James Wan es un director de cine bastante peculiar. De nacionalidad australiana, ascendencia china pero marcado estilo anglosajón, se ha especializado profesionalmente en el género de terror. Aunque logró su mayor éxito comercial con la cinta “Fast & Furious 7” (más de mil quinientos millones de dólares recaudados a nivel mundial), ya se había dado a conocer a través de films tan sangrientos y retorcidos como “Saw”, dedicándose posteriormente a la producción de sus, hasta la fecha, seis sucesivas entregas. Títulos como “Silencio desde el mal” o “Insidious” (que también ha dado lugar a una trilogía y a otro cuarto capítulo en fase de preproducción) evidencian claramente la clase de cineasta que es Wan y, desde luego, no es de los que ha nacido para rodar comedias románticas. Sus películas son un fiel reflejo del mal y de la crueldad humanas, unidas a veces a influencias espirituales destinadas básicamente a aterrorizar a los espectadores. No obstante, se le debe reconocer su eficacia dado que, a las elevadas recaudaciones de sus largometrajes, se añade cierto reconocimiento de la industria como autor con estilo propio.
Acumula un buen número, tanto de seguidores incondicionales, como de detractores acérrimos. Por lo que a mí respecta, su trayectoria no despierta interés pero ello no me impide reconocer su habilidad e ingenio a la hora de plasmar en imágenes ese universo sórdido, agobiante y desolador que caracteriza a las obras de terror. Si en 2013 estrenó “Expediente Warren”, ahora presenta “Expediente Warren 2: El caso de Enfield”, el enésimo presagio de hallarnos ante un nuevo serial en el que las aventuras de la pareja protagonista proliferarán en años venideros, como hicieran antaño Mulder y Scully en sus investigaciones de fenómenos horrendos e inexplicables. La semana pasada alcanzó el número uno de la taquilla norteamericana, de modo que los productores no perderán la ocasión de seguir llenando sus arcas. Así es como funciona este negocio.
La trama se desarrolla en la localidad inglesa de Enfield en la década de los setenta. Allí, una madre soltera y sus cuatro hijos conviven con el trasfondo de una serie de extraños sucesos sobrenaturales. Un matrimonio de renombrados demonólogos formado por Lorraine (Vera Farmiga) y Ed Warren (Patrick Wilson) investigarán tan aterradoras situaciones paranormales con el objetivo de ayudar a la familia.
El resultado final encantará a los aficionados del género, teniendo en cuenta que el realizador es hábil con la narración, maneja el ritmo y la intensidad de la historia con acierto y utiliza notablemente todos los trucos necesarios para crear un clima de tensión. Pero, a pesar de ello, el contenido del guion desaconseja su visionado al público en general, porque sólo es apto para unos espectadores muy específicos y definidos, aunque suficientes para garantizar un importante rédito económico. En mi caso particular, me entretuvo a ratos y sirvió para mostrarme a un cineasta ágil detrás de la cámara, si bien me decanto más por ejemplos de cine independiente -como “It Follows”- que por estas grandes superproducciones.
Repiten encabezando el reparto los actores Patrick Wilson y Vera Farmiga. Al primero le hemos podido ver en “Watchmen”, “Hard Candy” y “Young Adult”, y a la segunda, en las más interesantes “Infiltrados”, “El niño del pijama a rayas” y la deliciosa “Up in the Air”. A cargo de un papel secundario les acompaña la alemana Franka Potente, que saltó a la fama gracias a su interpretación en “Corre Lola, corre” y, sobre todo, a sus intervenciones en las dos primeras entregas de la excepcional saga de Jason Bourne.
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Trailer en versión original
Datos del film:
Título original: The Conjuring 2.
Dirección: James Wan.
País: USA. Año: 2016. Género: Terror.
Reparto: Patrick Wilson, Vera Farmiga.
Guion: Carey Hayes y Chad Hayes.
Producción: Rob Cowan, Tony DeRosa-Grund y Peter Safran.
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