miércoles, 29 de julio de 2009

ASALTO AL TREN PELHAM 123

El realizador norteamericano Joseph Sargent dedicó la práctica totalidad de su carrera profesional al medio televisivo. Dirigió numerosos episodios de series tan populares como Bonanza y Lassie y fue el responsable de decenas de telefilmes rodados a lo largo de cuatro décadas. De hecho, y pese a sus ochenta y cuatro años de edad, todavía sigue en activo. En el año 1974 realizó una incursión en la pantalla grande con una cinta titulada originalmente «The Taking of Pelham One Two Three». Este largometraje, protagonizado por los excelentes Walter Matthau y Robert Shaw, se basaba en una novela del escritor Morton Freedgood que narraba la historia de un malvado delincuente que se apodera de un vagón de metro y solicita un rescate a cambio de la liberación del pasaje. Si no acceden a sus peticiones irá asesinando pasajero a pasajero al grupo de rehenes a medida que el tiempo avance. Frente a él, un astuto trabajador de la línea subterránea de transportes que conoce a la perfección todo el sistema de túneles tratará de impedir el éxito de tan descabellado plan. En 1998 Félix Enriquez Alcalá, otro realizador norteamericano de origen hispano, trasladó idéntica trama con el mismo título a otro telefilm protagonizado por el actor Edward James Olmos, famoso por su interpretación del teniente Castillo en Corrupción en Miami.
Ahora se estrena una tercera versión de la misma historia en lo que podría considerarse una prueba más de la falta de ideas originales del Hollywood actual. En esta ocasión es el realizador británico Tony Scott, un auténtico especialista en el género de acción, el que asume la dirección. En su filmografía figuran títulos tan conocidos como Top Gun, Superdetective en Hollywood II, Enemigo público o Domino y, aunque ha logrado éxitos de taquilla muy notables, nunca ha podido firmar una película recomendable al cien por cien, estando siempre a la sombra de los reconocimientos de su hermano Ridley.
En este caso, a pesar de repetir argumento, existen razones que invitan a acudir a las salas de proyección y el primero de ellos es, sin duda, la pareja protagonista que forman John Travolta y Denzel Washington, dos pesos pesados de la industria del séptimo arte. Ambos poseen un gancho especial y aportan una singular presencia de modo que, cuando están en estado de gracia, justifican por sí solos el precio de una entrada. Los dos cumplen su misión dignamente y harán disfrutar a sus incondicionales con toda seguridad. Otro motivo es que, efectivamente, las dosis de tensión e intriga de Asalto al tren Pelham 1 2 3 son más que suficientes para que destaque en una cartelera veraniega que tan pocos alicientes ofrece a los aficionados al cine.
Pero también se detectan carencias, como su evidente falta de originalidad y el particular estilo narrativo del director. Como dijo el propio Travolta en una de las entrevistas de promoción del largometraje “esta versión es como la de 1974 pero con esteroides: intensa y exagerada”. La citada frase expresa con acierto la tendencia del menor de los Scott, a quien le puede más el espectáculo visual que el rigor narrativo, la voracidad de la acción que el perfil de los personajes, la exageración que la mesura. Y esa preferencia por la desproporción y por las grandes magnitudes la lleva a todos los ámbitos, incluido el de la producción. Con un presupuesto de cien millones de dólares ha recaudado en Estados Unidos menos de setenta, por lo que aguarda al mercado mundial para, al menos, recuperar la inversión.

miércoles, 22 de julio de 2009

HARRY POTTER Y EL MISTERIO DEL PRÍNCIPE

En estos últimos años públicos de todas clases han asistido a una fructífera colaboración entre el cine y la literatura. A día de hoy permanece en cartel la adaptación de la primera entrega de la serie Millenium del escritor Stig Larsson. El liderazgo del fallecido novelista sueco en las librerías es indiscutible y se puede concluir que ha logrado trasladar ese éxito al ámbito de las salas de proyección europeas. El caso de Stephanie Meyer y su obra vampírica compuesta por Crepúsculo, Luna nueva, Eclipse y Amanecer es muy similar ya que millones de libros vendidos se han traducido igualmente en ingentes recaudaciones mundiales por ingresos directos en taquilla obtenidos exclusivamente por la primera de sus novelas. Todos estos magníficos datos, por muy meritorios que resulten, palidecen ante el fenómeno de Harry Potter.
Baste mencionar que el séptimo libro de la saga, cuya adaptación aún no se ha estrenado en cines, vendió en su primer día en las librerías estadounidenses más de ocho millones de ejemplares y que las ventas de todas las historias del joven mago se elevan a los trescientos veinte millones, cifras que se tornan más asombrosas cuando se trasladan al campo de su rentabilidad cinematográfica. Las cinco películas que ya han concluido su carrera comercial figuran entre las veinticinco más taquilleras de todos los tiempos, habiendo obtenido más de cuatro mil cuatrocientos cincuenta millones de dólares en concepto de venta de entradas. Por supuesto, esta sexta entrega va por el mismo camino y en sus primeros cinco días de exhibición internacional ha superado los trescientos cincuenta millones de dólares. Es obvio que no existe ningún fenómeno cinematográfico que haya logrado semejante aceptación.
El film posee idénticos méritos que los anteriores largometrajes: realización impecable, dirección artística, decorados, fotografía y efectos especiales excepcionales y un mundo imaginario, atractivo y fantasioso cuyos personajes siguen manteniendo el interés inicial. De más está decir que es imprescindible ser un espectador mínimamente receptivo al género fantástico porque, de lo contrario, las casi dos horas y media de duración serían difícilmente soportables. Dicho esto, los fanáticos de la serie disfrutarán con estas nuevas aventuras. También El misterio del príncipe presenta algunos inconvenientes, inevitables a medida que se estrenan más cintas sobre el joven Potter, como la dificultad cada vez mayor para sorprender al espectador y para concluir las tramas de misterio con más rigor.
El realizador británico David Yates, que ya fue el responsable de Harry Potter y la Orden del Fénix y que también será quien dirija la adaptación del último libro titulado Harry Potter y las reliquias de la muerte, se hace cargo de la dirección. En estos momentos está rodando la última entrega que, por la envergadura de su contenido, se prevé dividir en dos filmes que se estrenarán presumiblemente en 2010 y 2011. Será la primera vez que la adaptación cinematográfica de una de las novelas se convierta en dos películas. Por su parte Steve Kloves, autor de la mayoría de los guiones de Potter, repite labor. En su filmografía destacan las notables Jóvenes prodigiosos y Los fabulosos Baker Boys.
El elenco artístico no varía. Daniel Radcliffe sigue siendo el protagonista y Emma Watson y Rupert Grint completan el trío juvenil. Les acompañan actores consagrados de la escena británica como Michael Gambon -que continúa sustituyendo al fallecido Richard Harris en el personaje de Dumbledore-, Julie Walters o Alan Rickman.

miércoles, 15 de julio de 2009

LA PROPOSICIÓN

El abrumador dominio de la industria cinematográfica norteamericana en comparación con otras no admite discusión, tanto desde el punto de vista de la recaudación como del de la calidad de muchas de sus obras. Si se realizara un listado de las mejores películas de la historia del cine, la inmensa mayoría provendría de Estados Unidos, en ocasiones por ostentar el monopolio de la producción de géneros tan típicamente americanos como el western o el musical y en ocasiones porque las obras maestras del resto de estilos tienen a menudo referencias de ese país. No obstante, la indudable supremacía ostentada hasta hace poco tiempo en la comedia empieza a tornarse cada vez más cuestionable. Lejos quedan ya aquellas maravillosas cintas de Woody Allen y habría que remontarse varias décadas para hallar los ingeniosos y divertidos guiones de Nora Ephron - Cuando Harry encontró a Sally Algo para recordar-. La última comedia verdaderamente sobresaliente que se estrenó fue Entre copas (2004), sin duda la excepción que confirma la regla. En el polo opuesto se alzan recientes ejemplos en las cinematografías europeas o sudamericanas que ganan terreno a base de frescura y originalidad. La proposición es otra muestra más de un declive que puede ser calificado como preocupante.
Sandra Bullock, actriz que saltó a la fama al encadenar un par de éxitos muy destacados en la década de los noventa pero, pese a todo, con una irregular carrera profesional, protagoniza el film. En 1994 participó en Speed, interesante largometraje de acción a las órdenes del gran director de fotografía aunque discreto realizador Jan de Bont y un año después le siguió otro éxito de taquilla, la comedia romántica Mientras dormías, lo que le supuso saltar a la primera plana de la actualidad hollywoodiense. Paradójicamente, su trayectoria a partir de ese momento ha sido bastante errática.
La directora de La proposición es Anne Fletcher, quien realizó hace pocos meses la recomendable 27 vestidos pero que, en esta ocasión, poco puede hacer con un pobre guión más centrado en buscar la complicidad del público con los protagonistas que en proponer una trama de cierto fundamento. Sirva como ejemplo la intervención de la veterana Betty White (famosa por la serie televisiva Las chicas de oro), que puede compararse claramente con la incursión que su compañera de serie Estelle Getty hizo en compañía del inexpresivo Sylvester Stallone en la espantosa ¡Alto o mi madre dispara!
Si hubiera que apuntar algún mérito, el primero es que se trata de una propuesta que gusta a un buen número de espectadores. De hecho, el fin de semana de su estreno se aupó a la cima de las recaudaciones USA, habiendo alcanzado ya la cifra de cien millones de dólares, sin contar los ingresos en el resto de países donde se exhibe. Para una producción con un presupuesto de cuarenta millones el triunfo económico obtenido es evidente. Igualmente, hay que reconocer que cuenta con alguna escena muy graciosa, exigencia mínima para una comedia, pero el número de gags realmente divertidos es reducido para las dos horas de proyección.
Cabe destacar la labor de su actor principal, el canadiense Ryan Reynolds, que literalmente roba el protagonismo en buena parte de las escenas a Sandra Bullock gracias a su vis cómica. Algunos secundarios muy eficientes completan el reparto, como Craig T. Nelson (Poltergeist, Silkwood), Mary Steenburgen (Philadelphia, Regreso al futuro III) y Malin Akerman (Watchmen, 27 vestidos).

jueves, 9 de julio de 2009

LA ÚLTIMA CASA DE LA IZQUIERDA

El terror (denominado Horror por los anglosajones para diferenciarlo del Thriller) es, de todos los géneros cinematográficos, uno de los más agotados en lo que a sus fórmulas se refiere. Por regla general los títulos que consiguen exhibirse suelen ser remakes de viejas películas que dejan un espacio mínimo a la originalidad o pretendidas nuevas propuestas que se inspiran en filmes clásicos de este tipo de cine. La última casa de la izquierda nos sitúa ante la primera opción. El cineasta norteamericano Wes Craven, especialista en esta clase de cintas, asume la dirección. Pesadilla en Elm Street (con su mítico personaje de Freddy Krueger), la saga de Scream, Las colinas tienen ojos o El sótano del miedo avalan su trayectoria profesional. Curiosamente, su debut tuvo lugar con la versión de La última casa de la izquierda rodada en el año 1972, como responsable del guión y la realización. Largometraje muy modesto con un presupuesto que no alcanzaba los cien mil dólares y cuya recaudación, aunque terminó dando beneficios, fue limitada, sirvió a Craven para abrirse camino en el controvertido mundillo del terror. Y, aunque el éxito comercial sí llegó con proyectos posteriores, lo cierto es que su cine ha derivado en inspiración de sagas de humor más bien discutible como Scary Movie donde no sólo se ríen abiertamente del realizador de Cleveland sino que, además, logran unos triunfos en la taquilla muy superiores al del trabajo objeto de parodia.
Esta última revisión del producto que, en esta ocasión, está producida por Wes Craven, tiene al desconocido Dannis Iliadis detrás de la cámara. Intenta aportar novedades pero sin lograrlo y tal fracaso no se le puede imputar a este joven director griego sino a la imposibilidad del fin pretendido. A los espectadores que vieron la original hace casi cuarenta años no les sorprenderá en absoluto mientras que al público joven que parte de cero tampoco le provocará entusiasmo alguno, saturado ya de títulos inquietantes y sangrientos en la misma línea. En todo caso, interesará a los auténticos fanáticos del terror que disfrutan una y otra vez con una fórmula manida hasta la saciedad.
Entonces y ahora la trama se centra en dos chicas que llegan a una casa lejana y solitaria a las orillas de un lago y que son secuestradas por un preso psicópata que se ha fugado de la cárcel y los demás componentes de su banda, argumento recurrente de cualquier telefilm de fin de semana. Los escasos treinta millones de dólares de recaudación obtenidos en el mercado estadounidense constituyen un severo toque de atención para unos productores que deberían apresurarse a sanear un género en crisis. No obstante, no parece que las cifras les muevan a meditar. De hecho, Craven ha anunciado para el próximo año la cuarta entrega de Scream con algunos de sus actores fetiche e incluso tiene pendiente de estreno para este 2009 la cinta 25/8.
Como caras más conocidas dentro del reparto figuran los actores Monica Potter (Saw, Patch Adams) y Tony Goldwyn (Ghost, El último samurai) interpretando a los padres de una de las jóvenes secuestradas y cuya intervención resultará muy determinante en el desarrollo de la narración.

jueves, 2 de julio de 2009

TRANSFORMERS: LA VENGANZA DE LOS CAÍDOS

Michael Bay es el más claro ejemplo de director especializado en grandes superproducciones de acción. Cintas como Armageddon, La roca, Pearl Harbor o Dos policías rebeldes dan fe de ello. Cuando en 2007 presentó la primera entrega de Transformers el largometraje recaudó setecientos millones de dólares a nivel mundial sólo en concepto de ingresos directos de taquilla. Semejante éxito económico auguraba una pronta segunda parte que ha tardado apenas dos años en desembarcar en la gran pantalla. Sin embargo, las supuestas nuevas aventuras que promete no son tan nuevas, básicamente porque, en el peor de los sentidos, es más de lo mismo. Ya no es que los personajes y la estructura cinematográfica sean similares sino que reproducen literalmente y sin disimulo la fórmula de su predecesora. En consecuencia, quienes disfrutaron en su momento con la proyección del anterior film (un elevado número si atendemos a la rentabilidad obtenida) volverán a hacerlo. Ahora bien, aquellos espectadores que entonces salieron decepcionados reincidirán en otra mala experiencia si insisten en dar una segunda oportunidad a esta historia.
Hechas estas matizaciones, es innegable que a Transformers: La venganza de los caídos se le deben reconocer determinados méritos. La realización es impecable y tanto el sonido como los efectos especiales son brillantes. No hay duda de que hasta el último dólar invertido (y han sido muchos millones) tiene su reflejo en las imágenes. No obstante, la lista de deméritos es netamente superior. Para empezar, Bay persiste en el error de mezclar de forma ineficaz la comedia y la acción. Así, la primera parte de la proyección está salpicada por un cúmulo de gags más propios de las mentes responsables de la gran mayoría de títulos basados en desmadres universitarios que con excesiva frecuencia inundan las salas de cine. Pretender a renglón seguido que el público asimile otras escenas de corte dramático se convierte en una misión imposible abocada al fracaso más estrepitoso. Y esta tendencia del realizador californiano a mezclar lo cómico y lo dramático (su “marca de la casa”) funciona ocasionalmente y si, además, cuenta con instrumentos adicionales como, por ejemplo, la presencia Will Smith (cuyas cualidades para la comedia y la acción nadie discute) en el reparto. De lo contrario, se obtiene un resultado final que raya en la mediocridad. En definitiva, esta película no deja de ser un episodio de los Power Rangers pero más caro y más extenso (cerca de dos horas y media).
En cuanto al equipo artístico, el joven Shia LaBeouf - Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal- repite en el papel protagonista en compañía de Megan Fox, actriz que, pese a contar con una escasa filmografía, se ha encaramado al Olimpo de las estrellas mediáticas merced a su gran belleza.
Circula estos últimos días por la red el rumor de que, debido a su prometedor arranque recaudatorio (más de trescientos millones de dólares en su primera semana) los productores ya contemplan el rodaje de una tercera parte de la historia en la que, sin lugar a dudas, los técnicos de sonido y de efectos especiales tendrán muchísimo más trabajo que sus compañeros guionistas.