En
una de las primeras escenas de “Gladiator”, de Ridley Scott, el protagonista
lidera al ejército romano y, como señal a sus hombres sobre cómo y cuándo
comenzará la batalla, dice: “a mi señal: ira y fuego” (en la versión original:
“at my signal: unleash hell”). Las cintas suelen recrear las luchas de siglos
pasados con una especial crudeza y violencia. Cierto es que, con el paso de los
años y los avances técnicos, quizá la contienda cuerpo a cuerpo sea un reducto
de la Antigüedad. Sin embargo, la crueldad y el ansia de destrucción permanecen
inalterables a pesar de la evolución. “El hombre del Norte” se desarrolla
durante el siglo X. Se trata de una trama de venganza, odio y brutalidad, términos
habituales cuando se estudia la asignatura de Historia. El espectador, pues, ha
de estar preparado para presenciar numerosas escenas donde los combates y las
peleas constituyen la forma de expresión del autor.
Robert
Eggers posee una filmografía interesante, aunque difícil de ver. Sus anteriores
trabajos (“La bruja”, en 2015 y “El faro”, en 2019) son largometrajes bien
realizados, originales e inquietantes, si bien con un estilo narrativo
complicado. Con los tres filmes que ha estrenado hasta la fecha me ha ocurrido
lo mismo: reconozco el mérito, la capacidad, la valentía y la singularidad de
su propuesta, pero dudo que vuelva a verlos en el futuro. En el caso de “El
hombre del Norte”, el exceso de furia y ensañamiento, por más que no desentona
y se presenta en coherencia con el relato, me satura demasiado pronto.
En
el fondo, nos sitúa ante temas recurrentes y reflexiones universales. El
asesinato de un padre, el odio del hijo -convertido en obsesión violenta de
adulto- y el mundo marcado por las reglas de la fuerza bruta. Reúne múltiples
referencias a las más variopintas novelas y películas, desde los libros de
William Shakespeare hasta los títulos de Peter Jackson. Aun así, Eggers logra
dotar a su profesión de un sello personal, de una rareza y distinción
características. En ese sentido, su presente proyecto se torna recomendable,
entretenido e intenso.
Islandia,
a principios del siglo X. Un príncipe nórdico emprende una misión de venganza
después de que hayan asesinado a su padre. Se basa en una leyenda escandinava
que inspiró el 'Hamlet' de William Shakespeare, donde un noble vikingo abandona
su hogar cuando su reino ha sido atacado. De una forma obsesiva, pasa el resto
de su vida con una frase en la cabeza: "I will avenge you, father. I will
save you, mother. I will kill you, Fjölnir" ("Te vengaré, padre. Te
salvaré, madre. Te mataré, Fjölnir"). Resulta inevitable recordar en “La
princesa prometida” al divertido Mandy Patinkin repitiendo "Hola, me llamo
Íñigo Montoya. Tú mataste a mi padre, prepárate a morir" (“Hello. My name
is Inigo Montoya. You killed my father. Prepare to die.”). En “El hombre del Norte”,
por el contrario, no existe espacio para el humor.
Formando
parte del equipo artístico figura como protagonista Alexander Skarsgård, hijo
del afamado Stellan Skarsgård, y a quien ya hemos visto en “El día que vendrá”
o “La leyenda de Tarzán”. Le acompañan algunos rostros míticos del cine, como
Nicole Kidman (cinco veces nominada al Oscar y ganadora del mismo por su
actuación en “Las horas”) o Willem Dafoe, que también se puso a las órdenes del
director en “El faro” y que ha optado en cuatro ocasiones a la estatuilla
dorada de Hollywood. Completan el reparto Ethan Hawke (“El club de los poetas
muertos”, la saga de Richard Linklater iniciada con “Antes de amanecer”), Anya
Taylor-Joy (muy popular por la serie televisiva “Gambito de dama” y
participante para la gran pantalla en “Última noche en el Soho”) y Claes Bang
(“The Square”).
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