viernes, 4 de junio de 2010

THE CRAZIES

El realizador norteamericano George A. Romero alcanzó cierta fama durante la década de los setenta dirigiendo cintas de terror de bajo presupuesto y, pese a que todavía permanece en activo, se le relaciona inevitablemente con aquel periodo y dicho género cinematográfico. Largometrajes con títulos tan elocuentes como La noche de los muertos vivientes, El amanecer de los muertos, El día de los muertos o La tierra de los muertos dan una idea de lo repetitivo de la fórmula utilizada. La figura de Romero en Norteamérica equivale a la del italiano Dario Argento (Tenebre, Inferno) en el nuevo continente, si bien Europa no comparte la gran propensión al remake que manifiestan al otro lado del Atlántico. Y es que el estadounidense ya estrenó en 1973 The Crazies, rodándose ahora, treinta y siete años después, una nueva adaptación de la historia en la que asume la producción ejecutiva.
Versionar películas se está convirtiendo en una mala costumbre. Hace apenas cinco semanas se estrenó un nuevo proyecto basado en Pesadilla en Elm Street, film de 1984 que popularizó un joven Johnny Depp y con el especialista del terror Wes Craven detrás de la cámara. Aunque no es una continuación de la saga sino una precuela, en el fondo se trata simple y llanamente de volver a rodar lo mismo bajo un pretendido aire de modernidad pero sin originalidad alguna. Idéntica situación ocurre con The Crazies que, si en su versión original contaba la historia de un pueblo tranquilo que termina envuelto en una espiral de violencia por culpa de una extraña plaga biológica, en esta ocasión narra exactamente lo mismo. La pregunta que surge es si esta revisión actual mejora en alguna medida o aporta elementos novedosos si se la compara con su predecesora.
Es innegable que posee una mayor corrección en los aspectos técnicos, consecuencia lógica del progreso desarrollado en el campo de los efectos especiales entre ambas producciones. Pero, hecha esta excepción, no pone de manifiesto ninguna otra aportación digna de mención. En realidad, este tipo de cine sólo desprende cierta magia cuando se visiona como un clásico del género, ya que su estética y sus carencias técnicas le otorgan un aspecto retro que puede sensibilizar a los espectadores por la vía de la nostalgia de tiempos pasados. De ahí a pretender que el público de hoy en día se asuste con los mismos argumentos de décadas pasadas se antoja, no sólo complicado sino, incluso, absurdo. En ese caso, es preferible alquilar la película antigua en un videoclub.
Su director es Breck Eisner, un californiano conocido en España porque rodó con Penélope Cruz y Matthew McConaughey su anterior proyecto, Sahara. Se rumorea que será el encargado de llevar a la pantalla grande en 2012 otra aventura del popular personaje de cómic Flash Gordon. Veremos si entonces logra mejorar su filmografía. En cuanto al equipo artístico, todos los actores son prácticamente desconocidos. La más reconocible es Radha Mitchell, una actriz que huye del encasillamiento, como demuestran sus participaciones en la comedia de Woody Allen Melinda & Melinda, en el interesante drama de Marc Foster Descubriendo nunca jamás o en otra cinta de terror titulada Silent Hill. A su compañero de reparto Timothy Olyphant se le pudo ver recientemente en el papel de malo de la cuarta y última entrega de la saga Jungla de cristal.

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