El realizador Ruben Östlund se ha
alzado con su segunda Palma de Oro en la 75 edición del Festival de Cine de Cannes gracias a su corrosiva nueva comedia, 'Triangle of
Sadness'. El cineasta sueco ya ganó el preciado galardón del certamen con su
anterior trabajo, 'The Square', estrenado en 2017.
LISTADO COMPLETO DE GANADORES
Sección Oficial
Palma de Oro a la mejor película: 'Triangle of Sadness', de
Ruben Östlund
Gran Premio del Jurado ex aequo: 'Close' (Lukas Dhont) y
'Stars at Noon' (Claire Denis)
Mejor dirección: Park Chan-wook, por 'Decision to Leave'
Mejor actriz: Zar Amir Ebrahimi, por 'Holy Spider'
Mejor actor: Song Kang-ho, por 'Broker'
Mejor guion: Tarik Saleh, por 'Boy from Heaven'
Premio del Jurado ex aequo: 'Le otto montagne' (Felix van Groeningen
y Charlotte Vandermeersch) y 'EO' (Jerzy Skolimowski)
Premio Especial 75º aniversario: 'Tori et Lokita', de
Jean-Pierre y Luc Dardenne
Otras secciones
Cámara de Oro al mejor largometraje debut: "War Pony", de
Riley Keough y Gina Gammell
Mención Especial Caméra d'or: "Plan 75", de Hayakawa Chie
Palma de Oro al mejor cortometraje: "The Water Murmurs", de
Jianying Chen
Mención especial a cortometraje: "Lori" (Melancholy of My
Mother's Lullabies), de Abinash Bikram Shah
Mejor película de la sección "Un certain regard": "Les pires", de Lise Akoka y Romane Gueret
Premio del Jurado de "Un certain regard": "Joyland", de
Saim Sadiq
Mejor dirección de "Un certain regard": Alexandre
Belc por "Metronom"
Mejor interpretación de "Un certain regard": Vicky
Kripes por "Corsage" y Adam Bessaa por "Harka"
Mejor guion de "Un certain regard": "Mediterranean
Fever", de Maha Haj
En
mi opinión, para rodar películas se debe haber visto mucho cine previamente,
así como estudiar a los maestros del Séptimo Arte. Howard Hawks afirmaba: Tengo
diez mandamientos y los nueve primeros dicen “no aburras”. En la película “The
International: dinero en la sombra” se escucha: "La diferencia entre
ficción y realidad es que la ficción debe ser creíble". A mi juicio, se
trata de dos excelentes reglas a seguir en esta industria tan particular. El
gran problema de “El sastre de la mafia” estriba en que termina aburriendo con una
trama poco creíble e, incluso, carente de interés. Una lástima, ya que dispone
de buenos actores, una cuidada ambientación y un correcto nivel técnico. Sin
embargo, el ritmo narrativo y el guion no se sitúan a la misma altura. La
recreación, asimismo, resulta excesivamente teatral, ralentizando por ello la
armonía que ha de contener un largometraje.
El
joven director norteamericano Graham Moore debuta tras la cámara con esta
cinta, aunque ya posee un Oscar como guionista de la magnífica “Descifrando
enigma”. Y, como toda primera vez, esta transición profesional no tendría que
ir aparejada de una crítica severa. Considero que demuestra una cierta capacidad,
llamada a ir madurando y progresando. Se nota su esfuerzo por ser elegante y
pulcro con los cánones cinematográficos, pero adolece de nervio y brillantez. La
proyección no dura en exceso, alrededor de una hora y tres cuartos, pero la
propensión a consultar el reloj evidencia que algo falla.
Ambientada
en los años cincuenta, relata la historia de un sastre inglés que vivía en
Londres trabajando en una célebre casa de moda y que, tras una tragedia
personal, cambia su vida radicalmente. Llega a Chicago para prestar sus
servicios en una pequeña sastrería de barrio donde la ropa elegante sólo queda
al alcance de los gangsters. Así, una concreta familia de la mafia entablará una
extraña relación con él, por lo que se verá implicado con el grupo criminal de
un modo cada vez más arriesgado.
El
film abusa del ambiente claustrofóbico y de la escenografía sobria y, en un
determinado momento, la acción deja de tener interés y el traje comienza a
descoserse. Sin pretender restar méritos al actor protagonista, el vestuario y
la fotografía, ignoro si se trata de un ejemplo de elevadas pretensiones no
logradas o, simplemente, de una modesta obra de teatro filmada pero, sea como
fuere, algo no encaja.
Durante
el visionado me resultó inevitable recordar sus similitudes con “El sastre de
Panamá”, realizada en 2001 por John Boorman y protagonizada por Pierce Brosnan,
Geoffrey Rush y Jamie Lee Curtis. Ambos personajes principales eran sastres y
ambos se veían involucrados en un enredo de espías y corrupción. Sin embargo,
pese a no ser un título de culto ni reunir un casting muy afinado, la obra de
Boorman se mostraba más entretenida, tal vez porque se sostenía sobre una
novela de John Le Carré, versado en el género y con sobradas dotes para
hilvanar la intriga con la justa medida de diversión y credibilidad. Si en su
momento no me enganchó “El sastre de Panamá”, tras “El sastre de la mafia” he
recuperado las ganas de volver a verla.
El
actor Mark Rylance, quien sustenta sobre sus hombros casi todo el peso de la
propuesta, es sin duda lo mejor de este proyecto. Ganador de un Oscar por “El
puente de los espías”, ha demostrado con creces su valía a través de sus
interpretaciones en “El juicio de los 7
de Chicago” o “Dunkerque”. Se adecúa al perfil y logra captar la atención del
espectador, llevando a cabo una actuación efectiva. Le acompañan Zoey Deutch (“Zombieland:
Mata y remata”), Dylan O'Brien (de la saga “El corredor del laberinto”), Simon
Russell Beale (“La muerte de Stalin”) y Johnny Flynn (“Viaje a Sils Maria”).
Cillian Murphy nació en la ciudad irlandesa de Cork el 25 de mayo de 1976. Actor, músico y productor, debutó en el cine en 1998 en “The Tale of Sweety Barrett”,
pero sus mayores éxitos han llegado en este siglo. En el año 2002
participó en “28 días después”, de Danny Boyle y en 2003 en “La joven de
la perla”, de Peter Webber y en “Cold Mountain”, de Anthony Minghella.
En 2005 comenzó una fructífera colaboración con el director “Christopher
Nolan” a través de “Batman Begins”, a la que seguirían “El
caballero oscuro” (2008), “Origen” (2010), “El caballero oscuro: La leyenda
renace” (2012) y “Dunkerque” (2017).
Participó asimismo en “El viento que agita la cebada” (2006) de Ken
Loach, “Sunshine” (2007) de nuevo con Danny Boyle, “En el límite del amor”
(2009) de John Maybury y “En el corazón del mar” de Ron Howard. En 2013 estrenó la serie televisiva de gran popularidad “Peaky
Blinders” y ya en 2021 intervino en “Un lugar tranquilo 2”, de John
Krasinski.
Evángelos Odysséas
Papathanassíou, más conocido como Vangelis, falleció ayer a los 79 años de
edad. Nacido en la ciudad griega de Volos el 29 de marzo de 1943, fue autor de docenas de álbumes electrónicos y bandas sonoras.
Son muy célebres sus
composiciones para “Carros de fuego” (1981), de Hugh Hudson (por la que ganó un
Oscar), “Desaparecido”, de Costa-Gavras (1982), “Blade Runner”, de Ridley Scott
(1982), “El año que vivimos peligrosamente”, de Peter Weir (1982) y “1492: La
conquista del paraíso”, de nuevo con Ridley Scott (1992).
Su música se caracteriza por
el uso de sintetizadores y, ocasionalmente, de instrumentos acústicos, para
crear atmósferas de un sonido envolvente, en un tono generalmente grandioso y
solemne. No resulta sencillo enmarcarla dentro de un género enconcreto, aunque es habitual incluirla en las
filas de las llamadas Nuevas Músicas o en el clásico contemporáneo. Lograba
dotar a las imágenes de una mayor relevancia narrativa. El mundo del cine
pierde a uno de sus músicos más destacados.
En cualquier caso, la
diversidad y complejidad de la obra contenida en su discografía hace difícil su
catalogación como artista puramente New Age, ya que incluso se le considera uno
de los pioneros de la vanguardia de la música electrónica nacida a mediados de
los años 1970.
En los últimos tiempos su
aportación al cine ha sido escasa, pudiendo mencionarse su colaboración en la
cinta “Alejandro Magno”, de Oliver Stone (2004).
De
entre los innumerables problemas que debe afrontar el sector cinematográfico,
sobresalen dos especialmente preocupantes: la escasez de ideas originales y la
ausencia de valentía a la hora de apostar por propuestas novedosas. Las grandes
productoras tienden a decantarse por rodar secuelas, precuelas o, lo que
todavía resulta más significativo, volver a rodar de nuevo títulos ya estrenados.
Dentro de estos denominados “remakes”, existen varias tendencias. Los hay que
pretenden adaptarse a una concreta cultura de otros lugares (como ocurrió con
“Vanilla Sky” y “Abre los ojos” o con la “La familia Bélier” y la sorprendentemente
oscarizada “CODA”). También figuran aquellos que, perteneciendo a la misma
industria nacional, se repiten con el paso de las décadas (véase “Psicosis” de
1960 y de 1998, “El planeta de los simios” de 1968 y de 2001, “Poltergeist” de 1982
y de 2015, o ”Desafío total” de 1990 y de 2012). Los ejemplos son muy numerosos
y, como regla general sin apenas excepciones, no lograron mejorar el original.
Se parte de premisas diabólicas, según las cuales el público actual no querrá
visionar obras del pasado, o los espectadores de un determinado país no apreciarán
trabajos rodados fuera de sus fronteras. Así, sobre tan discutibles eufemismos,
se potencia el uso de unas fórmulas de sobra conocidas y basadas en exitosas
historias del pasado. Se habla de “adaptación a los nuevos tiempos”, “revisión”,
“actualización” o, peor aún, de “acomodación a lo políticamente correcto” en
cada etapa.
En
1984 se estrenó “Ojos de fuego”, de Mark L. Lester, con una jovencísima Drew
Barrymore que seguía engullida por el éxito descomunal de “E.T. El
extraterrestre”. Basada en una novela de Stephen King, la cinta no obtuvo demasiada
repercusión por aquel entonces. Ahora, a cuarenta años vista, llega a las
pantallas repitiendo título, trama, tratamiento y propuesta. Por ello, lo más
neutro que cabe indicar es que se torna manifiestamente innecesaria. No aporta
nada ni tampoco mejora a su antecesora en ningún aspecto. Incluso el cartel
anunciador constituye un calco del utilizado a principios de los ochenta. Perteneciente
al género de terror, cuenta cómo una chica con poderes extraordinarios lucha
para protegerse a sí misma y a su familia de las siniestras fuerzas que quieren
capturarla y controlarla. Sus padres llevan huyendo un largo período, en su
desesperado intento de esconderla de un Gobierno empeñado en aprovechar su
inmenso don como arma. Y, aunque inicialmentese ha logrado que la menor domine ese poder, cada vez se vuelve más
difícil de contener.
El
realizador Keith Thomas llamó levemente la atención en 2019 con “The Vigil”,
pero con este traspié regresa a la casilla de salida. Usando idéntico potencial
que su protagonista, dan ganas de quemarlo todo. Las productoras
cinematográficas deberían reflexionar sobre la deriva a la que están empujando
al Séptimo Arte. Quizás esta actitud explique la trayectoria cada vez más
pujante de las series, habida cuenta que cuesta un mundo hallar opciones
válidas en las salas de proyección. Encabeza el elenco Zac Efron, muy popular
gracias a su papel en “High School Musical” de Disney Channel, pero que no ha
terminado de dar el salto definitivo a la gran pantalla. Probablemente su mejor
aportación sea la de “El gran showman” (2017), ya que el resto de su
filmografía le supone un pesado lastre hasta el momento. El personaje de la
niña corre a cargo de Ryan Kiera Armstrong, a quien hemos visto en “El arte de
vivir bajo la lluvia”, “It: capítulo 2” o la reciente “La guerra del mañana”
(en la plataforma Amazon). Figuran asimismo Kurtwood Smith (“RoboCop” de 1987,
“El club de los poetas muertos”, “Inocencia interrumpida”) y Sydney Lemmon (integrante
de la serie televisiva “Succession”).
Sam
Raimi es un realizador versado en el arte de contar historias que traspasan la
línea de la realidad. Dejando a un lado esa pequeña joya de “Un plan sencillo”
y la nada desdeñable “Entre el amor y el juego”, el resto de su filmografía
está plagada de proyectos enmarcados en la ciencia ficción, el terror y la
explosión visual extravagante. Parece evidente que se siente cómodo llevando
las cosas hasta extremos a menudo incomprensibles. A raíz de rodar títulos como
“Posesión infernal”, “Terroríficamente muertos” o “El ejército de las tinieblas”,
se labró una fama de director alocado y desvergonzado. Habitual ganador de
premios en el Festival de Sitges, inició en el año 2002 una trayectoria por el
mundo de los superhéroes de la factoría Marvel. Filmó las tres películas de
“Spiderman” protagonizadas por Tobey Maguire y el enorme éxito de su trilogía
impulsó definitivamente una modalidad de cintas que, con el paso del tiempo, han
monopolizado las salas de proyección.
Ahora
vuelve a ponerse detrás de la cámara para dirigir otro trabajo para “Marvel
Studios”, en concreto “Doctor Strange en el multiverso de la locura”. Junto a
sus múltiples apariciones en otros filmes de esta factoría (“Vengadores”, “Spider-Man:
No Way Home”, “Thor: Ragnarok”), el personaje del Doctor Strange había gozado de
un proyecto propio y exclusivo en 2016, con varias aportaciones destacadas y
alguna que otra deficiencia. En cualquier caso, lo visioné en un momento en el
que acusaba ya la saturación de este tipo de propuestas, máxime tras la
discutible estrategia de invadir las carteleras con infinidad de personajes de
cómic, si bien reconozco que en visionados posteriores me ha ido convenciendo
más.
Lo
cierto es que en esta segunda entrega la trama evoluciona e, incluso, mejora
visualmente. Evidentemente, se trata de una propuesta apta tan solo para
aficionados al cine de superhéroes y que cuenten asimismo con una mente abierta
para encajar las excentricidades de estas creaciones que rechazan los límites
de lo posible. De ser así, aquí encontrarán una explosión óptica atrayente y
una ajustada combinación de sarcasmo y acción. Además, no sigue por fortuna esa
actual tendencia de alargar de forma desproporcionada el metraje, ya que apenas
supera las dos horas de duración.
El
Doctor Strange debe poner a prueba las fronteras de sus poderes y, para ello, explorará
todo el potencial de sus capacidades. Después de haber malogrado un hechizo,
recurre a una vieja amiga, Wanda Maximoff, para enmendar su error y sondear
como nunca los oscuros rincones del multiverso, donde tendrá que contar con
nuevos y viejos aliados si quiere sobrevivir a las peligrosas situaciones
alternativas del universo y enfrentarse a un diferente y misterioso enemigo.
No
cabe pararse a pensar en qué se está viendo. Basta con dejarse arrastrar para
adentrarse en esta sinfonía inclasificable, pero divertida e incluso
puntalmente emotiva. Y, pese a algún tramo intermedio donde el nivel se
ralentiza, el tramo final apabulla. Sin duda, reconozco plenamente a Sam Raimi
y le imagino disfrutando a lo grande. También me gusta mucho la partitura de
Danny Elfman, compositor que ha acompañado al cineasta en bastantes proyectos.
Dentro
del apartado interpretativo, Benedict Cumberbatch repite protagonismo. Magnífico
actor que ha deslumbrado en “The Imitation Game (Descifrando Enigma)”, “Agosto”
o “El poder del perro”, su talento no admite discusión. Siempre saca adelante
sus personajes con soltura, sin desentonar en ningún género, y constituye una
garantía para cualquier rodaje. Le acompaña Elizabeth Olsen en la séptima vez
que representa el papel de Wanda (si sumamos la serie de televisión y las
apariciones en la gran pantalla). Completan el reparto Chiwetel Ejiofor (“12
años de esclavitud”, “Love Actually”) y Rachel McAdams (“Spotlight”, “El diario
de Noa”).
El Festival de Cannes ha anunciado la programación
completa de su 75ª edición, que arranca el 17 de mayo con la proyección
del film de apertura ('Z', el remake de 'One Cut of the Dead') y se alargará
hasta el día 28.
SECCIÓN OFICIAL
Z (COMME Z), de Michel HAZANAVICIUS (Fuera de competición)
HOLY SPIDER, de Ali ABBASI
LES AMANDIERS, de Valeria BRUNI TEDESCHI
CRIMES OF THE FUTURE, de David CRONENBERG
TORI AND LOKITA, de Jean-Pierre y Luc DARDENNE
STARS AT NOON, de Claire DENIS
FRÈRE ET SŒUR, de Arnaud DESPLECHIN
CLOSE, de Lukas DHONT
ARMAGEDDON TIME, de James GRAY
BROKER, de KORE-EDA Hirokazu
NOSTALGIA, de Mario MARTONE
RMN, de Cristian MUNGIU
TRIANGLE OF SADNESS, de Ruben ÖSTLUND
HAEOJIL GYEOLSIM (DECISION TO LEAVE), de PARK Chan-Wook
SHOWING UP, de Kelly REICHARDT
LEILA’S BROTHERS, de Saeed ROUSTAEE
BOY FROM HEAVEN, de Tarik SALEH
ZHENA CHAIKOVSKOGO (TCHAÏKOVSKI'S WIFE), de Kirill SEREBRENNIKOV
EO, de Jerzy SKOLIMOWSKI
UN CERTAIN REGARD
LES PIRES, de Lise AKOKA y Romane GUERET
KURAK GÜNLER (BURNING DAYS), de Emin ALPER
METRONOM, de Alexandru BELC
SICK OF MYSELF, de Kristoffer BORGLI
ALL THE PEOPLE I'LL NEVER BE, de Davy CHOU
DOMINGO Y LA NIEBLA (DOMINGO AND THE MIST), de Ariel ESCALANTE MEZA
PLAN 75, de HAYAKAWA Chie
BEAST, de Riley KEOUGH y Gina GAMMELL
CORSAGE, de Marie KREUTZER
BACHENNYA METELYKA (BUTTERFLY VISION), de Maksim NAKONECHNYI
VANSKABTE LAND / VOLAÐA LAND (GODLAND), de Hlynur PÁLMASON
RODEO, de Lola QUIVORON
JOYLAND, de Saim SADIQ
THE SILENT TWINS, de Agnieszka SMOCYNSKA
THE STRANGER, de Thomas M. WRIGHT
FUERA DE COMPETICIÓN
TOP GUN: MAVERICK, de Joseph KOSINSKI
ELVIS, de Baz LUHRMANN
MASQUERADE, de Nicolas BEDOS
NOVEMBRE, de Cédric JIMENEZ
THREE THOUSAND YEARS OF LONGING, de George MILLER
PROYECCIONES DE MEDIANOCHE
HUNT, de LEE Jung-Jae
FUMER FAIT TOUSSER, de Quentin DUPIEUX
MOONAGE DAYDREAM, de Brett MORGEN
CANNES PREMIÈRE
DODO, de Panos H. KOUTRAS
ESTERNO NOTTE (NIGHTFALL), de Marco BELLOCCHIO
IRMA VEP, de Olivier ASSAYAS
NOS FRANGINS, de Rachid BOUCHAREB
PROYECCIONES ESPECIALES
JERRY LEE LEWIS: TROUBLE IN MIND, de Ethan COEN
THE NATURAL HISTORY OF DESTRUCTION, de Sergei LOZNITSA
Ving Rhames nació
en Nueva York el 12 de mayo de 1959. Actor estadounidense ganador de
un Globo de Oro por la televisiva “Don King: Only in America”, debutó en el cine en 1984 con la película “Go Tell It on the
Mountain”.
Tras participar en varias series de la pequeña pantalla, entre ellas “Corrupción
en Miami”, figuró en el reparto de “Corazones de hierro”, de Brian de Palma (1989).
En la década de los noventa actuó en “El largo camino a casa”
(1990), “La escalera de Jacob” (1990), “El vuelo del Intruder” (1991), “Homicidio”
(1991), “El sótano del miedo” (1991) o “Dave, presidente por un día” (1993),
todo ello antes de alcanzar su gran éxito: “Pulp Fiction” (1994).
Ya en 1996 intervino en “Mission: Impossible” y, posteriormente, ha continuado en la saga.
Reconozco
una cierta devoción por no pocas películas británicas de época donde se recrean
estéticas y actuaciones en un estilo clásico. De cuando en cuando suelo revisar
las obras de James Ivory, sobre todo la magnífica “Lo que queda del día”,
quintaesencia de esta sutil modalidad cinematográfica. “Downton Abbey” nació en
formato televisivo, pero su éxito la llevó hasta la gran pantalla. En 2019 se
estrenó en las salas de proyección y su resultado respondió a la tradicional
corrección inglesa. Ahora llega su segunda parte, “Downton Abbey: Una nueva era”,
que responde a idénticos parámetros y ofrece exactamente lo que se espera de
ella. No creo, pues, que ningún espectador encuentre frustradas sus expectativas.
No obstante, la precisión de los decorados, el vestuario y la fotografía se ven
aquí un tanto descompensados por un guion más insulso. En todo caso, sin
alcanzar el nivel de los grandes títulos del subgénero, tampoco desentona,
manteniendo una discreta posición entre el acierto técnico y la falta de
contundencia de la trama.
Especialmente
recomendada para los fieles seguidores de la serie que ganó quince premios Emmy
a lo largo de cinco temporadas, presenta varios relatos entrecruzados cuyo principal
mérito estriba en los elegantes adornos que envuelven toda la historia. Su
director, Simon Curtis, debutó profesionalmente con la interesante “Mi semana
con Marilyn”, y posteriormente ha firmado trabajos sugestivos, como “La dama de
oro”, y originales, como “El arte de vivir bajo la lluvia”. Sabe relatar, lo
que para un realizador supone un prometedor comienzo. En “Downton Abbey: Una
nueva era” no defrauda. Tal vez no arriesgue demasiado, certificando un
largometraje ligeramente anodino, pero los fastos mitigan cualquier sabor amargo.
Una
condesa viuda hereda de un viejo amigo una villa en el sur de Francia.
Entretanto, un cineasta obtiene permiso para rodar una película en Downton
Abbey, una noticia que no agrada a toda la familia. Para evitarse los trajines
del rodaje, algunos de los miembros viajan al país galo con el ánimo de
averiguar por qué Violet se ha visto beneficiada con ese edificio. Julian
Fellowes, guionista británico nacido en El Cairo yganador de un Oscar por “Gosford Park”, ha
sido el responsable, tanto de la serie de televisión como de la anterior adaptación
cinematográfica. Su extenso currículum incluye filmes como “La feria de las
vanidades”, “La reina Victoria” o “La casa torcida”. Se trata de un todoterreno
que tan pronto aparece como actor en “Herida”, de Louis Malle o en “Tierras de
penumbra”, de Richard Attenborough, o produce la versión de “Romeo y Julieta” de
Carlo Carlei (2013). Sin duda se mueve a la perfección en estos tradicionales y
recargados escenarios ingleses. Aun así, yo creo que ya no sería conveniente
abordar una tercera parte. En ocasiones, como decía Napoleón, una retirada a
tiempo es una victoria.
La
distinguida actriz Maggie Smith figura nuevamente en el reparto y contar con
ella constituye casi una obligación. Atesora innumerables interpretaciones
sobre estos modelos netamente británicos. A sus apariciones en la saga de
“Harry Potter” se añaden “Un cadáver a los postres”, “Muerte en el Nilo” (John
Guillermin, 1978), “Una habitación con vistas” o “Ricardo III”. Con dos
estatuillas de Hollywood en su haber (de entre seis candidaturas), refleja a la
perfección la distinción y la personalidad anglosajonas por antonomasia. Le
acompañan Michelle Dockery (“The Gentlemen: Los señores de la mafia”, “Anna
Karenina”, de Joe Wright), Elizabeth McGovern (muy popular en los años ochenta
gracias a cintas como “Gente corriente”, “Érase una vez en América”, “La loca
aventura del matrimonio” o “Falso testigo”) y Dominic West (“The Wire”, “The
Crown”).
Stephen David Daldry nació en Dorset, Inglaterra, el 2 de
mayo de 1961. Es un director de cine y teatro y productor británico nominado a
tres premios Oscar.
Debutó como director en el año 2000 con “Billy Elliot
(Quiero bailar)”, consiguiendo un gran éxito a nivel mundial. Ganó el BAFTA
como mejor película británica y recibió su primera nominación a los galardones
de Hollywood como mejor director.
En el año 2002 estrenó “Las horas”, largometraje que logró
nueve nominaciones a los Oscar, otro para Daldry como director, y por la que
Nicole Kidman ganó el preciado trofeo en la categoría de mejor actriz
protagonista. El filme ganó el Globo de Oro a la mejor película dramática del
año.
Su siguiente trabajo llegó a las salas en 2008: “The Reader
(El lector)”. Era su tercer proyecto y su tercera nominación al Oscar como
mejor director. Kate Winslet lo ganó como mejor actriz.
En 2011 rodó “Tan fuerte, tan cerca” y en 2014 “Trash,
ladrones de esperanza”.
Posteriormente se pasó a la serie de televisión “The Crown”,
dirigiendo varios episodios.