Tras
haber asistido a la proyección de “Sin tiempo para morir” puedo asegurar que,
en mi opinión, lo mejor de la última película de James Bond es su tráiler, que
he tenido oportunidad de ver numerosas veces a lo largo de estos meses de
retraso de su estreno por culpa de la pandemia. En apenas dos minutos es
posible disfrutar de unas escenas espectaculares y de la esencia de tan icónico,
rudo, irónico y elegante personaje del Servicio Secreto británico, y la
sensación que queda tras visionar dicho adelanto es que augura un
entretenimiento divertido. Sin embargo, cuando se convierte en un metraje de
ciento sesenta y dos minutos, deja al descubierto una serie de carencias que
ensombrecen las expectativas generadas en el avance, entre ellas que no existe
una trama coherente, capaz de engarzar las secuencias con un mínimo de rigor.
La concatenación de planos atestados de tiroteos, explosiones, persecuciones e
inventos ultramodernos se proyecta sin un hilo conductor lógico. De hecho, si
en la sala de montaje hubieran intercalado por error al inicio de la cinta
algunas escenas del final, la historia apenas se hubiese visto afectada.
Desde
hace algún tiempo, la saga Bond encaja más en el género de ciencia ficción que
en el de acción. Lo fundamental es rodar la escena más impresionante, la pelea
más desmesurada en la localización más majestuosa y los tiroteos más
impensables. Los villanos resultan cada vez más estrafalarios y sus interpretaciones,
más teatrales y, hasta cierto punto, ridículas. Y, aunque personalmente puedo
tolerar estos excesos, me cuesta mucho admitir ese plan tan patente del “más
difícil todavía” sin un argumento trabajado y con un guion, no ya creíble, sino
disparatado. A mi juicio, el resultado se torna decepcionante. Vaya por delante
que algunas partes son muy buenas y, contempladas por separado, garantizan el
aplauso, como sucede con el citado tráiler. Pero, al juntar las piezas (y hay
mucho que juntar), se evidencia la decadencia de la saga. Considero que podrían
recortarse sin problema tres cuartos de hora de proyección.
Por
lo que se refiere a Daniel Craig, nada hay que objetar ni reprocharle a un
papel que desarrolla a la perfección. A ratos galán y a ratos cínico, con
momentos sensibles y con momentos de ira, tan impecable en esmoquin al pedir su
Dry Martini como certero en el combate, chistoso cuando toca e intenso cuando
procede, sin duda ha sido un gran James Bond. De hecho, su primera entrega,
“Casino Royale”, es mi favorita. Aun así, pienso que acierta poniendo el punto final
a su participación en la franquicia, pues debe explorar otros retos
cinematográficos.
El
director Cary Joji Fukunaga merece un apartado especial. Para mí ha supuesto la
mayor desilusión de todas porque, a la pregunta de qué hay de él en este
trabajo, mi respuesta es nada. Me resisto a pensar que el responsable de
largometrajes como la versión de “Jane Eyre” protagonizada por Michael
Fassbender y Mia Wasikowska, de “Beasts of No Nation” o de varios episodios de
la serie televisiva “True Detective”, haya aportado un ápice de creatividad a
“Sin tiempo para morir”. Más parece que, a modo de otro peón de esta cadena de
montaje, ha colaborado en esta fábrica de “megaproducciones” que implica rodar
un título de “007”.
Bond
ha abandonado el Servicio Secreto y se encuentra disfrutando de una vida
tranquila en Jamaica, pero ese período de retiro no va a durar demasiado, ya
que su amigo de la CIA, Felix Leiter, reaparece para pedirle ayuda. La misión
de rescatar a un científico secuestrado, que es clave para activar un arma que
amenaza a la población mundial, entraña más riesgos de los previstos y coloca a
007 tras la pista de un misterioso y alocado villano.
Christoph
Waltz y Rami Malek (entre los dos suman tres Oscars) interpretan a los malvados
de la historia. El primero realiza una recreación escueta y el segundo, otra excesivamente
fingida y melodramática, provocando en ambos casos un efecto contrario al
perseguido. Dentro del apartado reservado a las denominadas “chicas Bond”, figuran
Léa Seydoux y Ana de Armas, quienes ya en otras ocasiones han demostrado
sobradamente su valía y su versatilidad. Las dos encarnan sus roles con
eficacia y siguen progresando profesionalmente en unas carreras que se presumen brillantes. Completan el reparto Ralph Fiennes, Jeffrey
Wright y Lashana Lynch.
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