viernes, 31 de octubre de 2025

FRANKENSTEIN



Si existe un director de cine al que se asocia con la recreación de los monstruos, se trata de Guillermo del Toro. Ya sea contando una historia de la Guerra Civil española o un romance dramático, su tendencia a incluir todo tipo de rarezas para dar un toque de fantasía irreal y de ambientación gótica a los relatos es célebre y resulta ampliamente aplaudida. Siempre me llaman la atención sus proyectos y reconozco su innata habilidad para una narración cinematográfica vinculada al denominado “género fantástico”, si bien aún no he logrado disfrutar de la gran conexión entre su forma de entender el cine y su modo de presentación artística. Me atrae. Despierta mi curiosidad. Incluso consigue entretenerme. Sin embargo, no me emociona ni me encandila como a otros espectadores.

Ganador de tres Oscars (dos por “La forma del agua” y uno por la cinta de animación “Pinocho”), desde sus inicios destacó por su originalidad. Otros de sus títulos, como “Cronos”, “Hellboy” o “El laberinto del fauno”, también reflejan a la perfección su estilo. No es de extrañar, pues, que le fascinara la figura de Frankenstein y que, tarde o temprano, filmara una adaptación de la popular novela.

Respecto al personaje creado por Mary Shelley, su devenir se conoce sobradamente. No en vano, sobre él se han rodado diversos largometrajes en distintas épocas. Desde el encarnado por Boris Karloff en 1931 hasta el interpretado por Robert de Niro en 1994, la atracción por tan singular perfil no decae pese al transcurso del tiempo. En cualquier caso, tal argumento en manos de Guillermo del Toro se alza como ese filón que ya presagiaba una obra tan portentosa en lo visual y tan contundente en el fondo. Y así ha sido.

En mi opinión, “Frankenstein” constituye el mejor trabajo del realizador mexicano. Transmite casi en cada plano su pasión y su estado de éxtasis. Compagina con acierto una exquisita y cuidada puesta en escena con los aspectos más sentimentales de los protagonistas. Y tal vez esas ansias de Del Toro han derivado en un metraje excesivo, aunque tampoco desentona en exceso. Obviamente, se precisa de un mínimo de fascinación por este singular género, donde las deformaciones físicas, las criaturas grotescas, los decorados suntuosos y el vestuario recargado forman parte esencial de la temática. Pero, yendo un paso más allá, tanto el libro como el film tratan temas universales e imperecederos.

Estrenada en el pasado Festival de Cine de Venecia, llega ahora a las carteleras como una de las propuestas de 2025. Veremos qué nos deparan el resto de candidatas que se disputan los principales galardones venideros, pero este “Frankenstein” obtendrá a buen seguro numerosas nominaciones. Como ocurrió con “Una casa llena de dinamita”, se exhibe en escasas salas de proyección, como etapa previa a su pase en la plataforma Netflix, a fin de poder competir en los certámenes que se celebrarán en los próximos meses.

Destacan las participaciones de dos habituales del universo de Guillermo del Toro: el director de fotografía Dan Laustsen (quien optó a dos estatuillas doradas por “La forma del agua” y “El callejón de las almas perdidas”) y el compositor francés Alexandre Desplat (ya poseedor de una de ellas por la banda sonora de la citada “La forma del agua”).

Dentro del equipo artístico se halla el siempre versátil y acertado Oscar Isaac, una garantía para cualquier reparto (“El año más violento”, “Ex Machina”, “Dune”, de Denis Villeneuve, la última trilogía de “Star Wars”). Jacob Elordi da vida al monstruo. En la actualidad promociona por todo lo alto la más reciente versión de “Cumbres borrascosas”, que protagoniza junto a Margot Robbie. Les acompañan Mia Goth (“Emma” -de Autumn de Wilde-, “MaXXXine”), Christoph Waltz (oscarizado por “Malditos bastardos” y “Django desencadenado”), Charles Dance (“The Imitation Game”, “Gosford Park”) y Felix Kammerer (“Sin novedad en el frente”, “Edén” de Ron Howard -ahora disponible en Amazon Prime-).




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