El escritor inglés John Le Carré ha logrado una gran repercusión con las adaptaciones cinematográficas de sus novelas de intriga y espionaje, pese a no haber obtenido con ellas tanto éxito de recaudación como sus colegas Tom Clancy –gracias a su protagonista Jack Ryan en La caza del Octubre Rojo o Juego de patriotas- o John Grisham -con La tapadera o El informe Pelícano-. No obstante, lo cierto es que posee una habilidad especial para dibujar personajes de interés e imaginar situaciones que, además del entretenimiento exigible al género, trasciende a la mera narrativa de espionaje y le consagra como uno de los autores más afamados y respetados del universo literario. Esa mayor trascendencia también se refleja en la transición de sus novelas a la gran pantalla, convertidas por lo general en excelentes producciones. Incluso las que en su día fueron calificadas negativamente por la crítica escondían razones más que suficientes para adquirir una entrada. Buen ejemplo es La casa Rusia, un film que no gustó demasiado pero que se justificaba plenamente tanto por la excelente interpretación de Michelle Pfeiffer -nominada al Globo de Oro por dicho papel- como por la maravillosa banda sonora del ya fallecido Jerry Goldsmith. Han sido otros títulos como El jardinero fiel los que le han elevado a la categoría de gran creador de historias.
Ahora, el cineasta sueco Tomas Alfredson, que encandiló a numerosos críticos profesionales con su versión europea de Déjame entrar, aborda una nueva adaptación de Le Carré en la que una vez más se acentúa el realismo, alejándose del arquetipo tradicional del cine de espías. No existen escenas de acción, ni jóvenes y atractivos agentes con smoking pidiendo Martinis en compañía de mujeres espectaculares. Es, por así decirlo, la antítesis del patrón de los servicios secretos y los complots internacionales, de modo que se gana en dramatismo y los actores pueden llevar a cabo actuaciones sobrias y verosímiles. Sin embargo, el estilo de filmación de El topo resulta excesivamente lento y pausado y supone que la proyección, aunque nunca traspase la peligrosa frontera del tedio, en ocasiones se acerque peligrosamente a él y se eche de menos un mayor nivel de intensidad y una dosis de emoción superior. En cualquier caso, es un largometraje bien ambientado y magníficamente interpretado, por lo que probablemente será del agrado de los amantes del drama político.
Su excepcional reparto está encabezado por Gary Oldman, cuyo trabajo en esta película ha sido premiado por el Círculo de Críticos Cinematográficos de San Francisco. Junto a él se encuentran Colin Firth, último ganador del Oscar al mejor actor por su papel en El discurso del rey, John Hurt, doblemente nominado a la estatuilla de Hollywood por El expreso de medianoche y El hombre elefante y Toby Jones, a quien veremos en breve en la muy interesante My Week with Marilyn. En definitiva, un casting de lujo.