En
el fatídico año 2020 se estrenó en Netflix la cinta de acción protagonizada por
Chris Hemsworth “Tyler Rake” (de título original, “Extraction”), con la que
pretendía seguir un línea profesional marcada por los filmes de superhéroes y
personajes musculados. Contenía algunas secuencias bien rodadas que otorgaban
un clímax de tensión del agrado de los aficionados al género, si bien los
límites entre lo creíble y lo increíble, de por sí muy desdibujados
cinematográficamente hablando, se traspasaban con frecuencia sin rubor. Sin embargo, el éxito acompañó a la propuesta.
Y ya se sabe qué ocurre cuando un largometraje de estas características supera
las previsiones: se impone rodar una segunda parte lo más similar posible.
En
estos casos, el único plan trazado para preparar la secuela consiste en apostar
por la exageración, agrandando el producto y su resultado. Más presupuesto, más
explosiones, más armas descomunales, más peleas coreografiadas y más situaciones
extremas. Un más y más constante. El problema radica en que, para alcanzar su
objetivo, la aludida credibilidad (rebasada, por otra parte, en su primera
entrega), queda definitivamente atrás, en un horizonte muy lejano, pasando de
la acción a la fantasía y, en virtud de las imágenes, incluso a la ciencia
ficción. A partir de ahí, cada espectador decidirá el grado de despropósito
capaz de asumir. Un célebre anuncio televisivo emitido hace décadas nos
proponía, a modo de parodia, aceptar o no el pulpo como animal de compañía.
Quienes lo hagan, disfrutarán de un espectáculo visual repleto de
enfrentamientos, luchas cuerpo a cuerpo, disparos por doquier e infinidad de vehículos
destruidos, desde trenes hasta helicópteros (obviamente, la típica persecución
de coches ya resulta a estas alturas demasiado trillada y menor).
Tras
sobrevivir milagrosamente a sus anteriores vicisitudes, el valiente mercenario
Tyler Rake regresa a las operaciones encubiertas y a las misiones suicidas. En
principio, estaba dispuesto a retirarse a una alejada y solitaria cabaña, pero
un misterioso hombre que dice hablar en nombre de su ex mujer le solicita
colaboración para rescatar a su cuñada y sus sobrinos de una cárcel controlada
por un grupo paramilitar georgiano.
Según
la circense regla del “más difícil todavía”, se podría afirmar que supera a su
predecesora. Desde un punto de vista cinematográfico, en absoluto.
Personalmente, me resultó muy artificial el reiterado y cuasi cansino empeño de
ofrecer el combate más grandilocuente y el tiroteo más duradero. Mi nivel de
saturación se desbordó y hubo un momento en el que perdí el interés por la
narración. Además, la pretensión por parte del director de entrelazar planos
emotivos y dramáticos da lugar a un rotundo fracaso. En otras palabras, un
cambio excesivamente brusco que deriva en un injerto postizo entre tanta sangre
y detonación.
Chris
Hemsworth lleva a cabo una correcta labor. Encaja en el perfil de ex soldado
físicamente portentoso que continúa combatiendo por encargo y, en cierta
medida, sostiene con sus músculos la película. Popular gracias al personaje de “Thor”
en las franquicias de la factoría Marvel, a veces se ha alejado del estereotipo
de rudo hombre de acción, como ocurrió en “En el corazón del mar” o “Rush”,
ambas a las órdenes de Ron Howard. El desenlace de “Tyler Rake 2” presagia una
tercera parte, así que volveremos a verle en tesituras semejantes, aunque sería
deseable que apostara también por otro tipo de proyectos.
Junto
a él forma parte del elenco la interesante Golshifteh Farahani, cuya rica y
variada filmografía incluye la destacada “Red de mentiras”, de Ridley Scott, si
bien ha demostrado asimismo su versatilidad y potencial en títulos como
“Paterson”, de Jim Jarmusch o “A propósito de Elly”, del oscarizado “Asghar
Farhadi”. Actualmente interviene a través de la plataforma Filmin en “Asuntos
familiares”, junto a Marion Cotillard. Les
acompañan de modo secundario Olga Kurylenko (“Quantum of Solace”, “La muerte de
Stalin”) e Idris Elba (“Molly's Game”, “Beasts of No Nation”).
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