viernes, 11 de abril de 2014

EL PODER DEL TAI CHI (Man of Tai Chi)

Han pasado treinta años desde el estreno de “Karate Kid”. Pese a lograr entretener al público adolescente al que iba dirigida, se trataba de una cinta previsible, huérfana de valentía artística, con unos personajes cuadriculados y maniqueos y cuya acción se centraba en apelar a las emociones más primitivas del espectador. Con el tiempo derivó en una saga y decayó más, si cabe. Sin embargo, después de ver “El poder del Tai Chi”, recuerdo aquellos largometrajes ochenteros como verdaderos prodigios cinematográficos. Las comparaciones producen ese efecto y, en función de las obras comparadas, la conclusión puede ser más benévola o más cruel. Y no es que me invada la nostalgia ni que me vea arrastrado por la moda retro. Lo que ocurre es que “El poder del Tai Chi” es un mal largometraje y hace buenas a las mediocres producciones que le precedieron.  
Keanu Reeves lleva más de una década concatenando trabajos prescindibles. Por lo tanto, su carrera profesional describe una curva con un marcado nivel descendente. Sus apariciones en “Las amistades peligrosas”, “Le llaman Bodhi”, “Mi Idaho privado”, “Drácula, de Bram Stoker” o “Speed” (todas ellas de finales de los ochenta y principios de los noventa) le convertían en un talento joven y prometedor. Y aunque la primera entrega de “Matrix” le proporcionó un gran éxito mundial, revitalizando un género aletargado hasta entonces, tras “Noviembre dulce” y la segunda y tercera desafortunadas entregas de la trilogía de los hermanos Wachowski, no ha vuelto a acertar en la elección de ningún papel. Desconozco si es un problema achacable a él o a su representante artístico pero, en todo caso, evidencia la pérdida de rumbo del actor canadiense. 
Tal vez sea ese el motivo por el que ha dado el salto a la dirección con “El poder del Tai Chi”, pretendido film de acción y aventuras con un cierto toque místico asociado las luchas orientales. Lamentablemente, fracasa en todos los frentes. Por muy elaboradas que resulten las coreografías de las peleas y por muchos elementos contemplativos y reflexivos que quiera reflejar en pantalla, lo cierto es que el resultado final se acerca al ridículo. Cuenta la historia de un empresario que organiza enfrentamientos clandestinos al margen de cualquier regla y que son retransmitidos para apostantes millonarios de forma privada. Pese a estar en el punto de mira policial, un joven muy ambicioso decide participar en estos combates ilegales y no tarda en convertirse en la sensación de estos, emergiendo su lado oscuro, a pesar de la pureza y la espiritualidad que, en sus inicios, le habían conducido a la práctica de las artes marciales. 
Excepción hecha del propio Reeves, los integrantes del equipo artístico son completamente desconocidos para el gran público. En consecuencia, la película sólo suscitará algún interés en quienes disfruten abiertamente con las escenas de enfrentamientos físicos rodadas como si fueran secuencias de baile o en quienes se apunten a recibir unas exiguas pinceladas de filosofía oriental dentro de la trama. Los demás se expondrán a más de hora y media de narración insulsa, poco creíble y alejada de las grandes muestras del género. 
Keanu Reeves asume en el año en curso otra apuesta arriesgada, puesto que que será la estrella de la opera prima de Chad Stahelski y David Leitch, dos especialistas que participaron en “El club de la lucha”, “V de Vendetta” y “300” y que se estrenan como cineastas con el thriller de acción “John Wick”. Ya se verá. Confío en que el famoso intérprete remonte una trayectoria en la que transita perdido y necesitado de rescate.

Trailer en castellano


Trailer en versión original


Datos del film

Película: El poder del Tai Chi.
Título original: Man of Tai Chi.
Dirección: Keanu Reeves.
Países: USA y China. Año: 2013. Duración: 105 min. Género: Acción, artes marciales.
Interpretación: Keanu Reeves (Donaka Mark), Tiger Chen (Chen Lin-hu “Tigre”), Simon Yam (Wong), Karen Mok (Suen Jing-si), Yu Hai (Maestro Yang), Ye Quing (Ching Sha), Iko Uwais.
Guion: Michael G. Cooney.
Producción: Lemone Syvan y Daxing Zhang.
Fotografía: Elliot Davis.
Montaje: Darek Hui.
Diseño de producción: Yohei Taneda.

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