Como
quiera que la realidad supera a la ficción, a menudo se recurre a hechos
verídicos con el fin de buscar relatos dignos de ser contados. La película
“Arthur” se basa en la verdadera historia de Mikael Lindnord, un atleta sueco
especializado en competiciones de alto rendimiento y extrema complejidad. En el
año 2014, Lindnord viajó a Ecuador para competir en el Campeonato Mundial de
Aventura Huairasinchi (palabra del dialecto Kichwa que significa “la fuerza del viento”), que se
caracteriza por pruebas y carreras con un elevado e intenso nivel de exigencia.
Durante la competición, el equipo del atleta se cruzó con un perro
callejero en muy malas condiciones, al que ofrecieron un poco de agua y comida.
A partir de ese momento, les acompañó durante el resto del torneo, llegando a
superar todos los obstáculos, distancias y adversidades de tan singular
contienda. Al final, se forjó una relación tan estrecha entre el hombre y el
can que le llevó a adoptarlo definitivamente.
Dirige la
cinta Simon Cellan-Jones, a cargo de una amplia trayectoria en el mundo de la
televisión, con series destacadas e interesantes como “La diplomática”,
protagonizada por una estupenda Keri Russell, o “Years and Years”, divertida y
excéntrica propuesta con Emma Thompson en el reparto. Para las salas de
proyección tan sólo había dirigido “Plan en familia”, una comedia de acción
interpretada por actores notables, pero que no dejaba de ser una propuesta
endeble y bastante previsible en su planteamiento. Ahora estrena “Arthur”, un
film agradable a la vista, en tanto en cuanto contiene ese espíritu siempre
reconfortante de superación de la adversidad a base de tenacidad personal, y
que se halla repleta de buenas vibraciones y nobles sentimientos. Dicho esto,
el largometraje no arriesga en absoluto, por lo que vuelve a caer en lo
esperable, si bien suscita en el espectador esa grata y cómoda sensación de
participar en una hermosa trama y compartir sus profundos valores.
Así pues,
su definición más adecuada es la de propuesta agradable y bienintencionada, sin
actuaciones extraordinarias, ni momentos memorables, ni diálogos o secuencias especialmente
significativas, pero con las suficientes dosis de entretenimiento y encanto
como para disfrutar durante sus cien minutos de duración.
Abundan
las muestras cinematográficas sobre la particular relación entre el ser humano
y los animales, desde delfines (“Mi amigo Flipper”) a ballenas (“Liberad a
Willy”), pasando por leones (“Mia y el león blanco”), caballos (“War Horse”) y
un largo etcétera. Obviamente, los perros integran un apartado propio y cuentan
con el listado de títulos más extenso. Determinados planos de “Arthur” me
remiten, por ejemplo, a la entrañable “Siempre a tu lado, Hachiko”, con Richard
Gere encabezando el elenco, y que también se basa en una historia real. Y,
aunque no destaca en demasía en este conjunto global, refleja esa misma ternura
y esperanza que se saborea apaciblemente.
Como sucede con el anterior proyecto de Cellan-Jones en
pantalla grande, el elegido para protagonizar el relato es Mark Wahlberg,
interesante actor que, pese a una carrera profesional bastante asociada al
género de acción, también ha llevado a cabo intervenciones más dramáticas y
arriesgadas que acreditan su capacidad delante de la cámara. “The Fighter”,
“Infiltrados”, “The Lovely Bones”, “La tormenta perfecta” o “Boogie Nights” dan
fe de ello. En su faceta de héroe se popularizó gracias a “The Italian Job”, “Shooter:
El tirador” y “El único superviviente”, demostrando efectividad en su labor.
Junto a
él participan Simu Liu (“Barbie”), Nathalie Emmanuel (vista en las últimas
entregas de “Fast & Furious”), Juliet Rylance (“Frances Ha”) y Ali Suliman
(“Red de mentiras”).
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