Como
reflexión inicial he de indicar que, para desesperación de sus admiradores pero
por fortuna para mí, “El pacto (The Covenant)” no parece una película de Guy
Ritchie. El director británico se había especializado hasta la fecha en
largometrajes casposos en los que pretendía compaginar la acción con el humor.
Sin embargo, la total falta de credibilidad en sus tramas y personajes me
impedía apreciar una mínima intriga e intensidad en sus títulos, pesa a las
numerosas explosiones y persecuciones que rodara. Sus chistes básicos e
irreverentes tampoco me resultaban graciosos, así que desde el estreno de la
aceptable “RocknRolla” en 2008, he considerado su filmografía como un compendio
de burdos tópicos. En consecuencia, comencé este visionado con nulas
expectativas y, tal vez por ello, me terminó gustando.
En esta
ocasión, el cineasta parte de una narración más verosímil y sensata, en la que
ni existe una chulería macarra y artificial ni un constante empeño por provocar
la hilaridad. Ritchie se ha tomado este trabajo en serio, no tanto en el
sentido de ceñirse al drama, cuanto en el de abordar la historia con rigor. En
ese sentido, la mejora es evidente y supera el nivel de gran parte de su obra. Rodada
como una cinta bélica (habida cuenta de que no pocas escenas reflejan los
enfrentamientos en zona de conflicto entre dos bandos armados), su primera
mitad se torna bastante convencional en comparación con otros filmes que
recrean situaciones similares. No desentona, pero tampoco destaca. Sin embargo,
conforme se acerca el desenlace, gana en potencia y emoción, terminando con un
final que deja muy buen sabor de boca.
Durante
una misión en Afganistán, un sargento del ejército norteamericano entabla relación
con un intérprete local que ayuda a su pelotón a comunicarse con la población
de la zona. El afgano es calificado de traidor por la mayoría de sus
compatriotas, pues se comporta con inusitada lealtad hacia el mando
estadounidense. Mientras se involucran en buscar explosivos y reductos
talibanes, sufren una emboscada y todo el destacamento cae abatido, a excepción
del sargento y el intérprete en cuestión. Viendo al militar herido, el lugareño
realiza un esfuerzo sobrehumano por salvarle, recorriendo para ello un
territorio repleto de enemigos. Cuando el combatiente recobra el sentido en un
hospital de Estados Unidos, comprueba desesperado que su salvador se ha quedado
en su país con su familia, buscado y amenazado por los líderes guerrilleros.
Comienza entonces una cruzada para conseguirles un visado y repatriarles junto
a él, debiendo retornar en persona al territorio en combate para localizarles.
Pese a no
basarse en hechos reales, el guion se escribió atendiendo a las experiencias de
decenas de soldados e intérpretes que padecieron aquella guerra y, sin duda, el
último tramo de la proyección alcanza unas elevadas cotas de fuerza y
sentimiento.
Sus
protagonistas llevan a cabo unas actuaciones notables. Por un lado, Jake
Gyllenhaal, nominado al Oscar por “Brokeback Mountain” y a cargo de
interpretaciones tan diversas como las de “Animales nocturnos”, “Nightcrawler”,
“Zodiac”, “Prisioneros” o “El amor y otras drogas”, brinda una recreación
efectiva de su personaje y ayuda al empuje de la cinta. Menos conocido es Dar
Salim, si bien ha intervenido en la célebre serie de televisión “Juego de
tronos”.
Como
curiosidad, el rodaje tuvo lugar en localizaciones de Alicante, que representaron
los parajes afganos. De hecho, “El pacto” se trata de una coproducción española
de Fresco Film Services S.L., empresa con sede en Málaga, junto a Inglaterra y
Estados Unidos.
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