“Comanchería” es una película de difícil catalogación, aunque lo más correcto sería definirla como un western moderno y crepuscular, una desangelada visión de la América profunda. En ese sentido, presenta numerosos puntos en común con títulos como “Fargo”, “No es país para viejos” (ambas de los hermanos Coen) y “Un plan sencillo” de Sam Raimi. Refleja un mundo de delincuencia habitado por perdedores y, en general, por seres a los que les persigue la mala suerte, que desarrollan sus vidas en un ambiente muy asociado a la cultura estadounidense. El principal problema del largometraje reside en el estilo anodino de su narración y en el protagonismo de unos personajes toscos y apáticos que terminan por contagiar a los espectadores su enorme pereza y dejadez.
Aunque se trata de una cinta sobre atracos a sucursales bancarias e investigaciones policiales, renuncia de forma voluntaria a las imprescindibles dosis de intriga, intensidad y suspense. El propio relato queda condenado por la desgana que transmiten esos vaqueros con tantos años a sus espaldas y por la monotonía de unas extensas llanuras polvorientas donde sólo resaltan las máquinas perforadoras en busca de petróleo.
Llama la atención que el realizador británico David Mackenzie, pese a su origen escocés, logre plasmar a la perfección el perfil de robusto ganadero tejano, con barba de varios días, sombrero de ala ancha, tabaco de mascar y palillo entre los dientes y cuya idea de la felicidad consiste en tumbarse en una mecedora en el porche de su casa y, desde allí, vislumbrar un horizonte desértico. Aunque algunos de sus anteriores trabajos ya habían resultado premiados -por ejemplo, “Asylum” en 2005 o “Hallan Foe” en 2007, ambos en el Festival de Cine de Berlín- ha sido con “Comanchería” cuando este cineasta ha destacado de forma más patente, habiendo recibido tres nominaciones a los Globos de Oro (película dramática, guion y actor secundario) y siendo elegida una de las diez mejores películas de este año por el prestigioso American Film Institute.
Dos hermanos se han propuesto atracar el mayor número de bancos de la zona en un breve periodo de tiempo, pero no son atracadores profesionales, sino un ex convicto y un padre divorciado con dos hijos. Su objetivo se centra en reunir la suficiente cantidad de dinero para no perder su única propiedad, una granja familiar que el banco les reclama por impago y por la que han luchado toda la vida. Se trata, en definitiva, de pagar con sus propios fondos a la entidad financiera que les amenaza con desahuciarles. Sin embargo, un veterano y casi jubilado Ranger de Texas intentará impedir por todos los medios que se salgan con la suya.
Mackenzie rueda en escenarios nada habituales una cinta coherente y honesta sobre gente común y corriente y, a pesar de no alcanzar el nivel de las citadas muestras de Joel y Ethan Coen, atesora algunas escenas memorables y mantiene cierta aura mística en sus secuencias. La ausencia de acción, unida a la indolencia de los personajes, convierte a “Comanchería” en un proyecto diferente que le hace destacable. Es muy probable que aburra a un tipo de público proclive a la acción frenética, la emoción intensa y las persecuciones plenas de adrenalina pero, en el fondo, no deja de ser una interesante reflexión sobre un mundo que realmente no nos es tan lejano.
Destaca dentro del reparto el actor Jeff Bridges, encasillado de un tiempo a esta parte en papeles de viejo desaseado, fondón y de vuelta de todo -“Valor de ley” y “Corazón rebelde” son buena prueba de ello-, pero que se alzan como su mejor vehículo para certificar unas grandes interpretaciones. Le acompañan unos más que correctos Chris Pine (el Capitán James T. Kirk en la nueva saga de “Star Trek”) y Ben Foster (“El tren de las 3:10”, “Warcraft: el origen”).
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Datos del film
Título original: Hell or High Water.
Dirección: David Mackenzie.
País: USA. Año: 2015. Duración: 102 min. Género: Drama.
Interpretación: Jeff Bridges, Chris Pine, Ben Foster.
Guion: Taylor Sheridan.
Música: Nick Cave y Warren Ellis.