La relación profesional entre Alejandro Amenábar y Oscar Santos Gómez se remonta al año 2004, cuando este joven realizador bilbaíno estrenó un cortometraje titulado El soñador producido por el primero y que ganó un premio en el prestigioso Festival de Sitges y otro, ya en 2005, en el Festival de Nueva York. Este trabajo, encuadrado en el género fantástico, narraba las andanzas de un experto en temas mentales que, en pleno siglo XIX, se hacía cargo de un paciente de la alta nobleza que dormía habitualmente durante tres días seguidos. Aquella fructífera colaboración continuó cuando Santos se encargó de rodar el “making off” de Mar adentro y ha desembocado ahora en la producción de su primer largometraje, un thriller psicológico cuyas claves tan magistralmente dominó Amenábar en los inicios de su brillante carrera cinematográfica, puestos de manifiesto en Tesis y Abre los ojos. Es indudable que, si hay que mencionar un cineasta español que asombre en el género del suspense es, indiscutiblemente, Alejandro Amenábar, razón por la que El mal ajeno se publicita poniendo un énfasis mayor en la figura de su productor (reclamo innegable que a estas alturas ya atesora un Oscar, un Globo de Oro y once Goyas, entre otros muchos reconocimientos) que en la de su propio director.
El mal ajeno se centra en la historia de un médico adscrito a una unidad del dolor y dedicado a la supervisión de enfermos terminales que se ha convertido a causa de su profesión en un ser embrutecido e insensible. Ante el intento de suicidio de una de sus pacientes, su compañero sentimental le culpa del incidente. La situación se zanja con un altercado en el que el facultativo, encañonado con una pistola, cree hacer recibido un disparo que cambiará su vida por completo. Es el punto de partida para descubrir secretos de esa paciente, infidelidades de su pareja y poderes curativos cuasi milagrosos que terminarán por confundir a un hombre desbordado por los acontecimientos. Pese a que las referencias al thriller psicológico sean inevitables, conviene destacar que el film tiene más de drama que de suspense, del que sólo conserva una intensidad narrativa permanente durante toda la proyección pero basada más en la angustia y el sufrimiento de los personajes que en la tensión del desenlace. La escena inicial donde un quinteto de enfermos desahuciados describen sus enfermedades respectivas y el sufrimiento que les generan da un idea bastante certera de cómo va a discurrir una trama en la que seres hundidos y deshumanizados se adueñan de la pantalla. Por otra parte, la cinta se puede calificar más de parapsicológica que psicológica ya que se inclina hacia los fenómenos inexplicables.
Película muy correcta, bien dirigida y con un guión solvente cargado de un dramatismo no apto para públicos sensibles, su reparto está encabezado por el actor Eduardo Noriega, que ya colaboró en los primeros proyectos de Amenábar. Aborda con solvencia la interpretación de un personaje muy complejo. Le acompañan la joven Clara Lago -El juego del ahorcado- y Belén Rueda -Mar adentro, El orfanato-.
El mal ajeno se centra en la historia de un médico adscrito a una unidad del dolor y dedicado a la supervisión de enfermos terminales que se ha convertido a causa de su profesión en un ser embrutecido e insensible. Ante el intento de suicidio de una de sus pacientes, su compañero sentimental le culpa del incidente. La situación se zanja con un altercado en el que el facultativo, encañonado con una pistola, cree hacer recibido un disparo que cambiará su vida por completo. Es el punto de partida para descubrir secretos de esa paciente, infidelidades de su pareja y poderes curativos cuasi milagrosos que terminarán por confundir a un hombre desbordado por los acontecimientos. Pese a que las referencias al thriller psicológico sean inevitables, conviene destacar que el film tiene más de drama que de suspense, del que sólo conserva una intensidad narrativa permanente durante toda la proyección pero basada más en la angustia y el sufrimiento de los personajes que en la tensión del desenlace. La escena inicial donde un quinteto de enfermos desahuciados describen sus enfermedades respectivas y el sufrimiento que les generan da un idea bastante certera de cómo va a discurrir una trama en la que seres hundidos y deshumanizados se adueñan de la pantalla. Por otra parte, la cinta se puede calificar más de parapsicológica que psicológica ya que se inclina hacia los fenómenos inexplicables.
Película muy correcta, bien dirigida y con un guión solvente cargado de un dramatismo no apto para públicos sensibles, su reparto está encabezado por el actor Eduardo Noriega, que ya colaboró en los primeros proyectos de Amenábar. Aborda con solvencia la interpretación de un personaje muy complejo. Le acompañan la joven Clara Lago -El juego del ahorcado- y Belén Rueda -Mar adentro, El orfanato-.
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