Cabe pensar
que la fantasía, entendida como vía para narrar una historia, resulta consustancial
al cine. A fin de cuentas, hablamos de ficción. Sin embargo, como sucede con
cualquier creación, se precisa de una notable habilidad para acertar en la
dosis y en el modo de uso. El denominado
género “fantástico” (no como adjetivo calificativo, sino como sustantivo que
define a un tipo de cine) cuenta con numerosos defensores y detractores. De
hecho, en función del concreto largometraje, cada espectador posee su subjetivo
y particular ánimo para asumir y disfrutar de lo que, objetivamente, es irreal
o, por el contrario, para asistir atónito y distante a las propuestas de ensueño
y alucinación de diversos artistas imaginativos.
“Un gran
viaje atrevido y maravilloso” pretende ser una cinta romántica, pero sustentada
sobre una trama tan imposible que sólo encaja en la fantasía. La magia
inexplicable que se acepta para asistir al viaje personal de la pareja protagonista
forma parte consustancial del proyecto. Como punto de partida, se admite, pues
el Séptimo Arte no conoce límites. Cuestión distinta supone llevar a cabo una
aventura así de arriesgada sin saber si, al final, saldrá bien o mal.
El
original realizador surcoreano Park Joong Eun (conocido artísticamente como
“Kogonada”) transita peligrosamente por esa delgada línea que separa la
genialidad de la absurdez. Y, aunque la
valentía de su apuesta queda fuera de toda duda, los resultados obtenidos, en
mi opinión, se tornan endebles.
Un hombre
y una mujer solteros se conocen en la boda de un amigo común. A partir de ese
encuentro, un inexplicable giro de los acontecimientos les posibilita revivir
instantes de su pasado. Se abre una puerta que les permite desplazarse a través
del tiempo, embarcándose en ese “viaje atrevido y maravilloso” al que alude el
título de la película. Ello les lleva a entenderse mejor en el presente y a,
quizás, introducir algún cambio en sus actuales vidas.
Me da la
sensación de que esta idea encaja mejor al pensarla en la mente que al
plasmarla en imágenes durante casi dos horas. Al margen de los desajustes
derivados de transitar por el musical, la comedia, el drama, el romance y la
fantasía, se generan un cúmulo de situaciones que no conectan entre sí con
naturalidad. A mí, al menos, me rechinan varias secuencias, habida cuenta de
que se trata de un género complejo y sometido a la subjetividad del espectador,
no sólo en cuanto a sus gustos, sino a su conexión con lo sensible y lo mágico.
Por
ejemplo “¡Olvídate de mí!”, mítico film de culto de Michel Gondry, mostraba por
medio de una plasmación fantasiosa una historia completamente imposible y
disparatada. Y, mientras legiones de adeptos entendió la oferta, otro sector
del público abandonó las salas de proyección impasible e indolente tras su
visionado. Sin perjuicio de que juzgue visualmente atractivas determinadas
partes del metraje y de que considere que sus protagonistas desempeñen una
labor eficaz, ha asistido a este viaje incapaz de percibir esa maravilla que
apunta en su rótulo.
Margot
Robbie y Colin Farrell encabezan el reparto. Ella atesora tres nominaciones al
Oscar (productora por “Barbie”, actriz secundaria por “El escándalo” y actriz
principal por “Yo, Tonya”) y reúne en su filmografía interpretaciones como las
de “Una cuestión de tiempo”, “El lobo de Wall Street” o “María, reina de
Escocia”. En “Un gran viaje atrevido y maravilloso” desarrolla una buena
actuación. Él, nominado a la estatuilla dorada por “Almas en pena de Inisherin”,
ha destacado en “Minority Report”, “Veronica Guerin. En busca de la verdad” y “Al
encuentro de Mr. Banks”. Tampoco desentona en ningún momento.
En
papeles secundarios figuran Phoebe Waller-Bridge (vista en las series televisivas
“Fleabag” y “Killing Eve”, y en “Indiana Jones y el dial del destino”), Kevin
Kline (premio también de la Academia de Hollywood por “Un pez llamado Wanda”) y
Hamish Linklater (“La gran apuesta”, “Magia a la luz de la luna”).