Había
pasado demasiado tiempo desde la última vez que experimenté la sensación de
hallarme ante un gran acontecimiento cinematográfico. Y es que Christopher
Nolan vuelve a reivindicarse como el cineasta actual más relevante, firmando
otra obra brillante, plena de matices y con una envoltura visual, técnica y
sonora excelente. El director londinense ya me llamó la atención con anteriores
títulos llenos de simbolismo y originalidad, como “Memento”, elevando el género
de superhéroes a una categoría superior con su trilogía de Batman y revolucionando
la ciencia ficción gracias a obras maestras tan indiscutibles y sublimes como
“Origen” y “Interstellar”, dos largometrajes de imprescindible visión que le acreditan
como una de las figuras más destacadas del Séptimo Arte. Como hiciese en
“Dunkerque”, con “Oppenheimer” retorna al cine histórico dando otra soberbia
lección de narración y realización.
La cinta
cuenta con un elevado metraje de tres horas. Asimismo, el cúmulo de personajes,
unido a la profundidad de algunos conceptos científicos, tal vez genere en los
espectadores cierta percepción de extravío dentro de un complejo laberinto,
aunque como compensación les coloca en un permanente estado de sorpresa.
Personalmente, no acusé su larga duración, ya que los constantes saltos
temporales, la alternancia de filmación en blanco en negro y en color y los
diálogos mordientes combinados con una historia más introspectiva evitan
cualquier riesgo de pesadez. El montaje, los efectos sonoros, la fotografía, la
cuidada ambientación y la exquisita interpretación sólo pueden calificarse como
sobresalientes.
Cuenta la
vida del excéntrico Robert Oppenheimer, brillante físico estadounidense de los
tiempos de la Segunda Guerra Mundial, desde sus dubitativos comienzos hasta hacerse
con la dirección y el control del "Proyecto Manhattan", así como el
desarrollo de los trabajos y ensayos nucleares destinados a construir la bomba
atómica para su país. Aun tratando de actuar meramente como científico, la
política termina por salpicarle hasta el punto de cuestionar la validez de sus
creaciones y, finalmente, es atacado por su propio Gobierno a causa de las
relaciones que mantiene con sectores izquierdistas.
El film
contiene secuencias verdaderamente memorables pero, sobre todo, logra un estilo
y una tonalidad narrativas que subyugan y seducen, además de una aparatosidad
visual al servicio de una trama sólida y un guion bien sustentado. Constituye
un ejemplo de cómo los efectos técnicos únicamente cobran sentido si se colocan
al servicio de una buena historia con sentido propio. Y como el potencial de
dicho artefacto se hace presente de modo constante, “Oppenheimer” posee
asimismo una energía brutal que se despliega durante los ciento ochenta minutos
de proyección, en los que el director y sus personajes son capaces de realizar
genialidades.
El
nutrido equipo artístico supone otro gran aliciente y enumerar todos sus
rostros conocidos alargaría esta crítica casi tanto como la propia película,
cuyo peso recae sobre un deslumbrante Cillian Murphy. Habitual del cine de
Nolan, le vi por primera vez en “28 días después”, a las órdenes de Danny Boyle. Tras
abordar papeles secundarios en “La joven de la perla” o “Cold Mountain”,
destacó ya como protagonista en “El viento que agita la cebada” y en la serie
televisiva “Peaky Blinders”, donde certifica su calidad interpretativa.
Le
acompañan Matt Damon (la saga “Bourne”, “El talento de Mr Ripley”,
“Infiltrados”), Emily Blunt (“Sicario”, “La pesca del salmón en Yemen”, “Un
lugar tranquilo”), Robert Downey Jr. (“Zodiac”, “Ironman”), Jason Clarke (“La
noche más oscura”, “Everest”), Kenneth Branagh (“Enrique V”, “Hamlet”), Florence
Pugh (“Lady Macbeth”, “Midsommar”), Gary Oldman (“Drácula de Bram Stoker”, “El
topo”), Casey Affleck (“Manchester frente al mar”, “Todo por un sueño”) o Matthew
Modine (“La chaqueta metálica”, “Vidas cruzadas”), entre otros.
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