Existen
versiones enfrentadas sobre la autoría de la frase “la belleza está en los ojos
del que mira”. Algunos se la atribuyen al filósofo escocés David Hume. Otros,
sin embargo, se decantan por el escritor irlandés Oscar Wilde. En cualquier
caso, la idea apunta a que es el observador quien ensalza o no lo que ve, más
que el objeto o el sujeto observado. En el caso que nos ocupa, quizá sea yo
quien no vea más con buenos ojos este tipo de películas. Pese a ser un
ferviente admirador de la trilogía de Christopher Nolan sobre “Batman”, o de los
inicios de Sam Raimi sobre “Spiderman”, el cine de superhéroes ha empezado a
dejar de tener interés para mí. Confieso que las productoras me han saturado
con tantas superproducciones y han esquilmado la otrora tierra abonada y
productiva de los cómics a base de reiteración y reincidencia. Me he cansado y
ya no cabe en mis ojos esa predisposición a contemplar la belleza y el entretenimiento
que en tiempos acompañaban a este género.
La
cinta presenta una correcta factura, aspectos técnicos rigurosos y ritmo e
intensidad suficientes, pero a estas alturas no consigo disfrutar en absoluto
con estos proyectos, máxime si su metraje se eleva innecesariamente a las casi
tres horas de duración. No obstante, no descarto que los partidarios de estos
modelos sí lo hagan, atraídos tal vez por el velado homenaje al fallecido actor Chadwick Boseman y por el trabajado aspecto visual que se
ofrece. Aun así, y para ser honesto, reconozco que me aburrí y que, sobre todo,
me percaté a los pocos minutos de lo poco que me importaba el relato.
Tras
la muerte del rey T'Challa, la reina Ramonda y sus súbditos luchan por proteger
su nación de las potencias mundiales, que aprovechan la debilidad de Wakanda
sin Black Panther. Mientras los wakandeses se esfuerzan por afrontar su futuro incierto,
un nuevo grupo de héroes y heroínas se unirán para forjar un nuevo destino para
su reino. Percibo cierto desorden en el cúmulo de ideas que se pretende
transmitir, como si el guion fuese un batiburrillo de propuestas surgidas de
forma aleatoria. Cuando te montas en una montaña rusa, lo suyo es dejarse
arrastrar. Pero si aspiras a que el espectáculo se alargue durante ciento
sesenta minutos, se necesita habilidad para crear una trama, no sólo intensa y
atractiva, sin también adictiva y consistente. Y en ese objetivo, obviamente,
no se ha acertado.
El
film corre a cargo de Ryan Coogler, responsable de la anterior aventura y de “Creed.
La leyenda de Rocky”. Cuenta con algunos momentos emotivos y otros, ciertamente
trepidantes, si bien ni unos ni otros duran demasiado. Determinados hilos
argumentales se pierden, pese a sugerir propósitos elevados y empeño por
alcanzarlos. Ignoro si el denominado Universo Marvel planea rodar una tercera e
incluso una cuarta parte. Será muy probable, a tenor de su deriva con otros
personajes. En todo caso, no creo que yo las visione, de no ser que transcurra
tiempo suficiente para desintoxicarme de mi actual sobredosis.
A
raíz del fallecimiento de Chadwick Boseman, que dio vida a T'Challa (Black
Panther) en la anterior entrega, en uno de los títulos de “Capitán América” y
en dos de “Los Vengadores”, ha heredado el protagonismo Letitia Wright, vista recientemente
en la versión de Kenneth Branagh de “Muerte en el Nilo” y en la miniserie
televisiva de Steve McQueen “Small Axe”. Le acompañan Lupita Nyong'o, ganadora
del Oscar por “12 años de esclavitud” y partícipe asimismo de la tercera
trilogía temporal de “Star Wars”, y la veterana Angela Bassett (“Contact”,
“Días extraños”, “Tina”).
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