viernes, 3 de octubre de 2025

UNA BATALLA TRAS OTRA (One Battle After Another)



Paul Thomas Anderson es un venerado director con una filmografía destacada, aunque sus películas no conlleven un visionado sencillo. Suele terminar construyendo espesas tramas en metrajes largos que, sin perjuicio de la originalidad y brillantez de su puesta en escena, se me suelen atragantar en diversos tramos de la proyección. Ha sido nominado al Oscar en once ocasiones, sin obtener ninguno hasta la fecha. “Boogie Nights” (1997), “Magnolia” (1999), “Embriagado de amor” (2002), “Pozos de ambición” (2007), “The Master” (2012), “El hilo invisible” (2017) o “Licorice Pizza” (2021) integran un muestrario de obras que, sin duda, atesoran calidad, aunque reconozco que normalmente acabo agotado y un tanto desconcertado tras verlas. Sea como fuere, se trata de un cineasta de referencia en la industria del Séptimo Arte, que despierta expectación con cada nuevo proyecto.

Ahora estrena su última cinta “Una batalla tras otra”, de más de dos horas y media de duración, en la que, en gran medida, mantiene ese peculiar estilo, atrayente y agridulce a la par, con numerosos momentos notables junto a otros más anodinos y que, en conjunto, genera una sensación extraña. En esta ocasión, pretende decantarse formalmente por un thriller de acción, sin abandonar su particular sentido del humor y una constante tendencia al drama difuminado. Catalogar este filme se torna, pues, complicado, como sucede con su propio autor.

Un antiguo disidente revolucionario debe afrontar el secuestro de su hija, realizado por un antiguo enemigo con el que mantuvo innumerables disputas en otros tiempos. Desesperado por recuperarla, se ve obligado a recurrir a su antigua banda y a afrontar su pasado para intentar tener un futuro.

La propuesta sorprende, lo que ya es mucho decir dentro del presente panorama cinematográfico, plagado de reiteraciones. Posee ese punto anárquico a medias entre no tomarse nada en serio o dejarse llevar. Aun así, creo que algunas escenas no encajan demasiado en el relato, provocando momentos de desconcierto. Esta característica, por otra parte, define al realizador, un artista experimentado, hábil y con destellos de genialidad, pero también con aspectos, a mi juicio, más pedantes, y que lastran un ritmo que yo juzgo irregular.

No obstante, destaca sobre la mayoría de estrenos de 2025. El excelente elenco actoral, unido a una desenfadada historia y a un cierto toque inclasificable, entre sensible y brutal, triste y divertida, convierten a “Una batalla tras otra” en toda una experiencia. Paul Thomas Anderson sigue agrandando su leyenda de hombre extraño y de profesional inclasificable, que se reinventa en cada largometraje sin perder su esencia.

Encabeza el cartel Leonardo DiCaprio, a cargo del papel protagonista.  Ganador del Oscar por “El renacido”, ha demostrado su sobrada valía gracias a títulos como “Origen”, “Diamante de sangre”, “Infiltrados”, “El aviador” o “Atrápame si puedes”. En activo desde 1991, cuando debutó en “Critters 3”, su proyección y filmografía sólo pueden calificarse de muy destacadas. Aquí lleva a cabo un buen trabajo y otorga a su personaje unos rasgos incomprensibles que encarna perfectamente.

Le acompaña Sean Penn, premiado asimismo con la estatuilla dorada de Hollywood por sus actuaciones en “Mi nombre es Harvey Milk” y “Mystic River”, y acreedor de un puesto de privilegio en la historia del cine merced a sus participaciones en “21 gramos”, “Pena de muerte”, “Caza a la espía” o “La intérprete”, por citar algunos ejemplos. Normalmente más propenso a la sobreactuación que a la contención, no desentona en absoluto, teniendo en cuenta el estilo del que Anderson dota al film. Completa el triplete Benicio del Toro, inquietante en la mayoría de sus perfiles y especialista en robar planos cuando aparece en una escena. Premio de la Academia por “Traffic”, sus intervenciones en “Sicario”, “21 gramos” o “Sospechosos habituales” resultan memorables. 

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