracia,
descubren ingentes reservas de petróleo en sus tierras, lo que les permite
amasar enormes fortunas al tiempo que atraen a toda clase de tipos interesados en
ese botín, y que no dudarán en recurrir al asesinato de una raza que en aquella
época no gozaba de plenitud de derechos ni de protección.
Scorsese
maneja bien la cámara, el movimiento y los planos, y no se reprime a la hora de
poner el dedo en las llagas más dolorosas. Si “Los asesinos de la luna”
representa el epílogo para este excelente realizador, se trata de un punto
final muy digno, aunque no sea mi película favorita dentro de su filmografía.
Formando
parte de un elenco plagado de estrellas y de renombradas figuras de la
interpretación, destaca por méritos propios Lily Gladstone, una actriz bastante
desconocida pese a haber participado en la nominadísima cinta “First Cow”
(2019) y que, a partir de ahora, alcanzará sin duda la fama con este magnífico
papel, monopolizando todas las secuencias en las que interviene. Su
interpretación se vislumbra como una de las más destacadas de la temporada.
Junto
a ella completan el deslumbrante reparto una serie de nombres de altura, como
Leonardo DiCaprio (estatuilla por “El renacido” y poseedor de un envidiable
currículum artístico), Robert de Niro (dos Oscars por “El Padrino II” y “Toro
salvaje”, y una de las más reputadas figuras dentro de la profesión, por fin
más controlado aquí que en sus últimas comedias), Brendan Fraser (también
premiado con la estatuilla dorada por “La ballena”), John Lithgow (uno de los
secundarios de lujo de la cinematografía norteamericana), Jesse Plemons (que
con cada nuevo proyecto consolida su carrera) y el propio Martin Scorsese (a
cargo de un cameo final).
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