2022
parece ser el año del salto a la popularidad para el director Joseph Kosinski.
En menos de un mes se acaba de proyectar en la pantalla grande “Top Gun:
Maverick” y ahora presenta en la plataforma Netflix “Spiderhead”. Este cineasta
norteamericano posee una corta filmografía, muy marcada por el género de
acción. Debutó en 2010 con “TRON: Legacy”, a la que siguieron “Oblivion” en
2013 y “Héroes en el infierno” en 2017, añadiendo en la actualidad los dos citados
largometrajes recién estrenados. En todos ellos se evidencia una marcada
preocupación técnica y, al tiempo, una cierta dejadez por los personajes. En la
película de 1964 “La pícara solterona” (“Sex and the single girl”) se escucha
una célebre frase que se ha convertido en la representación del cinismo
periodístico: “You wouldn't let the truth stand in the way of a good story,
would you?”, que se podría traducir como “no dejes que la verdad te estropee un
buen reportaje”. Pues en el mundo del cine se está extendiendo otra similar, en
el sentido de que “no hay que dejar que un buen guion estropee una escena”. Los
perfiles, el rigor de la trama y la credibilidad de la narración se tornan secundarios
respecto a la imagen, el ritmo y la estética.
“Spiderhead”
se enmarca dentro de esos “thrillers” donde la sorpresa visual y la
extravagancia se consideran suficientes atractivos para encandilar a los
espectadores. Y es posible que, efectivamente, sirvan para un entretenimiento
insustancial, un pasatiempo puntual hasta no tener otra cosa mejor que hacer.
Sin embargo, constituye un experimento cinematográfico bastante vacuo. Pese a
presentarse con el envoltorio de cierta erudición filosófica, lo cierto es que
su lista de anzuelos es bastante simple. Otra cosa es que resulten efectivos o
no.
En
un futuro próximo, se ofrece a los presidiarios la oportunidad de someterse a
determinados experimentos médicos a cambio de acortar su sentencia condenatoria.
Así, en una moderna instalación, algunos presos jóvenes pasan a manos de un
visionario científico para experimentar con el control de las emociones.
Más
allá del aliciente que entrañan unos actores conocidos, el planteamiento se
alza errático y carente de interés. Ejercen como guionistas Rhett Reese y Paul
Wernick, responsables de “Deadpool” y “Bienvenidos a Zombieland” y sus
respectivas secuelas. Aquí, sin embargo, no se pretende imprimir un marcado
tono cómico y tal vez sea ese su mayor error, ya que como drama es un
despropósito, como comedia no alcanza el nivel de humor necesario y como film
de suspense o acción navega bastante desorientado. Su corta duración, rozando
la hora y media, permite verla de un tirón a la espera de ese gran giro que la
impulse, pero tal giro nunca llega.
Encabeza
el reparto el popular Chris Hemsworth, muy conocido por dar vida a “Thor” tanto
en sus propios films como en los del universo de la factoría Marvel. Acumula
otras experiencias en cintas estrenadas en Neflix (“Tyler Rake”) y algún
intento adicional por desmarcarse de sus facetas de superhéroe o fornido
soldado (“En el corazón del mar”, “Blackhat: Amenaza en la red”). No obstante,
en este papel de “Spiderhead” no encaja demasiado. Le aguarda en breve un nuevo
proyecto de “Thor” y la segunda parte de “Tyler Rake”, trabajos en los que
demuestra sentirse más cómodo.
Le
acompaña Miles Teller, quien destacó sobremanera en la genial “Whiplash” y que
ha participado en otros interesantes títulos como “Juego de armas”. Apuesta
habitual de Kosinski (sale también en “Top Gun: Maverick” y “Héroes en el
infierno”) cuenta con un porvenir prometedor, si bien debe orientar su carrera
con tino.
Junto
a ellos participan Charles Parnell (visto asimismo en la secuela de “Top Gun”),
Jurnee Smollett (“El gran debate”), Tess Haubrich (“Lobezno: inmortal”), o Nathan
Jones (“Mad Max: Furia en la carretera”).
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