martes, 28 de julio de 2015

MIKLÓS RÓZSA


El prestigioso músico y compositor de bandas sonoras Miklós Rózsa nació en Budapest el 18 de abril de 1907 y murió en Los Ángeles el 27 de julio de 1995. Se cumplen, pues, dos décadas de su fallecimiento. Tres veces ganador del Oscar y diecisiete veces nominado a la estatuilla dorada, inició su carrera artística desde niño en su Hungría natal, para desplazarse después al Conservatorio alemán de Leipzig. En 1932 se mudó a París a instancias de Marcel Dupré y dos años después su amigo y colega Arthur Honegger lo introdujo en el mundo del Séptimo Arte. Más tarde se instaló en Londres para perfeccionar sus cualidades. Desde la capital británica dio el salto a Hollywood de la mano de su compatriota Alexander Korda, debutando con la partitura de la película "El ladrón de Bagdad" (1940). Permaneció en California el resto de su vida,  firmando las melodías de más de cien títulos. Compuso asimismo una sinfonía, conciertos para piano, viola, violín y violoncello, obras de cámara y poemas sinfónicos. Fue maestro del mítico John Williams, su alumno más aventajado. 

Sus trabajos para la compañía de Korda - con "El ladrón de Bagdad" y "El libro de la selva" (1942) a la cabeza- marcan lo que se ha dado en llamar su "período oriental". En "Perdición" (1944) introdujo ciertas asperezas de ritmo y armonía que causaron consternación en los ambientes musicales de la Meca del Cine, cuyos máximos representantes consideraban que el lugar para aquellas excentricidades era el Carnegie Hall, no un estudio de rodaje. Sin embargo, Rozsa se negó a cambiar una sola nota. De hecho, pocos profesionales de aquella época podían permitirse esa clase de desafíos, pero resultó que la obra compuesta para la célebre cinta de Billy Wilder encajaba a la perfección con la psicología de los personajes. 

Otra de sus innovaciones fue la de utilizar un instrumento electrónico, el theremin, en los momentos en que el protagonista masculino del thriller "Recuerda" (1945), Gregory Peck, sufría sus ataques de amnesia. El resultado final no fue del agrado de su director, Alfred Hitchcock, rompiéndose desde entonces la relación entre ambos.

"Recuerda" supuso para Rozsa el primero de sus tres Oscar. Más tarde consiguió otro por "Doble vida" (1947), de George Cukor y el tercero por "Ben-Hur" (1959), de William Wyler. A finales de los cuarenta era un referente plenamente consolidado en la industria. En 1948 entró en la plantilla de la productora Metro-Goldwyn Mayer, para la que escribió un conjunto de magnas epopeyas históricas y bíblicas, grandilocuentes piezas que han quedado asociadas para siempre a su personal estilo. La primera de ellas fue "Quo Vadis"(1951), que le permitió viajar y enamorarse de Italia. A partir de entonces, junto a su esposa y sus dos hijos, raro fue el verano que no pasaban en Santa Margherita Ligure. Tras "Quo Vadis" llegaron "Ivanhoe" (1952), "Julio César" (1953), "Ben-Hur" (1959), "Rey de reyes" (1961) o "El Cid" (1961). Siempre trataba de documentarse en las peculiaridades instrumentales de cada época histórica. En el caso de "El Cid" (1961) viajó a España y consultó con el historiador Ramón Menéndez Pidal, quien le mostró las Cantigas de Santa María, recopiladas por Alfonso X el Sabio, que, a la postre, le sirvieron de base. 

Un accidente cerebrovascular en 1982 fue la causa de que abandonara paulatinamente su actividad laboral. Recluido en su domicilio, falleció el día 27 de julio de 1995. Contaba con 88 años.

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