Federico Moccia ha conseguido que se le considere un novelista especializado en historias románticas protagonizadas por adolescentes y dirigidas mayoritariamente al público juvenil. Tal vez para algunas personas resulte un dato peyorativo, teniendo en cuenta que asocian irremediablemente ese tipo de narrativa a la mala literatura, de la misma forma que se vincula la comida rápida a la mala gastronomía, por más que su consumo sea evidente y que, en su justa medida, no deba ser repudiada necesariamente. A mí, como lector de A tres metros sobre el cielo, de su continuación Tengo ganas de ti y de Perdona si te llamo amor y su segunda parte, su éxito no me causa extrañeza. Las historias conectan fácilmente con el público, posee unos diálogos ágiles salpicados, por cierto, de numerosas citas cinematográficas y su aureola a medio camino entre el romanticismo y el erotismo -para qué negarlo- se vende fácil. Sin embargo, no he seguido leyendo los sucesivos libros de este escritor italiano porque tengo la impresión de que, una vez encontrada la fórmula del triunfo, se limita a repetirla pero cada vez con menor frescura y originalidad lo que, en mi caso particular, implica una absoluta pérdida de interés.
En este sentido, sus adaptaciones para la gran pantalla se ajustan bastante a la versión en papel y no desagradan a esos jóvenes espectadores que acuden a las salas entregados de antemano a las interpretaciones de sus guapos actores protagonistas, a sabiendas de que disfrutarán con sus esperadas recreaciones sentimentales. Al igual que la comida rápida, se engulle y se paladea sin hacerse más preguntas. El problema estriba en que, conforme se leen más novelas, se aprecian los defectos y las carencias de los escritos de Moccia, de la misma forma que, a medida que ves más y más largometrajes, percibes la simplicidad y la pobreza de este tipo de versiones. Como suele suceder en otros ámbitos, su valoración depende de con qué lo compares y en este caso yo, que a estas alturas he visto mucho cine, solo puedo valorar negativamente una adaptación sustentada exclusivamente en un texto famoso y en unos actores de moda. Nada hay en el metraje que pueda ser destacado, por mucho que sean numerosos los espectadores que salen contentos de una proyección que ha cubierto plenamente sus expectativas. Pero esa circunstancia no lo convierte en cine de calidad, del mismo modo que no todo lo que nos quita el hambre tiene por qué ser buena comida.
El director, Fernando González Molina, debutó detrás de la cámara con Fuga de cerebros y también dirigió A tres metros sobre el cielo. Se trata de un realizador muy vinculado al medio televisivo y al videoclip musical lo que, en mi opinión, más que beneficiarle, le perjudica en su labor como cineasta. En cuanto al apartado interpretativo, el papel principal de la cinta recae en el popular Mario Casas, cuya fama también se ha forjado en la pequeña pantalla. Le acompañan las actrices María Valverde y Clara Lago, ambas con trayectorias cinematográficas más amplias e incluso con algunas interpretaciones destacadas. De hecho, la primera obtuvo un Goya por La flaqueza del bolchevique mientras que la segunda fue nominada al mismo premio por El viaje de Carol.
Trailer del film:
Escena de la película:
Datos del film:
Película: Tengo ganas de ti. Trailer del film:
Escena de la película:
Datos del film:
Dirección: Fernando González Molina.
País: España. Año: 2012. Duración: 124 min. Género: Drama, romance.
Interpretación: Mario Casas (Hache), Clara Lago (Gin), María Valverde (Babi), Marina Salas (Katina), Ferrán Vilajosana (Luque), Diego Martín (Alejandro), Antonio Velázquez (Serpiente), Nerea Camacho (Daniela), Carme Elías (madre de Hache), Cristina Plazas (madre de Babi).
Guion: Ramón Salazar; basado en la novela “Tengo ganas de ti”, de Federico Moccia.
Producción: Francisco Ramos, Mercedes Gamero, Daniel Écija y Álex Pina.
Música: Manel Santisteban.
Fotografía: Xavi Giménez.
Montaje: Irene Blecua.
Dirección artística: Patrick Salvador.
Vestuario: Loles García.