En
sus casi dos horas de duración utiliza todas las herramientas clásicas del
género -persecuciones, violencia, oscuridad y bajos instintos-, suficientes para captar el interés durante un tiempo de la
proyección pero que, a medida que avanza el film, lo configuran como un mero
entretenimiento repetitivo y sin sustancia, confuso y con un desarrollo
irregular. Los personajes no están bien perfilados (probablemente porque ni se consideran importantes ni se les ha dedicado
el tiempo necesario para su evolución en el guion) y la trama resulta plana y
lineal (a buen seguro por el mismo motivo). Se han centrado todos los esfuerzos
en la recreación visual, la aparatosidad de algunas secuencias y la intensidad
asociada a estas historias de policías y ladrones donde ambos perfiles se
confunden.
“Bronx”
narra las peripecias de fuerzas del orden y criminales en Marsella, ciudad muy
acostumbrada a brindar escenarios a mafias, contrabando y crimen. Allí existe
una unidad formada por duros y correosos agentes especializados en la lucha
contra las bandas organizadas. En una investigación relacionada con el tráfico
de drogas la deriva comienza a descontrolarse y las personas en quienes confiar
desaparecen, mezclándose ambos lados, supuestamente separados por la línea de
la ley.
Para
hacer avanzar el proyecto Marchal recurre a la violencia, consiguiendo recrear
el sórdido y peligroso mundo de los barrios marginales y logrando con ello
conectar con el formato más básico del entretenimiento. No obstante, mantiene
el interés sólo a medias y cualquiera que busque algo más que un simple “tira y
afloja” entre buenos y malos se sentirá decepcionado. Se cuentan por centenares
los títulos sobre este tema así que, de no ofrecer alguna aportación
innovadora, original o artísticamente relevante, la sensación de estar viendo
más de lo mismo se torna inevitable.
Sobresale
dentro del elenco Jean Reno, uno de los intérpretes más internacionales del
país vecino. Nacido en Marruecos y de ascendencia española, posee una filmografía
muy interesante en la que destacan un puñado de obras imprescindibles, varias
de ellas bajo la batuta de Luc Besson -“El gran azul”, “Nikita: dura de matar”,
“Leon: el profesional”-. Su salto a la industria norteamericana le llevó a
participar en la saga “Misión imposible” y a actuar junto a Robert de Niro en “Ronin”
y, aunque se trata de un buen actor, aquí asume un papel sin posibilidades para
el lucimiento.
Sus
compañeros son bastante desconocidos para el gran público, aunque cabe citar
entre ellos a Stanislas Merhar -que intervino en “La carta” de Manuel de
Oliveira, premiada en 1999 en el Festival de Cannes- y a David Belle -que
participó en “Colombiana”, protagonizada por Zoe Saldana-.
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