No
cabe la menor duda de que los mundos del cómic y del cine se han unido en
numerosas ocasiones para producir interesantes películas y entretenimientos
colosales. Sin embargo, en las últimas décadas la proliferación de producciones
demasiado similares ha saturado y esquilmado un terreno hasta entonces
altamente productivo. A título personal, ya hace bastantes años que estas
propuestas no me resultan ni interesantes ni entretenidas. La estrategia de
apostarlo todo a la desproporción visual se torna cansina, por más que la
pulcritud técnica que la acompaña sea meritoria. Se trata de un género que está
muriendo de éxito mientras se lleva por delante una parte considerable del
Séptimo Arte de toda la vida.
Bajo
la capa de un antihéroe atípico, el personaje de “Black Adam” surgió
inicialmente en los cómics de la factoría “DC” y ahora desembarca en la gran
pantalla de la mano del director español Jaume Collet-Serra, un habitual del
terror y la acción. Durante algún tiempo se alió con Liam Neeson en la
descabezada cruzada que emprendió el actor irlandés como estrella de violentos
títulos como “Sin identidad”, “Non-Stop (Sin escalas)”, “Una noche para
sobrevivir” o “El pasajero”. Y parece que esa alianza se está forjando en la
actualidad con Dwayne Johnson “La Roca”, con quien ya ha estrenado “Jungle
Cruise” y la presente “Black Adam”. Cierto es que los largometrajes de Collet-Serra
contienen intensidad y ritmo, pero a cargo de unos guiones planos y pobres, y
de una aparatosidad óptica que no esconde las carencias de los personajes ni la
reiteración de las propuestas.
Se
percibe igualmente cierto tufillo pretencioso, una especie de intento de vender
un producto más serio y profundo que la competencia, pero que se queda en
ínfulas injustificadas. A lo sumo, puede presumir de disponer de un ingente
presupuesto, en el hipotético caso de que esa circunstancia sirva para
alardear. Por lo que a mí respecta, la proyección me pesó y las dos horas de
metraje se me antojaron excesivas.
“Black
Adam” se alza como una derivación de la cinta “¡Shazam!”, filmada en 2019. Los
orígenes de su protagonista se remontan al antiguo Egipto. Sus omnipotentes poderes
y su maldad le condenaron miles de años atrás pero, recién liberado, se
reinventa en un mundo necesitado de justicieros. Un grupo de héroes tratará de que
este peligroso superhumano halle la redención utilizando en esta oportunidad su
poder para hacer el bien.
Unas
moralejas muy trilladas y una trama sin ningún tipo de interés hacen de este
visionado una penosa cuesta arriba que no da para más, pese a lanzarse en
brazos de unos insuficientes efectos especiales. Sin duda, se trata de un film
menor dentro del cine de superhéroes. El momento de buscar nuevos relatos y de
ofrecer propuestas más imaginativas y creativas pasó, pero muy pocos oyeron el
mensaje, así que no pocos productores continúan resistiéndose a abandonar
algunas fórmulas antaño exitosas que crearon tendencia. En otras palabras,
malos tiempos para el cine.
Dwayne
Johnson, cuya carrera ha ido compaginando sagas de acción con comedias, se
erige en estrella absoluta. Tan pronto aparece en “Be Cool” y “Superagente 86”
como se engancha al serial de “Fast & Furious”. Hay que reconocerle su capacidad
para el humor y un físico que le catapulta a superproducciones de estas
características. Aquí no desentona, si bien al proyecto, vacuo y repetitivo, le
falta frescura y enjundia. Le acompaña el ex Agente 007 Pierce Brosnan, otro habitual
de estas producciones. Sus papeles en “El escritor”, “Evelyn” o “El sastre de
Panamá”, donde ofreció su mejor versión artística, no son los más conocidos por
el gran público, y en esta ocasión deambula de forma errática.
Intervienen
asimismo Aldis Hodge (“Figuras ocultas”, “Straight Outta Compton”), Sarah Shahi
(“Una bala en la cabeza”) y Jennifer Hollan (“El escuadrón suicida” de 2021).
Aunque sin acreditar, aparece también Viola Davis, ganadora de un Oscar por
“Fences” y cuatro veces candidata a la estatuilla dorada de la Academia de
Hollywood.