El
universo de Roald Dahl ha llamado la atención del Séptimo Arte en reiteradas
ocasiones, así como de cineastas de lo más variopinto. “Mi amigo el gigante” de
Steven Spielberg, “Fantástico Sr. Fox” de Wes Anderson, “James y el melocotón
gigante” de Henry Selick o “Matilda” de Danny DeVito son algunos ejemplos
representativos. Pero la obra adaptada en más ocasiones a la gran pantalla es
la protagonizada por Willy Wonka. En 1971 se estrenó “Un mundo de fantasía” (“Willy
Wonka & the Chocolate Factory”), donde el cómico Gene Wilder daba vida al
icónico personaje. En 2005 fue Tim Burton quien dirigió “Charlie y la fábrica
de chocolate”, con su actor fetiche, Johnny Depp, encabezando el reparto. Y
ahora llega a las carteleras “Wonka”, con Timothée Chalamet asumiendo la
compleja tarea de interpretar tan peculiar papel.
Adentrarse
en los relatos de Roald Dahl implica una preferencia por la fantasía y un gusto
por las recreaciones mágicas y sobrecargadas. De lo contrario, la sobredosis de
color, ilusión e imaginación puede resultar empalagosa. Confieso que no es un
tipo de cine que me llame especialmente la atención, aunque reconozco que el
novelista británico posee una pluma especial para combinar moralejas y
creatividad. De hecho, comencé a ver esta tercera versión con bastante recelo. En
su momento, Tim Burton me ofreció un prometedor comienzo, pero después me
saturó con una propuesta excesivamente desproporcionada, a cargo de colores
chillones y decorados utópicos. Este largometraje recién estrenado recae
asimismo en idénticas características, si bien con una gracia notable y un sentido
imaginativo más apropiado. En cierto modo, me parece la mejor adaptación de
cuantas se han rodado hasta la fecha.
Paul King,
responsable de “Paddington” y su secuela, se pone al frente de la cámara y
afronta un complejo reto del que, a mi juicio, sale indemne. Se trata de una
adecuada apuesta dirigida al público infantil durante estas fiestas navideñas,
que ofrece un halo divertido y dulce junto a un tono musical pegadizo y con una
duración inferior a dos horas muy de agradecer.
Narra la
historia de Willy Wonka antes de convertirse en el mayor fabricante de
chocolate y caramelos de todo el mundo. Como si de un inventor juvenil se
tratase, no tardará en encarnarse en el mago del dulce, con la misión de
difundir alegría a través de sus invenciones. Además, su trayectoria se verá marcada
por la relación con su familia y por su amistad con un joven huérfano.
El punto
fuerte del film estriba en saber mezclar las dosis de ingenio con la esencia
infantil, si bien resulta inevitable que en algún momento rebase el límite
asumible del caramelo que se ofrece, por otra parte una regla del juego en este
tipo de tramas. Cabe asimismo indicar que, tanto la música como las
interpretaciones, impulsan el metraje cuando el juego de colores y de ocurrencias
imaginativas encallan el avance de tan vitalista propuesta.
Pese a su
juventud, Timothée Chalamet posee un envidiable currículum y puede presumir de
haber participado en títulos como “Interstellar” o “Lady Bird”, haber sido
dirigido por Woody Allen, Denis Villeneuve o Christopher Nolan, y haber
interpretado a personajes como Elio en “Call Me by Your Name”. Continuando con
su prometedora carrera, estrenará en breve la segunda parte de “Dune”, tras
meterse en la piel de Bob Dylan a las órdenes de James Mangold. En “Wonka” se
ajusta con habilidad a las necesidades de una actuación compleja.
Le
acompañan Kobna Holdbrook-Smith (“Doctor Strange”, “La Liga de la Justicia, de
Zack Snyder”), Olivia Colman (ganadora del Oscar por “La favorita” y nominada a
la estatuilla por “El padre” y “La hija oscura”), Hugh Grant (“Cuatro bodas y
un funeral”, “Love Actually”) y Matt Lucas (“Alicia en el País de las
Maravillas”, de Tim Burton y su secuela, “Alicia a través del espejo”).
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