viernes, 16 de mayo de 2025

UNA QUINTA PORTUGUESA



Para mí ha supuesto una grata sorpresa toparme en la cartelera con la cinta “Una quinta portuguesa”. Con la enorme dificultad que entraña aparentar sencillez y, al mismo tiempo, esconder la complejidad ligada a la autenticidad, nos presenta una historia construida sobre los personajes y sus emociones. Consigue generar una extraña armonía que conduce al espectador a un clima de relajación y descanso, como el que proporciona esa finca rural que, entre vegetación y naturaleza, acoge a personas tan diferentes y tan similares. Se trata de una película bonita, serena en la estética y el ritmo, pero potente en el planteamiento, logrando una coherencia y una afinación muy logradas en su conjunto.

La dirección corre a cargo de Avelina Prat, quien debutó en la ficción en 2022 con el largometraje “Vasil”, al que me acerqué por casualidad tras leer un artículo de recomendación de Isabel Coixet, y que constituyó un más que acertado debut de esta realizadora y guionista valenciana. A mi juicio, con este segundo trabajo se supera, tanto en su faceta de escritora como de cineasta, confirmando que se debe tener muy en cuenta su nombre y seguir su carrera profesional con interés.

Un profesor de vida tranquila y rutinaria se ve sorprendido inesperadamente por el repentino y abrupto abandono de su esposa, un acontecimiento que en principio considera una desaparición pero que, posteriormente, ha de afrontar como el voluntario deseo de su pareja de dejar todo atrás, sin despedidas ni justificaciones. Afectado y desorientado, emprende un cambio vital que le lleva a suplantar la identidad de otro hombre y a ejercer labores de jardinero en una finca. En dicho lugar conocerá a nuevos vecinos y establecerá una inesperada amistad con la dueña del inmueble, aceptando las bondades de unos afectos sobrevenidos y las incomodidades de una existencia que no le pertenece.

Reconozco mi especial conexión con los relatos sobre usurpaciones de personalidad y con las tramas centradas en individuos que se hacen pasar por otros. Resulta curioso comprobar cómo, en ocasiones, quienes se identifican y se ven correctamente reflejados en identidades falsas, simultáneamente se sienten extraños con sus verdaderos nombres y realidades. En “Velvet Goldmine” se pronuncia la siguiente frase: "Un hombre no es sincero cuando habla de sí mismo, dale una máscara y dirá la verdad". A veces, pues, se torna preciso ser otro para ser uno mismo.

“Una quinta portuguesa” se revela como un drama sobre las segundas oportunidades, las relaciones humanas y la necesidad de auto evadirse para alcanzar una plena evolución. A medio camino entre la fábula, el melodrama y la redención, el espectador sosegado disfrutará de un guion delicioso, unos perfiles

bien interpretados y una inusual sensación que aúna placidez e incomodidad ante el cúmulo de verdades y mentiras que se entremezclan hasta confundirse por completo.

Tras haber participado en el último Festival de Cine de Málaga, confío en que el film no caiga en el olvido y continúe proyectándose en otros certámenes que premian los títulos más relevantes del año ya que, en mi opinión, merecerá ser recordado en el futuro y perdurará en el tiempo.

Destaca dentro del reparto la artista lusa María de Medeiros. La adorable Fabienne de “Pulp Fiction” recibió en 1994 la Copa Volpi a la mejor actriz en la Mostra de Venecia por “Três Irmãos”. Ha intervenido asimismo en “Cita con Venus”, “El detective y la muerte” o “Mi vida sin mí”. Aquí desempeña una relevante labor, habida cuenta de que la acción se sustenta en gran medida sobre las actuaciones.  

Le acompañan Manolo Solo (ganador de un Goya por “Tarde para la ira”), Branka Katic (“Enemigos públicos”) e Ivan Barnev (“Vasil”). Cada uno de ellos aporta su cuota de talento para construir este excelente proyecto global.




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