viernes, 16 de diciembre de 2011

JANE EYRE



Algo debe de tener la literatura romántica inglesa para que, de forma recurrente, sus títulos más famosos se adapten al cine una y otra vez. Buena muestra de ello son los casos de Jane Austen o las hermanas Charlotte y Emily Brönte, cuyas novelas publicadas a principios del siglo XIX han sido llevadas a la gran pantalla en numerosísimas ocasiones. Además, no es que las nuevas versiones ofrezcan visiones muy distintas de la misma obra, puesto que la mayoría sigue las mismas pautas y respeta idéntica estética e igual estilo narrativo. Sin embargo, jamás he leído que se trate de historias agotadas, o demasiado manidas, o con aportaciones caducas, por el hecho de tocar las mismas tramas. Por el contrario, suelen ser producciones que destacan por su cuidada dirección artística, vestuario, fotografía o banda sonora y que son un vehículo de lucimiento de actores y actrices.
Orgullo y prejuicio, Sentido y sensibilidad, Emma, Cumbres borrascosas o esta Jane Eyre han sido rodadas decenas de veces en cine y televisión e incluso algunas de ellas han obtenido los más altos reconocimientos en forma de Oscars, Globos de Oro y Emmys. La universalidad de sus relatos engancha a ese público que siente atracción por esos mundos a medio camino entre lo romántico y lo opresivo, lo bucólico y lo intenso, lo poético y lo histórico. De la misma manera que las novelas continúan vendiéndose dos siglos después de haber sido escritas, los espectadores siguen comprando entradas para asistir a las desventuras de los personajes en imágenes.
En esta ocasión nos hallamos ante otro nuevo proyecto de exquisita corrección formal, que recrea la ambientación de la época como merece y que se centra en la exposición de los tipos tan bien descritos por la escritora anglosajona. Sigue fielmente las características propias de sus predecesoras, así que será del agrado de los aficionados de este, más que género, subgénero cinematográfico. Cinta de narración pausada, su principal mérito estriba en las correctas interpretaciones del equipo artístico. Todos ellos están a la altura del difícil reto que supone dar vida a unos personajes tan complejos y manidos. Sin poder calificarse como gran éxito de taquilla, lo cierto es que ha alcanzado una considerable rentabilidad, recaudando más de treinta millones de dólares en todo el mundo, sin duda una cantidad muy superior a la invertida en su realización.
Su director es casi un debutante. Se trata del norteamericano Cary Fukunaga, que ya recibiera algunos galardones en 2009 gracias al film Sin nombre, producido por los actores hispanos Gael García Bernal y Diego Luna y donde se narraban las peripecias de una joven hondureña a la búsqueda del denominado “sueño americano”. Por su parte, Jane Eyre está interpretada por la actriz australiana Mia Wasikowska, que saltó a la fama como la Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton para, posteriormente, destacar en Los chicos están bien, constituyendo su trabajo lo mejor del largometraje. Le acompaña en el reparto un cada vez más maduro Jamie Bell, célebre por su participación en Billy Elliot cuando contaba con apenas trece años de edad.

2 comentarios:

Patricia Almarcegui dijo...

Esperaba saber más de ella para ir a verla. Después de leerte, me animo. Siempre es una delicia caer en el tiempo de la historia y de los diálogos (a veces no fáciles) de Jane Eyre.

Gerardo Pérez Sánchez dijo...

Gracias, Patricia. Espero que te guste la película. Si la historia te atrae, creo que será de tu agrado.