Cada vez
resulta más difícil juzgar una película por el grado de credibilidad de sus
escenas. La actualidad nos tiene acostumbrados a numerosas noticias que serían
calificadas de totalmente inverosímiles en un relato inventado. Se dice que la
realidad supera a la ficción y, visto lo visto, a estas alturas yo tiendo a
admitir como posible lo que mi lógica todavía se empeña en negar. “Guerra Civil”
plantea un escenario en el que los Estados Unidos se enfrascan en una lucha
fratricida entre buenos americanos y malos americanos (a qué bando pertenece
cada uno depende de a quién se le pregunte), y los paramilitares marchan hacia Washington
para tomar la Casa Blanca y matar al Presidente. Hasta aquí, todo creíble,
puesto que hemos presenciado recientemente en vivo y en directo el asalto al
Capitolio por personas ataviadas con cabezas de búfalo. Mayor reparo, si cabe,
me produce la escenificación de informadores compartiendo con soldados la
primera línea de combate. Mi mente la percibe como poco realista, aunque tal
vez el fotógrafo de prensa acompañe efectivamente al militar en la avanzadilla
de una acción bélica. Quién sabe.
“Guerra Civil”
es una llamada de atención sobre la peligrosidad de la polarización dentro de
un país y sobre cómo los odios, si no se aplacan a tiempo, crecen
irremediablemente hasta extraer lo peor del ser humano. Atesora algunas escenas
muy buenas y, sobre todo, posee un planteamiento visual y narrativo interesante,
proyectando, a modo de pausa, las fotografías que los protagonistas van sacando
en cada misión de combate que cubren. No obstante, presenta algunos deméritos,
a mi juicio, muy evidentes. Intenta alternar un tono de parodia con un estilo
más serio y dramático, lo que no siempre funciona a la hora de enlazar las secuencias.
Pero se nota, en especial, cómo fuerza la narración para introducir la moraleja
y recrearse en el mensaje. Eso, o surge de un modo natural y espontáneo o, si
se debe forzar la escenografía para subrayar la crítica, se convierte en un recurso
postizo que desentona con el resto del largometraje.
En mitad
de una contienda interna estadounidense, generada tras la rebelión de grupos
secesionistas, un periodista y una afamada fotógrafa viajan por carretera desde
Nueva York a Washington para entrevistar al Presidente de la nación en lo que
parecen sus últimos días en el cargo. Terminan acompañándoles un veterano
periodista y una jovencísima aprendiz. Los casi dos mil kilómetros de trayecto
se convierten en una odisea de peligros donde presenciarán la crueldad y la
miseria humana. Llegan tarde a la capital, puesto que los rebeldes están a
punto de atacar la Casa Blanca, por lo que se unen a ellos para cubrir la
información desde la primera línea de fuego.
Se sitúa
detrás de la cámara Alex Garland, quien se inició como guionista de cintas de
Danny Boyle (“La playa”, “28 días después”, “Sunshine”), y después se pasó a la
dirección debutando con la interesante “Ex Machina”, por la que recibió una
nominación al Oscar, y a la que siguió “Aniquilación”, una producción de
Netflix con Natalie Portman a la cabeza del reparto. En “Guerra Civil” quizás
abuse de cierta reiteración narrativa, pero cabe reconocerle algunos momentos
muy destacados.
Sobresale
la actriz Kirsten Dunst, que recrea un personaje interesante y repleto de
matices. Aquella niña que comenzó en el cine con “La hoguera de las vanidades”
y despuntó en “Entrevista con el vampiro” ha crecido y puede presumir de poseer
una filmografía muy completa, desde éxitos de taquilla como la primera trilogía
de “Spiderman”, de Sam Raimi a obras más arriesgadas, como “Las vírgenes
suicidas” u “¡Olvídate de mí!”, pasando por rarezas tan sugerentes como
“Elizabethtown” o “El poder del perro”.
La
acompañan Wagner Moura (de la serie “Narcos”) -que lleva a cabo un trabajo más
desentonado-, Stephen McKinley Henderson (“Lincoln”, “Dune”), Cailee Spaeny
(“Una cuestión de género”) o Jesse Plemons (“El irlandés”, la ya citada “El
poder del perro”).