jueves, 3 de noviembre de 2011

Las aventuras de Tintín: El secreto del unicornio (The Adventures of Tintin)



Cuenta el propio Steven Spielberg que su interés por el personaje de Tintín se inició en el año 1981, cuando intentó leer en un revista francesa una crítica de En busca del arca perdida. Por el diferente idioma no entendió nada, pero se extrañó de que, en el artículo, no paraba de salir el nombre de Tintín. Por curiosidad mandó traducir el texto y, en resumen, el escritor afirmaba, tras ver la primera entrega de las aventuras de Indiana Jones, que Spielberg debía de haber leído todos los comic de Hergé, porque consideraba que su film era un homenaje al personaje creado por el dibujante belga. Obviamente no era cierto pero, sorprendido, el director norteamericano mandó comprar todos los libros de Tintín y, tras leerlos, sintió el deseo de hacer un largometraje sobre él.
Treinta años después de que germinara ese interés se estrena el visionario proyecto de este genial director que cuenta con numerosos puntos de interés. Su realización técnica, más allá de la perfección y originalidad, sirve a crear una atmósfera ideal en donde cobra sentido el universo que Hergé inventó para su más famoso personaje. Desde los títulos de crédito hasta el final queda patente que estamos ante la obra de un gran cineasta que se resigna a dejar de ser niño, que ama el cine de entretenimiento y, sobre todo, que nos ofrece a los demás argumentos para apuntarnos a rememorar nuestras décadas pasadas, cuando disfrutábamos simplemente con la lectura de las peripecias de un joven periodista intrépido y su elenco de pintorescos personajes que le acompañaban.
Pese al error inicial de aquel escritor francés que propició el primer encuentro entre Spielberg y Tintín, en realidad no iba tan desencaminado. Al menos el estilo ágil y divertido de Indiana Jones impregna también esta obra a medio camino entre la animación y la filmación en imagen real. No es una adaptación fiel de la obra del dibujante belga y quizá por eso más de un purista critique la libre visión que viene de Norteamérica pero, prescindiendo de ese dato a mi juicio irrelevante, yo me quedo con el retorno del Spielberg inicial, antes de que su arte lo dedicase a plasmar en obras maestras sus reflexiones sobre el nazismo, la segunda guerra mundial o el terrorismo de Estado, mucho antes, había un personaje que tenía un mundo interior lleno de aventuras y buenos sentimientos. El director de E.T. el extraterrestre se empeña en que nosotros también regresemos a nuestro pasado pero con la tecnología más puntera y moderna y con un espectáculo visual novedoso. Ahora solo queda que el espectador quiera volver a la infancia, pero eso es una decisión personal de cada uno.
Y lo mejor de todo es que junto con Steven Spielberg vuelve todo su equipo. Retorna John Williams en la banda sonora tras varios años retirado, el gran maestro de la música cinematográfica y la persona viva con más nominaciones al Oscar. Michael Kahn en la edición y Janusz Kaminski como director de fotografía. Solo entre estos tres nombres acumulan cincuenta y seis nominaciones al Oscar y diez estatuillas. Es otro nivel.

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