Me
resultó de por sí bastante complicado empezar a visionar esta cinta, ya que
desde las primeras escenas me negaba a aceptar que alguien hubiera sido capaz
de un despropósito de esa magnitud. ¿Se trataría acaso de una especie de
parodia o más bien de una trama nueva, mínimamente influenciada por el “mago
del suspense”? A medida que avanza el metraje el espectador constata que sus
creadores van muy en serio y pretenden conservar tanto el tono dramático como
el grado de suspense del argumento. El resultado, como era previsible, no puede
ser más desalentador. Pretender emular a Laurence Olivier, Joan Fontaine y Judith
Anderson constituía un insolencia superlativa y, por supuesto, innecesaria.
Para deleitarse con la adaptación cinematográfica de la novela de Daphne Du
Maurier basta y sobra con recurrir al film que rodó Hitchcock habida cuenta que,
a ocho décadas vista, conserva toda su fuerza y vitalidad sin necesidad de
ningún retoque o variación técnica.
Yo
lo intenté. Me empeñé en aferrarme a lo poco que me ofrecía, como por ejemplo
la participación de la magnífica actriz Kristin Scott Thomas. Sin embargo,
verla en el papel de ama de llaves de la resplandeciente mansión de Manderley me
superó. En conclusión, una pérdida de tiempo en todos los sentidos posibles de
la expresión, a la que no vale la pena exponerse ni en Netflix ni en las
escasas salas de proyección en las que se exhibe.
El
personaje protagonista corre a cargo de la joven Lily James, que destacó en “La
sociedad literaria y el pastel de patata” y que cuenta con algún otro proyecto
digno de mención, como “El instante más oscuro”, aunque tiende a embaucarse en
propuestas fallidas que están afectando negativamente a su carrera profesional.
Por su parte, el actor Armie Hammer aspira sin éxito a recoger el testigo de Laurence
Olivier, objetivo imposible a todas luces. Ha intervenido en algunos títulos
relevantes, como “La red social”, “J. Edgar” o “Call Me by Your Name”. En
cuanto a la citada Scott Thomas, ya ocupa un lugar de honor en el Olimpo de las
estrellas gracias a su interpretación de Katharine Clifton en “El paciente
inglés”, a la que se añaden las de “Cuatro bodas y un funeral”, “Caprichos del
destino”, “Gosford Park” o “La pesca del salmón en Yemen”, entre otras. Confío
en que no vuelva a caer en las garras de la revisión de otro clásico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario